LOS HERMANOS PARECIDOS

Tirso de Molina
(Gabriel Téllez)

Esta edición electrónica de LOS HERMANOS PARECIDOS fue preparada por Vern Williamsen en 2000 para incluirse en esta colección. La edición que tomamos como base para fijar nuestro texto es la del COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA, II (Madrid, 1907), NBAE, tomo 9.


Personas que hablan en él:
Salen el ATREVIMIENTO a lo soldado, con mucha plumas, y la admiración, de HOMBRE
ATREVIMIENTO: ¡Otra vez me vuelve a dar los brazos, Admiración! ADMIRACIÓN: ¡Bien me la puedes causar, bravo mozo! Con razón te puede el mundo llamar honra suya, que contento vienes; y ¡que, a lo soldado! ¡Bravas plumas das al viento! ATREVIMIENTO: Por mi valor lo he ganado todo. ADMIRACIÓN: Eres Atrevimiento. ¿A qué no te atreverás? ¿De dónde vienes? ATREVIMIENTO: Del cielo; donde no pienso entrar más. ADMIRACIÓN: Pues ¿nacido allá? ATREVIMIENTO: En el suelo desde agora me verás; que aunque del querub nací, que el monte del testamento intentó asaltar por mí, con ser yo el Atrevimiento, como mi padre caí. Echóme de allá la guerra, y así estoy determinado, pues mi patria me destierra, dejarla. ADMIRACIÓN: No es estimado ningún valiente en su tierra. Pero, pues al mundo bajas, ¿qué oficio piensas tener? Porque si en él no trabajas, mal ganarás de comer. ATREVIMIENTO: No son mis prendas tan bajas que, para adquirir sustento, me obligue a degenerar de mi altivo nacimiento. ¿Quién me puede a mí estorbar, si soy el Atrevimiento, cuanto produce la tierra, cuanto el mar inmenso cría y el viento en su esfera encierra? Yo he de poner algún día sobre una tierra otra tierra, y, aunque les pese a las nubes, he de cobrar el asiento que perdieron los querubes. ADMIRACIÓN: Pues, hermano Atrevimiento, caerás si tan alto subes. Mas ya que al mundo has venido, ¿qué es lo que en él se te ofrece, o qué ocasión te ha traído? ATREVIMIENTO: La Fortuna favorece al osado y atrevido. Nombró el Rey, nuestro señor, al hombre, por ser su hechura, virrey y gobernador de este mundo, que procura hacerle su coadjutor. Puso casa en su grandeza augusta; pues, porque goce de estos orbes la belleza, le sirve y le reconoce la misma naturaleza. Tanto imperio, en fin, le ha dado, que hoy entra, según oí, bizarro y acompañado debajo un palio turquí de diez altos de brocado, sembrado todo de estrellas, con tan gallarda persona que, aventajándose a ellas, con su vista perficiona las criaturas más bellas. Yo, que altas cosas codicio, pretendo agora asentar en su casa y su servicio y en ella solicitar la mejor plaza y oficio. Tengo a su lado un pariente que a cuanto quiere le obliga, y una dama diligente muy su valida y amiga. ADMIRACIÓN: Ansí harás buen pretendiente. ¿Y es el pariente? ATREVIMIENTO: El deseo. ADMIRACIÓN: ¿Y su dama? ATREVIMIENTO: La irascible. ADMIRACIÓN: Mucho puede con él. ATREVIMIENTO: Creo que, a pedir un imposible, le alcanzara. ADMIRACIÓN: Yo bien veo que a los dos les está a cuento que entréis en palacio vos; pues si es el deseo violento, e irascible, harán los dos príncipe al Atrevimiento. Mas ya han venido, y está bien que seáis su privado, porque si crédito os da, de suerte sois alentado, que todo lo intentará. ATREVIMIENTO: Por mí tiene de alcanzar cosas imposibles. ADMIRACIÓN: ¡Fiesta brava! ATREVIMIENTO: Ya debe de entrar tiunfando el Hombre. ADMIRACIÓN: Desde esta parte lo puedes gozar.
Descúbrese un mundo, que encierra en su centro al HOMBRE, asentado en un trono, con corona y cetro, cuya parte superior, en forma de dosel, será azul, sembrado de estrellas, con el sol y la luna, y la inferior, pintada de llamas, de nubes, de aguas, árboles, peces, pájaros y brutos. A las cuatro partes, dos a un lado y dos a otro, estén ASIA, ÁFRICA, EUROPA y AMÉRICAdel modo que ordinariamente se pintan, como que tienen el mundo en forma de palio; toquen instrumentos y luego canten los MÚSICOS
MÚSICOS: "Sea bien venido por gobernador el virrey del orbe, el mundo menor, el retrato vivo de su mismo autor, padre de las gentes, juguete de Dios; su vicemonarca, su recreación, blanco de su gusto, centro de su amor. Sea bien venido por gobernador el virrey del orbe, el mundo menor." ASIA: Epílogo de todo lo crïado, cifra de cuanto Dios por su contento puso en aqueste globo concertado que toca su poder como instrumento; suma del mundo y como tal llamado microcosmos, en cuyo noble asiento, como abreviado asombro y maravilla el Rey nuestro señor pondrá su silla. Tú, en quien halla su ser toda criatura, la piedra cuerpo, vegetar la planta, sentir el animal y la hermosura del ángel entender con gracia tanta; tú, en fin, en cuya imagen y figura puso la Trinidad inmensa y santa su retrato en quien ser humano tengas, mil veces para bien del mundo vengas. Las cuatro partes de esta esfera baja, que es tu jurisdicción, vienen a darte la obediencia debida, y la ventaja, de cuantas cosas cría en cada parte. Toda criatura la cerviz abaja y tus manos y pies llega a besarte reconociendo por señor al hombre que, conforme a su esencia, le dio nombre. Y yo la primer parte de estas cuatro, la más ilustre por antonomasia, la princesa y señora a quien el Batro como oro pecha cinamomo y casia, los pies llego a besarte en el teatro de esta máquina hermosa. Yo soy Asia, y el campo damasceno en mí se encierra, de quien Dios al formarte tomó tierra. Madre he de ser de toda la nobleza de Seth, tu mayorazgo, aunque tercero, suceda su progenie en mi riqueza y Europa en la corona que primero honró mis sienes y por más grandeza de la tierra en que gozosa espero, que cuando asiento constituya a Roma me librará del pérfido Mahoma. ÁFRICA: África llega a dar, príncipe justo, la obediencia a tus plantas y el decoro que debe a tu poder y imperio augusto, fértil en ámbar, perlas, marfil y oro; no menosprecies el color adusto de mi morena cara que, aunque lloro el cautiverio de mi gente impía, la ley de Roma adoraré algún día. EUROPA: Europa, padre Adán, en quien el mundo ha de lograr en siglo venidero el trono universal sobre que fundo el mayorazgo que gozar espero, la ley del celestial Adán segundo para remedio del Adán primero defenderá, pues, porque triunfe el mismo, en mí ha de estar el solio del bautismo. AMÉRICA: Y yo por tantos siglos escondida a la noticia oculta de la gente, y después por España reducida a que la cruz de amor honre mi frente, mil parabienes doy a tu venida, mandándome mi fe que te presente, pues América soy, parias bizarras, la plata en cerros como el oro en barras. HOMBRE: Hermoso ornato en variedad distinta, de tanta esfera célebre en que puedo, pues el dedo de Dios la esmalta y pinta, decir que es la sortija de su dedo; el soberano Rey que hizo la cinta tachonada de estrellas donde el miedo jamás llegó, de donde el pesar huye, por vuestro vicediós me constituye. Mentras no quebrantare inobediente una ligera ley, solo un precepto que me intimó su imperio omnipotente, al orbe todo he de tener sujeto; el áspid venenoso, el león rugiente, el cocodrilo, me tendrán respeto; todo esto puede aquel que con Dios priva. UNO: ¡Viva nuestro Virrey! TODOS: El hombre viva.
Toca la MÚSICA. Sale la VANIDAD muy bizarra, y con ella el ENGAÑO y el DESEO; baja por una escala levadiza el HOMBRE, y cúbrese el trono
HOMBRE: A verme viene mi querida esposa. ATREVIMIENTO: Baje vuestra excelencia a recibilla. HOMBRE: ¡Oh, hueso de mis huesos, carne hermosa de mi carne, del mundo maravilla, compañera del hombre deliciosa, cuya materia ha sido mi costilla, en fe de que saliendo de mi lado sepas que me has costado mi costado; ¡dame esos brazos! VANIDAD: Caro dueño mío, después de nuestro desposorio honesto, acompañada fui de mi albedrío a ver la corte y casa que te ha puesto el que te encarga el pleno señorio de todo el globo esférico, compuesto de criaturas tan bellas y bizarras, joyas de amor que me ofreciste en arras. Vi a un escritorio el mundo reducido, labrado de ingeniosa taracea, donde el poder de Dios tiene esculpido todo cuanto esta máquina desea, con diversas labores guarnecido de estrellas de oro que en su adorno emplea y por chapas al sol y luna solos, si por aldabas los opuestos polos. Gavetas eran suyas las criaturas, en géneros y especies divididas, conservadas en ellas y seguras y a obedecer tu imperio reducidas. No tienen las gavetas cerraduras para nosotros, antes prevenidas al apetito dan conservas bellas para que escoja el gusto en todas ellas. Una gaveta sola hallé con llave y en sus molduras, caro esposo, escrito "ciencia del bien y el mal," precepto grave, cerrar la ciencia, Adán, que solicito. Parecióme el manjar bello y süave, porque esto de saber causa apetito; llegó el engaño, que mi amor procura, y con él arranqué la cerradura. Comí el fruto más tierno, más sabroso que ofreció a los sentidos la apariencia; repara en la gaveta, caro esposo, pruébale y le hallarás por excelencia.
Saca una gaveta de manzanas muy curiosa
ATREVIMIENTO: Caso es, señor, pesado y riguroso que fruta que es del árbol de la ciencia del bien y el mal te sea a ti vedada; come la fruta que a tu esposa agrada. HOMBRE: Ciencias tengo yo infusas y prudencia si de ellas me aprovecho con cuidado; nombre di a cuantas cosas la potencia del Rey nuestro señor me ha encomendado. VANIDAD: Ésta es ciencia de Dios y justa ciencia, y pues su majestad nos la ha vedado, cuando los dos podemos serle iguales, dioses debe envidiarnos inmortales. Come, esposo y señor, o no me digas que amor me tienes. HOMBRE: En mi mal repara; mira, querida esposa, que me obligas a indignar nuestro Rey. VANIDAD: Justicia y vara tienes; rey eres solo como sigas mi gusto. HOMBRE: ¿Ves cuán presto sales cara, mujer formada de costilla aposta, que en ser de mi costado, fue a mi costa? ATREVIMIENTO: ¿Qué temes? ¿No eres hecho a semejanza de Dios cuanto a la parte intelectiva? Tu alma la unidad de Dios alcanza por ser similitud de su ser viva; la Trinidad también para alabanza de lo que tu valor con ella priva te retrató su copia peregrina una en esencia y en potencias trina. También produce, Adán, tu entendimiento el verbo que el objeto representa teniendo de ti el ser y nacimiento, si bien es accidente cuanto intenta, y de estos dos como de fundamento produce amor la voluntad exenta, pues por la voluntad amar pretendes lo que en la mente viva comprehendes. Pues si tu entendimiento al Padre imita y el concepto a su Hijo es parecido, si el Espíritu Santo te acredita como su amor el tuyo producido, come de aquesta fruta, que infinita hará tu dignidad. VANIDAD: Dueño, marido, señor, mi bien, mi gusto, come agora.
Llora
HOMBRE: ¿A qué no obligará mujer que llora? Si he de ser como Dios y ésta es la ciencia del bien y el mal, comer quiero. ¿Qué dudo? Atrevimiento, muestra. ATREVIMIENTO: Tu excelencia coma y a Dios se iguale, pues que pudo.
Come
HOMBRE: Ésa fue la primera inobediencia del ángel necio. Pero estoy desnudo. ¿Cómo, cielos, es esto? ADMIRACIÓN: Tu malicia te desnudó la original justicia. HOMBRE: Vergüenza tengo, abriéronse mis ojos, ciencia del bien perdí y al mal presente me condena el manjar, viles despojos; será la muerte herencia de mi gente, la tierra me dará espinas y abrojos, fruto debido al hombre inobediente; Ícaro soy, deshizo el sol mis alas. ATREVIMIENTO: Ea, que ya eres Dios, con él te igualas. HOMBRE: El temor de mis culpas se comienza a dilatar por mí. ¡Tristes congojas! ¡Que una mujer con tanto imperio venza a un hombre sabio! VANIDAD: ¿Contra quién te enojas? HOMBRE: De mi insulto ha nacido la vergüenza de verme ansí. VANIDAD: Pues vamos, que en las hojas de aquella higuera nuestras galas fundo. ............................... [ -undo].
Vanse. Quédanse el ATREVIMIENTO, el ENGAÑO y el DESEO
ATREVIMIENTO: Ea, Deseo, ya tienes satisfecha tu esperanza; tú eres sólo la privanza del hombre que a servir vienes; en tu mano está el empleo de todo cuanto heredó; perdióse porque cumplió en ti su loco deseo. Tú, sin límite ni tasa, gozas su ciego favor; su mayordomo mayor eres, pongámosle casa, pues que la que Dios le puso desbaratan sus pecados. DESEO: Despedido ha los crïados antiguos. ENGAÑO: No son al uso, que la prudencia y justicia, la cordura y el consejo visten y andan a lo viejo; casas hay a la malicia y crïados ha de haber a la malicia. DESEO: El Engaño, que tiene donaire extraño, truhán suyo puede ser. ATREVIMIENTO: ¡Oh! Mal sabéis lo que puede en el palacio un truhán. Ya los cargos no se dan sino a quien se los concede un bufón que tira gajes de cuantos él aconseja, porque es corredor de oreja y habla en diversos lenguajes en vituperio y favor, y por él premian los reyes, castigan y ponen leyes. DESEO: El Engaño embustidor hará ese oficio muy bien. ATREVIMIENTO: Casadle con la Lisonja. DESEO: Ésa dicen que ya es monja. ENGAÑO: ¿No era buhonera? ATREVIMIENTO: También. ENGAÑO: ¡Monja! ATREVIMIENTO: Monja se ha metido y trata en ser conservera después que no sale fuera. Luego ¿nunca habéis comido lisonjas de miel y azúcar, que, aunque tal vez empalagan, entre bizcochos halagan desde el estudiante al Fúcar? DESEO: Maestresala puede ser la soberbia Presunción, hermano de la Ambición del servir y el pretender; paje de copa el Contento. ENGAÑO: Flojo oficio le habéis dado, porque gasta el vino aguado. ATREVIMIENTO: Pues eso es lo que yo intento. DESEO: Darále la Liviandad de vestir. ENGAÑO: ¡Qué de invenciones en valonas y en valones sacará su vanidad! ¡Qué de mangas por gregüescos, qué de gregüescos verán por mangas en el galán ya ingleses y ya tudescos! ¡Qué de golas y alzacuellos diferentes del jubón! ¡Qué de ninfos que a Absalón compran postizos cabellos para solapar desnudos cascos de pelo y juicio! ¡Qué de calvos, que por vicio con lazadas y con nudos por remediar sus flaquezas nos han de dar que reír! ATREVIMIENTO: Mal se podrán encubrir remiendos en las cabezas. Pero, dejándonos de eso, ¿no advertís cuán triste está el príncipe? ENGAÑO: Sentirá, como es justo, tanto exceso. ATREVIMIENTO: Pues échese la Memoria de casa y entre el Olvido; y porque esté entretenido llévele la Vanagloria a su jardín, donde juegue y se divierta. DESEO: Sea ansí; mas él mismo viene aquí; convidadle cuando llegue a algún juego. ENGAÑO: Ansí se hará; pero ¿qué juego ha de ser, si no tiene que perder quien la gracia perdió ya?
Salen el HOMBRE, la VANIDAD, la CODICIA y la ENVIDIA
VANIDAD: ¿Qué nueva melancolía te aflige estando aquí yo? ¿No eres tú el rey a quien dio su imperio esta monarquía? ¿No te estima y reverencia? Pues ¿de qué tienes cuidado? HOMBRE: Hízome mal un bocado. ENGAÑO: Ésa es linda impertinencia. Deja la memoria loca, que son tristezas sin frutos; anden, príncipe, los brutos con el bocado en la boca; juega, canta, triunfa, olvida necedades. HOMBRE: ¡Ay de mí! ENGAÑO: ¿Yo no soy tu truhán? VANIDAD: Sí. ENGAÑO: Pues goza la buena vida. HOMBRE: ¿Quién, Engaño, te ha vestido tantos colores? ENGAÑO: Hogaño se metió sastre el Engaño, yo me cosí este vestido, los retazos del pendón tantos jirones me dan. ATREVIMIENTO: El Engaño y el truhán, por otro nombre bufón, si de diversas colores no se adornan, ¿de qué suerte llegaran a entretenerte ni agradar a los señores? ENGAÑO: Bella dama te acompaña. HOMBRE: ¿No es del cielo su beldad? DESEO: Hermosa es la Vanidad. ENGAÑO: Será natural de España. ENVIDIA: ¿Qué la primera mujer fue la Vanidad? HOMBRE: ¿Pues no? Por vanidad pequé yo, y este nombre ha de tener. ENGAÑO: ¡Oh, lleve el diablo el pecado! No te acuerdes de eso agora; entretenedle, señora. VANIDAD: Por el jardín le he llevado de la Murmuración. ENGAÑO: Bueno; ¿haste divertido en él? HOMBRE: Gusto me dio su vergel, que es variable y ameno; de todo trata, no deja flor que no tenga. DESEO: Ni errara si a la araña no hospedara y desterrara a la abeja. VANIDAD: Riega la Murmuración sus cuadros con una fuente de sangre fresca y reciente. ATREVIMIENTO: Siempre fue su inclinación; sangre será de las venas del Señor que la derrama. VANIDAD: Es verdad, porque se llama fuente de famas ajenas. HOMBRE: Sí, mas todo cansa al fin. ENGAÑO: Juguemos un poco, pues, divertiráste después otro rato en el jardín de la Hipocresía. HOMBRE: ¿A qué? ENGAÑO: Al ajedrez. HOMBRE: Da tristeza. ENGAÑO: ¿Por qué? HOMBRE: Comíle una pieza a Dios, que mi muerte fue; era rey, ya soy peón. ENVIDIA: Así el pecador se llama, mas no guardaste la dama. Soplótela la ambición; no me espanto. ATREVIMIENTO: A la pelota jugarás. HOMBRE: Atrevimiento pelota soy yo de viento derribada agora y rota. Quísele ganar la chaza a Dios; cual Luzbel subí, pero volvióme y caí donde el temor me amenaza. Ya mi dignidad pasada lo mismo que nada es, que soy Adán, y al revés lo mismo es Adán que nada. ENGAÑO: Ea, pon aquí una mesa, saquen naipes y al parar juguemos. HOMBRE: Gané al pintar y perdíme por la presa. Al pintar Dios lo crïado con su divino pincel gané cuanto puse en él con la gracia y principado; hice presa cuando vi el árbol en que pequé, y lo que al pintar gané por la presa lo perdí. ENGAÑO: Son suertes esas distintas. CODICIA: Y vos gran tahur, Engaño. ENGAÑO: El tabardillo de hogaño con todos juega a las pintas. ENVIDIA: Vaya al chilindrón. HOMBRE: Son vanos los lances del chilindrón; jugó mi necia ambición y cogióme Dios las manos; diómela la suya franca, y quebrantando su ley, creí que me entrara un rey y quedéme en carta blanca. ENVIDIA: En blanco diréis mejor, que es de lo que yo me alegro. HOMBRE: En blanco no, porque en negro queda siempre el pecador.
Ponen una mesa, asientos y naipes
ATREVIMIENTO: Ea, juguemos primera. HOMBRE: No lo será para mí; pues que la gracia perdí primera. ENGAÑO: ¡Pesares fuera; vengan naipes! HOMBRE: La baraja que tanto el Hombre procura, parece a la sepultura, porque allí no hace ventaja el Monarca a sus vasallos, pues iguala de una suerte la baraja de la muerte los reyes y los caballos. ATREVIMIENTO: Haced que traigan los tantos. HOMBRE: Los hipócritas lo sean, para que cuando los vean los que los juzgan por santos, en acabándose el juego de la vida al pecador los echen por sin valor en la basura del fuego.
Siéntanse a jugar el HOMBRE, la VANIDAD, la CODICIA y la ENVIDIA
ENGAÑO: Éstos son los naipes. VANIDAD: Vengan CODICIA: Dos papeles traen pegados. HOMBRE: Son como amigos doblados. ENVIDIA: ¿Quién duda que arena tengan porque presto se despeguen? HOMBRE: Como los gustos serán del mundo, que los traerán rotos primero que lleguen. CODICIA: ¿Qué habemos de hacer de resto? VANIDAD: Las honras y dignidades. HOMBRE: Vanidad de vanidades. VANIDAD: Ya yo mi caudal he puesto. CODICIA: Por la mano llego a alzar. HOMBRE: No vale mano, es en vano. CODICIA: ¿Por qué? HOMBRE: Porque por la mano perdió el reino Baltasar. ENGAÑO: Echó por copas, fue un necio.
Alzan
ENVIDIA: Un tres de bastos. HOMBRE: A Amán con él donde le ahorcarán. DESEO: ¡Qué privanza! ATREVIMIENTO: ¡Y qué desprecio! CODICIA: Alcé un caballo de espadas. HOMBRE: Si es símbolo de la hidra, sobre ese caballo mira a Saulo ciego, humilladas sus bravatas y fiereza. DESEO: ¿El caballo perderá la espada? No, antes dará por la espada la cabeza. HOMBRE: Alzo un siete. ATREVIMIENTO: A Madalena se le dad. VANIDAD: Siete pecados tienen de darla cuidados. HOMBRE: Algún dia será buena.
Juegan a la primera
ENVIDIA: No tengo puntos, yo paso. HOMBRE: Mientras que la muerte envida pasad todos, que esta vida se acaba al fin paso a paso. ENVIDIA: Envido un tanto. ¿En qué duda? CODICIA: Quiero un tanto y luego el resto. VANIDAD: ¿Quién ha querido todo esto? ENVIDIA: ¿Quién? la codicia de Judas. HOMBRE: ¿Qué es el resto? CODICIA: Mi conciencia. VANIDAD: Conciencia de despensero, mala cosa, no la quiero. ENVIDIA: Yo sí; eche cartas. CODICIA: Paciencia; a flux voy. ENVIDIA: Y yo a primera; hasta ahora no he perdido. CODICIA: Pues mire. ENVIDIA: Dadme el partido; ¿qué manjar es el que espera? CODICIA: Oros. ENVIDIA: ¿Oros? no hago cuenta de partido; mire. CODICIA: Miro; no hice nada; tire. ENVIDIA: Tiro. HOMBRE: ¿Cuántas hizo de oros? CODICIA: Treinta. HOMBRE: Ese número ha de ser tu muerte. CODICIA: Perdí el dinero y conciencia. ENGAÑO: Un despensero, ¿para qué la ha menester? CODICIA: ¡No tuviera yo el ungüento que en Cristo vertió María Madalena! HOMBRE: ¿Qué valdría? CODICIA: Trecientos reales que en viento los volvió su perdición. ¿No fuera mejor vendello para remediar con ello los pobres? HOMBRE: Sana intención; mas cuando todos los cobres, tu piedad ¿qué es lo que intenta? CODICIA: Remediar pobres. ATREVIMIENTO: ¿Qué cuenta tiene Judas con los pobres? ENVIDIA: ¿Queda más que jugar? CODICIA: Tengo un Agnus Dei esmaltado de oro y plata.
Saca un Agnus de oro
HOMBRE: Será hurtado. CODICIA: No sé; a vendérosle vengo. DESEO: Buena es la iluminación. HOMBRE: Rayos arroja que, ardientes, alumbran todas las gentes. DESEO: ¡Admirable encarnación! VANIDAD: De ver su hechura me espanto. HOMBRE: Encarnóle una doncella rigiendo el pincel en ella el mismo Espíritu Santo. CODICIA: ¿Quién le compra? DESEO: El judaísmo. ENVIDIA: ¿Cuánto pedís? CODICIA: Treinta reales no más, y han de ser cabales. HOMBRE: ¿Por qué? CODICIA: Porque aqueso mismo pensé yo hurtar del ungüento de Madalena. ENVIDIA: Tomad los dineros y jugad. HOMBRE: ¿Qué no hará el que es avariento? CODICIA: Perdonad, confusas dudas; tomadle, pues le compráis.
Bésale y dale
ATREVIMIENTO: Pues ¿vendéisle y le besáis? HOMBRE: Fïad en besos de Judas. DESEO: ¡Bella joya! HOMBRE: Puede dar su presencia vida y luz. ENVIDIA: ¿Véisle? pues en una cruz le pienso hacer engastar, aunque le tenéis por santo. HOMBRE: Con su luz eclipsará la del sol, si en ella está. VANIDAD: Sois la Envidia, no me espanto. CODICIA: ¿No jugamos? ENVIDIA: No con vos. CODICIA: ¿Por qué, si me habéis ganado? HOMBRE: Ese dinero es hurtado. CODICIA: Volvedme el Agnus de Dios, o vuelva el juego. ENVIDIA: Ni gusto, ni ya dárosle podré, porque ofendiste su fe. CODICIA: Vendí la sangre del Justo, tomad allá el vil dinero, que no faltará un cordel.
Arroja el dinero y vase la CODICIA
ENVIDIA: ¿El dinero? Dad con él en el campo de un ollero, que si son vasos quebrados los hombres que a restaurar viene Dios, bueno es comprar vasos de tierra formados con el dinero que es precio en que a Dios Judas vendió. HOMBRE: Ya el desdichado se ahorcó. ENGAÑO: Él murió como un gran necio.
Sale el TEMOR
TEMOR: Huye, señor, huye luego. HOMBRE: Pues ¿quién viene? TEMOR: La justicia de Dios, que tiene noticia de aquesta casa de juego, y tomarte residencia quiere. HOMBRE: ¡Ay, cielos! ¿Dónde iré? ¿Adónde me esconderé?
Vase el HOMBRE
TEMOR: Como es de Dios su presencia y tú quebraste el mandato que te puso, no sé adónde huyas. ENVIDIA: El hombre se esconde y huye por no dar barato. ATREVIMIENTO: Vamos tras él. DESEO: Es avaro. ATREVIMIENTO: Barato nos ha de dar o el alma le ha de costar. ENVIDIA: Dirá, lo barato es caro.
Vanse todos. Vuelve a salir por otra puerta el HOMBRE asombrado
HOMBRE: No hay lugar donde me esconda, que, con ser mudo el pecado, después que se ha cometido voces a Dios está dando. ¡Riscos, caed sobre mí! ¿Adónde iré, si arrastrando llevo la soga infelice que mis insultos me ataron? No hay hierba que no recele que es el juez que está tomando a mis culpas residencia donde han de acusarme tantos; parece que en lo interior del alma me están llamando a voces que, con ser loco, juicio severo aguardo.
Pregúntase y respóndese a si mismo re- presentando al juez y al reo
"¡Ah, del calabozo obscuro de la culpa y del pecado!" "¿Quién llama?" "Salga a la udiencia el hombre necio." "Ya salgo. Grillos de hierro en mis yerros y esposas de vicios saco, que el mundo que es cazador trata en prisiones y lazos. En la sala de la audiencia, sobre el trono soberano del rigor y del poder, me espera el juez asentado. El potro del pensamiento vueltas al alma está dando, donde sirven de cordeles mis pretéritos pecados. Dios es el juez riguroso que a voces me está citando." "¿Por qué viene este hombre preso?" "Por ladrón." "¿Qué es lo que ha hurtado?" "La jurisdicción al rey, contra quien ha conspirado fiando de él el gobierno de este mundo." "¡Oh, mal vasallo! Digno es de echarle a galeras, y así como tal, fallamos que le azoten y que vaya por eternidades de años a la galera infelice donde reman los forzados en vez de salobres golfos piélagos de ardiente espanto." "Ya me sacan a azotar, y pues que soy comparado al jumento, iré en mí mismo desnudo y avergonzado sin las ropas de inocencia que perdí. Ya voy pasando las calles de los insultos que mis locuras poblaron; el rigor y la vergüenza pregones en voz van dando, oid, "Ésta es la justicia que manda hacer el Rey sacro. Nuestro Señor, de este hombre por ladrón desatinado que quiso ser como Dios, mándale que sea azotado sin cesar por la memoria del bien que perdió su engaño, que coma pan de sudor, que viva siempre en trabajos." "¡Ay, qué azotes tan crueles! Paso, memoria cruel, paso." "No hay paso; matalde y diga el pregón en gritos altos, ansí castiga Dios a un desdichado, del cielo por soberbio desterrado. Grave es la culpa, denle pena grave. ¡Ay cielos! Quien tal hace que tal pague.
Dicen de dentro
ATREVIMIENTO: Por aquí va el pecador, atajémosle los pasos. HOMBRE: La justicia es ésta. ¿Adónde tendrá mi desdicha amparo? Despeñaréme.
Quiere despeñarse y detiénele CRISTO, que saldrá vestido de la misma suerte que el HOMBRE
CRISTO: Detente. HOMBRE: ¡Ay, cielo! ¿No es mi retrato el que delante los ojos tengo? CRISTO: Sí. HOMBRE: Nuevo milagro. Hombre, ¿quién eres? CRISTO: Soy hombre. HOMBRE: Luego pecador. CRISTO: Traslado de la culpa si más limpia que esos cielos que he crïado, mi humana naturaleza es impecable y yo santo. HOMBRE: A mí mismo en ti me veo. ¿Quién eres, hombre? CRISTO: Tu hermano. HOMBRE: ¿Cuándo tuve hermano yo? CRISTO: Desde que tu ser humano me vestí por tu remedio. HOMBRE: ¿Tú mi hermano! CRISTO: Y mayorazgo de la posesión eterna. HOMBRE: De oírte y verte me espanto. ¡Oh, semejanza divina, que porque yo fui crïado a semejanza de Dios en mi venturoso estado, tú mi semejanza tomas por parecerme en trabajos si yo a Dios me parecí en el sosiego y descanso! ¡Grande amor! CRISTO: La semejanza le engendra; por ella te amo de suerte que a pagar vengo deudas que te ejecutaron. HOMBRE: Los hermanos parecidos Somos. CRISTO: Serémoslo tanto, que hemos de ser una cosa. HOMBRE: Pues, piadosísimo hermano, la justicia en busca mía el mundo anda registrando, y ya que se acerca siento. CRISTO: Pues acógete al sagrado del hospital de la cruz, que yo, que a librarte bajo, pagaré por ti, pues tengo caudal. HOMBRE: Por verme de él falto y mis obras sin valor, señor, me escondo y no pago. CRISTO: En doblones de dos caras, que para esta deuda traigo en mis dos naturalezas, cobraré carta de pago y la fijaré en mi cruz. HOMBRE: ¡Qué fiador tan abonado! Mi Dios, la justicia viene. CRISTO: Pues vete y dame los brazos.
Éntrase el HOMBRE y salen el ATREVIMIENTO, el ENGAÑO y otros
ENGAÑO: Que se levantó del juego y por no darnos barato se fué. ATREVIMIENTO: ¿De qué te ha de dar? ENGAÑO: ¡De qué! ¿No nos ha ganado los pasatiempos, deleites, dignidades, honras, cargos y riquezas de este mundo? ATREVIMIENTO: Pues de eso ¿qué le ha quedado sino sola una mortaja que, como quien ha jugado y perdido, se congoja con la baraja en las manos? Mas ¿no es éste el hombre? ENGAÑO: Él es. ATREVIMIENTO: Lleguemos. ENGAÑO: Señor hidalgo, ¿es él el pródigo, el noble, el magnífico y el franco? Pues ¿a su bufón siquiera no le alcanzará el barato de alguna joya? CRISTO: ¿Quién sois? ATREVIMIENTO: ¿Quién? ENGAÑO: ¡Linda pregunta, al cabo de todos nuestros servicios! ATREVIMIENTO: ¡Gentil medra interesamos! ENGAÑO: ¿Al Engaño desconoce? CRISTO: Yo no conozco al Engaño. ATREVIMIENTO: Bueno; el hombre se nos niega. ENGAÑO: Mal modo de tripularnos. ATREVIMIENTO: ¿Vos sois hombre de bien? CRISTO: Sí. ATREVIMIENTO: Pues, ladrón disimulado que a Dios le hurtastes el ser, dadnos barato. CRISTO: No he hurtado el ser yo a Dios. Su igual soy. ENGAÑO: Este viento le ha quedado en la cabeza. ATREVIMIENTO: Es un loco. ENGAÑO: Dad barato, o en un palo, ladrón, entre dos ladrones os pondremos. CRISTO: Eso aguardo, si bien baratos prometo. ATREVIMIENTO: ¿A quién? CRISTO: Al mundo, a quien amo, de suerte que le he de dar a mí mismo. ENGAÑO: Bien medrado quedará el mundo con vos. CRISTO: No conoce lo que valgo; pero él me conocerá después de resucitado.
Sale la MADALENA
MADALENA: Dadme barato, Señor. CRISTO: ¿Quién sois? MADALENA: Quien siete pecados encerró dentro del pecho. CRISTO: Pues, Madalena, yo os hago libre de ellos, yo os perdono.
Vase MADALENA
ENGAÑO: Eso es mejor. ¿Quién te ha dado autoridad, que perdonas casos a Dios reservados?
Sale el Buen LADRÓN
LADRÓN: Un ladrón barato os pide. CRISTO: A feliz tiempo has llegado. Yo te doy mi paraíso, a Juan mi pecho le he dado, a Pedro mi amada iglesia, mi doctrina doy a Pablo y el espíritu a mi Padre cuando le ponga en sus manos.
Sale la JUSTICIA con una cruz en lugar de vara; salen con ella el DESEO y la ENVIDIA
ENVIDIA: Aquí está el Hombre, Justicia, que, siendo primero hidalgo, perdiendo la ejecutoria de la gracia, es ya villano. DESEO: Pues si es villano, bien puede ir preso por deudas. JUSTICIA: Alto; llévele luego la Envidia. ENVIDIA: Hijo de Dios se ha llamado, líbrese agora a sí mismo. JUSTICIA: Yo haré ponerle en un palo donde pague puntualmente. CRISTO: Pues me tienen por mi hermano, sus culpas satisfaré. Padre, este cáliz amargo bebo por él, porque él beba la sangre de mi costado. ENVIDIA: Ponedle a cuestas la vara de vuestra justicia. CRISTO: El cargo me derriba de su peso.
Pónele al hombro la vara, y cae con ella
JUSTICIA: Es de yerros, no me espanto. ENVIDIA: Venga y muera el hombre, o pague. CRISTO: Muera yo y viva mi hermano, pues esta es la justicia que ha mandado hacer por él en mí mi mismo agravio, que, pues siendo yo Dios quise fïarle, justo es que quien tal hizo que tal pague.
Llévanle con la cruz a cuestas y sale el HOMBRE
HOMBRE: A mi hermano llevan preso porque ha sido reputado por pecador, y yo estoy suelto y libre. ¡Oh amor raro! ¡Oh similitud preciosa! ¡Oh generoso retrato del Padre Eterno, en quien siempre se está fecundo mirando! Mil alabanzas te doy, pues del hombre enamorado hombre te quisiste hacer, porque el hombre no sea esclavo. ATREVIMIENTO: ¿No es éste el preso? ENVIDIA: El mismo es. ATREVIMIENTO: Si es él, ¿cómo se ha librado de la divina justicia? Vuelva preso. HOMBRE: Eterno hermano, que me llevan a la cárcel.
Suena música. Aparécese un cáliz muy grande y de en medio de él una cruz, y en ella CRISTO, y al pie de ella fijado un pergamino escrito; salen cinco listones carmesíes como caños de sangre de los pies, manos y pecho de CRISTO, que dan en el cáliz grande y de él en otro pequeño que esté en un altar con una hostia
CRISTO: Dejad a mi hermano caro, pues que tan caro me cuesta que por él la vida he dado. Llega, hermano parecido, y si del fruto vedado comiste por ser cual Dios, éste es de la vida el árbol, como Dios serás si comes; dándote antes agua manos la fuente de tu dolor, más de lo que debes pago por ti, mas porque también el fruto de mis trabajos te aproveche, haz de la tuya lo que por mi ley te mando. Tus obras han de salvarte valor de mi cruz medrando; fe con obras, hombre, pido. HOMBRE: Fe con obras, Señor, mando. CRISTO: Llega, pues, come mi cuerpo, que es el fruto sacrosanto de este árbol de vida; bebe la sangre que te derramo, que para que de este modo más los dos nos parezcamos, yo en ti, tú en mí viviremos. HOMBRE: ¡Oh, amor de asombroso espanto! Clavada miro en la cruz la obligación del pecado; ¿cómo comerá seguro quien debe si no ha pagado? Tiemblo de tan duro empeño. CRISTO: Ya fenecieron tus daños; borrada está, si lo adviertes, yo soy la carta de pago, mis letras están heridas, cinco mil renglones traigo. HOMBRE: Cantad, músicos eternos, el amor nunca imitado de Dios al hombre, pues son los parecidos hermanos.
Cantan
"Por la imagen del hombre Dios y hombre paga. ¡Venturosa mil veces tal semejanza! El hombre terreno comió la manzana, perdió la inocencia, costóle la gracia. El hombre celeste en él se retrata, pagóle sus deudas, llevóle a su casa. Por la imagen del hombre Dios y hombre paga. ¡Venturosa mil veces tal semejanza!"
Encúbrese todo con mucha música

FIN DEL AUTO


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 22 Jun 2002