EL COLMENERO DIVINO

Tirso de Molina

Texto basado en la edición príncipe de EL COLMENERO DIVINO, en el DELEITAR APROVECHANDO de 1635. Fíjese, por favor, que esta obra viene acompañada de las piezas cortas suyas, pero todas se encuentran en este archivo. El texto fue editado por Vern G. Williamsen en 1996.


Auto Sacramental
(Representóle Pinedo, año de 1621)
Personas que hablan en él:
Salen tres SERRANAS y cinco PASTORES y cantan lo siguiente
Contaros quiero las bodas de Cristóbal Salvador con Olalla de la Igreja, hija de Pedro, pastor. Lleva el novio en casamiento sus naturalezas dos, y en un paramento branco una cruz con la pasión. Lleva en pratos de accidente, un cordero, que asó amor, y sobre él, para cobrille, un frutero de primor; un majuelo, en que la dota la tierra de promisión, vino de treinta y tres años, y una eterna y fértil troj. La novia también le lleva un humilde corazón, y en las niñas de sus ojos dos huentes de colación; lleva pensamientos castos, y en moneda de dolor mil escudos de firmeza, de oro sí, que cobre no. Polidos van novia y novia a las puertas del perdón, do la rosca los espera, cuando el sacristán canto: "Come la rosca, novia bella, come la rosca y danos de ella; come la rosca, novia hermosa, porque te dure el pan de la boda; que aunque te la comas toda, toda se te queda entera. Como la rosca novia bella, come la rosca y danos de ella." Aunque le repartió el cura, como de antes se quedó, y en comiéndola la gente, bailaron esta canción: "Coman y gusten y estimen las almas este pan, mazapán de amor, que pues salva, es de Salvador con ser todo pan de fror." Holgáronse los serranos, y echólos la bendición, desde las gradas, el cura, contando de dos en dos: "Pues a Olalla vella a Cristóbal dan, coman y gocen del pan de la boda cuanto en la villa están, pues en un bocado para todos hay, y comido en gracia, vida eterna da. Al convite inmenso de Asuero real, Mardoqueo se siente, mas no llegue Amán. Para todos es, pus la puerta está convidando a todos a la caridad. Pues a Olalla bella a Cristóbal dan, coman y gocen el pan de la boda cuantos en la villa están."
[Sale un gallardo MANCEBO quien dice la] LOA
MANCEBO: Estábase recreando, antes del tiempo y los siglos, incomunicable Dios, sin lugar, sólo en sí mismo. Contemplábase ab eterno, cuyo pensamiento vivo, substancia en él, si accidente en lo humano intelectivo, fecundo siempre engendraba, siendo origen y principio de aquella especia, que expresa es su imagen, por ser su hijo. Enamorado de verse en su retrato Narciso, y al concipiente el concepto correspondiendo recíproco, producían un amor, como los dos, infinito, inagotable, perenne, que saliendo del abismo de la eterna voluntad, fuente siempre, siempre río, siempre se está produciendo, y siempre se queda el mismo. Así aquel acto absoluto, puro, esencial, indiviso, sólo se comunicaba al trisagio relativo de sí mismo comprehensión, deleitándose consigo, todo amor, deleite todo, todo gloria, todo alivio, hasta que llegó el decreto, que determinó ab inicio la voluntaria creación de este admirable prodigio. Entonces con un fiat solo produciendo lo finito, cielos, elementos, plantas, aves, brutos, mares, ríos, ángeles y hombres, cesó el sábado, que bendijo por día de su descanso, de su amoroso ejercicio. Vio las obras de sus dedos, comenzadas en domingo, y en el viernes consumadas; y en fe que se satisfizo de su fábrica curiosa, firmar de su mano quiso el Deus me fecit, en muestra de que era Dios quien las hizo. Viendo su sabiduría el ingenioso artificio de esta máquina universa, tanto a deleitarse vino con ella, que en fe de ser baraja, cuyos distinos manjares forman sus cartas, según el Rey Sabio, dijo, juega delante de Dios todo el tiempo sucesivo de su duración mudable, porque el estar con los hijos de los hombres le entretiene. ¡Oh, amor de Dios excesivo, cómo sabéis obligarnos a seros agradecidos! Comenzó el fuego aquel ángel, que en su primero principio fue viador, y en otro instante ocasionó su castigo. La carta de más valor, sin dar naipes, robar quiso, y mejorando de asiento, quitar de él a quien le hizo. Entráronle puntos tales, que soberbio y presumido imaginó dar un todo. ¡Qué bárbaro desatino! Entrar pretendió por rey triunfando; pero entendido que jugaba tretas falsas, Miguel, del cielo caudillo, la espada le atravesó, ganóle la baza y dijo: "¿Quién como Dios, rey de reyes? ¿Y tú, traidor, su ministro? Dióle un todo la humildad y al primer lance perdido, con cuantos a él se atuvieron bajó eterno a los abismos. Bien quisieran desquitarse, mas su natural maligno es incapaz de ganancia; y así intentan atrevidos, que el hombre pierda también, porque en el asiento rico, que su soberbia perdió, no suceda engrandecido. Para esto con tretas falsas, tahur aleve y fingido, a todos convida al juego, y envida restos de vicios. Hizo Dios que Adán fuese hombre, y vióle tan prevenido el tahur de buenas cartas que no quedó en el circuito de la baraja, figura que debajo su dominio no le ofreciese la polla, la original gracia digo. Sólo un manjar le faltaba que por decreto y edicto de Dios, dueño del tablero, quedó Dios exento en el paraíso. "Por ése he de derribarle, --el tahur rebelde dijo--, ganaréle si acometo por el más flaco portillo." Vio a la mujer, convidóla a jugar, cuando el marido estaba ausente, y perdió; pero no me maravillo, que mujeres que se emplean en juegos siempre nocivos a su sexo, de ordinario pierden gracia y ganan vicios. Prometiéronse ayudar uno a otro; y cuando vino Adán, a su persuasión jugó del palo prohibido. Perdióse la polla; y él de suerte quedó fallido, que no paró el desgraciado hasta perder los vestidos. Picado y desnudo Adán, los ojos abrió al sentido, el bien y el mal conociendo; éste presente, aquél ido. Sintió a la justicia en casa, y, acusándole el delito, buscó en la culpa sagrado y escondióle el árbol mismo en que pecó. En la opinión que afirman fueron los higos el manjar que le vedaron, causa de tanto castigo. Averiguó el juez la causa, y, verificando indicios, con la baraja en las manos le cogió. ¿Qué más testigos? Respondieron a los cargos uno y otro, mas tan tibios que cuando el juez no los viera, bastara sólo el oírlos. Sentenciólos a destierro perpetuo del paraíso, pena común en la corte contra los juegos prohibidos. Y no contento con esto, ropas de pieles les dio, con que cubiertos sacaron los primeros sambenitos. ¡Qué de daños causa el juego! Primero el hombre servido, reverenciado de todos, general su señorío, ya rústico, ya pechero, al tosco azadón asido, comiendo pan de sudor, bebiendo llanto en suspiros. Ninguno desde aquel tiempo, osó ser hombre atrevido, que la gracia no perdiese, cuando menos, al principio. Verdad es que restauraban su pérdida los antiguos, cuando la circuncisión atravesaba el cuchillo; pero costábales sangre, penitencias, sacrificios, y, cuando mucho, ganaban la seguridad del limbo. Perdió Caín envidioso el alma, con el martirio del santo proto-inocente, perdióse el mundo en abismos de inundaciones mortales, reservando en el asilo del arca, nave primera, limitados individuos. Perdió Esaú el mayorazgo, perdióse en el mar Egipto, perdió, idólatra Israel el reino en sus doce tribus. Con tanta pérdida estaba triste el mundo y oprimido, ufano el tahur blasfemo, lejos el bien, no el peligro. Tuvo lástima el Amor de que a su hermano adoptivo tan mal el fuego tratase; volver por entrambos quiso; salió del padre, quedando en él, y quien in principio erat verbum, ya siendo hombre, a ser Verbum caro vino. Hecho hombre, Dios en efecto, creyó el común enemigo, como a los demás ganarle; tretas y engaños previno. Pero no salió con ellas, pues casi recién nacido, tres reyes juntos le entraron, a pesar del cuarto impío. Tantos hace para el juego Herodes vil, y deshizo tantos tantos en pedazos, que es su número infinito; mas no salió con ganancia, porque huyendo Dios a Egipto, él por grande se perdió y ellos ganaron por chicos. Ganó Simeón dichoso tanto, aunque en años prolijos, que dio a la iglesia en barato el nunc dimitis, que dijo. De pérdida vi que andaban María y José benditos, si puede perder a Dios quien siempre le trae consigo, mas desquitáronse presto, restaurando regocijos, cuando maestro le hallaron de viejos, puesto que niño. Desafióle a jugar al desierto el fementido tahur, tanteando piedras, y, aceptando el desafío, en tres envites de falso, que se atrevió a hacer, vencido y rematado se fue a su oscuro domicilio. Vendió un jugador tramposo, que se atrevió como amigo a entrar también en docena un agnus dei de oro fino todo esmaltado de blanco y encarnado, de artificio tan excelente, que en él puso el aurífice primo divina iluminación entre viriles de vidrio humanos, que transparentes, mostraban que era divino. Vendióle por treinta reales al usurero judío, --que fue cargo de conciencia-- y después, de arrepentido aunque mal, perdió de modo que a despedazarse vino para daño suyo eterno y bien de los peregrinos. Mateo, que tablajero barajaba humanos libros y, jugando siempre mal, de asiento estaba en el vicio a una voz de la justicia el juego puso en olvido, llegando a ser secretario de quien antes fue enemigo. Rematada Magdalena, vino a ganar apellido de pública pecadora; mas volviendo en su jüicio, supo que estaba en la mesa del leproso Simón, Cristo, donde alcanzó de barato perdón y amor excesivo; lo que perdió por los oros, que en él se pierden los ricos, supo ganar por la copa del ungüento, que a Dios vivo pronosticó injusta muerte, y en fe de tanto prodigio con la copa, fino bote, quedar retratada quiso. Pedro de puro confiado, entre bárbaros ministros, jugando se perjuró, que el jurar siempre fue amigo del juego, y perdió la polla, por otra polla, que vino a tentarle la paciencia; pero cantóle al oído el gallo y enmendó el juego a puro llanto y suspiro, ganando hasta la tiara del imperio pontificio. Así andaba el juego entonces, cuando el humano divino reponiendo por el hombre cuanto perdió su delito, en la mesa de la cruz compró con precio infinito las cartas de su ganancia; tripuló al pueblo rabino, y al gentílico, admitiendo con la copa del bautismo, y el basto bastó a ganar cuanto el hombre había perdido. Triunfó entonces de la muerte y el demonio, y luego dijo: "Yo me gano. Sirvan todos, que puesto que yo redimo sin otra ayuda, decreto que ayudándose a sí mismo el hombre, con buenas cartas coopere también conmigo. Vale infinito mi sangre; pero aunque no necesito de compañeros, intento que se ayuden mis amigos." En prueba de esta verdad dijo el célebre Agustino: "Quien sin ti te redimió omnipotente y benigno, no te salvará sin ti." Cirineo sea testigo que ayudándolo a la cruz fue de este misterio tipo. Perdido Dimas estaba, pero en un momento vino, conociendo a Dios el juego, a ganarle el paraíso. Jugaba a su diestro lado, vio en las cartas que era Cristo su gracia, el envite o polla, llevósela de codillo. Tras el consumatum est quedó el juego conclüido, porque anocheciendo el sol de día asombró a Dionisio. Barato dio su ganancia, a su Padre dio su espíritu por madre a Juan a su Madre, perdón a sus enemigos, sacramentos a su iglesia, libertad a los del limbo, su cuerpo al sepulcro santo, tesoro a muertos y vivos. Y para que si viere el hombre otra vez perdido, tenga resto con que torne sobre sí, quedarse quiso sobre la tabla del juego sacrosanto e infinito de aquel incrüento altar, donde oculto y escondido nuestras pérdidas restaure. Allí es hombre aunque es divino, carta blanca en accidentes. Si fue figura lo antiguo, allí está lo figurado. Llega, hombre, al resto excesivo, triunfen virtudes y amor, descarta cartas de vicios. Aquí el bueno ganará, quedando el malo perdido, que aquí malillas no valen, antes aumentan peligros. Pues Dios por ti se hizo hombre, procura reconocido ganar con su sangre el juego. Quedarás dichoso y rico.
Canta la MÚSICA
"Que llamaba la tórtola madre al esposo dulcísimo suyo con el pico, las alas, las plumas y con arrullos, y con arrullos. Dulce esposo mío, que entre copos puros de nieve y de plata, con la fe te escucho; tu tórtola ausente, sin deleites tuyos, ni estima contentos, ni alivia disgustos. Ven, esposo caro, do de rayos puros, regalo del cielo remedio del mundo. Que llamaba la tórtola madre al esposo dulcísimo suyo con el pico, las alas, las plumas y con arrullos, y con arrullos. En los accidentes de es pan oscuro, que está sin sustancia gozarte procuro. No me desampares que, si amor es yugo, quiero, amado dueño, que nos ate un nudo. Muérome sin verte, vivo si te gusto, lloro si te pierdo, canto si te escucho. Que llamaba la tórtola madre al esposo dulcísimo suyo con el pico, las alas, las plumas y con arrullos, y con arrullos.

[FIN DE LA LOA]


EL COLMENERO DIVINO


Salen el PLACER, de villano, y el Verbo Eterno, de labrador COLMENERO
PLACER: Mil veces en hora buena a nueso valle bajéis, donde sois tan deseado, el polido montañés. Pardiobre, que me regüila, desque mis ojos vos ven, de pracer el corazón, por eso soy el Pracer. Más ha de cinco mil años, que no permite que esté el primer hombre en el mundo, Dios se lo perdone, amén. Otros tantos ha que os llaman para que los rescatéis, los hidalgos de la cárcel que tien cautivos Argel. El garrido labrador, mancilla os dará de ver que están hechas vuestras hazas salitre por no llover. Procesión hacen por agua hasta Joaquín desde Abel los de vuesa parentela mas ya regáis a Israel. Huentes tienen nuesos ojos que no dejan de correr pero son de agua salada y así no apagan la sed. El valle donde vivimos valle de lágrimas hué, pero con vuesa venida valle de contentos es. No quepo de regocijo; galán venís, a la hé, ¡qué justo que lo vestís de la cabeza a los pies! Tanto os metéis en pretina, que en el saco no cabéis, y se os rompe por el lado el vestido sayagués. Aunque es grosera la lana, de una oveja virgen fue, que Dios y ella la tejieron soldamente en Nazaret. El vestido de las fiestas bajo de esotro os ponéis, que diz que éste es de trabajo; sois labrador, hacéis bien. Mas pues traéis dos vestidos, yo, zagal, apostaré que os venís de vueso padre, quedándoos allá con él. Quillotrado estáis de amores. En el pergeños se os ve; que el fuego, amor y dinero, mal se pueden esconder. El amor comunicado suele ser menos crüel; decidme a mí a quién amáis, que el tercero quiero ser. Con ella me iré a vivir, que amándola vos, pardiez, que es fuerza si el Pracer soy, que no quepa de pracer. COLMENERO: ¡Ay, Contento! Como sabes el que traigo en padecer por la ausente ingrata mía, leal me sales a ver. De las sierras de mi padre me vengo al mundo a romper; pues no ha de haber parte en mí que no se rompa después. Al valle me traen amores de la manera que ves; y por gozarme con Lía, traigo oculta a mi Raquel. Sus colores me he vestido, aunque en ella sea buriel lo que en mí blanco sayal, que no hay mancha o mota en él. La villa de Montealegre, donde alcalde mi padre es, dejo, por bajar al valle para darla de comer. PLACER: Decidme, pues, ¿cómo quedan los de allá, Pascual, Manuel? ¿Hay salud? ¿Viven en paz? COLMENERO: ¡Oh, es otra Jerusalén! Visión de paz es mi patria que aunque hubo guerra una vez, sosegóse, echando al remo los revoltosos Miguel. Unos ángeles de Dios son todos; y en parecer, unos serafines de oro. Ni hay más que pedir, ni ver. PLACER: ¿Cómo queda vueso padre? COLMENERO: Triunfa, y vive como un rey. Tan entero, fuerte y sano que no pasa día por él. Tan mozo está como yo. PLACER: Tal es la vida que tién no ha menester a nenguno que enfraquece el menester. ¿Y el que tercia en vueso amor? COLMENERO: Ésa es persona de bien. Una cosa somos todos, que es mucho para ser tres. Cuantos le han visto le llaman una paloma sin hiel. Quiere mucho a los del valle. PLACER: ¿A fe que mos quiere bien? COLMENERO: Hácese lenguas de todos; díceme que os vendrá a ver para pascua. PLACER: ¿La de Flores? COLMENERO: No, la de Pentecostés. PLACER: ¿Y a qué os venís vos al valle? COLMENERO: Vengo acá a buscar qué hacer, porque allá todo es holgar. Como Jacob serviré al Labán de aqueste mundo por Lía que es mi interés. PLACER: ¿Que le serviréis siete años? COLMENERO: ¿Qué son siete? Treinta y tres. PLACER: ¿En qué oficio? COLMENERO: Pastor soy. Viñas y árboles planté, huertos cultivo cerrados. PLACER: Muchos oficios tenéis. COLMENERO: Posee mi padre en el valle recién plantado un vergel que se llama Valdeiglesias, porque de la iglesia es. Quiero hacer un colmenar donde puedan labrar miel las almas, que son abejas, con las flores que nos dé. A ser colmenero bajo. PLACER: Oficio dulce escogéis; hacéos miel de puro bueno, que a fe, que os han de comer. Mas, Colmenero polido, miradlo primero bien, que anda aquí un diabro de un oso. COLMENERO: ¿Es fiero? PLACER: Es un Locifer; y siendo oso colmenero, echarávos a perder cuantas colmenas topare. COLMENERO: No importa; yo le pondré una trampa de dos palos en cruz, que en llegado el pie, tropiece y caiga en la hoya, donde ya cayó otra vez. PLACER: ¡Ah, del valle! Labradores, salí a dar el parabién, y bien venido al zagal que nos anunció Gabriel. Pero ya vienen cantando; el Pracer soy, bailaré, que ha enfenito que no saben los hombre lo que es pracer.
Sale la ABEJA, vestida de felpa de diversos colores y coronada de rosas, con alas. MÚSICOS y PASTORES cantando
UNOS: "Nora buena venga, venga el colmenero a la tierra. OTROS: Venga en horas buenas mil como mayo y como abril. UNO: El zagal polido. TODOS: ¡Qué galán venís! UNO: De cuerpo garrido. TODOS: ¡Qué galán venís! UNO: El capote y sayo. TODOS: ¡Qué galán venís! UNO: Branco y encarnado. TODOS: ¡Qué galán venís! UNO: Pues con él cobrís el brocado y seda. TODOS: Norabuena venga, venga, el colmenero a la tierra. Venga en horas buenas mil, como mayo y como abril." ABEJA: Encubierto zagal, que de los cielos bajéis a nuestro valle de dolores a padecer trabajos y desvelos, cosecha más común de labradores, ¿esperanzas sembráis? Cogeréis celos, renta que siempre pagan los amores. Seáis, mi labrador, muy bien venido, que ya sé que mi amor os ha traído. Éste, que siempre ha sido invencionero, os ocupa en humildes ejercicios, y transforma en Divino Colmenero, porque de dulce y recto dais indicios. Ya sé que, como amante verdadero, después que por canceles y resquicios me habéis desde los cielos acechado, bajáis, al fin, a verme disfrazado. El colmenar de vuestra Iglesia tierno comenzad a labrar, divino amante; plantad flores en él, sin que el invierno de la envidia a secarlas sea bastante; que, porque dure su edificio eterno, los santos de la Iglesia militante las abejas serán, que en sus colmenas os labran miel mejor que la de Atenas. COLMENERO: Esposa mía, los desiertos deja de Cedar, que aunque hermosa estás morena. Baja a mi huerto, si mi amor te aqueja que soy la flor del campo y la azucena, tu Colmenero soy, serás mi Abeja, porque me labres, alma, la colmena cuyo panal de amor, dulce y sabroso, a la mesa se sirva de tu esposo. ABEJA: Si vos el Colmenero sois, amores, el ser yo vuestra Abeja, es dicha mía; disponedle, empezad, cérqueme flores, que aunque enferma de amor, alientos cría. Volando seguiré vuestros olores, de donde os labre miel, si al mediodía me advertís dónde estáis para que, cuerda, por panales del mundo no me pierda. COLMENERO: No harás, si a la república imitares, que fundan las abejas de la tierra. ABEJA: Si tú, labrador diestro, me industriares, sabré lo que en sus fábricas se encierra, y el orden guardaré que me dejares; que quien tus leyes sigue jamás yerra. COLMENERO: Escucha, pues conmigo te aconsejas, los efectos sabrás de las abejas. Primeramente, cada enjambre elige de tres reyes que nacen uno sólo, y a los demás, matándolos, erige de flor y yerba un Cario Mauseolo; porque así como un Dios el mundo rige, un alma a un cuerpo, y una luz a Apolo, así que hay no más de un rey conviene, que sólo el monstruo dos cabezas tiene. Abeja mía, de la suerte misma el enjambre de la Iglesia, y su belleza señalada entre todos con mi crisma, sólo tendrá un pastor y una cabeza; que puesto que la inquiete tanto cisma, la monarquía de mayor firmeza gobierno la dará de eterno espacio, que del Democracio no, ni Aristocracio. Vive sin aguijón su rey, que aspira a regir con piedad su real presencia, que muchos cetros derribó la ira, mas ninguno el amor y la clemencia; armas traen las demás, y al que conspira contra su rey y plebe, la experiencia prueba de su rigor dando la vida, que por su ley y rey es bien perdida. Labran su mil, con abundancia tanta, en el tronco de un árbol, por el modo que las abejas de mi Iglesia santa cuyos ejemplos hasta aquí acomodo, pues por virtud de la preciosa planta de mi cruz, que es quien da valor a todo, salutífera miel de obras fabrica el alma, con mi sangre y amor rica. El propio instinto y experiencia larga --que nunca s jubila el experiencia-- a su defensa la colmena encarga, contra el común peligro y la violencia. Mojan n zumo de una yerba amarga el vaso y su exterior circunferencia, dando con esto a su enemigo espanto que, aunque amargo, defiende al alma el llanto. Edifican sus casas, lo que importa, para vivir vacando de su oficio, en cera frágil, cuyo ejemplo exhorta a la soberbia humana sin jüicio; que en decrépita edad y vida corta, no fabrique Babeles de edificio casi inmortal; porque si mucho dura dure la fama más de su locura. Vuelan por los jardines, donde hacen tercios de flores, cuyas frescas galas, sus casas y dispensas satisfacen, prefiriendo las buenas a las malas; no andan por el suelo; porque nacen las abejas sin pies, pero con alas; símbolo que quien labra para el cielo, gustos de tierra ha de pasar de vuelo. Y mientras de jazmines y violetas labran panales tiernos y sabrosos, o ya en sus celdas se recogen quietas, la miel les comen zánganos ociosos; enjambres hay de hipócritas profetas, con piel de ovejas, colmeneros osos, perezosos al bien, al vicio listos, zánganos de mi Iglesia y pseudo Cristos. De aquesta suerte entre virtudes tantas, esposa mía, labran mis abejas; alas tienes, con ellas te levantas hasta los cielos, cuando el mundo dejas. Contemplaciones y oraciones santas las plumas son, con que de ti te alejas, y a los jardines de mi patria acudes. Labra panales, pues te doy virtudes. ABEJA: Símbolos son misteriosos y extraños los que me habéis propuesto, tierno amante, ya no me espanto, que en cincuenta años no se canse Aristómaco constante en la contemplación y desengaños con que un animalejo semejante enseña a las repúblicas y reyes, unas a obedecer, otros dar leyes. Abeja quiero ser, desde hoy pretendo comenzar a labrar, esposo mío; pero del Oso vil estoy temiendo, que es infernal su furia y desvarío. COLMENERO: A mi temor divino te encomiendo, y de su guarda tu remedio fío; en el temor de Dios los tuyos deja, porque, apartada de él, muere la abeja. También mi amor sabe labrar panales, dulce y sabrosa es, alma, mi palabra; salutífera miel contra tus males en panales de pan mi fe te labra. Si con el fin de tu colmena sales, obligarásme a que las puertas abra de mi poder. ABEJA: Cantadle el bien venido, al Colmenero de mi amor pulido.
Cantan [dentro]
"Pastorcico nuevo, de color de azor, bueno sois, vida mía, para labrador. Pastor de la oveja, que buscáis perdida, y ya reducida viles pastos deja; aunque vuestra abeja pace vuestras flores, si sembráis amores y cogéis dolor, bueno sois, vida mía para labrador."
Vanse cantando y lleva el COLMENERO de la mano a la ABEJA y salen el OSO y el MUNDO
OSO: ¿Qué nueva música y canto es, Mundo, el de aqueste día? ¿En el valle hay alegría, donde se avecina el llanto? MUNDO: Del modo que tú, me espanto. OSO: Mi envidia su mal sospecha Mas, ¿si el Alma satisfecha recibiese al labrador, que sembrando con dolor, viene a lograr su cosecha? MUNDO: Presumo que de la sierra bajó un mayoral al valle cantando a su hermoso talle gloria el cielo y paz la tierra. OSO: Ése nos viene a hacer guerra y el reino, Mundo, nos quita. MUNDO: Oye la música y grita con que aumenta mi temor.
Cantan de dentro
"Pastorcico nuevo de color de azor, bueno sois, vida mía, para labrador."
Sale el PLACER
PLACER: En regocijos y fiestas se entretiene el valle entero, soldemente al Colmenero le echan el trabajo a cuestas. Los tristes vengo a llamar; que pues al Pracer asiste aquí, nadie ha de haber triste, váyase al rollo el pesar. Mas aquí hay gente. OSO: ¿Quién eres tú, que tan regocijado, señales de loco has dado? PLACER: Y tú, que saberlo quieres, ¿Quién serás? Que la fiereza de tu brutal parecer, si yo no huera el Pracer, me provocara a tristeza. OSO: El oso a quien los Proverbios llaman hambriento y rabioso. PLACER: ¡Oxte, puto! ¡Guarda el oso! OSO: Soy el rey de los soberbios. La bestia que Daniel vio, porque el temor aumentes, con tres órdenes de dientes en figura de oso crüel. El que pudo hacerle a Dios guerra y competirle el cielo. PLACER: ¡Ya, ya! En el bellaco pelo se os echa de ver quién sos. ¿Qué oficio tenéis? OSO: El de oso, que es destruir las colmenas y panales de obras buenas. PLACER: ¿Pues no sois de ellas goloso? OSO: No las como; pero quiero quemarlas como a enemigas. PLACER: Ya sé que coméis hormigas, porque sois oso hormiguero. Mas no seáis atrevido, ni al colmenar de la Igreja toquéis, do el alma es abeja, que un Colmenero ha venido del Cielo; mira si escampa. OSO: Pues eso, ¿qué me ha de hacer? PLACER: Allá lo echaréis de ver cuando caigáis en la trampa. ¿Quién es el que está con vos? OSO: El Mundo. PLACER: ¡Oh, casa de locos! Manda potros, y da pocos. Para en uno sois los dos. Voyme a ver la miel divina que me heis detenido mucho. Quédate, negro avechucho, cascos lucios, trementina.
Vase
MUNDO: ¡Que así nos trate un grosero! OSO: Déjale, Mundo, a atiende que nos agravia y ofende este nuevo Colmenero. Que yo, que en el Monte Santo la tercer parte de estrellas derribé, dando con ellas en el reino del espanto, y al vice-Dios engañé con el bocado costoso, pues soy tigre, león y oso, el colmenar destruiré que labra el Alma. MUNDO: Pues él es Colmenero, yo quiero ser fingido colmenero. Mis deleites serán de miel. De mí mismo haré colmena, siete pecados mortales tengo, que serán panales. OSO: La miel de la carne es buena. MUNDO: Con ella engañar podremos el alma Abeja los dos. OSO: Guárdala el temor de Dios. MUNDO: Al Cuerpo convidaremos, que es un zángano glotón, y puede tanto con ella, que será fácil traella a comer su perdición. OSO: Oso soy, y así me fundo en quemarla el colmenar. MUNDO: Al alma pienso cazar, que es liga la miel del Mundo.
Vanse y salen el CUERPO, de villano muy tosco, y la ABEJA
ABEJA: ¡Alto, Cuerpo! ¡A trabajar! Que habemos de hacer los dos una miel para alabar y dar mil gracias a Dios. CUERPO: Siempre me hacéis reventar. Dejadmos dormir. ABEJA: Quien deja la labor, luego se queja, no dándole de comer. CUERPO: ¿Por qué tengo yo de ser el zángano y vos la abeja? ¿Por qué, con comida escasa he de trabajar yo tanto, que después que el día se pasa, sólo me dais pan de llanto, y sois la mandona en casa? Vos la curiosa y polida, en el estrado asentada, la regalada y servida, del Colmenero estimada, en su amor embebecida, y yo cubierto de andrajos, siempre con oficios bajos, cargado de tierra y lodo, cayendo sobre mí todo el peso de los trabajos? Dejaos de tantos respetos y no andéis tan engreída, formando siempre conceptos, porque esta vida no es vida para llegar, Alma, a nietos. Trabajad, pues yo trabajo, que no sois más noble. ABEJA: ¿No? CUERPO: No pues, aunque Dios os trajo. ABEJA: ¿Soy hija del lodo yo como tú, grosero bajo? CUERPO: ¡Oh! Luego saca una hestoria de Calainos. ¿Memoria mos queréis agora her de que sois una mujer de carta de ejecutoria? Pues sabe, doña Entonada, si queréis ser la señora, que no sois más que criada; y que el que os estima agora, vos hizo... ABEJA: ¿De qué? CUERPO: De nada. ABEJA: Y del polvo de la tierra a ti. CUERPO: ¡Verá qué engreída está de que en mí se encierra! ¡Por Dios, que mos dais la vida! ABEJA: ¿Pues no te la doy? Destierra, Cuerpo, esos humos villanos, pues ser y valor te doy, sentidos y actos humanos. CUERPO: ¿Qué valéis sin mí, que soy, Alma, vuestros pies y manos? ABEJA: Y prisión donde me encierra el mismo que ser me ha dado. ¿Siempre hemos de estar de guerra? Acaba, que eres pesado. CUERPO: ¿Qué mucho, si so de tierra? ABEJA: Cuerpo, Dios en su vergel y sagrado colmenar nos puso para que en él vengamos a trabajar y labremos dulce miel. CUERPO: Pues el trabajo reparta, si a trabajar mos envía; que nunca os veis, Alma, harta de contemplar con María, reventando yo con Marta. ABEJA: Yo satisfaré tu queja; el colmenar, que es de Dios, en nuestra custodia deja y en él nos llama de los dos... CUERPO: Zángano a mí. ABEJA: Y a mi Abeja. Entre tanto que yo vuelo, elevándome hasta el cielo, y en sus prados celestiales flores espirituales cojo, con el mismo celo tú, mi compañero fiel, has de acarrear despojos al colmenar, porque en él con el agua de tus ojos se labre sabrosa miel. La cera, con la piedad de tu corazón, que tierno, cera será de humildad, que derrita el fuego eterno de la inmensa caridad. Y pues el ser de mí cobras, mientras que conmigo labras, por más que en las quejas sobras, con flor de buenas palabras harás miel de buenas obras. Mis si fueres descuidado, el castigo te ha de hacer diligente y avisado. CUERPO: Y cuando a Dios vais a ver, ¿os dará el mijor bocado a vos, pasando los males yo que veis, por los panales que labramos en el suelo? ABEJA: Gloria tienen en el cielo los sentidos corporales también. ¡Alto, a trabajar! CUERPO: Si el Oso viene, ida vos, ¿quién le tiene de esperar? ABEJA: El temor santo de Dios es guarda del colmenar. No temas lo que te encarga. Mi conseja haz al momento.
Vase
CUERPO: ¿Vuesa bestia soy de carga? Pues si me llamáis jumento, quiero echarme con la carga. ¿Todo ha de ser trabajar?
Siéntase
¿Piensa que soy de guijarro? Pudiera considerar que soy un vaso de barro y que me puedo quebrar. ¿El zángano no me han hecho? Pues si los zánganos son perezosos, aquí me echo. trabaje ella, que es razón; pues que se lleva el provecho.
Échase y duerme
Y no viva con ventaja, pues que desfruta el enjambre, sino sepa, pues me ultraja, que matándome de hambre, quien no come, no trabaja.
Salen el MUNDO, de colmenero, [y] el OSO, y cantan
MÚSICA: "A la miel de los deleites, que el Mundo da n su vergel! A la miel, a la miel!" OSO: El Cuerpo dormido está, la razón y el alma ausente; su sueño ocasión nos da a que el colmenar presente se abrase. Acábese ya. Cantad, mientras las colmenas destruyo del Alma, llenas de sus propósitos santos. Piérdanla vuestros encantos, sed de este golfo sirenas. MUNDO: Si al Cuerpo hechizas así, al Alma traerás tras ti. OSO: Engaño, vuelve a cantar. MUNDO: Hoy al alma he de gozar pues que durmiendo al Cuerpo vi. MÚSICA: "A la miel de los deleites, que el Mundo da en su vergel! ¡A la miel, a la miel!"
Despierta
CUERPO: ¿Quién pregona miel aquí? MUNDO: El Mundo. CUERPO: Su mosca soy. Hambre tengo; a comer voy. ¿Sois vos quien la vende? MUNDO: Sí. CUERPO: ¿A cómo la dais? MUNDO: A precio del alma. CUERPO: Caro vendéis. El Cuerpo soy. ¿No queréis mis sentidos? MUNDO: Quita necio. Es la miel por excelencia. CUERPO: Por eso la había de dar. Si el Alma me ha de costar, será cargo de conciencia. ¿Tién buen sabor? MUNDO: Exquisito. CUERPO: El deseo me estimula, cosquillas me hace la gula, brindis dice el apetito. Sacadme una cucharada.
De un vaso de miel le saca una cucharada, y come
MUNDO: ¿Qué te dice? CUERPO: Me quillotra el paladar. Dadme otra. MUNDO: Mas no nada. CUERPO: Todo es nada. Paladeado me dejas; el Alma te pienso dar porque me venga a costar lo que a Esaú las lentejas. Otra miel el Alma come, que dice que es como almíbar, siendo para mí de acíbar. Mijor es que de éste tome y el hambre dejaré en calma; que no es lo que como yo, ni al Cuerpo hizo buena pro el manjar que engorda al Alma. Mas héisla, que viene aquí, y sin el temor de Dios. OSO: Cantad, pues. Cantad los dos. MUNDO: ¿Gusta de música? CUERPO: Sí. MÚSICA: "El mundo, huerto pensil, as labrar colmenas llama, y por el viento sutil abejitas de mil en mil, saltando y volando de rama en rama, pican las flores de la retama y las hojas del toronjil."
Sale la ABEJA
ABEJA: El temor de Dios perdí. Guióme mi desconcierto por un áspero desierto. ¿Dónde iré, triste de mí? De los límites salí, que mi Colmenero santo me puso; todo es espanto, todo miedo torpe y vil. CUERPO: Alma, tu cuerpo gentil para darte miel te llama. MÚSICA: "Y por el viento sutil abejitas de mil en mil, saltando y volando de rama en rama pican las flores de la retama y las hojas del torongil." ABEJA: Cuerpo, ¿es éste el colmenar donde te dejé? CUERPO: ¿Pues no? ABEJA: El temor se me perdió de Dios, hallóme el pesar. CUERPO: Aquí te puedes holgar. ABEJA: ¿Y mi amante Colmenero? MUNDO: Soy yo, mi Abeja, que quiero darte miel de vanagloria. ABEJA: Perdí también la memoria de mi labrador primero. No sé si eres tú. CUERPO: ¿No basta que yo te diga que sí? ABEJA: Siempre me llevas tras ti. CUERPO: ¿Pues no somos de una casta? ABEJA: La tristeza me contrasta, aflígeme un miedo vil. CUERPO: Ten ánimo varonil. Goza el Mundo que te llama. MÚSICA: "Y por el viento sutil abejitas de mil en mil, saltando y volando de rama en rama pican las flores de la retama y las hojas del torongil."
Vanse cantando y sale el PLACER
PLACER: El Oso ha bajado al valle. Labradores, ganaderos, guardáos del Oso infernal que cerca vuesos aperos. Las colmenas que labraba el Alma, engañando al Cuerpo, todas las ha derribado. Propósitos y deseos que brotaron tan floridos, flores han sido de almendro que sin llegar a las obras las ha marchitado el cierzo. Robado está el colmenar, las colmenas por el suelo, los jardines arrancados, que el Oso los puso fuego.
Dentro
VOZ: ¡Guarda el Oso! ¡Guarda el Oso! PLACER: ¡Ah, divino Colmenero, salid a caza, matadle, pues la Abeja vos ha muerto!
Sale la ABEJA, vestida de luto y sin alas
ABEJA: Hechizos me ha dado el Mundo. ¡Aquí de Dios, que me enciendo! ¿Ésta es miel? Ésta es ponzoña. ¡Agua, que me abraso, cielos! Miel es esta de retama, de adelfas, panal que han hecho en vez de abejas, avispas. ¡Agua, que me abraso, cielos! Perdí el camino. Engañóme el apetito del Cuerpo. Llegué al colmenar del Mundo. Colmenas vi del infierno, cayéronseme las alas porque no volase al cielo. Hambrienta estoy porque el Mundo no satisface deseos. ¡Que me abraso, divino Colmenero! ¡Dadme agua de gracia que perezco! PLACER: ¿Qué tenéis, buena mujer? ABEJA: Rabia, pena, rejalgar. PLACER: Llena os vi yo de pracer. ABEJA: Después que admití el pesar, no le puedo conocer. Yo soy la misma ignorancia, siendo el alma. PLACER: ¿El alma? Negra estáis. Ésa es la ganancia del Mundo, con quien se alegra la ambición y la arrogancia. ¡Qué fraca estáis y roín! El zángano os ha vendido y está como un paladín, gordo, que no le ha venido como a vos su San Martín. ¿No érades la Abeja hermosa del colmenar de la gracia? ABEJA: Ya soy avispa enfadosa, araña, toda desgracia, víbora soy ponzoñosa. Una mortal golosina, desterrándome de Dios, mis potencias desatina. PLACER: No lo comiérades vos; mijor huera una gallina. Dios de balde os dio en la venta cuanto su poder crió, pero hendo con vos la cuenta, más la manzana os costó que al corito la pimienta. El zángano, con moscones triunfa. ABEJA: En su cárcel me encierra; oprímeme en sus prisiones. PLACER: Mal andáis. ¿Qué coméis? ABEJA: Tierra. PLACER: Pues tendréis opilaciones. Vos estáis bien mal casada. ABEJA: A un villano me dio Dios, que cuanto estimo le enfada. PLACER: Luego diremos por vos, "la bella malmaridada." Mas quien con villano se casa, si es noble, busca contienda, que es lo que en el mundo pasa. ¿Trajo el Cuerpo mucha hacienda? ABEJA: Sólo el casco de la casa. PLACER: ¿Y vos? ABEJA: En dote le di todo su ser y riqueza. PLACER: ¿Que tan rica érades? ABEJA: Sí. No alzara el Cuerpo cabeza jamás, a no ser por mí; porque él es un hospital en donde me humilla Dios. PLACER: Fegura tiene él de tal, porque en dejándole vos, luego huele el Cuerpo mal. Pero pues enferma estáis, abeja descaminada, aquí os darán miel rosada, con que en vueso ser volváis si con dolor os purgáis. El divino Colmenero que tanto os amó primero, miel saludable fabrica que su colmena es botica. ABEJA: ¡Ay Dios, que por él me muero! PLACER: En el jardín del amor ha labrado un colmenar cuya miel basta a sanar la lepra del pecador. Su divino labrador curará vuesos dolores. ABEJA: ¡Ay, que olvidé sus amores; de mí tendrá justa queja!
Llora
PLACER: Llorad, llorad más, mi Abeja, que estos llantos son sus flores. ABEJA: Jardinero, tú que labras con industria celestial tu cuerpo mismo en panal con solas cuatro palabras, la puerta te pido que abras del colmenar peregrino donde es el amor divino la abeja que almíbar saca, para mis culpas triaca. PLACER: Él canta, a tu llanto vino.
Canta de dentro
COLMENERO: "Que besóme en el colmenaruelo, y yo confieso, que mi paz le dio su beso." ABEJA: ¡Ay, voz dulce y amorosa! Ese beso en los Cantares, para aliviar mis pesares, le está pidiendo la esposa. La encarnación misteriosa fue el beso que tu grandeza dio a nuestra naturaleza. vistiendo mi mortal velo.
Dentro
COLMENERO: "Que besóme en el colmenaruelo, y yo confieso, que mi paz le dio su beso." ABEJA: Abre el colmenar divino, que ya por verle me muero. Amoroso Colmenero, remedia mi desatino.
Sale el COLMENERO
COLMENERO: ¿Qué es esto, Abeja perdida? ¿Cómo vienes de esta suerte?
De rodillas
ABEJA: Escapéme de la muerte viéndoos a vos que sois vida. COLMENERO: Despreciaste mi temor, y el Oso infernal y ciego puso a tus colmenas fuego, mas téngote tanto amor que, pues vuelves, no hago cuenta de que me hayas ofendido. Daréte, pues has venido, pan y miel; que estás hambrienta. Ese llanto me provoca. ABEJA: ¡Oh, qué dulces en mis labios son esos requiebros sabios! ¡Más que miel son en mi boca!
Salen el MUNDO, el OSO, el CUERPO, y músicos diversos que se pondrán unos al lado del COLMENERO [1], y otros al lado del MUNDO [2], y la ABEJA se queda en medio sin saber a quién seguir
MUNDO: Cantad deleites profanos, que el alma se nos retira. OSO: Cante el engaño y mentira que se nos va de las manos. COLMENERO: Cantad, deleites divinos, porque el cielo gozo siente cuando un alma se arrepiente y llora sus desatinos. MÚSICOS 1: "Para el colmenar eterno que miel y manteca da, por aquí van allá. MÚSICOS 2: Para el colmenar del Mundo, que se enamora de ti, ven por aquí. MÚSICOS 1: Ésta sí que es miel del justo; ésta sí que es miel. MÚSICOS 2: Aquí está la miel del Mundo; ésta sí que es miel. MÚSICOS 1: Aquí Dios su cuerpo puso; ésta sí que es miel. MÚSICOS 2: Aquí el vicio ofrece gustos; ésta sí que es miel. MÚSICOS 1: Para el divino vergel donde Dios oculto está por aquí van allá. MÚSICOS 2: Para el colmenar del Mundo, donde mil gustos comí, van por aquí." CUERPO: Alma, el Mundo es colmenero. Con sus gustos me va bien, para ti son todos, ven.
Descúbrese un jardín al lado izquierdo con tres colmenas cerradas
MUNDO: Regalarte, Abeja, quiero. En aquestas tres colmenas hallarás dulces panales, que satisfagan tus males, y den alivio a tus penas. Ésta es de la carne. Aquí la miel del deleite ves, del amor y el interés, que hay honra y provecho en mí. De almíbar sus vasos llenos tiene el panal, come de él. PLACER: Si es de la carne esa miel no es miel virgen a lo menos. OSO: Del Príncipe de Aquilón es la colmena siguiente. PLACER: Príncipe será de ungüente quien se llame Diaquilón. ¿Vos príncipe? ¡Doos al diablo! OSO: La miel de la idolatría para ti mi panal cría, y en ella tu gusto entablo. PLACER: No es miel, sino trementina la que el diablo puede dar; que en su amargo colmenar no hay más que pez y resina. MUNDO: Esta colmena es del Mundo dedicada para ti; llégate y triunfa que aquí tus felicidades fundo. Aquí está el panal sabroso de los reinos, los estados, honras, coronas, ducados, con el laurel victorioso. Aquí el juego, aquí el favor, la privanza, la hermosura, la mocedad, la ventura, la gentileza y valor; el panal dulce en que fundo las medras del lisonjero y aquí el panal del dinero, que es el que gobierna el mundo. PLACER: Toda esa miel empalaga. COLMENERO: No lo es más que en la apariencia. Llega y verás la experiencia para que te satisfaga, su fingida ostentación, llena de engaños y penas. Haz abrir esas colmenas santa consideración.
Ábrese la primera y descubre una muerte
MUNDO: Llego a abrirlas. Ésta es de la carne. PLACER: ¿Carne es eso? Ahí no hay carne, todo es hueso. ABEJA: ¡Ay de mí! CUERPO: ¿Qué es lo que ves? ABEJA: Veo un cadáver inmundo que me causa asco y horror. COLMENERO: La miel del lascivo amor es ésta que ofrece el Mundo. Aquí los deleites vanos paran de la carne infiel. CUERPO: Bueno es convidar a miel y dar huesos y gusanos. PLACER: No voy yo a vueso pesebre.
Ábrese la segunda y sale mucho heno y paja
CUERPO: ¿Los panales eran esos? ¿pregonáis carne y dais huesos? El gato vendéis por liebre. ¡Huego en vos! MUNDO: Este segundo es donde mis honras tengo; aquí la ambición mantengo de los príncipes del mundo. CUERPO: Decí, habrador de ventaja, ¿son vuesos panales ricos ésos? ¿O pensáis borricos que mos convidáis con paja? PLACER: Mal vos haga Dios. ¡Qué lleno, Mundo, andáis de vanagloria! COLMENERO: Paja es del Mundo la gloria. Alma, toda carne es heno. ¿Por prendas que son tan bajas mis dichas quieres perder? CUERPO: Albarda debéis de ser que tién las tripas de pajas.
Ábrese la tercera y salen muchos cohetes y fuego
COLMENERO: Abre esotro corcho luego, verás qué se encierra en él. ABEJA: ¡Ay, cielo! CUERPO: ¡Huego en tal miel! PLACER: ¿Fuego dices? ¿Qué más fuego? CUERPO: ¡Miren qué gentil convite nos hizo el Oso bestial! ¿De miel es ese panal? Llámole yo de alcribite. PLACER: Colmena que es del infierno, ¿qué puede dar sino chispas siendo diabros las avispas y la miel su fuego eterno? CUERPO: No más miel que amarga tanto. Ya mis pasos reducidos vos traen presos los sentidos. ¡Perdón, Colmenero santo! COLMENERO: Huid de mi acatamiento bienes que en males resumo; huid, pues todos sois humo, heno todos, todos viento. TODOS: ¡Huyamos! CUERPO: ¡Verá se escampa!
Húndese el MUNDO, el OSO y sus MÚSICOS, y salen muchas llamas
Cayó el Mundo lisonjero, y el Oso torpe hormiguero, como lobos en la trampa.
En otro jardín frontero muy curioso esté una colmena dorada grande, y abierta, y dentro un cáliz, y sobre él una hostia
COLMENERO: Otra colmena mejor he labrado para ti. Ven, Alma, acércate aquí. Prueba de mi amor la miel. MÚSICOS 2: "Vengan a comer los hijos de Adán este pan de azúcar que es panal y es pan." CUERPO: Todo me duermo, Pracer.
Vase
PLACER: Haces bien, que los sentidos y el Cuerpo han de estar dormidos cuando el Alma ha de comer. COLMENERO: Éste es el maná mejor que el que en los campos desiertos comieron los padres muertos, que es inmortal su sabor. Come, porque te aproveche, será la paz de tu guerra. Siéntate, que ésta es la tierra que produce miel y leche. Soy león de Judá real. Come, imitando a Sansón, que en la boca del león halló el místico panal. ABEJA: Soberano Colmenero, tu Abeja llega rendida a esa miel que es pan de vida, a ese pan, tierno Cordero. Que, aunque el llegarme sea mengua por ser yo tan pecadora, tu dulzura me enamora porque es leche y miel tu lengua. Enigmas de la Escritura por ti, mi Dios, he sabido, pues que miel has producido, del fuerte salió dulzura. Sólo en esta miel espero, por ser deleitoso abismo, miel que es pan, pan que es Dios mismo, miel sabrosa de romero, miel que por ser medicina, y de romero, es de Dios, y porque acerca de vos soy romera y peregrina. Es de romero divino, pues sois, dulce Colmenero, un peregrino y romero que haciendo vuestro camino peregrinasteis un día a una ermita y devoción en que hicisteis estación llamada Santa María. Cual peregrino venisteis, pues cubriendo la grandeza de vuestra naturaleza, nuestra esclavina vestisteis. Y peregrináis tan bien, que del uno al otro polo sois vos peregrino solo, mi Dios, en Jerusalén. Pues siendo humano y divino la vida disteis por mí, mostrando, mi Dios, así, ser vuestro amor peregrino. Y así, dulce Colmenero, con humildad llegaré y este panal comeré por ser de miel de romero. COLMENERO: Llega, Abeja, en hora buena, que para fin de tu mal, miel virgen es el panal y virgen en la colmena. Cifra es de mis gracias todas. Llega a sus delicias sumas. Renueva otra vez las plumas.
Desnúdase el luto y pónela las alas y queda como el principio
Vístete, Abeja, de bodas. La penitencia te dé nueva vida, nuevas alas. Mi amor te vuelva las galas. Aliméntete mi fe. Deja ese ropaje negro, librea vil del pecado. ABEJA: ¡Ay, Colmenero sagrado, lo que en serviros me alegro! Vuestra gracia y mesa franca ha de eternizar mi vida. COLMENERO: Denla a mi Abeja querida de mi gracia pluma blanca; que mi cuerpo darla quiero en la miel del pan süave. PLACER: Y la metáfora acabe aquí de Dios Colmenero.
Éntranse con música

Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 22 Jun 2002