ACTO TERCERO


 
Salen AMÓN echando a empellones a TAMAR, ELIAZER y JONADAB
AMÓN: ¡Vete de aquí; salte fuera, veneno en taza dorada, sepulcro hermoso de fuera, arpía que en rostro agrada, siendo una asquerosa fiera! Al basilisco retratas, ponzoña mirando arrojas. ¡No me mires, que me matas! ¡Vete, monstruo, que me aojas y mi juventud maltratas! ¿Que yo te quise? ¿Es posible que yo te tuve afición? Fruta de Sodoma horrible, en la médula carbón si en la corteza apacible. ¡Sal fuera, que eres horror de mi vida y su escarmiento! ¡Vete, que me das temor! Más es mi aborrecimiento, que fue primero mi amor. ¡Hola, echádmela de aquí! TAMAR: Mayor ofensa e injuria es la que haces contra mí, que fue la amorosa furia de tu torpe frenesí. ¡Tirano de aqueste talle, doblar mi agravio procura hasta que pueda vengalle! Mujer gozada es basura; haz que me echen a la calle. Ya que así me has deshonrado, lama el plato en que has comido, un perro, al suelo arrojado. Di que se ponga el vestido, que has roto ya, algún crïado. Honra con tales despojos a quien se empleó en servirte, y a mi dame más enojos. AMÓN: ¡Quién por no verte ni oírte, sordo naciera y sin ojos! ¿No te quieres ir, mujer? TAMAR: ¿Dónde iré sin honra, ingrato, ni quién me querrá acoger siendo mercader, sin trato, deshonrada una mujer? Haz de tu hermana más cuenta, ya que de ti no la has dado; no añadas afrenta a afrenta, que en cadenas del pecado, perece quien las aumenta. Tahur de mi honor has sido; ganado has, por falso modo, joyas que en vano te pido. Quítame la vida y todo, pues ya lo más he perdido. No te levantes tan presto, pues es mi pérdida tanta, que aunque el que pierde es molesto, el noble no se levanta mientras en la mesa hay resto. Resto hay de la vida, ingrato; pero es vida sin honor, y así de perderla trato. Acaba el juego, traidor; dame la muerte en barato. AMÓN: ¡Infierno, ya no de fuego, pues helando me atormnentas! ¡Sierpe, monstruo, vete luego! TAMAR: El que pierde, sufre afrentas porque le mantengan juego. ¡Mantenme juego, tirano, hasta acabar de perder lo que queda. Alza, villano, la mano; quítame el ser, y ganarás por la mano. AMÓN: ¿Vióse tormento como éste? ¡Hola! ¿No hay ninguno ahí? ¡Que esto un desatino cueste! ELIAZER: ¿Llamas? AMÓN: Echadme de aquí esta víbora, esta peste. ELIAZER: ¿Víbora, peste? ¿Qué es de ella? AMÓN: Llevadme aquesta mujer, cerrad la puerta tras ella. JONADAB: Carta, Tamar, viene a ser; leyóla y quiere rompella. AMÓN: Echadla a la calle. TAMAR: Ansí estaré bien, que es razón, ya que el delito fue aquí, que por ellas dé un pregón, mi deshonra, contra ti. AMÓN: Voyme por no te escuchar.
Vase AMÓN
JONADAB: ¡Extraño caso, Eliazer, tal odio tras tanto amar! TAMAR: Presto, villano, has de ver la venganza de Tamar.
Vanse todos. Salen ABSALÓN y ADONÍAS
ABSALÓN: Si no fueras mi hermano, o no estuvieras en palacio, ambicioso, brevemente hoy, con la vida bárbara, perdieras el deseo atrevido e imprudente. ADONÍAS: Si en tus venas la sangre no tuvieras con que te honró mi padre indignamente, yo hiciera que quedándose vacías, de púrpura calzáran a Adonías. ABSALÓN: ¿Tú pretendes reinar, loco villano? ¿Tú, muerto Amón del mal que le consume, subir al trono, aspiras, soberano que en doce tribus su valor resume? ¿Que soy no sabes tu mayor hermano? ¿Quién competir con Absalón presume, a cuyos pies ha puesto la ventura el valor, la riqueza y la hermosura? ADONÍAS: Si el reino israelita se heredara por el más delicado, tierno y bello, aunque no soy yo monstruo en cuerpo y cara, a tu yugo humillara el reino el cuello; cada tribu hechizada se enhilara en el oro de Ofir de tu cabello, y convirtiendo hazañas en deleites te pecharan en cintas y en afeites. Redujeras a darnas tu consejo, a trenzas tu corona, y a un estrado el solio de tu ilustre padre viejo; las armas a la holanda y al brocado; por escudo tomaras un espejo, y de tu misma vista enamorado, en lugar de la espada a que me aplico, esgrimieras, tal vez, el abanico. Mayorazgo te dió Naturaleza con que los ojos de Israel suspendes; el cielo ha puesto renta en tu cabeza, pues sus madejas a las damas vendes; cada año, haciendo esquilmos tu belleza, cuando aliviarla de su peso entiendes, repartiendo por tierras su tesoro se compran en doscientos siclos de oro. De tu belleza ser el rey procura; déjame a mí, Israel, que haces agravio a tu delicadeza, a tu blandura. ABSALÓN: Cierra, villano, el atrevido labio; que el reino se debía a la hermosura, a pesar de tu envidia, dijo un sabio, señal que es noble el alma que está en ella, que el huésped bello habita en casa bella. Cuando mi padre al enemigo asalta no me quedo en la corte, dando al ocio lascivos años, ni el valor les falta que, con mis hechos, quilatar negocio; mi acero incircuncisa sangre esmalta; la guerra, que jubila al sacerdocio, en mis hazañas enseñar procura cuán bien dice el valor con la hermosura. Mas, ¿para qué lo que es tan cierto he puesto en duda con razones? Haga alarde la espada contra quien te has descompuesto, si porque soy hermoso soy cobarde. ADONÍAS: Por adorno no más te la habrás puesto. No la saques así, el amor te guarde, que te desmayarás si la ves fuera. ABSALÓN: ¡Si no saliera el rey! ADONÍAS: ¡Si no saliera!
Salen el rey DAVID y SALOMÓN
DAVID: Bersabé, vuestra madre me ha pedido por vos, mi Salomón; creced, sed hombre, que si amado de Dios sois, y querido, conforme significa vuestro nombre, yo espero en él, que al trono real subido, futuros siglos vuestra fama asombre. SALOMÓN: Vendráme, gran señor, esa alabanza por ser de vos retrato y semejanza. DAVID: Príncipes... ABSALÓN: Gran señor.... DAVID: ¿En qué se entiende? ADONÍAS: La paz ocupa el tiempo en novedades; galas la mocedad al gusto vende, si el desengaño a la vejez verdades. ABSALÓN: La caza, que del ocio nos defiende, nos convida a correr sus soledades; ésta tragamos y tras ella fiestas. DAVID: ¡Válgame Dios! ¿Qué voces serán éstas?
Sale TAMAR descabellada y de luto
TAMAR: Gran monarca de Israel, descendiente del León, que para vengar injurias dio a Judá el viejo Jacob, si lágrimas, si suspiros, si mi compasiva voz, si lutos, si menosprecios te mueven a compasión, y cuando aquesto no baste, si el ser hija tuya yo a que castigues te incita al que tu sangre afrentó, por los ojos vierto el alma, luto traigo por mi honor, suspiros al cielo envío, de inocencias vengador. Cubierta está mi cabeza de ceniza; que un amor desatinado, si es fuego, sólo deja en galardón cenizas que lleva el aire; mas, aunque cenizas son, no quitarán mancha de honra, sangre sí, que es buen jabón. La mortal enfermedad del torpe príncipe Amón, peste de la honra fue; pegóme su contagión. Que le guisase mandaste, alguna cosa a sabor de su postrado apetito... ¡Ponzoña fuera mejor! Sazónele una sustancia; mas las sustancias no son de provecho, si se oponen accidentes de afición. Estaba el hambre en el alma, y en mi desdicha, guisó su desvergüenza mi agravio; sazonóle la ocasión, y sin advertir mis quejas, ni el proponerle que soy tu hija, rey, y su hermana, su estado, su ley, su Dios, echando la gente fuera a puerta cerrada entró en el templo de la fama y sagrado del honor. Aborrecióme ofendida; no me espanto; que al fin son enemigas declaradas la esperanza y posesión. Echóme injuriosainente de su casa el violador, oprobios por gustos dando. ¡Paga, en fin, de tal señor! Deshonrada por sus calles tu corte mi llanto oyó. Sus piedras se compadecen, cubre sus rayos el sol entre nubes, por no ver caso tan fiero y atroz. Todos te piden justicia. ¡Justicia, invicto señor! Dirás que es Amón tu sangre. El vicio la corrompió, sángrate de ella, si quieres, dejar vivo tu valor. Hijos tienes herederos; semejanza tuya son en el esfuerzo y virtudes; no dejes por sucesor quien, deshonrando a su hermana, menoscaba tu opinión; pues mejor afrentará los que tus vasallos son. Ea, sangre generosa de Abrahán si su valor contra el inocente hijo el cuchillo levantó, uno tuvo, muchos tienes; inocente fue, Amón no; a Dios sirvió así Abrahán, ansí servirás a Dios. Véncete, rey, a ti mismo; la justicia, a la pasión se anteponga; que es más gloria que hacer piezas al león. Hermanos, pedid conmigo justicia. Bello Absalón, un padre nos ha engendrado, una madre nos parió; a los demás no les cabe de mi deshonra y baldón sino sola la mitad; mis medios hermanos son; vos lo sois de padre y madre; entera satisfacción tomad, o en eterna afrenta vivid sin fama desde hoy. ¡Padre, hermanos, israelitas, calles, puertas, cielos, sol, brutos, peces, aves, plantas, elementos, campos, Dios...! ¡Justicia os pido a todos de un traidor, de su ley y su hermana vïolador! DAVID: Alzad, infanta, del suelo. Llamadme al príncipe Amón. ¿Esto es, cielos, tener hijos? Mudo me deja el dolor; hablad ojos si podéis, sentid mi mal, lenguas sois. ¡Lágrimas serán palabras que expliquen al corazón! Rey me llama la justicia; padre me llama el amor, uno obliga y otro impele, ¿cual vencerá de los dos? ABSALÓN: Hermana--¡nunca lo fueras!-- da lugar a la razón; pues no le halla la venganza; freno a tus lágrimas pon. Amón es tu hermano y sangre; a sí mismo se afrentó; puertas adentro se quede mi agravio y tu deshonor. Mi hacienda está en Efraín. granjas tengo en Bahalasor: casas fueron de placer, ya son casas de dolor. Vivirás conmigo en ellas que, mujer sin opinión, no es bien que en cortes habite, muerta su reputación. Vamos a ver si los tiempos tan sabios médicos son que, con remedios de olvido, den alivio a tu dolor. TAMAR: Bien dices; viva entre fieras quien entre hombres se perdió; que a estar con ellas, yo sé que no muriera mi honor.
Vase TAMAR
ABSALÓN: (Incestüoso tirano, Aparte pronto cobrará Absalón, quitándote vida y reino, debida satisfacción.)
Vase ABSALÓN
ADONÍAS: A tan portentoso caso, no hay palabras, no hay razón que aconsejen y consuelen; triste y confuso me voy.
Vase ADONÍAS
SALOMÓN: La Infanta es hermana mía, del príncipe hermano soy; la afrenta de Tamar siento, temo el peligro de Amón. El rey es santo y prudente, el suceso causa horror; más vale dar con el tiempo lugar a la admiración.
Vase SALOMÓN. Sale temeroso AMÓN; DAVID está llorando
AMÓN: El rey, mi señor, me llama. ¿Iré ante el rey, mi señor? ¿Su cara osaré mirar sin vergüeriza ni temor? Temblando estoy a la nieve de aquestas canas; que son los pecados, frías cenizas del fuego que encendió amor. ¡Qué animoso, antes del vicio, anda siempre el pecador! ¡Cometido, qué cobarde! DAVID: Príncipe... AMÓN: A tus pies estoy.
De rodillas, lejos
DAVID: (¿No ha de poder la justicia Aparte aquí, más que la afición? Soy padre, también soy rey es mi hijo, fue agresor; piedad sus ojos me piden, la infanta satisfacción. Prenderéle en escarmiento de este insulto. Pero, no; levántase de la cama de su pálido color sus temores conjeturo. Pero ¿qué es de mi valor? ¿Qué dirá de mí Israel con tan necia remisión? Viva la justicia, y muera el principe violador.)
A AMÓN
Amón. AMÓN: Amoroso padre. DAVID: (El alma me traspasó. Aparte Padre amoroso me llama. Socorro pide a mi amor... Pero, muera...) ¿Cómo estás?
Vuélvese a AMÓN furioso, y en viéndole se enternece
AMÓN: Piadoso padre, mejor. DAVID: (En mirándole, es de cera Aparte mi enojo, y su cara es sol. El adulterio homicida, con ser rey, me perdonó el Justo Juez, porque dije un pequé de corazón. Venció en Él a la jusiicia la piedad; su imagen soy; el castigo es mano izquierda, mano es derecha el perdón, pues ser izquierdo es defecto...)
A AMÓN
Mirad, príncipe, por vos; cuidad de vuestro regalo. (¡Ay, prenda del corazón!) Aparte
Vase el rey DAVID
AMÓN: ¡Oh poderosas hazañas del Amor, único dios que hoy a David ha vencido siendo rey y vencedor! Que mirase por mí, dijo; blandamente me avisó; el castigo del prudente es la tácita objeción. Temió darme pesadumbre; por entendido me doy; yo pagaré amor tan grande con no ofenderle desde hoy.
Vase. Sale ABSALÓN, solo
ABSALÓN: ¿Que una razón no le dijo en señal de sus enojos? ¡Ni un severo mirar de ojos! Hija es Tamar, si él es hijo. Mas, no importa; que ya elijo la justa satisfacción que a mi padre la pasión de Amor ciega, pues no ve. Con su muerte cumpliré la justicia y mi ambición. No es bien que reine en el mundo quien no reina en su apetito. En mi dicha y su delito todo mi derecho fundo. Hijo soy del rey, segundo. Ha por sus culpas primero; hablar a mi padre quiero y del sueño despertarle con que ha podido hechizarle Amor, siempre lisonjero. Aquí está. Pero ¿qué es esto?
Tira una cortina y descúbrese un bufete, y sobre él una fuente y en ella una corona de oro de rey
¿La corona en una fuente con que ciñe la real frente mi padre, grave y compuesto? La mesa el plato me ha puesto que ha tanto que he deseado; debo de ser convidado; si el reinar es tan sabroso como afirma el ambicioso, no es de perder tal bocado. Amón no os ha de gozar, cerco, en quien mi dicha encierro; que sois vos de oro, y fue hierro el que deshonró a Tamar. Mi cabeza quiero honrar con vuestro círculo bello; mas rehusaréis el hacello, pues aunque en ella os encumbre, temblaréis de que os deslumbre el oro de mi cabello.
Corónase
Bien me estáis; vendréisme ansí nacida, y no digo mal, pues nací de sangre real y vos nacéis para mí. ¿Sabréos merecer yo? Sí. ¿Y conservaros? También. ¿Quién hay en Jerusalén que lo estorbe? Amón. ¡Matarle! Mi padre que ha de vengarle... ¡Matar a mi padre!
Sale el rey DAVID
DAVID: ¿A quién?
Saca la espada ABSALÓN, sálele al en- cuentro DAVID y hállale coronado
ABSALÓN: ¡Ay, cielos! A quien no es vasallo de vuestra alteza.
Arrodíllase
DAVID: Coronada tu cabeza, no dices bien a mis pies. ABSALÓN: Pienso heredarte después; que anda el príncipe indispuesto. DAVID: Hástela puesto muy presto. No serás sucesor suyo; que de esa corona arguyo, que como llega a valer un talento, ha menester mayor talento que el tuyo. En fin, ¿me quieres matar? ABSALÓN: ¿Yo? DAVID: ¿No acabas de decirlo? ABSALÓN: Si llegaras bien a oirlo, mi fe habías de premiar; si vengo, dije, a reinar vivo tú en Jerusalén, mi enojo probará quien fama por traidor adquiere, y por ser tirano, quiere matar a mi padre. DAVID: Bien. ¿Pues quién hay a quien le cuadre tal tíiulo? ABSALÓN: No sé yo... Quien a su hermana forzó también matará a su padre. DAVID: Por ser los dos de una madre, contra Amón te has indignado; pues ten por averiguado que quien fuere su enemigo no ha de tener paz conmigo. ABSALÓN: Sin razón te has enojado. ¡Sólo yo, te hallo crüel! DAVID: ¿Qué mucho, si tú lo estás con Amón? ABSALÓN: No le ama más que yo, nadie en Israel; antes, gran señor, con él y los príncipes quisiera que vuestra alteza viniera al esquilmo, que ha empezado en Balhasor mi ganado, y que esta merced me hiciera. Tan lejos de desatinos y venganzas necias vengo, que allí banquetes prevengo de tales personas dinos; honre nuestros vellocinos vuestra presencia, señor, y divierta allí el dolor que le causa este suceso; conocerá que intereso granjear sólo su amor. DAVID: Tú fueras el fénix de él, si estas cosas olvidaras, y al príncipe perdonaras, no vil Caín, sino Abel. ABSALÓN: Si hiciera venganza en él, plegue a Dios que me haga guerra cuanto el sol dora y encierra, y contra ti rebelado, de mis cabellos colgado muera, entre el cielo y la tierra. DAVID: Si eso cumples, Absalón, mocedades te perdono; con los brazos te corono, si mejor corona son. ABSALÓN: En mis labios los pies pon, y añade a tantas mercedes, porque satisfecho quedes, señor, el venir a honrar mi esquilmo, pues da lugar la paz y alegrarte puedes. DAVID: Harémoste mucho gasto. No, hijo, goza tu hacienda; al reino pide que atienda la vejez que en canas gasto. ABSALÓN: Pues a obligarte no basto a esta merced, da licencia, que, supliendo tu presencia Adonías, Salomón, hagan, yendo con Amón, de mi amor noble experiencia. DAVID: ¿Amón? Eso no hijo mío. ABSALÓN: Si melancólico está, sus penas divertirá el ganado, el campo, el río. DAVID: Temo que algún desvarío dé nueva causa a mi llanto. ABSALÓN: De la poca fe me espanto que tiene mi amor contigo. DAVID: La experiencia en esto sigo, que cuando con el disfraz viene el agravio, de paz, es el mayor enemigo. ABSALÓN: Antes el gusto y regalo que he de hacerle ha de abonarme; en esto pienso esmerarme. DAVID: Nunca el recelar fue malo. ABSALÓN: ¡Plegue al cielo que sea un palo alguacil que me suspenda cuando yo al príncipe ofenda! No me alzaré de tus pies, padre, hasta que a Amón me des. DAVID: Del alma es la mejor prenda. Pero en fe de que confío en tí, yo te lo concedo. ABSALÓN: Cierto ya de tu amor quedo. DAVID: (¿De qué dudáis, temor frío?) Aparte ABSALÓN: Voyle a avisar. DAVID: Hijo mío, en olvido agravio pon. ABSALÓN: No temas. DAVID: ¡Ay, mi Absalón! ¡Lo mucho que te amo pruebas! ABSALÓN: Adiós. DAVID: Mira que me llevas la mitad del corazón.
Vanse los dos. Salen TIRSO, BRAULIO, ALISO, RISELO, ARDELIO, ganaderos, y TAMAR de pastora, rebozada la cara con la toca. Cantan
UNOS: "Al esquilmo, ganaderos que balan las ovejas y los carneros." OTROS: "Ganaderos, a esquilmar, que llama los pastores el mayoral." UNO: "El Amor trasquila la lana que dan, los amantes mansos que a su aprisco van, trasquila la dama al pobre galán, aunque no es su oficio sino repelar. Trasquiia el alcalde al que preso está, y si entró con lana en puribus va. Pela el escriben, porque escribanar con pluma con pelo de comer le da. Pela el alguacil hasta no dejar vellón en la bolsa, plata, otro que tal. El letrado pela, pela el oficial, que hay mil peladores. si pelones hay." TODOS: "Al esquilmo, ganaderos, que balan las ovejas y los carneros; ganaderos, a esquilmar, que llama a los zagales el mayoral." TIRSO: Dichosas serán desde hoy las reses que en el Jordán cristales líquidos beben, y en tomillos pacen sal. Ya con vuestra hermosa vista yerba el prado brotará, por más que la seque el sol, pues vos sus campos pisáis. ¿De qué estáis melanconiosa hermosísima Tamar, pues con vuestros ojos bellos estos montes alegráis? Si dicen que está la corte do quiera que el rey está, y vos sois reina en belleza, la corte es ésta, no hay más. La infantica, entretenéos, vuesa hermosura mirad en las aguas que os ofrecen por espejo su cristal. TAMAR: Temo de mirarme a ellas. BRAULIO: Si es por no os enamorar de vos misma, bien hacéis, que a la he que quillotráis desde ell alma a la asadura a cuantos viéndoos están, y que para mal de muchos el dimuño os trujo acá. Mas, asomáos con todo eso, veréis cómo os retratáis en la tabla de este río si en ella a vos os miráis; y haréis un cuadro valiente, que porque le guarnezcáis, las flores de oro y azul de marco le servirán. ¡Honradla, miráos a ella! TAMAR: Aunque hermosa me llamáis, tengo una mancha afrentosa. Si la veo he de llorar. ALISO: ¿Manchas tenéis? Y aun por eso, que aquí los espejos que hay, si manchas muestran, las quitan, enseñando al amistad. Allá los espejos son sólo para señalar faltas, que viéndose en vidrio, con ellas en rostro dan; acá, son espejos de agua que a los que a mirarse van, muestran manchas y las quitan, en llegándose a lavar. TAMAR: Si agua esta mancha quitara, harta agua mis ojos dan; sólo a borrarla es bastante la sangre de un desleal. RISELO: No vi en mi vida tal muda. Miel virgen afeita acá, que ya hasta las caras venden postiza virginidad. ¿Son pecas? TAMAR: Pecados son. ARDELIO: Cubrirlas con solimán. TAMAR: No queda, pastor, por eso; toda yo soy rejalgar. TIRSO: ¿Es algún lunar, acaso, que con la toca tapáis? TAMAR: No se muda cual la luna, ni es la deshonra lunar. TIRSO: Pues sea lo que se huere, pardiez, que hemos de cantar y aliviar la pesadumbre; que es locura lo demás.
Cantan
TODOS: "Que si estáis triste, la Infanta, todo el tiempo lo acaba; desdenes de amor, la ausencia los sana; para desengaños buena es la mudanza; si atormentan celos darlos a quien ama; para la vejez, arrimar las armas; para mujer pobre, gastar lo que basta; para mal de ausencia, juegos hay y cazas; para excusar penas, estudiar en casa; para agravios de honra, perdón o venganza, que si triste estáis, la infanta, todo el tiempo lo acaba."
Sale LAURETA con un tabaque de flores
LAURETA: Todas estas flores bellas a la primavera he hurtado; que pues de Amor sois el prado, competir podéis con ellas. Lleno viene este cestillo de las más frescas y hermosas, yerbas, jazmines y rosas, desde el clavel al tomillo. Aquí está la manutisa, la estrella mar turquesada, con la violeta morada que Amor, porque huela, pisa; el sándalo, el pajarillo, alelíes, siete ramas, azucenas y retamas, madreselva e hisopillo. Tomadlos, que son despojos del campo, y juntad con ellos labios, aliento y cabellos, pechos, frente, cejas y ojos. TAMAR: Todas las que abril esmalta, pierden en mí su valor, Laureta, porque la flor que más me importa, me falta.
Dale unas violetas y póneselas TAMAR en los pechos
TIRSO: Ya vendréis a adivinar sueños o cosas de risa; que, como sois pitonisa, consolaréis a Tamar. Laureta, diz que tratáis con el diablo. ARDELIO: Ya han venido los príncipes, que han querido honrarnos hoy. TIRSO: ¿Qué aguardáis? ARDELIO: Mientras el convite pasa, al soto apacible vamos, y de flores, yerba y ramos entapicemos la casa. TIRSO: Ardelio, tenéis razón; démonos prisa, pastores; pero, ¿qué ramos ni flores hay como ver á Absalón?
Vanse los pastores
TAMAR: Vámonos de aquí, Laureta. LAURETA: ¿Para qué? Bien disfrazada estás. TAMAR: Di mal injuriada. LAURETA: Olvida, si eres discreta. TAMAR: Bien dijo, aunque ése es buen medio, un ingenio singular, "El remedio era olvidar, y olvidóseme el remedio."
Salen AMÓN, ABSALÓN, ADONÍAS y SALOMÓN
AMÓN: Bello está el campo. ABSALÓN: Es el Mayo, el mes galán, todo flor. ADONÍAS: A lo menos labrador, segun agirona el sayo. AMÓN: Oid, que hay aquí serranas, y no de mal aire y brío. ABSALÓN: De mi hacienda son, y os fío que envidien las cortesanas su no ayudada hermosura. AMÓN: ¡Bien haya quien la belleza debe a la naturaleza, no al afeite y compostura! ABSALÓN: Ésta es mujer tan curiosa, que de lo futuro avisa; tiénenla por pitonisa estos rústicos. SALOMÓN: Y, ¿es cosa de importancia? AMÓN: De esta gente hacer caso es vanidad; tal vez dirá la verdad, y después mentiras veinte, Mas, ¿quién es la rebozada? ABSALÓN: Es una hermosa pastora, que injurias de su honra llora y espera verse vengada. AMÓN: Ella tiene buena flema. ¿No la veremos? ABSALÓN: No quiere, mientras sin honra estuviere, descubrirse. AMÓN: Linda flema.
A LAURETA
Ahora bien, con vos me entiendo. Llegáos, mi serrana, acá. LAURETA: Su alteza pretenderá, y después iráse huyendo. AMÓN: Bien parecéis adivina. Llena de flores venís; ¿cómo no las repartís, si el ser cortés os inclina? LAURETA: Estos prados son teatro do representa Amaltea. ¡Mas, porque no os quejéis, ea, a cada cual de los cuatro tengo de dar una flor. AMÓN: Y esotra serrana, ¿es muda? Quita el rebozo LAURETA: Está en muda. AMÓN: ¿Mudas hay acá? LAURETA: De honor. AMÓN: Y, ¿hay honor entre villanas? LAURETA: Y con más firmeza está; que no hay príncipes acá ni fáciles cortesanas. Pero dejémonos de esto, y va de flor. AMÓN: ¿Cuál me cabe?
Aparte a cada uno
LAURETA: Ésta azucena süave. AMÓN: Eso es picarme de honesto. LAURETA: Yo sé que olerla os agrada pero no la deshojéis, que la espadaña que veis, tiene la forma de espada;
Dale una azucena con una espadaña
y aquesos granillos de oro, aunque a la vista recrean, manchan si los manosean, porque estriba su tesoro en ser intactos; dejáos, Amón, de deshojar flor con espadañas de honor y si la ofendéis, guardáos. AMÓN: Yo estimo vuestro consejo. (¡Demonio es esta mujer!) Aparte SALOMÓN: ¿Qué os ha dicho? AMÓN: No hay que hacer caso; por loca la dejo. ADONÍAS: ¿Qué flor me cabe a mí? LAURETA: Extraña; espuela de caballero. ADONÍAS: Bien por el nombre la quiero. LAURETA: A veces la espuela daña. ADONÍAS: Diestro soy. LAURETA: Si lo sois, alto; pero guardáos, si os agrada de una doncella casada, no os perdáis por picar alto. ADONÍAS: No os entiendo. ABSALÓN: Yo me quedo postrero; id, hermanos, vos. SALOMÓN: Confusos vienen los dos.
A LAURETA
Si acaso obligaros puedo, más conmigo os declarad. LAURETA: Ésta es corona de rey, flor de vista, olor y ley; sus propiedades gozad, que aunque rey seréis espejo, y el mayor de los mejores, temo que os perdáis por flores de Amor, si sois mozo viejo. AMÓN: ¡Buena flor! SALOMÓN: Con su pimienta. ABSALÓN: ¿Cábeme a mí? LAURETA: Este narciso. ABSALÓN: Ése a sí mismo se quiso. LAURETA: Pues tened, Absalón, cuenta con él, y no os queráis tanto; que de puro engrandeceros, estimaros y quereros, de Israel seáis espanto. Vuestra hermosura enloquece a toda vuestra nación. Narciso sois, Absalón, que también os desvanece. Cortáos esos hilos bellos, que si los dejáis crecer os habéis presto de ver en alto por los cabellos.
Vase LAURETA
ABSALÓN: Espera. Fuese. (Si en alto Aparte por los cabellos me veo, cumpliráse mi deseo. Al reino he de dar asalto. ¿En alto por los cabellos? Mi hermosura ha de obligar a Israel, que a coronar me venga, loco por ellos.) AMÓN: Confuso os habéis quedado. ABSALÓN: ¡Príncipes, alto, a comer! (Sobre el trono me han de ver, Aparte de mi padre, coronado. Muera en el convite Amón, quede vengada Tamar; dé la corona lugar a que la herede Absalón.
Sale un CRIADO
CRIADO: La comida que se enfría, a vuestras altezas llama. AMÓN: (De aquesta serrana dama Aparte ver la cara gustaría.
A ABSALÓN
Idos, hermano, con ellos. ABSALÓN: No nos hagáis esperar. (Reinando, vengo a quedar Aparte en alto por los cabellos.
Vanse todos, menos AMÓN y TAMAR
AMÓN: Yo, serrana, estoy picado de esos ojos lisonjeros, que deben de ser fulleros, pues el alma me han ganado. ¿Queréisme, vos, despicar? TAMAR: Cansaraos el juego presto, y en ganando el primer resto luego os querréis levantar. AMÓN: ¡Buenas manos! TAMAR: De pastora. AMÓN: Dadme una. TAMAR: Será en vano dar mano a quien da de mano y ya aborrece, ya adora. AMÓN: Llégaréosla yo a tomar, pues su hermosura me esfuerza. TAMAR: ¿A tomar? ¿Cómo? AMÓN: Por fuerza. TAMAR: ¡Qué amigo sois de forzar! AMÓN: Basta; que aquí todas dais en adivinas. TAMAR: Queremos estudiar, cómo sabremos burlaros, pues nos burláis. AMÓN: ¿Flores traéis vos también? TAMAR: Cada cual, humilde o alta, busca aquello que le falta. AMÓN: Serrana, yo os quiero bien. Dadme una flor. TAMAR: ¡Buen floreo os traéis! Creed, señor, que a no perder yo una flor, no sintiera el mal que veo. AMÓN: Una flor he de tomar. TAMAR: Flor de Tamar, diréis bien. AMÓN: Forzaréos. Dadla por bien. TAMAR: ¡Qué amigo sois de forzar! Pero, tomad, si os agrada. AMÓN: ¿Violetas?
Dale las violetas
TAMAR: Para alegraros; porque yo no puedo daros, Amón, sino flor violada. AMÓN: ¡Eso es mucho adivinar! Destapáos. TAMAR: Apártese. AMÓN: Por fuerza os descubriré.
Descúbrela
TAMAR: ¡Qué amigo sois de forzar! AMÓN: ¡Ay, cielos! Monstruo. ¿Tú eres? ¡Quién los ojos se sacara primero que te mirara, afrenta de las mujeres! Voyme, y pienso que sin vida; que tu vista me mató. No esperaba, cielos, yo, tal principio de comida.
Vase AMÓN
TAMAR: Peor postre te han de dar, ¡bárbaro, crüel, ingrato, pues será el último plato la venganza de Tamar!
Vase TAMAR. Salen los PASTORES con ramos y cantando
TODOS: "A las puertas de nuesos amos vamos, vamos, vamos a poner ramos." UNO: "A Absalón el bello, alamico negro, cinamono y cedro, y palma ofrezcamos." TODOS: "Vamos, vamos, vamos a poner ramos." OTRO: "Al mozo Adonías dé las maravillas rosa y clavellinas, guirnaldas tejamos." TODOS: "Vamos, vamos, vamos a poner ramos." UNO: "Al príncipe nueso de ciprés funesto y taray espeso coronas tejamos." TODOS: "Vamos, vamos, vamos a poner ramos." OTRO: "Salomón prudente ceñirá su frente del laurel valiente que alegres cortamos." TODOS: "Vamos, vamos, vamos a poner ramos."
Gritan desde adentro, y hacen ruido de golpes y cáense mesas y vajillas, y luego salen huyendo SALOMÓN y ADONÍAS
ABSALÓN: La comida has de pagar Dentro dándote muerte, villano. AMÓN: ¿Por qué me matas, hermano? Dentro ABSALÓN: Por dar venganza a Tamar. Dentro AMÓN: ¡Cielos, piedad! ¡Muerto soy! Dentro SALOMÓN: Huye. ADONÍAS: ¡Oh, bárbaro sin ley; todos los hijos del rey por reinar perecen hoy!
Vanse huyendo ADONÍAS y SALOMÓN
TIRSO: ¡0xté puto! Esto va malo. ARDELIO: Huyamos, no nos alcance algún golpe en este lance. BRAULIO: Mirad qué negro regalo de convite. TIRSO: ¡Oh, mi cebolla! ¡Más os quiero que Absalón sus pavos! ARDELIO: Tirso, chitón, que nos darán en la cholla.
Vanse los PASTORES. Descúbrense aparadores de plata, caídas las vajillas, y una mesa llena de manjares y descompuesta; los manteles ensangrentados, y AMÓN sobre la mesa, asentado y caído de espaldas en ella, con un a daga en una mano y un cuchillo en la otra, atravesada por la garganta una daga; y salen ABSALÓN TAMAR
ABSALÓN: Para tí, hermana, se ha hecho el convite; aqueste plato, aunque de manjar ingrato, nuestro agravio ha satisfecho. Hágate muy buen provecho. Bebe su sangre, Tamar; procura en ella lavar tu fama, hasta aquí manchada; caliente, está la colada, fácil la puedes sacar. A Gesur huyendo voy, que es su rey mi abuelo y padre de nuestra injuriada madre. TAMAR: Gracias a los cielos doy, que no lloraré desde hoy mi agravio, hermano váliente; ya podré mirar la gente, resucitando mi honor; que la sangre del traidor es blasón del inocente. Quédate, bárbaro, ingrato, que en buen túmulo te han puesto; sepulcro del deshonesto es la mesa, taza y plato. ABSALÓN: Heredar el reino trato. TAMAR: ¿Déntele los cielos bellos! ABSALÓN: Amigos tengo, y por ellos, como dijo la mujer, todo Israel me ha de ver en alto por los cabellos.
Vanse los dos y encúbrese la apariencia. Sale el rey DAVID solo
DAVID: ¡Amón, príncipe, hijo mío! Si eres tú, pide al deseo albricias, que los instantes juzga por siglos eternos. Gracias a Dios que a pesar de sospechas y recelos, con tu vista restituyo la vida que sin ti pierdo. ¿Cómo vienes? ¿Cómo estás? ¿Podré, enlazando tu cuello, imprimir lirios en rosas; guarnecer oro en acero?
Va a abrazarle y solo encuentra el vacío
Dame los amados brazos. ¡Ay, engaños lisonjeros! ¿Por qué con burlas pesadas me hacéis abrazar los vientos? Como la madre acallando al hijo que tiene al pecho, ¿me enseñas la joya de oro para escondérmela luego? Como en la navegación prolija, ¿en celajes negros fingidos montes me pintas, siendo mentiras de lejos? Como fruta de pincel, como hermosura en espejo, como tesoro soñado, como la fuente al enfermo, ¿burladoras esperanzas engañáis mis pensamientos para acrecentar pesares, para atormentar desvelos? ¡Amón mío! ¿Dónde estás? Deshaga el temor los celos, el sol de tu cara, hermoso, remoce tu vista a un viejo. ¿Si se habrá Absalón vengado? ¿Si habréis sido, como temo, hijo caro de mis ojos, de sus esquilmos cordero? No. ¡Que es vuestro hermano en fin! La sangre hierve sin fuego. ¡Mas, ay! Que es sangre heredada de quien a su hermano mesmo vendió, y llorará David como Jacob, en sabiendo si a Josef mató la envidia, que a Amón la venganza ha muerto. Absalón, ¿no me juró no agraviarlo? ¿De qué tiemblo? Pero, el amor y el agravio nunca guardan juramento. La esperanza y el temor, en este confuso pleito, alegan en pro y en contra. ¡Sentenciad en favor, cielos! Caballos suenan, ¿si serán mis amados hijos éstos? Alma, asomaos a los ojos. Ojos, abríos para verlos. Grillos echa el temor frío a los pies, cuando el deseo se arroja por las ventanas.
Salen muy tristes ADONÍAS y SALOMÓN
DAVID: ¡Hijos! ADONÍAS: Señor... DAVID: ¿Venis buenos? ¿Qué es de vuestros dos hermanos? ¿Calláis? Siempre fue el silencio embajador de desgracias. ¿Lloráis? Hartos mensajeros mis sospechas certifican. ¡Ay, adivinos recelos! ¿Mató Absalón a su hermano? SALOMÓN: Sí, señor. DAVID: Pierda el consuelo la esperanza de volver al alma, pues a Amón pierdo. Tome eterna posesión el llanto, porque sea eterno de mis infelices ojos hasta que los deje ciegos. Lástimas hable mi lengua. No escuchen sino lamentos mis oídos lastimosos ¡Ay, mi Amón! ¡Ay, mi heredero! Llore tu padre con Jacob diciendo: ¡Hijo, una fiera pésima te ha muerto! AUTOR: Y de Tamar la historia prodigiosa acaba aquí en tragedia lastimosa.

FIN DE LA COMEDIA


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 25 Jun 2002