LOS EMPEÑOS DE UN ENGAÑO

Juan Ruiz de Alarcón

Texto basado en la edición príncipe en PARTE SEGUNDA DE LAS COMEDIA DE DON JUAN RUIZ DE ALARCÓN (Barcelona, 1634). Fue preparado por Vern Williamsen y luego pasado a su forma electrónica en 1998.


Personas que hablan en ella:

ACTO PRIMERO


Salen doña LEONOR e INÉS
LEONOR: ¿Quién será este forastero, que tan falso y recatado hace con tanto cuidado de nuestra calle terrero? INÉS: De esta casa el primer suelo es primer cielo, señora, de la luna de Teodora; y el segundo es cuarto cielo de tu sol, cuyo arrebol da al alba perlas que llore; y no es posible que adore la luna, si ha visto el sol. LEONOR: ¡Quién supiera la verdad de sus intentos! INÉS: Leonor, ¿es curiosidad o amor? LEONOR: Agora es curiosidad, y está en saber su intención ser amor. INÉS: Dame a entender cómo puede proceder de saberla, tu afición. LEONOR: Si tocas de un instrumento sola una cuerda, verás que están mudas las demás, si es disonante su acento; más si alguna está en distancia y en consonancia debida, suena sin tocarla, herida sólo de la consonancia de aquella que se tocó; que mostrar el cielo quiso la virtud, en este aviso, de la amistad. Así yo tengo en tal punto templada mi pasión, que si supiere que este galán no me quiere, será muda o será nada; mas si adora mi favor, tocado sólo del viento de su consonante acento, sonará también mi amor. INÉS: Pues si logras este empleo, de don Juan, ¿qué hemos de hacer? LEONOR: Poco sentiré perder lo que ganar no deseo. Por concierto se ha tratado conmigo su casamiento; provecho, y no gusto, siento en admitir su cuidado. Y si el forastero es cierto que me quiere y me merece, noble, como lo parece, donde hay amor no hay concierto. INÉS: Pues de ese cuidado quiero sacarte. LEONOR: ¿Cómo? INÉS: Un crïado que siempre, señora, al lado he visto del forastero, me hace señas, y en la calle le vi agora; y pues estás sola conmigo, si das licencia, quiero llamalle. LEONOR: Bien dices. Llámale, pues; y porque venir podría mi hermano, ponte en espía en ese balcón, Inés. INÉS: Ya conoces mi cuidado.
Vase INÉS
LEONOR: No con severo rigor le niegues la dicha, amor, a quien la ocasión has dado. No siempre el dorado arpón a costa de penas dé los gustos.
Sale INÉS
INÉS: Ya le llamé, y sube. LEONOR: Ponte al balcon. Amor tengo, y mucho amor, pues tan turbada le espero.
Vase INÉS y sale CAMPANA
CAMPANA: (La dicha del forastero Aparte me negoció este favor. La mozuela se ha rendido a las señas que le he hecho... Pero, ¿qué miro? Sospecho que en el puerto me he perdido.)
Quiere irse CAMPANA
LEONOR: Volved, mancebo. CAMPANA: Venía... LEONOR: No os turbéis; yo os he mandado llamar. CAMPANA: (Presto me ha faltado Aparte la dicha que ya creía.) ¿No queréis que me turbara luego que a veros llegué, puesto que me deslumbré de ver el sol cara a cara? LEONOR: ¿Cómo os llamáis? CAMPANA: Tengo el nombre más hinchado y campanudo que siendo de mujer, pudo ponerse jamás con hombre, y el que da cada mañana a todo preste dormido más enfadoso rüido. LEONOR: Decid ya cuál, es. CAMPANA: Campana. LEONOR: ¿Quién es ese caballero a quien servís? CAMPANA: Claro está, pues le sirvo, que será mi amo. LEONOR: Su nombre quiero saber. CAMPANA: Don Diego de Luna. LEONOR: ¡Buena alcuña! CAMPANA: ¡Y cómo buena! Por ser de rayos tan llena, tiene opuesta la Fortuna. LEONOR: Pues no le conozco yo, forastero le imagino. CAMPANA: No es sino hijo de vecino del lugar donde nació. LEONOR: Ya me obligáis a pensar que oculta prendas mayores. CAMPANA: ¿Por qué? LEONOR: Porque es de señores traer consigo un juglar. CAMPANA: Cuando imagino que os doy gusto en esto, ¿os enfadáis? LEONOR: Sí; que de burlas estáis cuando de veras estoy; y con ellas, porque quiero abreviarlas, os diré la ocasión por qué os llamé. Decid a ese caballero que quien este cuarto habita es doña Leonor Girón, cuya sangre y opinión al sol mismo rayos quita; que yo he de tomar estado con hacienda y calidad, con hermosura y edad que a mil nobles da cuidado; y que su mucho asistir en esta calle, y mirar a esta casa, puede dar contra mi honor qué decir; que su afición importuna declare a quién solicita, que a muchas desacredita, sin obligar a ninguna; y si, por ventura, es cierto, como presumo, que adora la belleza de Teodora, lo dé a entender; que le advierto que si constante porfía ocultando la ocasión, de las demás la opinión aseguraré en la mía, con dar a mi hermano cuenta de mi ofensa y de su injuria, porque con violenta furia ponga remedio en mi afrenta.
Quiere irse doña LEONOR
CAMPANA: ¡Oíd, por Dios! LEONOR: ¿Qué queréis? CAMPANA: Pues de vuestro enojo ciego al arcabuz distes fuego, que la respuesta escuchéis; que ya que os habéis llegado tan de veras a enojar, de plano he de confesar al potro de vuestro enfado. LEONOR: (Bien le he obligado a decir Aparte la verdad sin declararme.) CAMPANA: (El caso viene a obligarme, Aparte por deslumbrarla, a mentir; que así quiero la intención de don Diego asegurar, pues tanto importa ocultar que es Teodora su afición.) Don Diego, señora, os vio; que en esto se cifra todo, pues decir que os vio es el modo de asegurar que os amó; y si algun indicio ha dado de amar a doña Teodora, es disimulo, señora, no verdad de su cuidado; porque es tan alto sujeto, el vuestro, que desconfía, y si amarlo es osadía, no publicarlo es respeto. LEONOR: (Cierta es mi dicha.) Aparte CAMPANA: Y me admira que, si en el terso cristal vuestro hermoso original tal vez su retrato mira, ofensa hagáis semejante a don Diego en presumir que no sabrá distinguir del amatista el diamante. A pesar del sufrimiento, no os ha dicho su pasión; que si ha tenido ocasión, le ha faltado atrevimiento; mas si cobarde ha callado, ya no os temerá crüel; que, pues las partes que en él habéis visto os dan cuidado, las que ignoráis, con razón esperan vuestros favores; que dibujos exteriores bosquejos del alma son; que en calidad y valor, en discreción y prudencia, poderle hacer competencia es la ventaja mayor; y tanto... LEONOR: ¡Tened! Decis que las partes que en él veo me dan cuidado, y deseo saber de que lo inferís. CAMPANA: De que llamarme habéis hecho, y de que me preguntáis quién es, y solicitáis saber quién le abrasa el pecho. Todo esto muestra cuidado; y pues que de él no sabéis mas partes de las que veis, ellas son las que os le han dado. LEONOR: De lo que os he dicho yo, que me da, habéis de inferir, su asistencia qué sentir; que cuidar sus partes, no. CAMPANA: Si no os pareciesen buenas, ni os diera, señora mía, qué recatar su porfía, ni qué imaginar sus penas; y asi, sus méritos son causa en vos de esos efetos; que los indignos sujetos no merecen atención. LEONOR: Al fin, ¿por fuerza queréis que confiese amarle? CAMPANA: Quiero que entendáis que yo lo infiero, no que vos lo confeséis; que publicar sus cuidados a la primer diligencia las señoras, es licencia de poetas mal mirados, que escriben, aunque les sobre la ventura, sin decoro; mas no de aquellos que el oro saben distinguir del cobre. Y así, por no ocasionaros a incurrir en semejantes indecencias, me voy antes que lleguéis a declararos, pues no poco por agora mi señor ha conseguido, supuesto que habéis sabido que sois vos la que él adora; y si luego en su ventura vuestro amor se declarara, la liviandad apagara lo que encendió la hermosura.
Vase CAMPANA
LEONOR: ¡Que bien hizo en refrenarme! Que según estoy, no fuera, si un punto se detuviera, posible no declararme.
Sale INÉS
INES: ¿Qué tenemos? LEONOR: Que he vencido. El forastero es mi amante. INÉS: ¿Luego tu amor consonante su crïado habrá entendido? LEONOR: Aunque la lengua ocultó cuanto pudo mis enojos, en las voces de los ojos la consonancia entendió. INÉS: Los celos entran agora de don Juan y del Marqués. LEONOR: El secreto importa, Inés; que aunque es mi amiga Teodora, es hermana de don Juan, y solicita su gusto; y darle a entender no es justo que he admitido a otro galán. INÉS: Es verdad, y fuera bien advertirlo al forastero y a su crïado. LEONOR: Yo infiero que es excusado, pues quien tanto ha ocultado su amor a quien lo ha de remediar, a quien lo puede estorbar sabrá ocultarlo mejor. Mas nunca la prevención dañó. Toma el manto, Inés, y tú, pues ciega me ves, puedes con esa ocasión, como que sale de ti, por no ofender mi decoro, darle a entender que le adoro, y ofrecerle que de mí alcanzarás que le dé audiencia esta noche. INÉS: Piensa que tu gusto, sin ofensa de tu opinión, dispondré.
Vanse doña LEONOR e INÉS. Salen con DIEGO, de color, y el MARQUÉS
MARQUÉS: Digo, pues, que en esta calle vive preso mi cuidado; nunca a pisarla he llegado que en ella también no os halle. Pesárame de encontrarme con vos; y pues yo, don Diego, que con la demanda llego soy quien debo declararme, sabed que quien me atormenta es doña Leonor Girón; su oriente es aquel balcón, del sol venturosa afrenta. Allí vivo y allí muero, ella es el norte que sigo; desde Flandes sois mi amigo... DIEGO: No dígáis mas; que no os quiero permitir ese cuidado; que de él os debo sacar brevemente, por pagar el que a mí me habéis quitado. Otra hermosura, Marqués, adoro, cuyo preceto me obliga a guardar secreto. MARQUÉS: No importa saber quién es, pues con eso voy de vos satisfecho y obligado. DIEGO: Vivir podéis confïado de mi amistad. MARQUÉS: Guárdeos Dios.
Vase el MARQUÉS
DIEGO: Siendo publico el efeto, ser secreta la ocasión, dar a entender la afición y desmentir el sujeto, ¿cómo puede ser, Teodora? Y, ¿cómo puede dejar de asistir y de obligar quién recela y quien adora?
Sale CAMPANA
CAMPANA: Bien puedes darme, señor, albricias. DIEGO: ¿De qué, Campana? CAMPANA: De que tiene tu amor llana la dificultad mayor; que doña Leonor Girón, que ha notado tus paseos, me llamó, y de tus deseos me preguntó la ocasión; y yo, como la vi mía, la logré, y le dije que ella era la candida estrella que en el mar de amor te guía. DIEGO: Mal has hecho. CAMPANA: ¡Bueno es eso! DIEGO: Echado me has a perder. Ya no es posible tener en mi afición buen suceso. CAMPANA: Cuando imaginé que había hecho más que si pusiera una española bandera en un muro de Turquia, ¿me das ese galardón? DIEGO: Si; que a Teodora perdí. CAMPANA: Entremos en cuenta aquí y estemos a la razón. Tú dices que te conviene que nadie entienda que adora tu ardiente pecho a Teodora, porque, supuesto que tiene su hermano tan gran poder, por su sangre y su dinero, y eres pobre y forastero, si lo llegase a saber primero que tu esperanza logres con Teodora bella, recelas en ti y en ella el remedio y la venganza; y por esto me has mandado hacer, trazar y fingir cuanto no fuere decir que es Teodora tu cuidado. ¿Es todo esto asi, señor? DIEGO: Todo es así. CAMPANA: Escucha agora. Si has de seguir a Teodora y disimular su amor, si a su casa noche y día has de asistir y mirar, y esto no se ha de ocultar, ¿qué mejor traza podía haber dado, que fingir que es Leonor la que te abrasa pues vive en su misma casa? Y junto con desmentir sospechas, si viene a darte entrada en ella, podrás ver a Teodora, y saldrás, si ambas están de tu parte, del riesgo en que estás agora, obligadas de tu amor, con el engaño Leonor, y con la verdad Teodora. DIEGO: Y en llegando a colegir Leonor que a Teodora quiero, dime tú, ¿qué fin espero? Que mal se le ha de encubrir siendo su vecina. CAMPANA: Mira, pasar con facilidad la mentira por verdad, y la verdad por mentira; que ella ya lo ha presumido y yo le he dicho, señor, que por encubrir su amor, el de Teodora has fingido. DIEGO: ¿Que lo cierto ha sospechado? CAMPANA: Y de suerte lo afirmó, que si engañándola yo no la hubiera deslumbrado, ésta sin duda es la hora que te diera por perdido, porque lo hubiera sabido don Sancho, que es de Teodora amante, su mano espera; y, con esto, en el honor le toca, y así Leonor, su hermana, se lo dijera. DIEGO: Dices bien e hiciste bien. CAMPANA: ¡Gloria a Dios! Asegurarte, y, como dicen, sangrarte en salud, será también acertado, y prevenir a Leonor, si hay ocasión de hablarla, que la aficion fingida has de proseguir con Teodora; que supuesto que los dos le habéis de dar por puntos qué sospechar, la asegurarás con esto. DIEGO: Sí; pero falta que aplique remedio a un nuevo cuidado, supuesto que he asegurado hoy al marqués don Fadrique de que a Leonor no pretendo, de quien él es ciego amante. CAMPANA: Esto es lo mas importante al fin que vas previniendo, pues te dispone su amor lo mismo que tu pudieras desear; que cuando quieras desengañar a Leonor, lo fundaras con razon en los celos del marqués, pues de un poderoso es vitoria la pretensión. DIEGO: No está la dificultad en eso; la del marqués siento sólo. CAMPANA: No lo es, supuesto que la verdad llevas, señor de tu parte; y debajo de secreto, si te vieres en aprieto, puedes con él declararte; que mientras los casos dan remedio más importante, vivir y trampa adelante, es en la corte refrán. DIEGO: Fuerza es, al fin, por agora proseguirlo; que mi amor si desengaña a Leonor, se declara por Teodora; que es lo que estoy recelando.
Vase don DIEGO. Sale INÉS, con manto, tapada y haciendo señas con la cabeza que la sigan
INÉS: Ya me han visto. CAMPANA: Una tapada salió de allá, y recatada por señas nos va llamando. DIEGO: Sigámosla, pues que Amor me dice que es mensajera de Teodora. CAMPANA: Mas, ¿qué fuera si lo fuese de Leonor?
Vanse todos. Salen don JUAN, de camino, doña TEODORA, don SANCHO, y CONSTANZA a la sala
JUAN: Hermana, don Sancho queda, mientras vuelvo, en mi lugar, ya que no puedo excusar la partida. SANCHO: En cuanto pueda, procuraré que Teodora no os eche menos. JUAN: Mirad que os toca su honor. SANCHO: Fïad de lo que mi fe la adora, su regalo y mi asistencia; que en lo que toca a su honor, suplir sabrá su valor, mejor que yo vuestra ausencia.
Don JUAN habla aparte a doña TEODORA
JUAN: Dame los brazos, y advierte sólo que me va la vida en hallarte reducida, cuando vuelva, hermana, a verte, a ser de don Sancho esposa; pues trocando solamente, a mi firme amor consiente que goce a Leonor hermosa. TEODORA: El cielo os traiga a mis ojos con salud.
Llora
JUAN: Sancho, adiós.
Vase don JUAN
SANCHO: Él quiera que de los dos cesen, don Juan, los enojos cuando del Betis volváis a Manzanares. Teodora, no lloréis si de la aurora ser afrenta no intentáis, ni agravéis mi fe constante con sentimiento tan vano, si las penas de un hermano puede aliviar un amante. TEODORA: Yo estimo, como es razón, las mercedes que me hacéis. (Mas las lagrimas que veis, Aparte no nacen del corazon; que para hablar a don Diego deseaba la partida de don Juan.) SANCHO: (Contra una vida, ¿no basta de amor el fuego? Y la rabia de un desdén, ¿no basta, sagrados cielos, sin que en sospechas y celos se abrase el alma también? Un forastero galán a estas rejas he encontrado mil veces; y mi cuidado, pues la ausencia de don Juan al suyo dará osadía mas libre, ha de ser agora centinela de Teodora, y del forastero espía.)
Sale CONSTANZA
CONSTANZA: Tus primos te están, señor, aguardando. SANCHO: A hacer vendrán las cuentas. (Mas no me dan Aparte los cuidados de mi amor, que tan celoso se ve, licencia para olvidalle; y más cuenta con la calle que con las cuentas tendré.) Teodora, adiós; y más perlas no vertáis; que ofenderéis a mi amor si las vertéis mientras no puedo cogerlas.
Vase don SANCHO
TEODORA: ¡Qué pesado es un amante aborrecido! Constanza, siglos tardó la esperanza de este venturoso instante; que desde el ultimo día que en Sevilla al ausentarme le vi, no ha podido hablarme don Diego. CONSTANZA: Saber querría, si te alegró el ver partir a tu hermano, ¿cómo tanto pudo en los ojos el llanto el corazón desmentir? Que en una causa no más contrarios efetos son. TEODORA: Oye una comparación, Constanza, y lo entenderás. El leño que aun no el verdor del fértil tronco ha perdido, por un extremo encendido, por el otro vierte humor. Yo estaba llena de enojos y así mi pecho, al entrar el gusto, arrojó el pesar en lágrimas por los ojos. A don Diego es menester dar aviso de la ausencia de don Juan. CONSTANZA: Tu diligencia puede la suya ofender. Excusado es avisalle de lo que su amor le avisa; que de la aurora la risa llorando le halló en la calle. Mas Leonor viene.
Sale doña LEONOR
LEONOR: Teodora, ¿estás muy triste? TEODORA: Don Juan es mi hermano y mi galan; dos males el alma llora. LEONOR: Para aliviarlos me ordena don Sancho que de tu lado no me aparte. TEODORA: Ese cuidado es aumento de mi pena. (¡Que nunca falten al bien Aparte azares! ) LEONOR: Con este intento me manda que en tu aposento pase las noches también. TEODORA: Yo lo estimo. (Sus desvelos Aparte entiendo; con esta traza quiere guardarme, y disfraza con mi lisonja, sus celos.) LEONOR: (Parece que le ha pesado; Aparte y esto, y saber que desdeña tanto a don Sancho, me enseña que otro amor le da cuidado; y me importa que conmigo se declare, por poder declararme yo, y tener, para el nuevo amor que sigo, ocasión, pues he de estar en su cuarto; y si mi ciego amor le oculto, don Diego no me ha de poder hablar; y de la noche pasada, que por el balcón me habló y de ambas partes quedó nuestra afición declarada, estoy gustosa de suerte, y tan del todo rendida, que los instantes de vida sin él, son siglos de muerte.) Teodora, ya la ocasión llegó en que es bien que deshagas los agravios con que pagas mi verdadera aficion; que en tus suspiros, amiga, en tus ansias y tristezas, y en despreciar las finezas con que mi hermano te obliga, en tu pecho he conocido algún oculto cuidado; y ya, aunque haberlo fïado de mi fe no hayas querido, por fuerza lo he de saber estando en tu compañía. Haga pues la cortesía lo que la fuerza ha de hacer; que la palabra te doy de estar siempre de tu parte, o si no basta a asegurarte mi amistad, siendo quien soy. TEODORA: ¿Yo, Leonor, otro cuidado? LEONOR: Mujer soy y mujer eres; no lo niegues, si no quieres una enemiga a tu lado; que si conmigo enmudeces, con falso pecho me tratas; y, si amiga te recatas, enemiga me mereces. TEODORA: (¿Qué he de hacer? ¿Puede dañarme Aparte Leonor más, si declarada la obligo, que si agraviada la dejo con recatarme? ¿No sabe ya que a su hermano aborrezco? ¿No sospecha la causa? Si ve la flecha, ¿por que le oculto la mano? Para verme con don Diego he esperado esta ocasión; y cuando ya el corazón no es capaz de tanto fuego, ¿no tengo de gozar della? Pues si la pierdo callando de conocido, y hablando me arriesgo sólo a perdella, ¿qué tengo que recelar, si entre hablar y enmudecer, callando es cierto perder, y hablando puedo ganar? Y pues, por más que lo impida, ha de saberlo, mejor me está que sepa mi amor obligada que ofendida.) Ya, mi Leonor, ya no es justo dejarte de declarar mi pecho, por descansar, cuando no por darte gusto. Sabe que yo tengo amor a un gallardo caballero... Qué poco he dicho! ¡Que muero, amiga, diré mejor por el joven más galán que al amor gastó saetas, sin que a mis ansias inquietas el respeto de don Juan y de don Sancho el intento hayan, Leonor, permitido, que hablándole, haya podido dar alivio a mi tormento! Ésta es de mi confusión la causa, y de que tu hermano conquiste mi pecho en vano; ésta, Leonor, la ocasión, y el de ocultarla de ti; y haberme tú asegurado, siendo quien eres, la ha dado para decírtela aquí. LEONOR: Teodora, ya me obligué, pues te ofrecí mi favor, y no tendrá en ti tu amor más alientos que en mi fe. TEODORA: Dios te guarde; que de ti mucho más, Leonor, confío; y ya que del pecho mío la mejor porción te di, sólo que guardes secreto... Y si presumiere acaso del amor en que me abraso, por indicios el sujeto don Sancho, amiga, te pido que le deslumbres, pues ves el peligro de los tres; porque don Juan ofendido, ciego mi amante, y celoso don Sancho, ¿qué desventura no sucederá? LEONOR: Segura corre a tu fin amoroso; que la vida me verás perder antes que el secreto descubra que te prometo. TEODORA: A mí, Leonor, me la das. Pero, díme, ¿ya salió tu hermano de casa? LEONOR: Agora en su escritorio, Teodora, con mis primos se encerró a hacer unas cuentas. TEODORA: ¿Luego tendré seguro lugar de hablar al que adoro, y dar dulce alivio a tanto fuego? LEONOR: Bien puedes; que todo el día, sin duda, habrán de ocupalle. TEODORA: Pues llega, si está en la calle, Constanza, a esa celosía, y hazle señas. CONSTANZA: Cualquier seña a su amor le bastará; que es lince, y no perderá de vista la más pequeña.
Vase CONSTANZA
LEONOR: (Ya he conseguido mi intento; Aparte que empeñada así Teodora, segura le puedo agora confïar mi pensamiento.)
Vuelve CONSTANZA
CONSTANZA: Ya viene. LEONOR: Quiero dejarte gozar a solas tu amor. TEODORA: Tú no embarazas, Leonor; fuera de que para darte disculpa, si la deseas, de mi loco desvarío, quiero que del dueño mío las bizarras partes veas. LEONOR: Y lo haré; pero no es justo impedir como testigo; que el testigo más amigo quita licencias al gusto. Oculta en este aposento le veré sin estorbar. TEODORA: Bien te puedes retirar, Leonor, que sus pasos siento. LEONOR: (¿Cuándo con mi forastero Aparte gozaré dichas iguales?)
Éntrase doña LEONOR en el cuarto, y deja entornada la puerta
TEODORA: ¡Cuántas penas, cuántos males troqué a la gloria que espero!
Salen don DIEGO y CAMPANA a la antesala
CAMPANA: ¿Si te habrá visto Leonor entrar? DIEGO: Con ella asenté, cuando esta noche la hablé, que le he de mostrar amor a Teodora. CAMPANA: Limitar importa las ocasiones; que muchas demonstracíones la pueden desengañar.
Don DIEGO y CAMPANA pasan a la sala, y doña LEONOR entreabre la puerta del aposento
DIEGO: ¡Señora! ¿Quién a la suerte debió gloria tan crecida? TEODORA: Pues llegó hasta aquí la vida, despreciar puedo la muerte. LEONOR: (¿Que es don Diego a quien adora?) Aparte TEODORA: ¡Que te veo! LEONOR: (Yo creía Aparte que don Diego lo fingía; que no le amaba Teodora.) TEODORA: ¡Cuánto me cuestas! DIEGO: ¡Y cuanto he padecido por ti, mi bien! LEONOR: (Licencia le di Aparte de fingir; pero no tanto.) DIEGO: ¿De qué te turbas? ¿Qué es esto? TEODORA: Pasos siento en la escalera, y ser don Sancho pudiera. Constanza... CONSTANZA: ¿Señora? TEODORA: Presto, cierra a ese cuarto la puerta. CONSTANZA: Tarde tu temor me avisa; que el recebimiento pisa don Sancho ya. TEODORA: ¡Yo soy muerta! CAMPANA: ¿No dije yo?... TEODORA: ¡A ese aposento presto os retirad los dos! DIEGO: ¿Yo? TEODORA: ¡No repliques, por Dios, que me va el honor! DIEGO: Tu intento cumpliré, porque de suerte miro, señora, tu honor, que ha de hacer en mí valor lo que no hiciera la muerte.
Retíranse don DIEGO y CAMPANA al aposento donde está Leonor
TEODORA: ¡Que de tormentos me dan con cada gusto los cielos!
Sale don SANCHO a la sala
SANCHO: No fueron vanos mis celos. ¿Apenas partió don Juan, cuando ya a nuestras afrentas las puertas abres, Teodora?
Están doña LEONOR, don DIEGO y CAMPANA en el aposento
LEONOR: ¡Falso don Diego! DIEGO: ¡Señora! CAMPANA: (¡Éstas son otras quinientas!) Aparte DIEGO: ¿Aquí estabas? LEONOR: ¡Sí, traidor! DIEGO: (¿Hay tal desdicha?) Aparte CAMPANA: No den tus labios, por fingir bien, ese nombre a mi señor. LEONOR: ¿Esto es fingir? DIEGO: Claro está. CAMPANA: O ha de ser del mismo paño de la verdad el engaño, o el remiendo se verá. DIEGO: No mostrándole afición, ¿cómo pudiera engañarla? LEONOR: O no habéis de requebrarla o ha de acabar la invención. DIEGO: Ley es tu gusto, Leonor. TEODORA: Mirad, don Sancho... DIEGO: En tu mano fundo mi bien. SANCHO: Vuestro hermano dejó a mi cargo el honor de esta casa. CONSTANZA: (¿Hay mas extraña Aparte confusión?) TEODORA: (¡Yo soy perdida!) Aparte CAMPANA: (Ya ha quedado persuadida. Aparte ¡Lo que el proprio amor engaña!) SANCHO: ¿Y mis celos?
Salen dos cortesanos, PRIMOS de don Sancho, a la antesala
PRIMO 1: Demudado tomó la espada y salió. PRIMO 2: Desde que entré, le vi yo divertido y alterado, puesto el cuidado en la calle. PRIMO 1: Eso me le ha dado a mí; que es deudo nuestro; y de aquí hemos de ver si importalle podemos algo. SANCHO: Él entró; que yo le vi, y no ha salido: tú le tienes escondido; con que se verificó
Mete mano
mi agravio y el de tu hermano. TEODORA: ¿Qué hacéis? ¡Mirad...! SANCHO: ¡Vive Dios, que he de vengar a los dos...! DIEGO: ¡Eso fuera si esta mano no gobernara este acero!
Sale don DIEGO del aposento, hace frente a don SANCHO y se acuchíllan
PRIMO 1: ¡Esto es fuerza!
Pasan de la antesala a la sala los PRIMOS, y pónense al lado de don SANCHO y ríñen. Salen del aposento doña LEONOR y CAMPANA
LEONOR: ¡Ay, desdichada! TEODORA: ¡Muerta soy! CAMPANA: Espada a espada riñe quien es caballero. DIEGO: Herido estoy. No es hazaña darme, don Sancho, la muerte con ventaja. TEODORA: ¡Triste suerte! SANCHO: Yo os la diera en la campaña solo; que solo emprendió vuestro castigo mi acero. TEODORA: ¡Don Sancho, tened! LEONOR: (¿Qué espero Aparte Que si él muere, muero yo.) TEODORA: Ved que con vuestra venganza queda mi opinión perdida. LEONOR: (Arriesgar quiero la vida Aparte por tan dichosa esperanza.) ¡Hermano, no le matéis! ¡Primos, valedme! ¡Mirad, que es mi esposo! PRIMO 1: ¡Refrenad,
Atajándole
don Sancho, el furor! SANCHO: ¿Qué hacéis? ¡Dejadme!
Cae don DIEGO en una silla
DIEGO: Tarde ha venido vuestra fineza, Leonor; que yo muero. PRIMO 1: ¿No es mejor que deis a Leonor marido que hacer afrenta a los dos? LEONOR: Don Diego de Luna, hermano, puede, honrarme con su mano; que es tan bueno como vos. TEODORA: (¡Guárdente, Leonor, los cielos! Aparte No me atrevo a interceder; que a don Sancho han de encender, más que su ofensa, mis celos.) SANCHO: (Pues satisface la injuria Aparte de Leonor siendo su esposo, y de mi incendio celoso con esto cesa la furia, el remedio a la venganza prefiero.) Ved si a la vida ha dado puerta la herida. CONSTANZA: Aun da su aliento esperanza de vivir. SANCHO: Primos, partid a buscar un cirujano. PRIMO 1: Yo voy a buscar la mano más dichosa de Madrid.
Vase el PRIMO 1
CAMPANA: Un confesor le llamad; que está expirando. PRIMO 2: Yo voy.
Vase el PRIMO 2
TEODORA: ¡Qué desdicha! LEONOR: ¡Muerta soy! SANCHO: A mi cuarto le llevad que en él es bien que se cure, pues es de Leonor esposo; y de este caso es forzoso que el secreto se asegure. CAMPANA: De su vida desespero; que está muerto en lo pesado. TEODORA: (Él muere por desdichado Aparte y yo por amante muero.) LEONOR: Campana, con paso lento, en movimiento süave le lleva, porque no acabe de matarle el movimiento. TEODORA: En todo muestras, Leonor, que es tu amistad verdadera. LEONOR: (¡Ay de mi! Mejor dijera Aparte que es verdadero mi amor.) SANCHO: De honor y celos, Teodora, los excesos perdonad. TEODORA: En vano espera piedad quien ofende a la que adora.

FIN DEL ACTO PRIMERO

Los empeños de un engaño, Jornada II


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

Volver a la lista de textos

Association for Hispanic Classical Theater, Inc.


Actualización más reciente: 24 Jun 2002