ACTO TERCERO


 
Sale ELÍAS con báculo, cansado
ELÍAS La vital respiración me falta, rendido vengo. Porque tengo celo a vuestra adoración ¿es razón que rigores, de blasfemos pecadores perseguido, me den penas por regalos, triunfando siempre los malos y siempre el justo afligido? ¿Cómo, omnipotente Dios, permite vuestro poder que una mujer ose competir con Vos? De los dos, Vos suprema Majestad, ella blasfema; su malicia persiguiendo a la inocencia y ¿basta vuestra clemencia a templar vuestra justicia? Otra vez en el desierto, peregrinando horizontes, por sus montes muero vivo y peno muerto. ¡Ay, qué incierto es el descanso del mundo, céfiro manso, pues me asombra de una mujer el furor! Recread Vos mi temor, y déme este enebro sombra.
Siéntese al pie de un enebro
¿Vuestra providencia suma querrá, acaso, el plato hacerme con volverme mis maestresalas de pluma? No presuma mi hambrienta necesidad a la crueldad de Jezabel dar hoy venganza cruel; pues profeta soy vuestro, sepan, protervos, que aquí me alimentan cuervos y allá una viuda en Sarepta. Mas permitidme que os pida mercedes de más recreo, yo deseo salir ya de aquesta vida perseguida; me aflige. No soy mejor, gran Señor, que mis pasados; si en las canas y cuidados los imito, desear morir con ellos por gozarlos y por vellos, no será, mi Dios, delito. El cansancio y la tristeza padrinos del sueño son; mi aflicción quiere aliviar mi flaqueza, la cabeza en este tronco reclino; al fin vino, si no propia, la muerte en retrato y copia. ¡Bien llegada! pues, al fin, en sus empeños gozaré la muerte en sueños, que es lo mismo que pintada.
Recuéstase y duerme. Baja un ÁNGEL y déjale a la cabecera un vaso de agua y una tortilla de pan, y vuela
ÁNGEL Despierta y come. ELÍAS ¿Qué es esto? Quimeras mi sueño fragua; pero un pan y un vaso de agua a mi cabecera han puesto; reciente está, entre ceniza parece que se coció,
Come
el Cielo le sazonó pues sabroso le suaviza; comeré una parte dél y guardaré lo demás.
Bebe
No gusté cosa jamás como ésta, amarga es la miel con su sabor comparada: el agua es néctar divino. Dichoso fue mi camino, venturosa mi jornada, restituyóme el aliento. Otra vez me ha provocado el sueño; dormid cuidado, pues nos da el Cielo sustento.
Duérmese y de dentro dice el ÁNGEL
ÁNGEL Despierta y come, que tienes mucho camino que andar. ELÍAS Bien puedo con tal manjar, ya mis males juzgo bienes.
Despierta, come y bebe
Vuelvo a comer, su apetito de nuevo me fortalece; vuelvo a beber, ya parece, desmayos, que resucito. Recobraos, pues, fuerzas mías, que en virtud de este manjar bien podremos caminar cuarenta noches y días. Al monte Oreb siento yo, mi Dios, que me encamináis; Moisés, cuando ley le dais, cara a cara en él os vio. Sinaí y Oreb, todo es uno; el ánimo al temor venza. Caminemos, que hoy comienza, como el de Moisés, mi ayuno.
Vase. Salen ACAB y JEZABEL
ACAB Déjame, esposa, fenecer la vida, pues, siendo Rey, cumplir no puedo un gusto. Un menosprecio ha sido mi homicida, un sentimiento mata al más robusto. ¡Que yo a Nabot visite, que le pida una mísera viña, y por ser justo no se la quite, y que Nabot se atreva negársela a su Rey, injuria es nueva! No es Rey, ni este blasón gozar merece, quien halla resistencia en su apetito. ¿Quién duda que Israel no me obedece, pues cuando de un vasallo necesito, rebelde mis deseos desvanece? De lesa majestad fue su delito; no la corona ya mis sienes ciña, pues aun no tengo imperio en una viña. Reine Nabot, pues ya se me rebela, quite la vida a Acab, pues me desama; que pues ninguno mis agravios cela, más estiman su gusto que mi fama. No quiero más vivir; nadie se duela de ver que (en vez del solio) en una cama, sin comer, mis congojas multiplique y a sola una pared las comunique. JEZABEL Por cierto que tus penas ocasionas por pérdidas notables. Razón tienes, injurias grandes son las que pregonas, todo el mundo te priva de tus bienes. ¡Oh, qué bien que triunfaras de coronas enemigas, honrándose en tus sienes, si aun no como mujer, como una niña, lloras por el juguete de una viña! No por eso te mueras; yo me atrevo a que cumplas en breve con tu antojo. Come y sosiega, que antes que de Febo peine la aurora su cabello rojo, en ti tendrá la viña señor nuevo, Nabot castigo, fin, en fin, tu enojo. Entrégame el anillo con que sellas y fía de mi industria tus querellas.
Dásele
ACAB No su heredad me altera, su desprecio. ¡Que un hombre...! JEZABEL ¡Basta, basta, no prosigas! Vete y déjame hacer. ACAB Púsela en precio... JEZABEL Vete ya y otra cosa no me digas. ACAB Más valor que yo tienes.
Vase el Rey
JEZABEL Nabot necio: si mi amor desdeñoso desobligas y hoy no otorgas tu dicha a mis deseos, satisfarán venganzas tus empleos.
Sale Nabot
NABOT Criselia me ha dado aviso que vuestra Alteza me llama. JEZABEL Nabot, si es fuego esa llama, deciros mis llamas quiso. NABOT No entiendo eso, gran señora. JEZABEL Siempre fue el encogimiento mendigo de entendimiento. Quien las palabras ignora, mal, Nabot, podrá entender el lenguaje de los ojos, donde sus gustos o enojos a quien los sabe leer escribe el alma. NABOT Remota esa ciencia está de mí. JEZABEL Créolo, que ya yo os vi en cosas de amar idiota; pero quiéroos yo enseñar a que enigmas acertéis para que sabio quedéis, si bien os ha de costar mucho el errar la lición. NABOT Explíquese vuestra Alteza. JEZABEL A no ser la rustiqueza vuestra tanta, en ocasión os puse yo cuando os vi, y vuestra dicha expliqué, que os obligara. NABOT No sé, señora. JEZABEL Esperadme aquí, que si la presencia real os tiene o necio o turbado, medio la industria me ha dado que os ha de estar bien o mal.
Vase
NABOT ¿Qué es esto, fortuna mía? ¿Qué pretende esta mujer? Pero ¿qué ha de pretender quien es toda tiranía, quien a Dios tiene osadía de oponerse, quien reprueba la ley que a los Cielos lleva y vive (esperanza en Vos), atreviéndose a su Dios? ¿Qué mucho que al Rey se atreva? Pues fulmine contra mí tempestades Jezabel, que a Dios, al Rey, a Raquel fidelidad prometí. Ser traidor, no; morir, sí, pues cuando a furor se incite y la cabeza me quite, si nombre a matronas da castas la fama, en mí habrá un hombre que las imite.
Sale Criselia
CRISELIA La Reina, Nabot, os manda primero que os ausentéis de esta sala, que estudiéis (pues el favor no os ablanda) vuestra dicha o vuestro daño, aunque es nueva la doctrina. Corred aquesa cortina y dad lugar a su engaño.
Vase
NABOT ¡Jeroglíficos confusos, ya os descifra mi temor! ¡Enigmas torpes de amor, no admito vuestros abusos! Dicha o daño me ofrecéis: si la dicha ha de costarme tan cara, que despeñarme porque la elija queréis (puesto que en mi mal reparo), si acabada de alcanzar me pesa, no he de comprar (Cielos) el pesar tan caro. Dicha que por mano vienes de Jezabel, toda engaños, no te admito. ¡Honrosos daños, vuestros males traen mis bienes! Daño que al Cielo encamina no es bien que daño se llame; dicha que ha de hacerme infame, no honor. Corro la cortina.
Corre una cortina y sobre un bufete estarán tres fuentes de plata y en ellas lo que aquí se va diciendo
Tres fuentes sobre una mesa (en lo que ofrecen contrarias) muestran con insignias varias lo que cada cual profesa. En ésta está una corona y envuelto en ella un cordel, plato, en fin, de Jezabel que dignidades pregona porque en patíbulos paren. Un rótulo dice ansí:
Lee
"La corona es para ti como miedos se reparen." Libre está de estos combates mi honor, hasta aquí felice. Este sobre el cordel dice:
Lee
"Para que a tu Raquel mates." ¡Ay, Cielos! ¡Ay, prenda mía! Si vive un alma en los dos, dándoos yo la muerte a vos, verdugo de mí sería. Sobre la fuente segunda una espada y una toca a confusión me provoca. ¿En qué este enigma se funda? Dice el mote de esta suerte, que está en la espada a esta parte:
Lee
"Hierro para castigarte y toca para quererte." Fácil se deja entender, pues muestra desenfrenada que es Reina y que tiene espada y en la toca que es mujer; que si me arrojo a querella me satisfará amorosa, pero fiera y rigurosa si mi desdén la atropella. ¿Hay tal desalumbramiento? La torpeza ¿qué no hará? Lleno el tercer plato está de piedras y de sangriento licor; la letra me admira y me causa confusión:
Lee
"No son piedras, rayos son, mi desprecio te las tira." ¡Ay, Cielos! ¿A qué banquete Jezabel me ha convidado, que moriré apedreado si no la amo me promete? ¡Piedras, en vuestra firmeza quiere aprender mi constancia! ¡Fulmínelas la arrogancia del poder y la torpeza! Por mi ley y mi Rey pierda la vida Nabot, que es fiel; que pues tira Jezabel piedras a Dios, no está cuerda. Espada de su malicia, dad al Juez Supremo cuenta, pues, lasciva y torpe, afrenta la espada de la justicia. Corona, si en su cabello servistes de insignia real, bajaos y seréis dogal con que suspendáis su cuello. Cordel, servid de escarmiento a los idólatras, vos, mientras que a mi Rey y a Dios confieso, al darme tormento (que a la muerte me apercibo), no a su llama deshonesta; y para dar la respuesta la vil corona derribo,
Derríbala y la pisa
porque su interés desprecio y como infame la piso. JEZABEL Llorarás tu poco aviso; De dentro apedrear nte por necio. NABOT Por necio no, por fiel sí. No temo tus amenazas; túmulo eterno me trazas, éste sólo apetecí. Laureles logro, leales, que inmortalicen mis medras. ¡Labra, tirana, las piedras y junta los materiales, que, desdeñando tus vicios mientras la muerte me dan, piedras preciosas serán de inmortales edificios!
Vase y cúbrese la mesa. Salen dos CIUDADANOS viejos, leyendo el uno este papel
Los vasallos que sin averiguar secretos de su Príncipe guardan sus órdenes, merecen que en su privanza se prefieran a los demás: Nabot, jezraelita, vecino vuestro, y poderoso en vuestra República, me tiene criminalmente ofendido; buscad, pues, dos testigos que las dádivas cohechen, y éstos afirmen que le oyeron blasfemar de su Dios y de su Rey y, examinados, publicad general ayuno (como en Israel se acostumbra cuando se espera algún castigo riguroso). Llamad luego a Nabot a vuestro tribunal y presentados los testigos, sin admitirle descargos, le condenad por público blasfemo, sacándole al campo, donde muera (como la ley dispone) apedreado, aplicando sus bienes todos a nuestro fisco; que ejecutada con toda disimulación esta sentencia, yo me daré por bien servido y vosotros quedaréis premiados. De nuestro palacio real de Jezrael. Yo el Rey. CIUDADANO 1 Esto el Rey, nuestro señor, manda. CIUDADANO 2 ¿Quién creyera tal? CIUDADANO 1 No vive más el leal de lo que quiere el traidor. De vos y de mí confía la ejecución de este insulto. CIUDADANO 2 Para Dios no le hay oculto. CIUDADANO 1 Sacrílega tiranía. CIUDADANO 2 Nabot es en Jezrael, aunque el más rico, el más santo. CIUDADANO 1 Y aun por saber que lo es tanto le persigue Jezabel. Pero ¿en qué os resolvéis vos? CIUDADANO 2 Temo a dios, mas también temo a un Rey tirano y blasfemo. CIUDADANO 1 En dando en temer a Dios será el Rey vuestro homicida, mandando que muerte os den. CIUDADANO 2 ¡Ay, Cielos! CIUDADANO 1 Nabot también le teme y pierde la vida; dad en vuestros riesgos corte. CIUDADANO 2 ¿Y habrá para estos sucesos testigos falsos? CIUDADANO 1 Pues ¿ésos pueden faltar en la Corte? Dos pide el Rey y otros dos tengo, que lo son a prueba. CIUDADANO 2 Fuerza ha de ser que me atreva, primero que al Rey, a Dios: tirano uno, otro clemente. CIUDADANO 1 Busquemos otro testigo, que habiendo tres yo me obligo a hacer el caso evidente. CIUDADANO 2 ¡Con qué de temores lucho! ¡Oh Rey impío! ¡Oh vil mujer! CIUDADANO 1 O morir o obedecer, porque un "Yo el Rey" puede mucho.
Vanse. Sale RAQUEL congojada
RAQUEL No sosiego, no reposo, no hay descanso para mí. ¿Qué tengo? ¿Son celos? Sí; pero no, más riguroso es mi mal. ¡Ay, caro esposo! ¡Y qué caro me has de costar si reparo en un sueño que de mis potencias dueño, tragedias representaba, cuando en sangre te bañaba una serpiente que venenosa, inclemente, en tus carnes se cebaba! Mas quien a sueños da fe provoca a enojo a los Cielos. Dormíme llena de celos, sierpes en ellos soñé. Jezabel el áspid fue que, lasciva, mientras de lealtad te priva, Circe nueva, en tus entrañas se ceba, pues tu posesión la diste; pero mal acierto hiciste, pensamiento, que Nabot la ama contento y yo le vi muerto ¡ay, triste!
Asiéntase
Sentar me quiero por ver si sosiego de este modo. ¡Todo penas! ¡Ansias todo! ¡Todo llorar y temer! Más es esto que querer, más pesar es esto que sospechar. ¡Ay, desvelos! ¡Ojalá, Nabot, sean celos! que a trueco que no recibas penas (que han soñado vivas mis quimeras) yo sufriré que otra quieras en albricias de que vivas. Menos quietud asentada tengo.
Levántase y paséase
¡Ay, quinta! Quiera Dios que no me venga por vos más mal que no ser amada. Ya vuestra vista me enfada; más temores tengo yo que tenéis flores. Penas veo seguirme si me paseo, penas si me asiento apenas entre rosas y azucenas. ¿Qué he de hacer? Infierno debo de ser, pues no hay en mí sino penas.
Dicen de dentro
CIUDADANO 1 A Nabot han condenado y le llevan a apedrear. RAQUEL ¿Qué escucho? ¡Ay, Cielo! ¡Ay, pesar! ¡Ay, desdichas! ¡Ay, cuidado! CIUDADANO 2 Pues ¿por qué le han sentenciado? CIUDADANO Por blasfemo. RAQUEL ¿Por qué vivo? ¿Por qué temo el ir a morir con él? CIUDADANO 1 Justo y fiel fue a Dios y al Rey. CIUDADANO 2 Y aun por eso. RAQUEL ¡Qué bien dijo: ya es exceso ser leal! Perderé con muerte igual la vida, pues perdí el seso.
Vase. A la ventana de una torre JEZABEL y ACAB
JEZABEL Goza ya la posesión, Rey, que tanto has deseado. Vuelve en ti, si desmayado te tuvo su privación. Ya murió Nabot; no impida tu gusto esa pena ingrata; comprado la has bien barata, pues sólo cuesta una vida. ACAB ¡Ay, esposa de mis ojos! ¿Es posible que murió quien mi agravio ocasionó? JEZABEL Ansí vengues mis enojos como yo los tuyos vengo. Por blasfemo apedreado y en su sangre revolcado, tu satisfacción prevengo. Mira bañadas las piedras desde aquí en su sangre vil. ACAB ¡Qué pecho tan varonil te dio el cielo! Cuantas medras me vienen son, cara esposa, por tu causa. JEZABEL Ve a tomar posesión a su pesar de su viña deleitosa. Recréate en su vergel, que cuando imposibles pidas, ya sabe, a costa de vidas, comprar vidas Jezabel.
Vanse. Sale RAQUEL, sueltos los cabellos y enlutada, y deteniéndola ABDÍAS y JOSEPHO
RAQUEL ¡Dejadme, idólatras torpes! ¡Soltadme, aleves vecinos de la más impía ciudad que a bárbaros dio edificios! ¡Sacrílegos envidiosos, de un Rey tirano ministros, de una blasfema vasallos, de una falsedad testigos, de un Abel Caínes fieros, de un cordero lobos impíos, de un justo perseguidores, de un inocente enemigos! ¡Soltadme, o haréos pedazos! Ojos tengo basiliscos, víbora soy ponzoñosa, veneno son mis suspiros. ¡Soltadme, o abrasaréos!
Suéltase
ABDÍAS ¡Qué lástima! JOSEPHO Compasivo, lloro suspenso. ABDÍAS Sosiega, señora, que son indignos de tu honor esos extremos. RAQUEL ¿Qué honor? Si lo fuera el mío ¿no me le hubiera quitado ese Rey torpe y lascivo, esa Reina hambrienta de honras? Con ellos no hay honor limpio. ¿Qué fama no han asolado? ¿Qué opinión no han destruído? ¿Qué castidad no profanan? Honor aquí ya es delito, virtud aquí ya es infamia, vergüenza aquí ya es castigo. ABDÍAS Si al pie del alcázar real das en estos campos gritos, provocarás a los Reyes, pues es forzoso el oírlos. RAQUEL Pues ¿qué es lo que yo pretendo?
A voces
¡Acab sangriento, vil hijo de Amrí, que a su Rey traidor le forzó a abrasarse vivo! ¡Adúltera Jezabel, que al demonio sacrificios ofreces, para que en ellos licencia des a tus vicios! La esposa soy de Nabot, el que porque nunca quiso consentir en tus torpezas es de tu crueldad prodigio. Mandad con él darme muerte, acompañe un rigor mismo dos almas, que en tiernos lazos reciprocó un amor limpio. ¿Por qué, decid, le matastes, cohechando falsos testigos? Pues, cuando blasfemo fuera (como afirman fementidos), imitador de sus Reyes, mereciera por seguiros la sacrílega privanza de vuestros favorecidos. ¿Qué más blasfemias, tiranos, que las que habéis los dos dicho a Dios? y no os apedrean, siendo común el delito. Díganlo tantos profetas consagrados al martirio por vosotros, cuya sangre está dando al Cielo gritos. Dígalo el gran Celador de nuestra ley, perseguido de vuestra impiedad tirana por sierras, montes y riscos. Díganlo tantos altares arruinados, destruídos por vosotros, que erigieron a Dios los padres antiguos. ¡Blasfemos, en fin, reinando vosotros y el dueño mío muerto! ¿En vasallos y Reyes serán acaso distintos los insultos generales, siendo en sustancia los mismos? ¿Por qué si afectáis rigores no os ofende lo que os digo? ¿Por qué no hacéis apedrearme? Cantos hay en este sitio que en la sangre de mi esposo se han bañado. Si os irrito, mandad que mezclen con ella la que a Nabot sacrifico. Báñense unas mismas piedras en la esposa y el marido; serán tálamo de sangre las que su túmulo han sido. Pero ¿para qué doy voces? pues, tan crueles os miro que, por más atormentarme, negáis la muerte que os pido. ¡Ansias! mostradme el teatro de mis tragedias! ABDÍAS Dos ríos son, de lágrimas, mis ojos. JOSEPHO En sentimientos la imito.
Vanse. Descúbrese tendido en el suelo NABOT, muerto, en camisa y calzones de lienzo; él y el vestido manchado de sangre, entre un montón de piedras también ensangrentadas
RAQUEL ¡Ay, dueño de mi esperanza, regalo de mis sentidos, consuelo de mis congojas, de mis tormentos alivio! celosa lloraba yo engaños y desatinos. ¡Qué caras satisfacciones a costa de entrambos miro! ¡Mi Abel, mi justo, mi santo! ¡Pisad climas más benignos, pues colocado entre estrellas, mártir os honra el Olimpo! Altar de piedra, estas piedras, rubíes y granates finos, al simulacro del cuerpo holocaustos os dedico. Más valen que los diamantes, crisólitos y jacintos; diadema os labran mejores que esmeraldas y zafiros. Por reliquias las venero, por sagradas las estimo; las beso por sangre vuestra,
Bésalas
por mis joyas las recibo. ¡Plegue a Dios, tigres de Hircania, Acab, del Cielo maldito, idólatra Jezabel, oprobrio en Samaria y Tiro, que no quede de vosotros memoria al futuro siglo, vasallo que no os desprecie, rigor que no os dé castigo! ¡Quíteos la vida y el reino el más confidente amigo, destruyendo en vuestra sangre desde el decrépito al niño! Si el Rey marchare a la guerra, flecha de acero prolijo le atreviese las entrañas, de tanta blasfemia asido. Si Jezabel enviudare, despedácenla a sus hijos, sin permitirla llorarlos, quien blasonaba servirlos. Ese alcázar desde donde morir mi inocente ha visto (cuando más entronizada) la sirva de precipicio. Desde el más alto homenaje mida el aire hasta este sitio, y antes que le ocupe, muera, oprobrio a grandes y a chicos. Lebreles la despedacen, arrastrándola los mismos, cuarto a cuarto por los campos, miembro a miembro por los riscos. No dejen reliquias de ella de carne, hueso o vestidos, sino la cabeza sola, para acuerdo de delitos. ¡Cielos píos! ¡Justicia en tanto mal, justicia pido! ¡Vengad, piadosos Cielos, mi esposo, mis agravios y los vuestros!
Sale ABDÍAS
ABDÍAS Enjugad, señora, el llanto, que si es la venganza alivio con que descansan ofensas, por mandado de Dios vino el profeta del Carmelo y de su parte le dijo (cuando iba el Rey a tomar la posesión presumido de la viña de Nabot) que con los mesmos castigos morirán él y la Reina, que al Cielo le habéis pedido. Llevad a enterrar el cuerpo; será, muerto, ejemplo vivo del mal que a los reinos viene por una mujer regidos.
Vanse y encúbrese el cuerpo. Salen ZABULÓN y DORBÁN y LISARINA, pastores, y a lo soldado gracioso, CORIOLÍN
CORIOLÍN ¿Cuidáis vosotros que es barro ser sueldado? ZABULÓN ¿Que el lugar dejas solo y sin llorar? CORIOLÍN Tengo el alma de guijarro. ¿La sierra no me quintó? ¿No vo por ella a la guerra? Pues llore por mí la sierra, que no pienso llorar yo; aqueste oficio me cuadra. LISARINA ¿No mos verás más de vero? CORIOLÍN No, hasta ser Emperadero o si no, cabo de escuadra. LISARINA ¿Cabo de qué? DORBÁN De cochillo. CORIOLÍN Eso mesmo pescudó una vieja que alojó en casa a un medio caudillo. Estaba una compañía en la su aldea hendo gente (y aun hurtos) y ella inocente, de manera le servía que decentó una tinaja de un tinto, que con pies rojos diz que saltaba a los ojos. Era tahur de ventaja en esto de alzar de codo el tal cabo, su alojado, y del tinto enamorado le requebraba de modo que en el alma le metía; pero, porque no se hallaba bebiendo solo, brindaba a toda la compañía. Llevábalos a su casa dos a dos y tres a tres; estuvioren allí un mes, andaba el brindis sin tasa. Sospiraba cada instante la vieja el daño presente, viendo la sed en creciente y la tinaja en menguante. Mas ¿qué mucho que el sentido perdiese, si aquel licor suplía con su calor las faltas de su marido? Huese el huésped importuno, tocando a marchar la caja, que el espirar la tinaja y ellos irse hue todo uno. "¡Vaya con la maldición!" la viuda pobre decía. "¡Guai de vos, tinaja mía, agotada hasta el hondón! Sin vos ¿qué ha de ser de mí? ¿Quién habrá que me mantenga? ¡Que mala pascua le venga a quien vos ha puesto así!" "Tratad al soldado bien," dijo uno muy presumido, "que el huésped que habéis tenido es cabo de escuadra." "¿Quién?" "Quien sirve al Rey y trabaja y es cabo de escuadra." "Igual," respondió, "dirá ese tal que es cabo de mi tinaja." Y porque no es para más, adiós, que me vo a romper. LISARINA Pues, ven acá. ¿Sabrás ser suelgado tú? CORIOLÍN Buena estás; yo sé tocar las baquetas, comerme un horno de bollos, hurtar gallinas y pollos, vender un par de boletas, echar catorce reniegos, arrojar treinta '¡por vidas!', acoger hembras perdidas, sacar barato en los juegos, y en batallas y rebatos cuando se toman conmigo, sé enseñarle al enemigo las suelas de mis zapatos. ZABULÓN Eso es ser gallina, en suma. CORIOLÍN Decís, Zabulón, lo vero. ¿Por qué pensáis que el sombrero llena el suelgado de pruma si, porque huyendo después que la batalla se empieza, volando con la cabeza corre mijor con los pies? Esta es de gallo, y trabajo por darla aquí en somo estima, que como el gallo va encima y la gallina debajo, soy gallina en esta empresa, que sabré cacarear porque al comer y al cenar haya gallina en mi mesa. LISARINA Dios te vuelva a nuestros ojos. LOS DOS ¡Coriolín, adiós! CORIOLÍN Adiós. LISARINA Acordaos de mí. CORIOLÍN ¿De vos? Dejadme agarrar despojos, que yo os llenaré el corral de las gallinas que hurtare, y si en la guerra finare...
Llora
LISARINA ¿Lloras? CORIOLÍN Y cuemo en señal de que mi alma se condena; antes del amanecer prometo de iros a ver en fegura de alma en pena. LISARINA No, Coriolín, eso no; yo os perdono la vesita. CORIOLÍN Quiéroos yo, que sois bonita; de allá os pienso llevar yo dos diablitos como un oro, que vos barran, que vos rieguen, que vos guisen, que vos frieguen. LISARINA ¡Tirte ahuera! CORIOLÍN ¡Ay, cómo lloro! ¿Pensáis que la guerra es paja? Embracijadme, y adiós. LISARINA ¿Qué os me vais el zagal,vos? CORIOLÍN A ser cabo de tinaja.
Vanse. Salen dos SOLDADOS tras un profeta que huye. Salen también JEHÍ con bastón
SOLDADO 1 ¡Corred tras él, tenelde, que pues huye, algún delito ha hecho! SOLDADO 2 Al viento excede. SOLDADO 1 ¡Que nunca aquesta seta el Rey destruye! ¿Cuándo podré yo ver que el Reino quede libre de estos hipócritas taimados que el mal nos profetizan que sucede? Traelde preso. JEHÚ Sosegad, soldados; dejalde, que es de Dios justo profeta y fiel ejecutor de sus mandados. SOLDADO 2 Si tú acreditas esta mala seta, príncipe del ejército y segundo después del Rey ¿qué mucho se prometa engañar, no a Israel, a todo el mundo? JEHÚ No blasfeméis de Dios, que me provoco a enojo, cuando en El mis dichas fundo. Acab murió como lascivo y loco en la batalla cuando pretendía presidiar a Ramot (castigo poco a su bárbara y ciega idolatría); una flecha desmanda el Cielo airado que le pasó el pulmón ¡dichosa día! los perros en su sangre se han cebado: venganza es de Nabot. Reinó su hijo, Ocozías, como él desatinado; murió como el profeta lo predijo, precipitado de unos corredores después de la pensión de un mal prolijo. En carroza de eternos resplandores arrebató una nube al del Carmelo, Elías, luz de santos celadores. Reina Jorán agora, cuyo celo idólatra, a su padre semejante y hermano de su vicio, es paralelo; Dios intenta asolar este arrogante. A Dios por justo y por Señor invoco: nadie blasfeme de El de aquí adelante. SOLDADO 1 ¿Qué te quería a solas este loco? JEHÚ ¿Conocístele acaso? ¨Habéis sabido lo que me dijo? SOLDADO 1 Importaráte poco. SOLDADO 2 Mentiras serán suyas. Mas ¿qué ha habido? Cuéntanoslo. JEHÚ Llamándome en secreto, cerró la puerta. SOLDADO 1 ¡Qué desvanecido! JEHÚ Y llegándose a mí con real respeto, una ampolla derrama en mi cabeza de óleo sacro (milagroso efeto). "Eso dice el Señor de eterna alteza, Dios de Israel," prosigue, "'Yo te elijo por Rey del pueblo mío y su grandeza; severo destruirás (como predijo el Tesbites) de Acab la torpe casa, aunque fue tu señor y lo es su hijo. Yo vengaré por ti, pues que te abrasa mi celo y ley, la sangre que vertida de mis profetas hasta el Cielo pasa: la de mis siervos todos, cuya vida, a manos de la impía y deshonesta Jezabel, fue de tantos perseguida. Por ti he de hacer venganza manifiesta de cuantos propagó la sangre suya (si primero triunfante, ya funesta); no ha de dejar en pie la espada tuya persona de su ingrata descendencia: toda perezca, toda se destruya, desde la senectud a la inocencia, desde el más retirado y recogido hasta el que en vicios tiene más licencia: su nombre quedará en perpetuo olvido, como el de Jeroboán y Basa, fieros, cuya familia toda ha destruído. Jezabel, de profetas verdaderos verdugo, por los campos arrastrada de Jezrael, castigos más severos ha de pasar por tu furiosa espada: perros su cuerpo comerán, hambrientos, en nombre de Nabot despedazada. Cuantos la vieren estarán contentos, mofando de su idólatra locura y en gustos convirtiendo sus lamentos. Ninguno osará darla sepultura; las entrañas de torpes animales el tálamo serán de su locura. Goza, Jehú, de las insignias Reales.'" Dijo y huyó. Soldados, pues, valientes, ved si a Jorán o a Dios sois hoy leales. Cerco en persona puso con sus gentes a esta ciudad; Ramot es su apellido, sus muros escalamos eminentes. Retiróse a Samaria el Rey herido, dejóme en su lugar mientras que sana. Dios de Israel me llama Rey ungido: juzgad si esta esperanza saldrá vana, o si es razón que el cetro real reciba contra Jorán y Jezabel tirana.
Salen los que pudieren
SOLDADO 1 ¡Viva Jehú, soldados! SOLDADO 2 ¡Jehú viva! SOLDADO 1 Trono le hagamos todos de la ropa; desnúdome también de medio arriba.
Hácenle trono de sus ropas y con música le besan la mano
JEHÚ Pues Dios me elige, el viento llevo en popa. SOLDADO 2 Las manos, por su Príncipe, te besa el Asia y Palestina. ¡Tiemble Europa! SOLDADO 1 Deja, Rey, a Ramot, deja su empresa; el cuello de Jorán tu planta pise. Parte a Samaria, marcha, date priesa. JEHÚ Ese consejo proponeros quise: marche a Samaria el campo. TODOS Marche el campo. JEHÚ Ninguno salga de él, porque no avise al mísero Jorán.
Sale CORIOLÍN
CORIOLÍN Con él me zampo, ¡que de esta vez soy cabo de tinajas! JEHÚ ¡Yo os vengaré, mi Dios! Marchen las cajas.
Vanse. Sale JEZABEL de viuda bizarra y CRISELIA
JEZABEL Ya Jorán se ha levantado. CRISELIA Peligrosa fue la herida, pero pues queda con vida y tu Alteza sin cuidado, albricias, señora, han dado reinas en tal ocasión. JEZABEL Pídelas, pues. CRISELIA De prisión a la viuda Raquel saca, que una buena nueva aplaca la más fiera indignación. JEZABEL ¿Qué dices, bárbara? CRISELIA Advierte... JEZABEL No prosigas, que estás necia; quien a sus reyes desprecia poco en su peligro advierte: apresurarás su muerte si eso vuelves a pedir. CRISELIA ¿Que más muerte que vivir sin dueño que tanto ha amado? JEZABEL Por eso no se la he dado. Pene y viva, que es morir. Albricias de poco fruto intentas, necia estás hoy. Cansada, Criselia, estoy de tanta viudez y luto. Tres años pagó tributo al llanto la pena mía; de sí mesma ser podría verdugo quien mucho llora. Festejemos (pues mejora mi hijo) su mejoría. Vuelvan a hacer mis cabellos con los del sol competencia; que yo sé que en mi presencia su luz se corrió de vellos. Riguridad es tenellos en prisión mientras que lloro; esta tocas sin decoro son cárcel que los maltrata; no es bien que linos de plata escondan madejas de oro. Acerca ese tocador.
Asiéntase a tocar en él
Ponme sobre él ese espejo; con su cristal me aconsejo, que es sumiller del amor. Ve, y el vestido mejor me saca, mientras divido los cabellos que he ofendido y el Asia toda celebra;
Destócase
ensartaré en cada hebra perlas que al Oriente pido. Golfos de luz surcará el marfil de aqueste peine, porque en campos de oro reine mientras sobre ellos está. CRISELIA El de verdemar será mejor, que adorna y alienta. JEZABEL Verdemar no me contenta, que esperanza puesta en mar o se tiene que anegar, o ha de padecer tormenta. Ya sabes que soy cruel: el pajizo y encarnado me pondré. CRISELIA Desesperado y sangriento. JEZABEL Llore en él su amor difunto, Raquel. CRISELIA ¡Qué locura! JEZABEL No hay mudanza en su pena y mi venganza. CRISELIA Voy. (¡Qué bárbara! ¡Qué fiera!) Aparte
Vase CRISELIA
JEZABEL Si verdemar me vistiera ya fuera darla esperanza. Tengamos, espejo, aviso, no demos segundo ejemplo, mientras en vos me contemplo, a locuras de Narciso. Murió, porque no me quiso, Nabot; justa fue mi queja: deje la vida quien deja de adorar ventura tanta. Alguno allá dentro canta que adulador me festeja.
Cante de dentro una mujer
[VOZ] "En la prisión de unos hierros lloraba la tortolilla los mal logrados amores de su muerta compañía."
Peinándose JEZABEL
"Mal hubiera la crueldad de la águila cuya envidia dividió, si no dos almas, los arrullos de dos vidas." JEZABEL Parece que de Nabot y Raquel la historia misma, quien dellos se compadece, me canta y alegoriza. Los dos las tórtolas fueron, yo el águila vengativa que, celosa de su amor, su tálamo tiraniza. "En la prisión de unos hierros lloraba la tortolilla." Cuando a Raquel tengo presa mi crueldad metaforizan. ¡Basta! que ya en versos anda su tragedia, pero digna es que escarmientos la canten si traidores la lastiman. Tiémbleme el mundo, eso quiero: venganzas me regocijan, riguridades me alegran, severidades me animan.
Tocándose
[VOZ] "Reciprocando requiebros en el nido de una viña, fertilidad le promete de amor su cosecha opima. Nunca nacieran los celos que amores esterilizan, corazones desenlazan y esperanzas descaminan." JEZABEL ¿Qué hay que hablar? Su historia canta, amores, celos y viña; En su favor me condenan y en mi crueldad se averiguan. Pero si le amé en secreto ¿cómo mis celos publican versos que mi fama ofenden, canción que la satiriza? Raquel los habrá contado. Raquel llorará este día desatinos de su lengua, efetos de sus desdichas. [VOZ] "Perdió la tórtola amante, a manos de la malicia, epitalamios consortes. ¡Ay de quien los desperdicia! Como era el águila Reina (mejor la llamara harpía), cuando ejecute crueldades ¿quién osara resistirla?" JEZABEL Ya pasa de desacato el que escucho; su osadía mi agravio y furia provoca, llamas añade a mis iras.
Levántase
¡Hola! ¿Quién es la que canta allá dentro? ¿Quién me indigna sin recelar mis rigores, sin respetar mi justicia? Mas mi autoridad ofendo, dándome por ententida. ¿Quién pudo enfrenar las lenguas del vulgo, ni reprimirlas?
Vuélvese a asentar
Canten, llámenme cruel; que podrá ser que algún día las viles cabezas corte, por más que son de esta hidra. [VOZ] "¿Qué importan las amenazas de águila ejecutiva, si ya el león coronado venganzas contra ella intima? Humillará su soberbia, caerá el águila atrevida, siendo presa a los voraces lebreles que la dividan." JEZABEL ¿Qué león, cielos, es este que sangriento me derriba?
Levántase tocada
Yo ¿presa de brutos fieros? Yo ¿en pedazos dividida? ¡Hola, vasallos, Criselia! ¡Ay, cielos!
Sale Criselia
CRISELIA ¡Señora mía! ¿Qué sientes? ¨Por qué das voces? La color tienes perdida. JEZABEL Y con ella la paciencia.
Mírase al espejo
¡Muerta soy! Aparta, quita ese espejo que me enseña a Nabot, lleno de heridas; un hombre armado amenaza con la desnuda cuchilla mi trágico fin. CRISELIA ¿Qué es esto? JEZABEL Su corte en mi cuello afila. ¿No lo ves? CRISELIA No, gran señora. Vuelve en ti.
Toquen cajas
JEZABEL No desatina mi temor. Pero ¿qué es esto?
Dentro
[VOCES] ¡Viva Jehú! TODOS ¡Reine y viva!
Sale ABDÍAS
ABDÍAS Huye castigos, señora, del Cielo que pronostican trágico fin a tu casa. (Mas del Cielo ¿quién se libra?) Jehú se te ha rebelado, de Samaria está a la vista; Jorán le salió al encuentro, Jehú una flecha le tira que el corazón le traspasa, y vitorioso encamina el ejército y deseos a esta ciudad. JEZABEL ¡Ea, desdichas, acabad conmigo todas! Pero la industria me avisa remedios con que dilate, si no venturas, la vida. Fïada de mi belleza, haré al engaño que finja amor a Jehú tirano. Pondréme a un balcón festiva; mostraré que estoy gozosa que, de Jorán homicida, su diadema le corone y el solio le dé su silla. Prometeréle mi esposo, y si la belleza hechiza ¿quién dudará que ha de escaparse? ¿quién dudará que me admita? Dame, Criselia, esas joyas; galas el cuerpo se vista y el alma lutos secretos, pues son sustancias distintas.
Vase
ABDÍAS No sé yo que tus crueldades se prometan tantas dichas, que es vengador de inocentes Jehú. CRISELIA ¡Ay, mujer perdida!
Vanse. Salen soldados marchando, entre ellos CORIOLÍN y JEHÚ, con bastón, detrás; y al mismo tiempo del vestuario, con música, los más que pudieren y ABDÍAS; detrás de todos RAQUEL, acompañada de CRISELIA, de viuda, y sobre un balcón JEZABEL, muy bizarra. JEHÚ y los suyos suben al tablado por un palenque; RAQUEL, que le recibe con los demás, saca una corona de oro sobre una fuente de plata; tócanse chirimías, cajas y clarines
RAQUEL En nombre de Jezrael, ciudad tuya, patria mía, que por consolar mis penas generosa me autoriza, te ofrece (¡oh gran vengador de la Majestad divina, por Acab menospreciada, por Jezabel ofendida!) diadema que en paz poseas; agora tus sienes ciña y después por todo el orbe los círculos del sol siga.
Corónale
Púrpura adorna a los reyes, púrpura, señor, te vista de sangre idólatra aleve, que altares sagrados pisa. Venga inocentes, Monarca, profetas, huérfanos, viudas, mozos que estraga el engaño, viejos que el temor lastima. Teatro este sitio fue de la impiedad más lasciva, la más bárbara tragedia, la crueldad más inaudita que el tiempo escribió en anales, que puso horror a provincias, que verdades afirmaron, que fabularon mentiras. Aquí mi Nabot fue muerto: Nabot, cuya fama limpia coronaba su inocencia, celebraba su justicia. Falsos testigos cohechó contra él el oro y la envidia, el poder y la soberbia, la ambición y la malicia. Una viña le dio muerte, que quien reinos tiraniza sangre vende de leales por el precio de una viña. Testigos de su inocencia pueden ser (no lenguas vivas, que éstas tal vez se apasionan) las piedras sí, fidedignas. Haz información con éstas; la sangre en que se matizan presento en tu tribunal, testigos fueron de vista.
De rodillas
¡Venganza, Rey poderoso antes que estas piedras mismas, si agora testigos claman, jueces después te persigan! JEHÚ Basta, Raquel. Cese el llanto, alzad, consolad desdichas: sesenta hijos Acab deja, todos setenta en un día satisfarán vuestro agravio. Deudos, amigos, familias de Acab y de Jezabel, mueran. RAQUEL Y tú eterno vivas. JEHÚ En vuestra ciudad entremos, pues su lealtad nos obliga.
Al entrar, dice JEZABEL desde el balcón
JEZABEL Goce Jehú, mi señor, con la corona israelita la paz que todos desean, juntando al laurel la oliva; que si a su Rey dio la muerte, al padre de Acab imita, que a su Príncipe obligó a resolverse en ceniza. JEHÚ ¿Quién es esta aduladora? ABDÍAS Esta es Jezabel maldita. JEHÚ ¡Derribalda de la torre! CORIOLÍN ¡Soldados, subir arriba! que para esto so valiente.
Suben a la torre CORIOLÍN y SOLDADOS
RAQUEL ¡Ah, bárbara! Ansí castiga el justo Cielo tiranos, que si tarda, nunca olvida.
Arriba, defendiéndose, JEZABEL, y al cabo la echan abajo
JEZABEL ¿A vuestra Reina alevosos? ¡Favor, cielos! CORIOLÍN Eso, sí: pida favor al Cielo, que está muy bien con sus obras pías. ¡Vaya abajo la borracha! JEZABEL ¡Muerta soy!
Cae hacia dentro
CORIOLÍN ¡Ha de allá! ¡Asilda! ¡No se os vaya, que tendrá, como gato, siete vidas! SOLDADO 1 Perros salen a comerla. CORIOLÍN Cada cual la descuartiza y, herederos de sus carnes, van haciendo la partija. SOLDADO 1 Arrastrando se la llevan. CORIOLÍN Al alma tened manzilla, que con ella juegan diabros, dizque a "salga la parida". RAQUEL Ya se acabaron mis penas, dulce esposo, prenda mía. Tu Raquel en tu venganza esta sangre te dedica. JEHÚ Alce Israel la cabeza, pues de Jezabel se libra, y escarmiente desde hoy más quien reinare: no permita que su mujer le gobierne, pues destruye honras y vidas la mujer que manda en casa, como este ejemplo lo afirma.

[FIN DE LA COMEDIA]


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 24 Jun 2002