ACTO SEGUNDO


LIBERIO, muy galán, DIODORO, NISIRO y GULÍN
DIODORO: ¿Cuánto perdiste? LIBERIO: No es nada, seis mil ducados. DIODORO: Los naipes son de casta de mujeres. LIBERIO: ¿Por qué? DIODORO: Porque son mudables. GULÍN: Di también porque se afeitan, porque suelen desollarse, porque en príncipes se estrenan y se rematan en pajes. NISIRO: ¿Salis picado? LIBERIO: No mucho; solo sentí levantarse aquel corto jugador, porque pudieran ganarme veinte o treinta mil escudos. NISIRO: Es un triste miserable. DIODORO: Venturosas pintas hizo. NISIRO: Asentóse con cien reales, y llevónos el dinero. LIBERIO: Siempre pierdo. NISIRO: No os espante, que en juego nunca es dichoso quien es venturoso amante. LIBERIO: ¡Brava quinta! DIODORO: ¡Deleitosa¡ NISIRO: Este cenador nos hace el brindis. Sentémonos.
Siéntanse
GULÍN: ¿Brindis aguado? Un salvaje que le acepte. DIODORO: ¿Qué hay de amores? LIBERIO: El mío, por despicarse de unas damas, pica en otras, ya alabastros, ya azabaches. NISIRO: Juega el gusto al ajedrez. Donde no hay muchos manjares, es amor mal comedor, y no es mucho que se canse. DIODORO: Buena cara tiene Elisa. LIBERIO: Es doncella con su alcaide. Acogióse al matrimonio y citóme de remate. DIODORO: ¿Matrimonio? LIBERIO: Por lo menos, y por lo más doncellaje. DIODORO: Daros quiso quid pro quo, porque ésa es virgen y madre. LIBERIO: ¿Cómo? DIODORO: Yo sé que ha parido sietemesino un infante, tan huérfano, que le aplica para cada mes un padre. NISIRO. Oh , doncella nominal! LIBERIO: Hay lunas virginidades que cada vez se renuevan, ya crecientes, ya menguantes. DIODORO: No son malas para guindas. NISIRO: Ni falta quien las compare a los caños de barquillos, que entretienen sin que enfaden. LIBERIO: A las casadas me atengo. NISIRO: Civil gusto. Dios me guarde de jurisdicción a medias y amor de participantes. ¿Yo había de comer las sobras de un marido? LIBERIO: Mejor saben uvas del majuelo ajeno que las que en el propio nacen. NISIRO: Señores, a toda ley amor de viuda, que es trance de más gusto y menos riesgo, todo encuentros, sin azares. ¡Qué contento es ver pasar un mongil por una calle, aforrado de tabí, tocas blancas y ojos graves! LIBERIO: Yo soy de ese parecer, porque pienso, si tengo hambre, que son manteles en mesa sus tocas, que el plato me, hacen. GULÍN: ¿Dónde dejáis las solteras? LIBERIO: Eso es leer en romance, vestirse de ropería, y comprar gustos de lance. NISIRO: Labradoras... DIODORO: Tosco gusto. LIBERIO: Sí, mas tal vez deleitable, como quien entre capones mezcla la vaca fïambre. GULÍN: Apuntad en vuestra lista fregatrices a la margen como ensalada de berros común, sabrosa y de balde. LIBERIO: Amor es una comedia donde todo personaje hace su papel; las reinas botines y devantales. Yo, en fin, no desecho ripio. VOCES: Pará, pará. Dentro LIBERIO: Desembarquen mujeres--¡cuerpo de tal! que nos alegren. NISIRO: Dos salen.
Salen bailando TAIDA y FLORA, y MÚSICOS que cantan
UNA: "¿Qué parecen valonas que adornan calvas?" OTRA: "Los hornazos de huevos que dan por Pascua." TODOS: "Mas si hay dinero, donde no faltan reales, sobran cabellos." UNA: "Corcobados amantes, dí ¿qué parecen?" OTRA: "Hijos engendrados de muchas veces." TODOS: "Mas si hay dinero, es como un pino de oro todo camello." UNA: "¿Qué parece una cara cuando se afeita?" OTRA: "Hermosura que en verso miente y deleita." TODOS: "Mas si hay dinero, Solimana es un ángel, y un tigre Venus." UNA: "Los ricos avarientos son como cardos," OTRA: "que a ninguno aprovechan, sino enterrados." TODOS: "Todo dinero es redondo por causa que es rodadero." UNA: "El amor,y el vino todo se es uno," OTRA: "porque andan entrambos en cueros puros." TODOS: "Mas sin dinero, ni el amor vale nada, ni el vino es bueno." UNA: "¿Qué parecen las viudas con mongil negro?" OTRA: "Truchas empanadas en pan centeno." TODOS: "Mas si hay dinero, toda viuda llorona vende contento." LIBERIO: Bien cantando y bien bailando. Dádivas y no razones se estiman. Estos doblones, que del juego me han quedado, repartid vosotros, y éstas vosotras.
Dales unas cadenas
FLORA: Tan liberal amante no sea mortal. TAIDA: Bien el nombre manifiestas, que de pródigo adquiriste. LIBERIO: Sentáos las dos a mi lado.
Él en medio
GULÍN: En mujeres empeñado no hayas miedo que estés triste. LIBERIO: Ésta es mi felicidad; agora en mi centro estoy. DIODORO: También yo, Liberio, soy de la hermosa facultad de Amor. Dadnos parte de ella. LIBERIO: Eso no. Pedidme vos dineros; pedid los dos galas, joyas, la más bella pieza de cuantas poseo, que nunca en eso reparo; sólo en damas soy avaro. Tantas quiero cuantas veo.
Habla con ellas
Mucho os habéis hoy tardado; ¿Cómo os habéis detenido? TAIDA: Bastante ocasión ha sido venir en coche prestado. Prometiéronmele anoche, pero es tan difícil cosa, que la que es más generosa dará un ojo antes que un coche. LIBERIO: Luego estáis sin él las dos? TAIDA: Circunstancia es para dama, que disminuye su fama, más queriéndoos a vos. LIBERIO: No ha de quedar, pues, por eso. En el mío os llevaré, y en casa os le dejaré. TAIDA: La pródiga mano os beso, que a Alejandro afrentar sabe. DIODORO: Digno érades de imperar. FLORA: También yo os quiero abrazar por la parte que me cabe; que coche que es de mi amiga conmigo se ha de partir. LIBERIO: No, Flora; no he de sufrir que nadie en mi agravio diga que os dejo quejosa a vos. para comprar otro coche vengan a casa esta noche por mil escudos. NISIRO: Por Dios, que sois un rey FLORA: ¡Oh! ¡bien haya quien os sirve! GULÍN: (¡Oh socarronas, Aparte aruñatrices, chuponas, qué bien le encajáis la saya!) TAIDA: Así lo hiciera el poltrón de Nineucio. FLORA: Desde el día que vive en Alejandría falta en ella provisión. NISIRO: No hay regalo de provecho que no embargue su despensa. DIODORO: Eso es su Dios, eso piensa; de suerte glotón se ha hecho, que siempre su mesa llena se alcanza--juzgad qué vida-- del almuerzo a la comida, la comida a la cena. Y esto sin participar otro que él, deudo o amigo, de sus bienes. NISIRO: Buen testigo soy yo de eso. DIODORO: Y buen lugar Epicuro le apareja. LIBERIO: Felicia que su oro goza. ¿cómo lo pasa? TAIDA: Cual moza, con las pensiones de vieja. LIBERIO: ¿Por qué? FLORA: Todo hombre barriga es inútil para amante; todo marido tragante deleites de amor castiga. NISIRO: Dios de impotentes es Baco por eso es barrigón. Dios de la generación es Pan, y le pintan flaco. Nineucio, que a Baco y Ceres por dioses vicioso adora, más querrá dormir un hora que diez noches de mujeres. LIBERIO: Muy buen provecho le haga, y satisfaga Felicia, si no su amor, su codicia, que mal cobra quien mal paga. Y entre tanto que ella llora, tráigannos de merendar. NISIRO: Mañana se han de casar Timandro y Arquisidora y hay sortija. LIBERIO: ¿Pensáis vos salir? NISIRO: Fáltanme caballos. LIBERIO: Escusaréos de buscallos, como salgamos los dos. De un alazán y un overo sois dueño, que aliento bebe, las alas con que se atreve al pájaro más ligero. NISIRO: ¡Vive Dios, que echáis prisiones a las almas! DIODORO: ¿Hay largueza semejante? TAIDA: La nobleza impera en los corazones con beneficios, testigos del valor de quien los da. LIBERIO: ¡Ea! Señores, bueno está; quien no da, no gana amigos. Aderezos y jaeces con ellos os llevarán;
A DIODORO
y vos, porque de galán os den el premio los jueces, os vestiréis en mi casa la librea que tenía para mí. DIODORO: Ya es demasía lo que en vuestros gastos pasa. ¿Habíaos yo de quitar las galas que para vos tenéis hechas? ¡Bien, por Dios! LIBERIO: Vos las habéis de lograr, puesto que a dos mil escudos me llegan. De azul turquí y blanco son. GULÍN: ¿Mas que aquí nos han de dejar desnudos estos leones rapantes, si de ese modo les das? LIBERIO: Soy pródigo. GULÍN: En huerta estás; seremos representantes de Adán y Eva en paraiso; hunde galas y dineros, quedarémonos en cueros, llorando tu poco aviso. Tú el Adán vendrás a ser, y yo a tu lado desnuda, seré la Eva bigotuda, si valgo para mujer. Pondrémonos dos lampazos, saldrá el hortelano, en fin, y echarános del jardín a palos y a pepinazos. LIBERIO: Yo quiero salir de verde y encarnado, que es color que conforma con mi humor. TAIDA: Merendemos, que se pierde el tiempo. DIODORO: Ya están las mesas debajo aquellos parrales, mostrando cuán liberales son los gustos que profesas.
Levántanse todos
LIBERIO: Vamos, pues, y holguemonós; no quede gusto a la vista del deleite, que no asista en nuestra mesa. ¡Por Dios, que no he de perdonar fiesta, mientras durare la vida, que no experimente! FLORA: Impida tu edad la vejez molesta. En eterna juventud triunfes y logres el tiempo. LIBERIO: Gloria es todo pasatiempo, infierno toda virtud. Esta noche he de cenar en tu casa, Taida bella. TAIDA: Toda yo soy tuya. LIBERIO: A ella puedes por mí convidar cuantos entretenimientos alegran Alejandría, bailes, juegos, bizarría, juglares y encantamentos. Haya comedias discretas, que es el mejor ejercicio, suspensión de todo vicio y martirio de poetas. No tenga el pesar modesto jamás en mi casa puerta; sólo el gusto la halle abierta. Venid, cantad más. ¿Qué es esto?
Sale LÁZARO, en traje de peregrino
LÁZARO: Mísero fin, Liberio, mi camino ha tenido en haberos encontrado, si ya no es que el cielo lo previno, incomprensible en su razón de estado. IBERIO: Lázaro, ¿vos a pie? ¿Vos peregrino? ¿Vos en Egipto, solo y fatigado? ¿Tan rico ayer, tan pobre y triste ahora? LÁZARO: No es pobre quien riquezas atesora. Deposité en los cambios de los cielos, pobres digo, de Dios correspondientes, mi hacienda, donde libre de recelos, no temen fortüitos accidentes, ni recelan ladrones, ni en desvelos necesitan de guardas que, imprudentes, a costa de la escolta de los ojos, cuando hallar piensan oro, hallan enojos. Quedé pobre, que en fin el que contrata y embarca a extraños reinos su riqueza, mientras no llega el logro de su plata, fuerza es que le ejecute la pobreza. Siempre al menesteroso le fue ingrata la patria que le dio Naturaleza. Fuélo también la mía; no hallé ayuda en deudos, ni amistad que el tiempo muda Fuéme fuerza pedir, ¿qué más bajeza? Parientes, cuando rico, me adulaban, que nunca conocí, y en mi pobreza los que eran más propincuos, me negaban. Amigos lisonjearon la riqueza que, mendigo, después vituperaban, y huyeron el invierno como hormigas que brota el campo cuando dora espigas. Por no cobrar en fin en sinrazones beneficios librados en engaños, espuelas me pusieron ocasiones, destierros me enseñaron desengaños. Peregrinando bárbaras naciones, antepongo a los propios los extraños, que para el pobre, si le ven con mengua, lo que les falta en manos, sobra en lengua. LIBERIO: Desperdicios imprudentes son de su afrenta testigos; quien ganar no supo amigos, no halle ayuda en sus parientes. En pobres impertinentes, loco liberal has sido; aun si lo hubieras comido, eso hubieras más gozado, que todo gusto pasado suele deleitar perdido. Cobras en necias libranzas bienes, que en miseria truecas; si en pobres las hipotecas, no aseguro sus fïanzas. Susténtate de esperanzas, aunque envidies mi ventura, que si es ganancia segura la que has después de tener, no puede Lázaro ser hambre que espera hartura. Aunque con fin diferente, pródigos somos los dos; tú el fïado diste a Dios, mas yo cobro de presente. Amigos gano, prudente, a quien, cuando pobre, pida; pero en ti está tan salida la hacienda que diste a pobres, que no es posible que cobres, si no es perdiendo la vida. Mas yo quiero con todo eso ser hoy liberal contigo. Sigue la vida que sigo, profesa el bien que profeso; ama, juega, sé travieso, que mi hacienda es de los dos. Mozo eres, holguemonós, que al fin de la vida breve, si en sus pobres Dios te debe, ejecutarás a Dios. Vente a vivir a mi casa, que cual yo su dueño eres; escoge de estas mujeres la que más bella te abrasa; pues se pasa el tiempo, pasa el que te queda en regalo, LÁZARO: Huyendo de tí, señalo lo que tus vicios condeno; más quiero ser pobre bueno que rico, si he de ser malo.
Vase LÁZARO
GULÍN: ¡Oh, borracho! ¡Ah, de la huerta! suelta el mastin al bribón; déjale con su opinión, y pida de puerta en puerta. Juzgue la del cielo abierta, y nosotros merendemos; vida y juventud tenemos, gusto, hacienda y libertad. TODOS: ¡Viva el pródigo! TAIDA: Cantad, que nosotras bailaremos.
Vanse todos cantando y bailando. Salen FELICIA y NINEUCIO
NINEUCIO: Hoy, Felicia, estás molesta. FELICIA: ¡Qué mucho! Soy tu mujer. NINEUCIO: Acabando de comer, es salud dormir la siesta.
Recuéstase en una silla, teniendo los pies sobre un taburete
No te doy celos, no tienes falta en riquezas ni en galas, en mi mesa te regalas, señora eres de mis bienes, adórote por mi dueño. ¿Por qué te quejas de mí? FELICIA: Tengo celos. NINEUCIO: ¿Celos? FELICIA: Sí. NINEUCIO: ¿Pues tú, de quién? FELICIA: De tu sueño. NINEUCIO: Por, Dios, que tienes donaire.
Vase durmiendo
Nuevo modo de querer; ya dicen que hubo mujer que tuvo celos del aire, pero del sueño no sé que haya habido otra inventora de tales celos. FELICIA: Agora yo, Nineucio, lo seré. ¿No, los tiene con razón la que dentro de su casa ve la ofensa que la abrasa, y que la jurisdicción que le dió el tálamo justo, la usurpan agenos lazos, privándola de sus brazos, tiranizándole el gusto? NINEUCIO: Es así. FELICIA: Luego bien puedo quejosa del sueño estar, pues me ha venido a usurpar derechos de amor que heredo. Al sueño sólo le pesa de la justa obligación que debes a mi afición. Desde la cama a la mesa, y de la mesa a la cama dan permisión a tus ojos tus gustos y mis enojos. Juzga qué ha de hacer quien te ama. Si nunca te halla despierto, el amor que cifré en ti, ¿qué mucho que digan de mí que me casé con un muerto?
NINEUCIO medio dormido
NINEUCIO: Ya, ya entiendo...di...adelante... FELICIA: ¡Qué bien sientes mis desvelos! ¿A la sombra de mis celos te duermes? ¡Gentil amante! Esto merece mujer que a Liberio despreció por tí. Duerme, duerme. NINEUCIO: Yo... FELICIA: Si tú supieras querer, dejaras ejercitar el alma que tiranizas, potencias que tiranizas, pues nunca las das lugar que usen de los sentidos, que tu sueño tiene esclavos.
NINEUCIO sueña en voz alta
NINEUCIO: Seis tortas reales, dos pavos y diez capones manidos. FELICIA: ¿Que aún entre sueños la gula trata a este bárbaro así? Miren cuál ronca. ¡Ay de mí! Pobre del amor que adula al que aborrece. Ya el mío en desdén se ha transformado.
NINEUCIO soñando
NINEUCIO: No hay Dios que me dé cuidado. Lo demás es desvarío. FELICIA: ¡Oh, blasfemo! Allá verás la evidencia de ese error. ¿No hay vida eterna, traidor? NINEUCIO: Nacer y morir. No hay más.
Sale un CRIADO
CRIADO: Señor, señor, tu sobrino, Lázaro, ha venido a verte.
NINEUCIO, despertándose
NINEUCIO: ¡Bárbaro! ¿Pues de esa suerte me osas despertar? CRIADO: ¡Si vino de Jerusalén por ti tu mismo sobrino!
Levantándose
NINEUCIO: Necio, ¿qué sobrino hay de más precio que el descanso que perdí? Ningún pariente me trate; sólo mi comodidad busca mi felicidad; lo demás es disparate. No hay sobrino que me cuadre, sólo mi gusto es mi dueño; por un instante de sueño venderé a mi padre y madre. Ni a mi sobrino reciba mi casa, ni en ella estés tú tampoco, descortés, que no es bien que en ella viva quien en fe de su hospedaje a mi costa se sustente. No tengo ningun pariente, no conozco mi linaje; mi vientre es mi Dios; ni pido, ni doy. Sólo es bien empleado lo que conmigo he gastado, lo que con otros perdido. ¡Que hasta aquí me den tormento parientes! No me entre acá. FELICIA: ¡Maldiga Dios quien está contigo, rico avariento!
Vanse todos. Salen LIBERIO, DIODORO, NISIRO, NICANDRO, TAIDA y FLORA
LIBERIO: ¡Brava comedia! DIODORO: ¡Donosa! LIBERIO: ¿Y el entremés? TAIDA: ¡Extremado! LIBERIO: ¿Quién fue el poeta? NISIRO: La sal de los gustos, el regalo de nuestra corte. Es de un hombre mozo, cuerdo, cortesano, virtüoso, y que no ha dicho mal de poeta. NICANDRO: ¡Milagro! TAIDA: Amigo debe ser vuestro. NISIRO: Aunque soy su apasionado, la verdad es más mi amiga. Confírmenla los teatros gozosos y deleitables por más de nueve o diez años que tienen en pie a la risa y a los gustos con descanso. FLORA: ¿Qué entremeses habrá escrito? NISIRO: Al pie de trescientos. LIBERIO: ¿Tantos? NISIRO: Y acaban en bailes todos, si los antiguos en palos. El hizo La Malcontenta, El Marión, Los Antojados, dos de Los Monos, El Juego del hombre, y de Los rábanos, La ola, El ciego, Los títeres, Comprar peines gabacho, Los consonantes, y agora he visto casi acabado uno de Los bailarines vergonzantes, que ha jurado de dar risa a un envidioso junto a un bien afortunado. LIBERIO: Mientras nos dan de cenar, juguemos pintas o dados. DIODORO: Va de pintas: naipes vengan. TAIDA: Yo he de servir ese plato.
Levan un bufete, y sacan en una salvilla una baraja. Juegan en pie
LIBERIO: ¿Hay rifa? FLORA: Sí, esta firmeza. NICAND. Curiosa es y rica. DIODORO: ¿En cuánto? FLORA: Dos mil escudos costó. LIBERIO: Rifémosla, pues, en cuatro.
Salgan algunos a mirar
NICANDRO: A mil nos cabe a cada uno. LIBERIO: Por damas todo es barato. NISIRO: Por mí, vaya. NICANDRO: Por mí y todo. DIODORO: No quede por mí. LIBERIO: Pues, ¡alto!
Alzan de mano
DIODOPO: ¡Cinco! NICANDRO: ¡Siete! LIBERIO: ¡Sota! NISIRO: ¡Tres! LIBERIO: El naipe me cupo. NICANDRO: Paro esto más a cinco pintas. NISIRO: Paro. DIODORO: Paro. LIBERIO: Digo y hago. DIODORO: Caballo y dos. LIBERIO: Sácala. NISIRO: ¿Tenéis azar en caballos? LIBEIRIO: Cuando juego, soy de a pie. DIODORO: Pues andar que no la saco. LIBERIO: Ésta es. Una, dos, tres. NISIRO: ¿Y el tres de encaje? Andar. LIBERIO: Cuatro, cinco, seis. NISIRO: Y el seis y todo. LIBERIO: Siete, ocho, nueve. DIODORO: Ahí, diablos. LIBERIO: Diez, once, doce, y no más. NICANDRO: ¿No son hartas? LIBERIO: Esto gano,
Tira el dinero, y andan los naipes los otros
y tengo para la rifa doce pintas. Doy barato. Tomad, Taida; tomad, Flora; tomad, todos. FLORA: ¿Qué Alejandro hay cual tú? TODOS: ¡Vitor, Liberio!
Toma otro el naipe
LIBERIO: A diez doblones. NICANDRO: Barajo. DIODORO: A treinta doblones. NICANDRO: No. NISIRO: A cincuenta. LIBERIO: Parad largo, que esto le corre detrás. DIODORO: A ciento, pues. NISIRO: Topo a entrambos. LIBERIO: As y rey. NICANDRO: Va a la trocada. LIBERIO: Anda y no tembléis. NICANDRO: ¡Qué abajo que está el señor rey! DIODORO: Y encima el as de copas. NICANDRO: Andarlo. DIODORO: Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve. LIBERIO: ¡Malo! DIODORO: Diez, once. LIBERIO: ¿Con as y rey? NICANDRO: ¡0h! ¡Maldiga Dios mis manos! DIODORO: Doce, trece. NICANDRO: Trece pierdo. LIBERIO: ¿Cuánto me cabe a mí? NICANDRO: Cuanto sobre estos trecientos cuente, y dé los demás. NISIRO: Yo gano mil y quinientos escudos. DIODORO: Y yo, que paro doblado, gano tres mil. LIBERIO: ¿Cuánto es todo lo que debemos entrambos? NISIRO: Cuatro mil y más quinientos. LIBERIO: ¡Que he de perder de ordinario! NICANDRO: Sobre estos trecientos cuenten, y dad lo demás. LIBERIO: ¡Qué extraño rigor de estrellas! DIODORO: Tres mil y nuevecientos. TAIDA: Gran mano perdistes. LIBERIO: Tomad ahora esos tres mil entretanto que me traen de casa más. DIODORO: Yo nunca juego al fïado. NISIRO: Ni yo fío. LIBERIO: ¡Pues tan poco crédito tengo ganado con vosotros! ¿Qué os parece de mis amigos? NISIRO: Jugamos, y no hay amistad en juego, cuando el oro nos tiramos. DIODORO: Aquí como aquí, y allá como allá. LIBERIO: Diodoro, paso, jugad, y sed más cortés, que no tardará un crïado que fue a casa por dineros, y os satisfará en llegando. NISIRO: Mientras que viene o no viene, podéis para asegurarnos, empeñar esos diamantes y esa banda. FLORO: Yo me encargo de su depósito. LIBERIO: Bueno; a ser los diamantes falsos cual los amigos que se usan, diera engaños por enganos. Tomad, no quede por eso, aunque creí que obligaros a vos mis galas pudieran y a vos también mis caballos. DIODORO: ¡Oh! pues si en cara nos dais con dádivas, que os honraron por admitirlas nosotros, no os llaméis pródigo o largo. LIBERIO: Con malos correspondientes, razón es. NISIRO: Hablad más bajo. LIBERIO: Nisiro, ¿pues vos conmigo os descomponéis? NISIRO: Me canso, por Dios, de que siempre uséis de hermano mayor. DIODORO: A esclavos menospreciad de ese modo, y juguemos que me enfado. NISIRO: Concluyamos esta rifa, y si os dais por agraviado, opilaciones de honor sana el acero en el campo. LIBERIO: Jugad, pues, el naipe es vuestro. ¡Perezosos desengaños! Abriéndome vais los ojos; mas gloria a Dios que los abro.
Sale GULÍN, todo alborotado
GULÍN: ¡Agua, agua! ¡Fuego, fuego! ¡Calderas, jeringas, cazos, que se abrasa todo el mundo! ¡Agua, Dios! LIBERIO: ¿Estás borracho? ¿Qué disparates son ésos? GULÍN: ¿Borracho yo? Pues a estarlo, ¿pidiera agua tan aprisa, elemento tan contrario de mi lacaya pureza? Tu casa se está abrasando desde el ínfimo cimiento hasta el chapitel más alto. LIBERIO: ¿Qué dices, loco? GULÍN: ¿Qué digo? Cargó el mozo de caballos delantero aquesta noche, árbitro entre tinto y blanco. Fue al pajar con un harnero; llevaba encendido un cabo de sebo; cayósele un pábilo, y en sacando la pajiza provisión, cerró, dió un pienso, y soltando las riendas al sueño y vino, entre sábanas de Baco envolvió los torpes miembros entre sueños paseando paraísos de la noche, ya que no a pasos a tragos. Dió el pábilo tras la paja, la paja tras lo inmediato, y esto tras el primer techo, que yendo comunicando su contagión, en un punto emprendió salas y cuartos, y para acabar con ello, en un hora--¡triste estrago!-- más pródigo fue que tú, pues que todo lo ha abrasado, sin dolerse de la ropa, caudal de un pobre lacayo. Personas, bestias, hacienda, colgaduras, cofres, trastos, todo se ha resuelto en humo, como favor de privado. Deja ya damas y juegos, y a la patria nos volvamos cenicientos, si no ricos, que así pagan ruines amos. LIBERIO: Sirviendo el mundo, bien dices. ¡Qué tarde en la cuenta caigo! Vamos a ver si podemos dar algún remedio. GULÍN: Vamos, puesto que en balde ha de ser. LIBERIO: Amigos, si los trabajos son toque de la lealtad, en fe de la que he mostrado con vosotros, socorredme, que si es verdad este caso, sólo en vosotros confío. DIODORO: Mostrad corazón hidalgo en la adversidad, Liberio, como de un propio hermano de mi hacienda disponed. NISIRO: Lo propio ofrezco. TAIDA: Mi llanto muestre lo que esta desdicha siento. FLORA: Y yo también que os amo con el corazón que os di, señor de mi hacienda os hago. LIBERIO: Sois ejemplo de firmeza, sois de la lealtad retratos. GULÍN: A la vuelta lo veredes, dijo Agrajes. LIBERIO: Vamos. GULÍN: Vamos.
Vanse LIBERIO y GULÍN
TAIDA: Muy gentil despacho lleva. FLORA: Ya este pollo va pelado. DIODORO: ¡Alto! a cenar, que si vuelve, él llevará su recado.
Vanse todos. Salen TIMANDRO y CLODRO, desnudas las espadas, tras de GULÍN, que sale huyendo
GULÍN: ¡Quedo que dan el porrazo, que me derriengan, quedito! TIMANDRO: No grite. GULÍN: Pues si no grito, no acuchillen. ¡Ay, mi brazo!
Danle
¿Qué quieren, cuerpo de Dios? Pidan sin dar. CLODRO: Lo primero pido el acero. GULÍN: ¿Yo, acero? ¡Qué poco saben los dos del humor a que me inclino! Siempre que estoy opilado, en vez de andar acerado, conmuto el acero en vino. CLODRO: ¿No trae espada? GULÍN: En mi vida ni porfié, ni reñí. Un no por no, y sí por sí es mi riña conocida. TIMANDRO: Largue la capa. GULÍN: ¿La capa? ¡Pidiérades un capón! TIMANDRO: Acabe. GULÍN: ¡Hay tal petición! CLODRO: ¡Ea pues! GULÍN: De una gualdrapa salió, a imitación de Eva de la costilla de Adán. Mi amo es rico y galán, y vale más la que lleva de gorgorán, oro y raso. A no dejarle escapar, tuvieran bien que pillar. TIMANDRO: Atajado le han el paso otros que le tomen cuenta de toda esa bizarría. Acabemos. GULÍN: ¿La porfía? CLODRO: Dale, y muera.
Danle
GULÍN: ¡Ay! tengan cuenta con la necedad. TIMANDRO: No, callar y dar la capa. GULÍN: ¡Bobear! Si la tienen de llevar, ¿de qué sirve cuchillar?
Dales la capa
CLODRO: El sombrero. GULÍN: Está lloviendo, tengo reumas, soy quebrado, no puedo ser bien crïado; daréle en amaneciendo. CLODRO: ¡Oh, pesia al bufón! Acaba, dale, y vámonos los dos.
Danle
GULÍN: Dada mala les dé Dios, con vigilia y con octava. Allá va el sombrero. TIMANDRO: El sayo.
Entregándolo
GULÍN: ¿Sayo? Cara de sayón tenéis vos. CLODRO: Venga el jubón.
Valo dando
GULÍN: A un verdugo, y no a un lacayo. CLODRO: Quite los calzones. GULÍN: Yerro es negarlos, ya los dan;
Quitales
si muero aquí, llenos van de cera para mi entierro. TIMANDRO: Pues brevernente. GULÍN: Hilo a hilo me voy. TIMANDRO: ¿Qué dice? GULÍN: ¡Ay, de mi! ¿Quién ha visto, sino en mí, cera hilada y sin pabilo?
Da los calzones
CLODRO: La camisa. GULÍN: Ésa es crueldad. CLODRO: No ha de quedarle un cabello. GULÍN: Señores, que estoy doncello, no agravien mi honestidad; miren que tendré desmayos virginales. CLODRO: No haya miedo. GULÍN: Seré, si en puribus quedo, Cupido de los lacayos. CLODRO: Gente suena. Dése prisa. GULÍN: Aún no llega a media pierna. TIMANDRO: Agradezca a la linterna el dejarle la camisa.
Vanse los dos capeadores
GULÍN: Con buen fieltro me socorren para resistir canales. ¡Qué cobardes son los males cuando tras un pobre corren! No haya miedo que acometan de uno en uno; en escuadrón vienen juntos, y a traición goteras de agua recetan. Contra el fueg, cuyos bríos nuestra hacienda han abrasado, fuego y agua me han dejado, desnudo y con calofríos. ¡Pues decir que cada gota no es una vela de hielo! ¡Tanta riguridad, cielo, contra una camisa rota! Duélaos del peligro mío, que soy, si moveros puedo, ti...tiritando de miedo, ti...tiritando de frío.
Sale LIBERIO, desnudo
LIBERIO: No es pequeña maravilla, llamándose el mundo mar, de su tormenta escapar, aunque desnudo, a la orilla. Quitóme la hacienda el fuego, salteadores el vestido, torpes vicios el sentido, mocedades el sosiego. Los bienes de la Fortuna, como son bienes prestados, quien los juzga vinculados, no habiendo firmeza alguna en su varïable rueda, que a tantos postra en un día, cuando más en ella fía, del modo que yo se queda. ¿Qué he de hacer? ¿Adónde iré de noche, solo y desnudo? GULÍN: ¡Qué despacio y qué menudo se deja llover! LIBERIO: ¿Qué haré? GULÍN: Otro encamisado viene. Mal de muchos es consuelo. ¿Si es nuestro pródigo? LIBERIO: ¡Ay, cielo! ¡Qué bien merecido os tiene mi mala vida el rigor con que, aunque tarde, recuerdo! GULÍN: ¿Quien viene? LIBERIO: Desnudo pierdo a fuer de pobre, el temor. Ya ¿qué me pueden quitar, si no es la vida cansada, en el pobre despreciada, si en el rico de estimar? ¡Qué en breve el susto se pasa! GULÍN: ¿Quién va? LIBERIO: ¿Quién es quién me avisa? GULÍN: Una doncella en camisa, que la echaron de su casa y tras robarla su flor, le han quitado el faldellín dos bellacos. LIBERIO: ¿Es Gulín? GULÍN: ¿Es Liberio, mi señor? LIBERIO: ¡Ay, amigo! La Fortuna me deja. Toda es extremos. GULÍN: Según llueve, no diremos, "Dejado nos ha a la luna." A las puertas de tu dama, mojados y pobres, sí. LIBERIO: Dos amigos tengo aquí que me den socorro. Llama. GULÍN: ¿Amigos? LIBERIO: Sí; llama aprisa. GULÍN: Como los de Job serán, que cuando salgan, saldrán a quitarnos la camisa. LIBERIO: Pues yo mi hacienda les daba, de que me amparen no dudo. GULÍN: Más da el duro que el desnudo; desnudo estás. Va de aldaba.
Llama y arriba suena música y gríta y bailes. Cantan
MÚSICOS: "¿Qué parecen los ricos que empobrecieron? Cáscaras de huevos que se sorbieron. Toda la gente, de los tres tiempos vive sólo el presente." GULÍN: Si escuchas esto, ¿qué esperas?, Bailando están--¡vive Dios!-- y acá rabiando los dos al son de viento y goteras. LIBERIO: En eso se diferencia el tener del no tener. GULÍN: No lo quisiste creer cuando tuviste. LIBERIO: ¡Paciencia! GULÍN: Huevos nos llamó sorbidos el cantor. LIBERIO: Verdades fragua. GULÍN: Huevos pasados por agua somos agora y cocidos como tu hacienda en el fuego, asada y hecha gigote. Diera yo por mi capote cuatro votos y un reniego. ¿No lo oyes? LIBERIO: Llama otra vez. GULÍN: A un pobre nadie le oirá, y si viene un "agua va" con su mano de almirez, y a plomo calla y sacude, habrá cascos. LIBERIO: Llama. GULÍN: Llamo. VOZ: ¿Quién va allá? Dentro GULÍN: Gulín y su amo en remojo. VOZ: Dios le ayude. GULÍN: ¿Ayude? No estornudamos. LIBERIO: Todo contra mí se muda. GULÍN: Bueno es echarnos ayuda cuando calados estamos.
Llama otra vez
LIBERIO: Liberio soy. Abre, amigo. VOZ: Liberio no vive aquí. Dentro LIBERIO: (Cuando era rico viví; Aparte ya no, porque soy mendigo.) Decid a Taida que está Liberio aquí. VOZ: ¡Buen regalo! Dentro ¡Pues si bajo con un palo! OTRO: Cierra y canta.
Cierran de golpe
GULÍN: ¡Bueno va!
Cantan
MÚSICOS: "No recibe esta casa pobres ni calvos, porque unos y otros vienen pelados. En nuestros libros mientras no hubiere gastos, no habrá recibos." LIBERIO: ¡Vive Dios, que ya no basta la paciencia¡ Abrid, villanos,
Da golpes recios
para recibir, con manos; sin ellas, con quien no gasta. ¿Así la amistad pasada pagáis? ¿Este premio da vuestra lealtad? VOZ: ¡Agua va! Dentro
GULÍN queda mojado por el agua arrojada
GULÍN: Agua viene, y no rosada. ¡Puf! ¡Fuego de Dios en ella!
LIBERIO, llamando con fuerza
LIBERIO: Las puertas he de quebrar, ¡vive Dios! GULÍN: Para afeitar caras es el agua bella. LIBERIO: ¡Ah, Taida! ¡Ah, Flora! ¡Ah, tiranas! ¿Así pagáis un amor tan dadivoso? ¿Al rigor de desdichas inhumanas dejáis a quien por vosotras es pobre? ¡Que esto no os mueve! GULÍN: Cuanto más llamas, más llueve. ¡Qué mal tiempo para potras! LIBERIO: ¿Este premio da una dama que su hermosura celebra?
Salen a la ventana TAIDA y FLORA
TAIDA: ¿Quién es el necio que quiebra así las puertas? ¿Quién llama? LIBERIO: Mi bien, tu Liberio soy; abre, Amor es, que desnudo y al agua, mi vida dudo. De dos elementos hoy, mísero despojo he sido; el fuego abrasó mi hacienda, sin haber quien me defienda del agua. Si me has querido, cumple la palabra agora que me ofreció tu favor; haz alarde de tu amor, Taida hermosa, bella Flora. TAIDA: Lastímanme tus congojas, que te traspasará el aire. Aun así tienes donaire. ¡Con qué gracia que te mojas! Estáte un poquito más; debajo de esta gotera te pon; llega. LIBERIO: ¡Ah, ingrata! ¡Ah, fiera! ¿Burlando de mí te estás? TAIDA: ¿Yo burlar? No, por mi vida; sino que cumplo un deseo después que al agua te veo. De muchos que fui querida escuché el desasosiego, porque todos me juraban que por mi amor se abrasaban. Cansábame tanto fuego, pero en ti cesa mi enfado; tú sazonas mi apetito, que deseaba infinito un amante remojado. LIBERIO: Basta la burla, mi bien, Agora, haced abrirme vos. FLORA: Hemos de sentir las dos si te abrimos y te ven los que están aquí, en camisa, la vaya que te han de dar, y crecerá tu pesar a medida de su risa. A casa puedes tornarte, que puesto que se ha quemado, hallarás, pues te has mojado, lumbre en ella en que enjugarte. Y no llames más, mi bien, que acá si abrimos y subes, como allá llueven las nubes, lloverán palos también.
Cierran con ventanazo, y vanse
GULÍN: Concertadme esas medidas. LIBERIO: ¡Villanos, amigos viles, mujeres siempre civiles, al torpe interés rendidas! De vuestra deslealtad está agraviado el valor; de vosotras, el amor; de vosotros, la amistad. Mas, no importa; padre tengo que enriquecerme podrá, si el cielo aviso le da de la desdicha a que vengo. Yo le escribiré, villanos; yo volveré presto a ser caudaloso para ver si tenéis entonces manos para defender castigos que no podréis resistir, como para recibir a fuer de falsos amigos. GULÍN: Salgan acá los que arrojan zupia, y sabrán, si los vemos, de la suerte que corremos, y del modo que se mojan. Y ellas...las... NISIRO: Abre esas puertas; Dentro ¡Vive Dios! Que he de matalle a palos. GULÍN: Toma esa calle, si en tus peligros despiertas, no haya tras el "agua va," un rato de torbellino. LIBERIO: ¡Ay, juvenil desatino! Tarde escarmentaste ya.
Vanse LIBERIO Y GULÍN. Sale LÁZARO, medio desnudo, y echándole NINEUCIO y sus criados, y FELICIA
NINEUCIO: ¿Tú en mi casa a mi pesar? ¿Tú a mis puertas pordiosero? Ni te conozco, ni quiero por deudo. Te he de sacar yo en persona de esta corte y del mundo; no me fío de nadie. LÁZARO: Nineucio, tío, señor, mi humildad reporte tu cólera; enfermo estoy, a pobres mi hacienda di, ninguno conozco aquí, de tu tierra y sangre soy. ¿Qué importa que a los umbrales de tu casa un pobre esté que sobrino tuyo fue? NINEUCIO: En la corte hay hospitales. No lo es mi casa; sal fuera. LÁZARO: Opinión los pobres dan que a puertas del rico están; deja que a las tuyas muera. Crean los que a ellas me ven que ser limosnero sabes. NINEUCIO: Cerrad y dadme las llaves. FELICIA: Compasión, esposo, ten por esta noche no más de tu sobrino. LÁZARO: Lebreles crïar regalados sueles, y a perros sustento das: haz cuenta que un mastín tienes; con ellos, señor, me iguala. NINEUCIO: No hago yo cuenta tan mala que menoscabe mis bienes. Ni aun como perro has de estar aquí, que ellos a quien pasa ladran por guardar la casa que el pobre viene a robar; y no es justo que tú cobres lo que ellos tan bien merecen, pues no sin causa aborrecen los perros tanto a los pobres. Mira quién eres y fía que limosnas te acrediten, pues aun los perros no admiten a un pobre en su compañía. Sacadle de aquí arrastrando.
Salen LIBERIO y GULÍN, ambos desnudos
LIBERIO: Porque tu felicidad triunfe de mi adversidad, que hasta en esto te está honrando, quiere mi suerte importuna que Liberio a tus pies venga
Arrodíllase
para que los suyos tenga en mi cuello la Fortuna. No quieras mayor venganza de quien compitió contigo. GULÍN: Ni de un lacayo prodigo que entra también en la danza. LIBERIO: Mientras mi padre me envía algún socorro, señor, hazme en tu casa favor. Destruyéronme en un día las llamas, el vicio, el juego, la amistad que agora pasa, que pues que todo esto abrasa, todo debe de ser fuego; y como no hace ventaja el pobre al que se murió, la Fortuna me dejó solamente esta mortaja. El más vil de tus crïados ser en tu casa quisiera. GULÍN: Porque venimos siquiera como piñones mondados. NINEUCIO: ¡Oh, qué buenos mercaderes de la felicidad fuísteis! Ingeniosos la adquiristeis, tú en pobres, tú con mujeres. Felicia, buen casamiento hubieras hecho--¡por Dios!-- con cualquiera de los dos. FELICIA: (¡Ay, Liberio! ¡cómo siento Aparte tu pródiga adversidad! aunque más siento la mía, que en fin en tu compañia fuera yo felicidad, y no en la de este avariento, porque más es de sentir que la pobreza, el vivir junto del manjar, hambriento.
A NINEUCIO
Señor, pues que vencedor de estos pobres has salido, hacer merced al vencido es propio del vencedor. En tu casa los recibe. NINEUCIO: De que eso digas me pesa. Las migajas de mi mesa no les daré--¡el cielo vive!-- Quitádmelos que me corro de que aun los tengas amor. Idos. LIBERIO: ¡Socorro, señor! GULÍN: Socarrón, señor, favor, mala imagen del socorro. LIBERIO: ¡Ay, cielos! ¡Qué tarde avisa el desengaño! GULÍN: A buscar voy quien me dé de cenar a costa de mi camisa.

FIN DEL ACTO SEGUNDO

Tanto es lo de más como lo de menos, Jornada III


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

Volver a la lista de textos

Association for Hispanic Classical Theater, Inc.


Actualización más reciente: 25 Jun 2002