ACTO TERCERO


Salen TELLO VIEJO, TELLO MOZO y MENDO
TELLO VIEJO: ¿Que tan bien te recibió? TELLO MOZO: No te puedo encarecer, señor, el gusto y placer que el rey de verme mostró. MENDO: Pues ¿a quién llevan dinero que reciba mal a quien se lo lleva? TELLO VIEJO: Dices bien, agradecérselo quiero; que en un librillo he leído que en un jumento llevaban una diosa que adoraban, con el respeto debido, los que la veían pasar, hincándose de rodillas; cuyas altas maravillas pudo el jumento pensar, como, en fin, era jumento, que eran por él, y paróse. Viéndolo el dueño, enfadóse del soberbio pensamiento y, pegándole muy bien, le dijo con voz furiosa, "No es a ti, sino a la diosa;" que es esto mismo también. Y así, pidiendo primero del compararte perdón, las honras del rey no son, Tello, a ti, sino al dinero. TELLO MOZO: Como quiera que haya sido, yo he sido del rey honrado, y él con los dos se ha mostrado liberal y agradecido. Celebró la carta y dijo no sé qué de mi persona; todo, en efecto, lo abona el valor de ser tu hijo. "No he visto menos renglones," dijo, "ni más voluntad." MENDO: Dijo el rey mucha verdad, si eran las obras razones. TELLO MOZO: Informóle un caballero de ti por discreto modo y, sabiendo que eras godo, te hizo su tesorero, en muestra de sus deseos. Y no es poca maravilla; por que en León y Castilla se ha usado tenerlo hebreos, por ser en esta ocasión los más poderosos hombres, y dar diferentes nombres a oficios de estimación. Repliqué, "Si vos le hacéis a Tello señor de España, no vendrá de su montaña; mal su condición sabéis." Y dijo, "Si ser señor de su montaña desea, señor de su tierra será." TELLO VIEJO: Aun eso me está mejor; pero, puesto que me obliga, como razón que lo entienda, el darme mi propia hacienda es casarme con mi amiga. TELLO MOZO: Horca y cuchillo tenéis desde hoy. TELLO VIEJO: ¡Bravo favor! MENDO: Hagamos cuenta, señor, aunque poco me debéis; que no quiero que algún día, si tenéis juridición, con razón o sin razón, por alguna falta mía, uséis de esas facultades. TELLO VIEJO: ¿Soy yo falto de jüicio? MENDO: Por ocupar el oficio haréis dos mil necedades. TELLO VIEJO: Mendo, oyendo tu razón, conozco, aunque para honrallos, que soy señor de vasallos en que ya tengo bufón. MENDO: También es cosa asentada, si el ser señor te tocó, que soy virtüoso yo en que no me has dado nada. TELLO MOZO: Oye también mis mercedes. TELLO VIEJO: ¡Generosa condición! TELLO MOZO: Alcaide soy de León. TELLO VIEJO: No sé, Tello, cómo puedes, sin casarte. TELLO MOZO: Ya te entiendo. TELLO VIEJO: ¡Qué presto que nos pagó tú el llevarlo, el darlo yo! Los reyes honran pidiendo y es temeraria bajeza de un vasallo dilatar lo que le mandaron dar Dios y la Naturaleza. TELLO MOZO: Finalmente, el rey quería que tú le fueses a ver; mas, viendo que no ha de ser, dijo, "Pues yo iré algún día a visitarle a su casa; que le quiero por amigo." TELLO VIEJO: Eso sí, venga; que os digo que no se le muestre escasa. Voyme a poner de señor. MENDO: Pues cierto que, bien mirado, que vienes algo mudado después de aqueste favor. TELLO VIEJO: ¿Oficios mudan las caras? MENDO: Y aun las almas. TELLO VIEJO: Ven conmigo.
Vanse TELLO VIEJO y MENDO
TELLO MOZO: Amor, de mi mal testigo, si en mis cuidados reparas, ¿cómo me dilatas, di, el premio de tanta ausencia?
Sale la INFANTA
INFANTA: (Como ve la resistencia, Aparte hace Amor suertes en mí. ¿Quién pensara que sintiera la ausencia de un hombre yo, y que, en viendo que volvió, tan necia a verle viniera? Mas ¡ay Dios!) TELLO MOZO: ¿Qué dicha mía, Juana, a mis ojos te ofrece? Agora sí que amanece, porque sin el sol no hay día. ¡Qué largos son en León! Era un siglo una mañana, si es reloj del tiempo, Juana, la propia imaginación. Déjame verte, que quieren mis ojos satisfacer lo que han faltado de ver, pues verán mientras te vieren; que, no viéndote, no vieron. INFANTA: ¡Buen modo de encarecer, después que vienen de ver todo lo que ver quisieron! TELLO MOZO: Yo, mi bien, ¿qué vi sin ti? INFANTA: ¿Yo tu bien?
Sale MENDO quedito
MENDO: (Esto va bien.) Aparte TELLO MOZO: Tú mi bien; que ni ellos ven sin ti, ni yo vivo en mí. INFANTA: Como vienes cortesano, ya te enseñas a mentir. MENDO: (¡Qué bien se deja venir Aparte el jilguerito a la mano!) INFANTA: Dios sabe, Tello, los miedos que tu ausencia me causó. TELLO MOZO: ¿Esperábasme? INFANTA: Pues ¿no? MENDO: (¡Aderézame esos bledos! Aparte ¡Vive Dios, que soy perdido!) TELLO MOZO: ¡Ay Juana! MENDO: (¡Ay rollo!) Aparte TELLO MOZO: ¿Qué haré? ¿Cómo, mi bien, bajaré desde señor a marido? Que conozco tu virtud, y me ha dicho tu valor que has de volver por tu honor. MENDO: (Templando se va el laúd.) Aparte INFANTA: Si el traje te escandaliza, yo sé quién es desigual. MENDO: (Ya pide este huevo sal, Aparte pues que suda en la ceniza.) TELLO MOZO: ¡Oh, qué traigo de León para adorno a tu hermosura, si bien oro y plata pura cosas inútiles son! Mas finalmente verás una sarta de corales, aunque a tus rosas iguales, no serán corales más; que estarán cuando los venza de su esmalte el vivo ardor, o, de envidia, sin color o más rojos de vergüenza. De los extremos recelo, aunque son de oro también, que no son de precio en quien es toda extremos del cielo. Cuatro arracadas de perlas, de una esmeralda colgadas, dichosas y desdichadas, si honrarlas es deshacerlas. Un Cupido de oro, a quien lleva enfrenado un león; tú entenderás la ocasión, Juana, si me quieres bien. Ricas granas y palmillas para sayas y sayuelos, color de celos o cielos. No te truje zapatillas, y no fue sin advertencia; que dicen que es libertad en principios de amistad ganarse tanta licencia. Con esto sabrás que fue advertida cortesía; que quien zapatos envía presume que ha visto el pie. En premio de esto te pido... MENDO: (No pedirá, ¡vive Dios!, Aparte que yo apartaré a los dos.) Señor, un hombre ha venido de León en busca tuya. TELLO MOZO: ¿Hombre? Luego vuelvo, Juana.
Vase
MENDO: ¡Ah Juana, Juana inhumana, Juana que el amor destruya, Juana mudable y traidora, Juana turca, Juana airada, Juana que, siendo crïada, ya se levanta a señora! ¡Juana corales y perlas, Juana Cupido y palmillas, aunque no con zapatillas; tal miedo tuvo de hacerlas! ¡Oh, plega a tus pies ingratos que crezcan de aquí a San Juan tanto que en un cordobán no haya para dos zapatos! ¡Ah, falsa! INFANTA: Déjame aquí; que se lo diré a señor.
Sale LAURA y vase la INFANTA
LAURA: ¿Qué es esto? MENDO: Celos y amor. LAURA: ¿Celos y amor, Mendo? MENDO: Sí. LAURA: ¿Cúyos? MENDO: De los dos. LAURA: ¿Por qué? MENDO: Porque Tello declarado quiere a Juana. LAURA: (Mi cuidado Aparte cierto pronóstico fue.) MENDO: Dos mil varas de palmillas le ha traído Tello a Juana, y por falta de badana no le trujo zapatillas; treinta sartas de corales, dos mil perlas, cien Cupidos... LAURA: ¡La de los ojos fruncidos! ¡La honesta! ¡Fiad de tales! Pues, ¡por vida de mi tío...! Allá voy; aquí te espera.
Vase
MENDO: ¿Hay cólera, hay áspid fiera, hay toro, hay presa de río como celos en mujer? Acabóse; yo he perdido a Juana; mas justo ha sido, si Juana de otro ha de ser.
Sale la INFANTA con su ropa, LAURA e INÉS
LAURA: Salid, honesta, salid. INFANTA: Sin tanta furia, señora; que yo no he sido traidora y que soy noble advertid. LAURA: ¡Muy mal con esto se prueba! INFANTA: Oye y no me culpes. LAURA: Calla. INÉS: La ropa quiero buscalla, para ver si algo me lleva. INFANTA: No tienes que buscar más. Mujer soy de bien, Inés.
Hablan aparte MENDO y la INFANTA
MENDO: Juana... INFANTA: ¿Qué quieres? MENDO: Ya ves que me quedo y que te vas; y pues te vas, no es razón que no me vuelvas mi caja. INFANTA: ¡Jesús, Mendo, y con ventaja! ¡Aquéstas tus joyas son!
Dale la caja
MENDO: Vete, Juana, que por ellas pareceré lindo a alguna; que está la buena fortuna en darlas, digo en tenellas... Que alguna me está mirando que por ellas me quisiera. INFANTA: No me perturba y altera tu desprecio, imaginando que me quita la ocasión de mayor desdicha mía; que ya Tello me tenía gran parte del corazón. Adiós, primer sentimiento de mi desdén; Tello, adiós.
Vase
MENDO: Ya estaréis libres las dos de envidia y celos. LAURA: Yo siento la ausencia de esta mujer, pero más, que me dé celos. INÉS: Mendo andaba con desvelos; ya no tendrá que temer competencias de su amo. MENDO: Si tú a Sancho quieres bien, no me preguntes a quién quiero bien, celo o desamo.
Entre TELLO MOZO, desatinado
TELLO MOZO: ¿Cómo? ¿A Juana? ¡Hay tal maldad! MENDO: (El loco rompió la gavia.) Aparte TELLO MOZO: Quien de esta suerte me agravia no me tiene voluntad. ¿Por dónde va? ¿Dónde fue? LAURA: Tente, primo; ¿dónde vas? TELLO MOZO: ¿Quién es? LAURA: Yo soy. TELLO MOZO: ¿Aquí estás? LAURA: ¿No me conoces? TELLO MOZO: No sé; que, ¡vive Dios!... LAURA: ¿En la daga pones la mano?
Sale TELLO VIEJO
TELLO VIEJO: ¿Qué es esto? TELLO MOZO: Que ha despedido por mí a Juana Laura, de celos. LAURA: Luego ¿no tengo razón? TELLO VIEJO: Aunque la tengas, no has hecho, sobrina, lo que era justo. LAURA: ¿Qué era justo? TELLO VIEJO: Que primero me hablaras, y yo la diera algo para su remedio.-- Y tú, ¿por qué la inquietabas? TELLO MOZO: Yo no soy hombre que tengo pensamiento tan humildes. TELLO VIEJO: ¿Tendrás otros pensamientos, desde alcaide de León, a esta parte? Ahora bien; quiero hacer que vayan tras ella.-- Y tú no te inquietes, Tello.
Vase
LAURA: No la verán más tus ojos. TELLO MOZO: ¿Cómo que no? Ensilla, Mendo, el overo; que no fío de mi padre. LAURA: Iré luego a decirle que te vas.-- Ven, Inés. TELLO MOZO: Ensilla presto.
Vanse todos menos MENDO
MENDO: Ya, señor, voy a ensillar. Antes que saque el overo, quiero visitar mis joyas, porque de su luz espero consolarme de la ausencia de Juana.
Abre la caja
¡Ay, Juana! ¿Qué es esto? ¡Vive Dios, que es un cordel que me deja para el cuello! ¡Linda cadena! ¡Oh, qué joya para un maldiciente necio! ¡Para quien sin saber nada habla todo a todos tiempos! ¡Oh, Juanilla! ¡Oh, Juana! ¡Oh, sierpe! ¡Oh, pícara! A ensillar presto... Pero mejor fuera a mí, pues que fui mayor overo.
Vase. Sale la INFANTA con su ropa
INFANTA: Donde mi fortuna quiere, con inciertos pasos voy, fugitiva de mí misma; consejo de la razón. En la paz que yo pensaba hallé la guerra mayor, en el sagrado el peligro, y en el miedo la ocasión. ¿Qué pensó mi pensamiento, cuando, siendo yo quien soy, llevó mi memoria a Tello y a su amor mi inclinación? Nadie de los ojos fíe; que al más levantado honor, si no los cierra con llave, le harán cualquiera traición. De grande peligro salgo, pues, con ver que libre estoy, sospecha el temor que tengo que le dejo el corazón. Mas dice mi valor que en los principios se resiste amor. Pensó Laura que vengaba de sus celos el rigor, y dióme Laura la vida; que la ocasión me quitó. Aunque lágrimas me cuesta, ninguna culpa le doy; mejor es perder a Tello que no que me pierda yo. Si fuera aquel mozo ilustre, disculpara Amor mi error; pero, criado entre ovejas, no es bueno para león. Sangre del godo Rodrigo dicen que el tiempo le dio; la buena persona el cielo, y el rey Pelayo el blasón; partes constituyen dignas para amarle; mas, ¡ay Dios!, que dice el Amor que sí, y el rey, mi padre, que no, y en esta confusión huye la honra y se detiene amor.
Salen TELLO MOZO y MENDO
TELLO MOZO: Ten este caballo, Mendo; que allí la he visto. INFANTA: ¡Ay de mí! TELLO MOZO: ¿Dónde vas, señora, ansí? INFANTA: Más que despedida, huyendo. TELLO MOZO: ¿De quién? INFANTA: De ti. TELLO MOZO: No lo entiendo, pues que me llevas contigo. INFANTA: De un poderoso enemigo voy huyendo. TELLO MOZO: ¿Quién? INFANTA: Amor. TELLO MOZO: Si es Amor, ¿tanto rigor, tal crueldad, tanto castigo? Vuelve, vuelve; que me envía mi padre por ti. INFANTA: No puedo, Tello; que me ha dado miedo mi flaqueza y tu osadía. TELLO MOZO: Pues ¿de qué descortesía, Juana, te puedes quejar? ¿Es más que morir y amar ésta de mi amor locura? Si fue culpa tu hermosura, ¿en qué me puedes culpar? INFANTA: Tello, yo no he de volver... por causas que tú no sabes. TELLO MOZO: Ya he visto en tus ojos graves que eres principal mujer. ¿De callar y padecer, Juana hermosa, te agraviaste? ¿De honesto amor te cansaste? Déjame no más de verte; mira que vengo a la muerte, de un hora que me dejaste. ¿Qué será, Juana, de mí si no vuelves? INFANTA: No, en mi vida. TELLO MOZO: Ya está Laura arrepentida; ella me envía por ti. Dicen que la culpa fui... Vuelve, Juana, por mi honor; que mi padre con rigor me ha reñido tan extraño que has de ir por su desengaño, si no quieres por mi amor. INFANTA: ¿Cómo quieres tú que viva adonde Laura se abrasa? TELLO MOZO: Tú serás, Juana, en mi casa paloma con verde oliva. No permitas, vengativa, que lo pague mi inocencia. Vuelve a honrar con tu presencia el oriente donde fuiste sol; que de sombras le viste la soledad de tu ausencia. ¿Podrás tú, mi bien, sufrir que muera sin culpa yo? Porque Laura te ofendió, ¿me tengo yo de morir? ¿Adónde te quieres ir con esos pobres despojos, que no te den mil enojos, y por el hurto te prendan de un alma, por más que emprendan negarlo tus dulces ojos? ¿Dónde irás sin que por ello te injurien? ¿Quién te ha de ver que no diga, "Esta mujer se lleva el alma de Tello?" Si de la planta al cabello Laura envidia tu hermosura, muera Laura en su locura; piérdase Laura, no quien te estima y te quiere bien con fe tan honesta y pura. ¿Cómo, dime, negarás, si te prenden, que me llevas el alma, en llegando a pruebas de que tan hermosa estás? Luego más acertarás en volver donde me has muerto, porque es sagrado más cierto para excusar el castigo; pues mientras estás conmigo, tendrás el hurto encubierto. Que, estando los dos allí, pues tú mi alma has de ser, ninguno echará de ver que estoy sin la que te di; viviré yo, Juana, en ti, aunque sin alma, no ausente; que quien ama, si no miente, porque hay amar y hay fingir, eso deja de vivir que deja de estar presente. INFANTA: ¡Qué de manera de engaños! ¡Qué de suertes de invenciones, si de tus dulces razones no resultaban mis daños! Ejemplos y desengaños me aconsejan que me aparte, pero ¿dónde o en qué parte, pues quise, siendo mujer, no digo, Tello, querer, sino querer escucharte? Si las aves no pusieran el oído a la traidora voz que engaña y enamora, nunca en la liga cayeran; si a mí no me enternecieran los encantos de tu canto, tarde me rindieras tanto. --Ahora bien; yo soy mujer. TELLO MOZO: ¿Qué dices? INFANTA: Que esto es volver, aunque de serlo me espanto. TELLO MOZO: Pues ven, mis ojos, que allí Mendo está con el caballo. INFANTA: ¡Ay Tello!, obedezco y callo; que manda otro dueño en mí. TELLO MOZO: ¿Vuelves con tu gusto? INFANTA: Sí; pero en fe de tu valor, que respetarás mi honor. TELLO MOZO: La luz que en tus ojos veo sabrá tener el deseo y reportar el amor.
Vanse. Salen TELLO VIEJO, LAURA e INÉS
TELLO VIEJO: ¿Estás loca? LAURA: Loca estoy; y tú lo pareces más, pues tal licencia le das. TELLO VIEJO: Yo ¿qué licencia le doy? LAURA: Tello ¿no es ido por Juana con tu licencia? TELLO VIEJO: Él se fue; porque yo a Sancho envié, y no a Tello, esta mañana. LAURA: Si Tello tiene mujer, y tú nuera, dime, tío, ¿esperar no es desvarío a que yo lo venga a ver? TELLO VIEJO: Tello, por hacerme gusto, aunque sin pedir licencia, no porque siente su ausencia, ni para darte disgusto, fue por Juana; y no hay razón que digas que es su mujer; porque ¿cómo lo ha de ser sin calidad? Que no son tan bajos los pensamientos de Tello. LAURA: Ahora bien, yo soy desdichada y yo me voy, que, amores o casamientos, no los tengo de sufrir. TELLO VIEJO: ¿Dónde vas? LAURA: En cas de Aibar. TELLO VIEJO: ¿En cas de Aibar? LAURA: A llorar... y a servirle... TELLO VIEJO: ¿Tú a servir? Quien manda treinta crïadas, ¿ha de servir? LAURA: ¿Qué ha de hacer, si Tello tiene mujer? TELLO VIEJO: Necedades excusadas. Mi sobrina, ¿para quién es mi hacienda? INÉS: Mendo viene, y escrito en los ojos tiene que no ha sucedido bien.
Sale MENDO
MENDO: Buenas nuevas. TELLO VIEJO: ¿Pareció? LAURA: Mejor de otra suerte fuera. MENDO: Pareció Juana en un bosque, cuyas floridas riberas cubren dos mansos arroyos, más que de cristal, de arena; que ellos propios la levantan, riñendo donde se encuentran. Vióla Tello, y arrojóse del caballo; así las riendas, y estuvímonos los dos, él contemplando la yerba, y yo de los dos amantes satisfacciones y quejas. Juana volver no quería; que dice que la atormentan celos de Laura, y mi amo la obligaba hasta vencerla; si bien es verdad, señor, que las mujeres discretas obran lo que menos dicen, y huyen lo que más desean. En fin, por fuerza o por gusto, que esto de alegar la fuerza las mujeres es lo mismo que dar la disculpa de Eva, entre los dos la pusimos en las ancas. La destreza de Tello a lo cazador se vio, pues, sin ofenderla, subió gallardo en la silla; pero, dejando la senda que viene a casa, del bosque siguió la inculta maleza. Ella, para no caer, que pienso que si cayera se lastimara en los troncos de aquella intrincada selva, echóle el derecho brazo al cuello, y de esta manera se me perdieron de vista; que llevaba Tello espuelas. Y, aunque era entonces Pegaso el rocín, yo le siguiera con ansia de ver a Juana, porque amor y celos vuelan; pero Tello me decía, "Mendo, quédate o te asienta; mira que te cansarás." Entendíle y di la vuelta. LAURA: De esto ¿qué dirás, señor? TELLO VIEJO: Que, como sabe la tierra, Tello buscaría el atajo.. MENDO: Y es muy discreta respuesta; que no hay atajo en el mundo, Laura, que más fácil sea que llevarse una mujer adonde jamás parezca. Con esto se ahorra un hombre de requiebros y promesas, y de andar, como en los pleitos, en demandas y en respuestas. Si es el fin el matrimonio, y el fin los sucesos prueba, ¡bien haya, amén, el concierto que no aguardó la sentencia!
Salen TELLO MOZO y la INFANTA
TELLO MOZO: Llega, y besarás la mano a mi señor. INFANTA: Con vergüenza de Laura llego. INÉS: Éstos son. TELLO VIEJO: ¡Vive Dios, que te quisiera, Mendo, con esta cayada hacer cuatro la cabeza! ¿Ves cómo por el atajo vino? MENDO: Y es cosa muy cierta; pero no le hay sin trabajo. Mas yo me huelgo que venga... (porque me vuelva mis joyas). Aparte TELLO MOZO: Juana la mano te besa por la merceed que le has hecho. INFANTA: Señor, cuando yo ofendiera a mi señora, era justo que castigara mi ofensa; pero no, estando inocente. LAURA: Sí, si la misma inocencia, y aun con esas humildades, se sale con cuanto intenta. INFANTA: Señora, yo no quería volver; Tello me hizo fuerza.
Hablan aparte MENDO e INÉS
MENDO: ¿A fuerza ha llegado el caso? Para bien las bodas sean. INÉS: Calla, malicioso, y mira que es Juana mujer honesta. MENDO: ¿Quítole su honestidad? Tello se queda con ella. TELLO VIEJO: Ahora bien; Laura, por mí, si es justo que lo merezca, habéis de hacer amistad. LAURA: ¿No basta que tú lo quieras? TELLO VIEJO: Juana, abraza a tu señora; y, porque de hoy más no tengas celos, casemos a Juana. TELLO MOZO: No habrá cosa con que pueda estar Laura más segura. Mendo su marido sea. MENDO: Antes de ir por el atajo, al mismo rey no la dieras, y ¿a mí me la das agora? No sé, ¡por Dios!, si la quiera.-- Mas será envite de falso. TELLO MOZO: No, Mendo, por Dios; que de ella sé que agradece tu amor. MENDO: ¿Es verdad, Juana? INFANTA: No tengas duda de mi amor. MENDO: Agora digo que los celos ciegan.-- Mira, Tello, no te espantes de que yo a Juana no crea que, como en aquel rocín diste tan larga carrera, venir a parar en mí no ha sido poca destreza. TELLO VIEJO: Ahora bien; yo doy en dote a Juana cincuenta ovejas, dos vacas, cuatro lechones, y de trigo veinte hanegas; y a Mendo doy una vara, pues soy señor de esta tierra. MENDO: No me des, señor, oficio que, si no prendo, me pierda, pues en efeto es prender, y, si prendo, me aborrezcan. TELLO VIEJO: Ahora bien; trazad la boda.
Hablan aparte TELLO MOZO y LAURA
TELLO MOZO: Con esto segura quedas. LAURA: Juana, una sartén te mando y una cama de red nueva. TELLO MOZO: ¡Ay Juana, que aunque es de burlas, siento el casarte de veras!
Vanse, y quedan MENDO e INÉS
INÉS: ¿Parécete, Mendo, bien de la suerte que me dejas? MENDO: Inés, cuando de casarme te resulte alguna ofensa, no quieras mayor venganza. INÉS: Todos sois de esa manera; pero todos os casáis. MENDO: Inés, el casarse es fuerza. INÉS: Pues ¿cómo os quejáis después? MENDO: No todos después se quejan; que muchos aciertan mucho, y otros por su culpa yerran. No está la paz en castigos, que deshonran; no remedian, sino en no querer los hombres volar por cosas ajenas. Regalos guardan lealtad; debida correspondencia en la mesa y en la cama hacen las mujeres buenas. INÉS: Bravo casado serás. MENDO: No quiera Dios que tal sea. INÉS: Pues, ¿qué? ¿Manso? MENDO: Peor, Inés; sino que quiera y me quieran. Y que alcance a nuestros hijos la bendición de la Iglesia.
Vanse. Salen TELLO VIEJO y SANCHO
TELLO VIEJO: Esos, Sancho, no es posible que sepan que soy señor. SANCHO: Excusarse del rigor parece cosa imposible. TELLO VIEJO: Otro parece que estoy después que tengo el gobierno. SANCHO: Tierno me pareces. TELLO VIEJO: ¿Tierno? Verás qué castigos doy. SANCHO: Tampoco has de ser cruel. TELLO VIEJO: Ya sé yo que la templanza nos enseña la balanza que hay del cuchillo al cordel.
Sale MENDO con vara, y villanos
MENDO: No se puede imaginar la ventura que he tenido. TELLO VIEJO: Pues, Mendo, ¿qué ha sucedido? MENDO: No acababa de tomar la vara que veis aquí cuando dicen que el rey viene. TELLO VIEJO: ¿El rey? MENDO: Y el que sólo tiene jurisdición sobre mí. TELLO VIEJO: Pues di, ¿quién te dijo a ti que el rey al monte venía? MENDO: Quien le vio cazar. TELLO VIEJO: Sería cerca de León, no aquí.
Ruido dentro
MENDO: ¿No aquí? Pues ese ruido ¿qué piensas que puede ser? SANCHO: Ya comienza a anochecer, y debe de haber venido con ánimo de que seas su huésped. TELLO VIEJO: Turbado estoy-- Mendo, a recebirle voy.
Vase
MENDO: ¡Hola, Sancho! Enciendan teas por cuantas peñas y partes tiene este monte, que son de esta humilde habitación los muros y balüartes.-- Voy a buscar frutas secas.--
A un VILLANO
Tú, di a Juana que no salga; porque aquesta gente hidalga se muere por villan[ecas]; y ella, por lo remilgado, les hará conversación. SANCHO: Parte seguro; ellos son. Todo se alborota el prado.
Vanse. Salen el REY de León, TELLO MOZO, TELLO VIEJO, y criados
TELLO VIEJO: ¿Cuándo, señor, merecí tanto honor? REY: A conoceros, Tello, he venido, y a veros, pues vos no me veis a mí. Vuestro hijo ¿dónde está? TELLO MOZO: A vuestro[s] pies, gran señor. REY: ¿Sabéis que es mi alcaide? TELLO VIEJO: Honor tan grande otro ser le da de aquél que tiene de mí. REY: ¿No tenéis más? TELLO VIEJO: Hanse muerto; y estuvieron en lo cierto; que para Tello hay aquí, y para tantos no había. REY: ¿No le casáis? TELLO VIEJO: Aquí tengo una sobrina... REY: Si vengo a tiempo, servir querría de padrino a mis parientes. TELLO VIEJO: Templad, señor, los favores; que reyes y labradores son extremos diferentes. REY: Llamadme vuestra sobrina. TELLO VIEJO: Como es hora de cenar, pienso que debe de andar del estrado a la cocina. REY: ¡Oh, qué envidia, Tello, os tengo! TELLO VIEJO: Señor, por acá se pasa pobremente. REY: A vuestra casa más pobre que nunca vengo. TELLO VIEJO: Pues no lo saldréis de aquí; que toda os la llevaréis.
Sale LAURA
LAURA: Aquí, gran señor, tenéis, para que os sirváis de mí, vuestra pobre labradora. REY: ¿Es vuestra sobrina? TELLO VIEJO: Laura, señor, mi casa restaura, si vos la casáis agora. REY: Mucho me alegro de veros.
Salen SANCHO y MENDO. Hablan aparte los dos
SANCHO: Arrima luego la vara. MENDO: ¿Yo? ¿Por qué? SANCHO: Porque está el rey presente. MENDO: No es de importancia. SANCHO: ¿Cómo no? MENDO: Si un capitán, de la guerra o de las armas viene a ver y hablar al rey, Sancho, ¿quítase la espada? SANCHO: No, Mendo. MENDO: Pues ¿qué más tiene? SANCHO: Necio, ¿no ves que es la causa porque representa al rey, que es justicia soberana, y no hay otra en su presencia? MENDO: ¿Que una cosa tan delgada, Sancho, represente al Rey? SANCHO: En eso, Mendo, declara que no ha de tenerla adonde pueda estar cosa contraria. MENDO: Después que eres escribano, Sancho, a lo de corte hablas. SANCHO: Y tú ¿no piensas mudar el ingenio y las palabras? MENDO: No sé, por Dios. Mas ya ponen la mesa; arrimo la vara por pescar alguna cosa. que no porque es de importancia.
Sacan la mesa y salen los MÚSICOS, y hay en la mesa una tortilla de huevos y un poco de manjar blanco, y en la tortilla de huevos una sortija
TELLO MOZO: Ya está prevenido todo. REY: Tello será maestresala. TELLO MOZO: Turbaréme, gran señor. MENDO: Él manda como en su casa. REY: ¿Quién sois vos? MENDO: El alguacil. REY: ¿Queréis algo? MENDO: Los que tratan de la salud, comer mucho, aunque tengan buena gana, dicen que es delito; y vengo a ver si en tanta abundancia puedo pescar cualque cosa.
Dale el REY el plato de manjar blanco
REY: Buen labrador... TELLO VIEJO: Es la gracia de todo el monte. MENDO: Y la hambre. REY: ...tomad. MENDO: ¿Por cuánto faltara manjar blanco? TELLO VIEJO: Parecéis príncipe que come en farsa.
Agora cantan los que quisieren
REY: ¿Tortilla de huevos? Bueno. El gusto me adivinaba quien este cuidado tuvo.
Va a comer, y topa con la sortija en los dientes
MENDO: Traigan luego vino y agua; que ha topado alguna piedra. TELLO VIEJO: ¿Piedra, señor? ¡Cosa extraña! REY: Esta sortija conozco. TELLO VIEJO: ¿Entre los huevos estaba sortija? REY: Y sortija mía. MENDO: Pues ¿de eso poco se espanta? En una morcilla un día hallé yo toda una sarta de cuentas que parecían dentro piñones y pasas. REY: ¿Quién hizo aquesta tortilla? TELLO VIEJO: ¿Quién guisó estos huevos, Laura? LAURA: Juana, señor, los guisó. REY: ¿Quién es Juana? TELLO VIEJO: Llama a Juana. MENDO: A prender a Juana voy. SANCHO: ¿Por qué? MENDO: Por tortillas falsas, y porque quebró las muelas a un rey de tanta importancia. (Esta vez cobre mis joyas. Aparte ¡Oh ladrona, que le echabas piedras al rey en los huevos, como a bestia en la cebada!) Allá dentro voy por ella. REY: (¡Cielo! ¿Quién imaginara Aparte que yo viniera a tener tanta pena en esta casa? Esta sortija es de Elvira, que con esta sierpe engasta este diamante y rubí.)
Hablan aparte los TELLOS
TELLO MOZO: Señor, hoy prenden o matan a Juana, si por ventura piensan que veneno daba al rey en esta sortija. TELLO VIEJO: ¡Veneno! ¡Infame criada!
Sale MENDO con la INFANTA
MENDO: Por fuerza habéis de salir. INFANTA: ¡Déjame, por Dios! TELLO VIEJO: Villana de Zamora o del infierno, ¿qué es esto que al rey le dabas? REY: Tello, dejádmela ver. TELLO VIEJO: ¿Para qué encubres la cara? Quita las manos. REY: ¿Qué veo? Ya se me enternece al alma.-- ¿Eres tú, Elvira? ¿Eres tú, hija, que de mis entrañas fuiste cuchillo en tu muerte? TELLO VIEJO: ¿Cosa que fuese la infanta? TELLO MOZO: ¡Ay padre! Si lo es, soy muerto. REY: Elvira, a tu padre abraza, y agora venga la muerte. MENDO: (Agora es cuando me manda Aparte freír en aceite el rey.) ¡Ah Juana! Si eres infanta, destruécame aquel cordel; que yo te daré la caja. INFANTA: Tuyas serán todas, Mendo. TELLO VIEJO: Señor, toda nuestra casa perdona; que no supimos quién era. REY: Quise casarla a su disgusto, y agora, Tello, la doy la palabra que sólo a su gusto sea. INFANTA: Sí será; que estoy casada. REY: ¿Casada? ¿Con quién? INFANTA: Con Tello, a quien tú pariente llamas. REY: Si no te hubieras casado, Elvira, yo te casara; porque no pudiera darle de este servicio otra paga. Daos las manos. TELLO MOZO: Bien merece mi amor, mi fe, mi esperanza este premio. TELLO VIEJO: No prosigas; porque aquí la historia acaba de Los Tellos de Meneses, godos de la antigua España hasta la segunda parte que refiera sus hazañas.

FIN DE LA COMEDIA


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 26 Jun 2002