JORNADA TERCERA


Salen BATO y PERSEO, con el escudo y caduceo
PERSEO: Si no me mienten las señas, allí del caduco Atlante, allí de noble alquería, allí de intricado parque, éste es el sitio que vengo buscando. BATO: Así Dios te guarde, que, si no es contra etiqueta de caballeros andantes decir a sus escuderos algunos de los dislates que se les ponen en testa, que me digas qué te trae a estos africanos montes con tanta prisa. PERSEO: Si sabes, que desatadas las Furias embravecieron los mares, que derrotado llegué a las discreción del aire a la boca del Nereo que en el mar trinacrio se hace medio mar y medio río, centauro de dos cristales; si sabes que venturoso vi, en su avenenada margen, en luces una hermosura que había visto en sombras antes; que celoso del engaño que padeció loco amante, a despecho de su amor osadamente cobarde, dijo el oráculo que manda que Andrómeda aplaque las iras de Venus, siendo víctima del formidable monstruo cuyas altas peñas que el mar repetido bate, han de ser del sacrificio los sacrílegos altares; si sabes que de su vida mi vida pendiente yace, siendo el término una luna que ya declina al menguante; porque siempre altos deseos se ejecutan mal o tarde; y si sabes finalmente, que el verme en tantos pesares Mercurio y Palas, en quien hierve sin fuego la sangre del gran Júpiter, me adornan de este escudo de diamante y este caduceo con que venciendo el común ultraje de Medusa volver pueda, donde, altivo y arrogante, con un horror venza otro, ¿qué preguntas? BATO: ¿Ahora sales con que a buscar a Merluza vienes? Por ventura, ¿sabes que es una mujer que tiene por moño y por aladares milagros y basiliscos, con licencia del romance? PERSEO: Sí, sé. BATO: Pues, ¿cómo con esa flema vienes en su alcance? PERSEO: Como no hay riesgo que no venza, temor que no allane, peligro que no atropelle, dificultad que no arrastre un amor que lo que adora ve en peligro. Si llegases tú a saber cómo se siente el menos violento achaque de quien gasta a un mismo tiempo su vida y la de su amante, vieras que aun el más difícil remedio parece fácil. Mas tú, ¿por qué has de saberlo; que primores semejantes no caben en pechos viles? Sólo en reales pechos caben. Y pues no veo la hora de conseguir el fin antes que de los contados días el breve término pase, mira si habrá quien nos diga por ese monte, ese valle, del sitio donde esta fiera se alberga. BATO: ¿No es disparate que de la que todos huyen quieras que te diga nadie? PERSEO: Pues sígueme. BATO: ¿Qué papel me he de hacer yo? PERSEO: El de ayudarme a dale muerte. BATO: Para eso mejor es que un doctor llames y a un boticario, que son asesinos familiares. PERSEO: Sígueme digo. BATO: ¿Habrá, cielos, nacido en el mundo alguien menos a los sastres dado y más dado a los desastres? PERSEO: No temas, pues vas conmigo. BATO: Contigo iba, y si no echase a correr, me hubieran dado con algo un poquito antes; y pues ya tengo experiencia que es remedio saludable el huír, déjame huír.
[Habla] dentro LIDORO
LIDORO: ¡O prendeles o matadles! BATO: Pues que nos dan a escoger, el prendernos es más fácil. PERSEO: ¿Qué gente y armas es ésta?
Sale LIDORO con algunos, con arcos y flechas
LIDORO: Ignorados caminantes, a quien trae su destino sin saber adonde os trae, daos a prisión. BATO: Yo por mí dado estoy. ¿Dónde es la cárcel? PERSEO: ¿Éste no es el otro joven de Acaya? LIDORO: ¿Qué esperas? Date a prisión. PERSEO: ¿Pues qué delito es que este monte pisase? LIDORO: Ninguno; mas sin ninguno hay hados inexorables que dan la muerte sin culpa de quien muera ni quien mate. Y, porque con el consuelo mueras de que ellos te hacen la sinrazón y no yo, infelice joven, sabe que este monte de Medusa teatro es en cuyo boscaje no hay verde tronco que no sea un humano cadáver. No han bastado contra ella sacrificios, hasta darle a Júpiter en Acaya humos, que ardieron en balde. De su sangre, respondió, que habían de fabricarse los remedios de otras ruinas; y así hoy los naturales hemos elegido un medio para derramar su sangre. Éste es que todos, armados de arcos y flechas, se amparen de las sombras de los troncos y, poniendo a sus umbrales condenado a muerte a uno, sea el reclamo que la saque para que, mientras él muere, todos los demás disparen y corone amor de plumas a la flecha que la alcance. Sobre cuál había de ser al que la suerte tocase fue voto ser el primero que por esta senda pase. A los dos cupo la suerte; y, pues en desdichas tales podéis quejaros de todos sin ofenderos de nadie y uno es el que ha de morir, agora entre los dos echarse podrá otra suerte. UNO: Es en vano supuesto que hay ley que mande que cuando de dos el uno muera y el otro se salve, sea el que muera el de peor cara; y así ése se ate de pies y manos.
Cogen a BATO
BATO: ¿Pues yo, cuando esa ley se guardase, soy el de peor cara? UNO: Sí, y mucho peor. BATO: No se engañen. Facción por facción me miren; verán que soy como un ángel. Miren ¡qué rostro si lloro! Si río, ¡miren qué semblante! Al mesurarme, ¡qué tez! Y ¡qué ceño! al enojarme. UNO: Éste ha de ser el que muera. BATO: Miren que soy como un ángel sino que no caen el ello. PERSEO: Si la novedad os place de que haya quien morir quiera, haced cuenta que me cabe la suerte. Yo me prefiero ser quien a Medusa llame. Y, como espada ni escudo me quitéis, a sus umbrales iré delante de todos. LIDORO: Si a aquesto te atreves, parte; que aquel edificio que a tierra en ruinas se abate es su albergue. PERSEO: Retiraos todos, y solo dejadme. LIDORO: Retiraos y cada uno detrás de su tronco aguarde. UNO: Tengamos aquéste preso por si esotro se escapare. BATO: Sayón de capa y espada, ¿qué os va a vos en que me maten? LIDORO: ¿Quién será este joven, cielos, tan soberbio y arrogante? BATO: Es un joven cosicosa, que se sabe y no se sabe.
Vanse [todos y queda PERSEO]
PERSEO: ¿Qué es aquesto, corazón? ¿Agora con pavor lates? Mas, ¡ay!, que el primer recelo no es de ánimo cobarde porque una cosa es temerle y otra cosa es despreciarle. Sus dos hermanas, sin duda, son las que a la puerta salen. Hasta mejor ocasión estas ruinas me recaten.
Salen SIRENE y LIBIA. [Escóndese PERSEO]
LIBIA: Mientras que Medusa duerme porque no nos sabresalte ningún temor, la campaña reconozcamos. SIRENE: De nadie pisada se mira. LIBIA: En tanto que nuestros desvelos guarden su sueño, para engañar la posta, el cuidado cante.
Canten
LIBIA: "Pisa, pisa con tiento las flores quedito, pasito, amor, que no sabes en cual de ellas se esconden los celos." SIRENE: "Y puesto que son de tus flores el áspid..." LOS DOS: "...no, no los despiertes; duerman y callen." PERSEO: Quien, al tomar uno y otra vuelta, a una y a otra tocase con aqueste caduceo introduciendo el süave sueño de Argos en sus ojos porque, ellas dormidas, pase
Toca con el caduceo a LIBIA y después a SIRENE
yo adonde duerme Medusa. Mercurio, mi intento ampare. LIBIA: "Pisa, pisa, [con tiento] las flores, quedito, pasito, amor, que no sabes..." ¿Qué es esto? ¿Qué ardiente hielo hay que en mis venas se esparce? ¿Qué me extremece? SIRENE: ¿Qué tienes? LIBIA: No sé. Pasa tú adelante. SIRENE: "...en cual de ellas se esconden los celos, y puesto que son de sus flores el áspid..." Mas, ¡ay triste! A mí también hay letargo que me embargue los sentidos. LIBIA: ¿Qué te turba? SIRENE: Tampoco lo sé. PERSEO: Ya hace su efecto el sueño. LIBIA: A pesar velamos, de efectos tales.
Cantan
LAS DOS: "No, no los despiertes; duermen y callen." SIRENE: En vano yo me resisto. LIBIA: También yo me animo en balde. SIRENE: Vela tú, mientras yo duermo. LIBIA: No a mí el cuidado me encargues, mejor velarás que yo. SIRENE: Pues venzámonos iguales diciendo una y otra vez para que el sueño se engañe.
Cantan
LAS DOS: "Pisa, pisa con tiento las flores quedito, pasito, amor, que no sabes en cual de ellas se esconden los celos, y puesto que son de tus flores el áspid... No, no los despiertes; duerman y callen."
Duérmense
PERSEO: Ya al sueño las dos rendidas, no hay quien la entrada me guarde. Por medio pasaré de ellas. Mas, ¡ay, que al paso me sale Medusa! ¿Qué haré después de verme si helado, antes que me vea, me ha dejado el ver monstruo semejante?
Sale MEDUSA vestida de pieles y la cabeza llena de culebras
MEDUSA: ¿Cómo de mis dos hermanas hoy el siempre vigilante cuidado fallece? ¿Cuándo fue posible que me falte de una la asistencia el tiempo que el venenoso coraje de mis nunca muertas iras rendido al sueño descanse? ¿Qué hubiera sido si alguno, de tantos como combaten mi vida, hubieran gozado de esta ocasión y, al hallarme sin ojos que me defiendan, hubieran podido darme la muerte? ¡Libia! ¡Sirene! ¡En profundo sueño yacen! PERSEO: Cobrado el primer asombro que el verla me dio, acercarme puedo ya en fe de este escudo. MEDUSA: ¡Sirene! ¡Livia! No trate despertarlas; que no es sueño sino letargo el que hace tan no usado efecto en ellas. ¡Oh, vengativas deidades, en cuya ojeriza vivo para horror de los mortales, racional fiera en los montes, humano monstruo en los valles! ¿Qué novedad será ésta de que hoy me desamparen las que me velan? PERSEO: ¡Medusa! MEDUSA: ¿Quién puede haber que a nombrarme se atreva, siendo mi nombre tan escándalo en el aire que aun a los ecos, tal vez, cayeron muertas las aves? PERSEO: ¡Medusa! MEDUSA: ¿Cúya eres, voz tan osada que me llames cuando otras me huyeron? PERSEO: Vuelve los ojos. MEDUSA: Y en ellos tales iras que ellas te escarmienten de osadía semejante...
Enseñale el espejo
mas, ¡ay infeliz de mí! ¿Qué es lo que miro? PERSEO: Tu imagen. MEDUSA: ¿Ésta soy yo? PERSEO: Sí, ésta eres. MEDUSA: ¿Qué mucho que a todos mate si aún me da la muerte a mí el horror de mi semblante? ¡Qué horrible forma! ¡Qué fea! ¡Qué asombrosa! ¡Qué espantable! Quita, o tú quien quiera que eres, ese cristal de delante de mis ojos. No cometas en mí barbarismos tales como hacer la que padece de la persona que hace. PERSEO: Si das la muerte a quien miras, mírate a ti. MEDUSA: Que me espante de mí es fuerza, y que de mí huya.
Entra MEDUSA huyendo y PERSEO detrás de ella
PERSEO: Seguiré tu alcance. MEDUSA: ¡Sirene, Libia, acudidme a valerme, y ampararme que me dan muerte! SIRENE: Las voces de Medusa el viento trae. LIBIA: Si ha despertado, a asistirla las dos acudamos, antes que sepa el descuido.
[Habla] dentro MEDUSA
MEDUSA: ¡Ay triste! SIRENE: Pues, ¿de cuándo acá sus ayes lastimosamente suenan? LIBIA: Vamos a ver qué lo cause.
Vanse [LIBIA y SIRENE]. Salen MEDUSA y PERSEO
PERSEO: A tu vista muere. MEDUSA: No me aflijas más. Baste, baste el saber que mi veneno ya por mis venas se esparce y que cebado en mi mismo corazón tan sin mí late que neutral de fuego y nieve ni bien hiela ni bien arde. PERSEO: Hasta que tu mismo aliento te ahogue, te deje y te falte, te ha de estar dando en los ojos la luz de aquestos cristales. MEDUSA: Cerraré los ojos yo; mas, ¡ay de mí que ya es tarde! Pues ya mi ponzoña ha hecho su efecto en mí; que cobarde no hay ira que no fallezca. No hay rencor que no desmaye; mas con todo huiré de ti porque yo conmigo acabe respirando Etnas de fuego, Mongibelos y volcanes sólo porque no blasones, sólo porque no te alabes que tú me diste la muerte. PERSEO: Por más que de mí huir trates, te he de seguir hasta que vierta mi acero tu sangre.
Éntrase huyendo y salen las dos [SIRENE y LIBIA]
LIBIA: De un hombre huyendo, vencida, aquí tropieza allí cae. SIRENE: Huyamos, Libia, pues fuimos de desdicha semejante causa, no a las dos también su venganza nos alcance. LIBIA: Dices bien, aquestos montes nos favorezcan y amparen.
Salen LIDORO y gente
LIDORO: Deteneos. ¿Dónde vais? SIRENE: Huyendo por no ver darle la muerte a Medusa un joven.
Vanse [SIRENE y LIBIA]
LIDORO: Vamos todos a ayudarle; que es vergonzosa omisión que un extranjero nos gane el aplauso. BATO: ¿Para qué hemos de ir si ya ella sale huyendo de él?
[Salen MEDUSA seguida de PERSEO]
PERSEO: Aunque intentes huir al monte, he de alcanzarte. MEDUSA: ¿Qué más pretendes de mí si ya me resisto en balde, y tropezando en mi sombra soy de mi misma cadáver? PERSEO: Agora, que ya en la tierra muerta a tu veneno yaces, este acero será bien que con tu púrpura esmalte las flores de África, adonde nazca en cada gota un áspid.
Córtale [a MEDUSA] la cabeza y salta por el tablado
BATO: Eso, yo también lo hiciera a saber que era tan fácil. Salte hacia otra parte usted, seora cabeza, y no salte hacia mí, se lo suplico. LIDORO: Al ver acción semejante, la admiración y el silencio sólo es justo que te alaben. Dame los brazos y piensa qué premio habrá con que pague tan heroica acción. PERSEO: El premio me le ha de dar aquesta sangre y, pues he de cobrar de ella, no es bien que tú me lo pagues. LIDORO: Pues, ¿qué premio de ella aguardas? PERSEO: No sé más de que es constante, si a aquel oráculo creo de Acaya, que ella ha de darle. LIDORO: ¿Eres tú de Acaya? PERSEO: Estaba en ella cuando llegaste tú a su gran templo. LIDORO: Bien dices, porque si vuelvo a acordarme de la sangre de Medusa dijo que había de formarse el remedio de otras ruinas. Mas, aunque el creerlo es fácil, no es fácil el verlo, pues aunque su sangre derrames, ¿adónde el remedio está que de ella puede esperarse? PERSEO: Para responder, la tierra pienso que en bocas se abre.
Ábrese la tierra y sale el caballo Pegaso
LIDORO: ¡Horrible bostezo! Es una grieta, y de ella nace, si no me miente el asombro, un bruto. PERSEO: No es sino una ave pues las alas en el viento es lo primero que bate. LIDORO: Monstruo es de dos especies pues hijo es de tierra y aire. PERSEO: Sobre la cumbre del monte Parnaso, émulo de Atlante, ha parado el primero vuelo. LIDORO: No aquí la admiración pare, pues hiriendo con la uña el fuego a sus pedernales, en vez de brotar centellas brotan líquidos cristales. BATO: La fuente de los poetas será. UNO: ¿Qué hay de que lo saques? BATO: De que quitará la sed y no quitará el hambre. PERSEO: ¿Bato? BATO: ¿Qué quieres? PERSEO: Que al monte subas al punto y me bajes aquel caballo en que pueda volver volando. BATO: No es fácil que suba yo y que él se deje coger de mí. PERSEO: Yo a alcanzarle subiré, pues para mí la tierra le aborta. Tráete tú esa cabeza y conmigo ven. BATO: ¿Qué cabeza? PERSEO: Ignorante, ésa de Medusa. BATO: ¿Yo? PERSEO: ¿Pues quién? BATO: El turco. PERSEO: No tardes. Ázale del suelo y ven.
[BATO] vala a coger y ella salta
BATO: Lleve el diablo quien tal hace. PERSEO: ¡Vive Júpiter, villano! Si no la traes que te mate porque ella ha de ser blasón de mis hechos inmortales. BATO: ¿Por dónde tengo de asirla? PERSEO: Por cualquier truncado áspid. BATO: Buenas señas para mí. ¡Ay, que muerden! PERSEO: No te espanten; que muertos están BATO: Sepamos cuando yo con ella cargue y te siga, ¿en qué he de ir yo si tú volando te partes? PERSEO: A las ancas del Pegaso irás. BATO: Pues, ¿y de qué sabes que sufre ancas? PERSEO: Tráela, pues. BATO: Yo llevo para librarme de los peligros del vuelo linda cabeza de mártir. PERSEO: Vosotros quedad en paz que el volverme es importante. LIDORO: ¿No admitirás de nosotros las gracias de semejante acción? PERSEO: No, que las que espero amor me ha de dar triunfante de otra fiera. LIDORO: Oye, PERSEO: Es en vano. LIDORO: Pues, dinos ya que te partes, ¿quién eres? PERSEO: Perseo, hijo de Júpiter y de Danae.
Vanse [PERSEO y BATO]
LIDORO: ¿Danae y Júpiter? ¡Cielos! Sin duda éste es de sus graves fortunas causa en los celos del rey Acrisio su padre; y, aunque me acuerden los míos, tanto me obliguen sus partes que he de seguirle a saber si puedo en algo pagarle esta fineza, inquiriendo en qué las fortunas paren de Perseo, ilustre hijo de Júpiter y Danae.
Vase LIDORO. Sale la DISCORDIA
DISCORDIA: Ya en Trinacria ninguno hay que esta vara trágica de Juno no le haya tocado; porque atento a las cóleras del Hado contra Andrómeda pida que salve tantas vidas una vida. Ya que cumplió la luna, sombra condicional de la Fortuna, su término, Perseo, no has de lograr el fin de tu deseo, por más que honrar te pudo de Palas bella el cristalino escudo, de Mercurio el dorado caduceo. Y, puesto que ya veo el pueblo conmovido, sea el tumulto música a mi oído; porque no me baldone la ignorancia de bastarda deidad, cuando veloces vea mi idioma en acordadas voces, que suenan con más dulce consonancia, repitiendo la instancia de mi cólera altiva y de mi envidia fiera.
[Hablan] dentro.
VOCES: Muera Andrómeda. TODOS: ¡Muera! VOCES: ¡Viva Trinacria! TODOS: ¡Viva! DISCORDIA: Aquésta sí que es cláusula festiva para la vanidad de mi deseo, y más cuando ya veo lograrse de mis cóleras el fruto; pues vestida de luto, al funesto compás de destempladas cajas, de triste canto acompañadas, Adrómeda camina al teatro fatal de la marina, donde ha de ser de mi rencor indicio, verla de unmonstruo humano sacrificio, antes que volver pueda del África Perseo donde queda imaginando que esta ruina es culpa la derramada sangre de Medusa. Pero, por más que su favor aguarde, ha de llegar o mal o nunca o tarde, pues ya llegan veloces, al compás de las cajas y las voces, al mar, los que publican que esta víctima a Venus sacrifican. Y, aunque tan triste su lamento ha sido, dulce linsonja es para mi oído cada vez que le escucho y a ella veo sin que darla favor pueda Perseo, diciendo con severa lástima a un tiempo crüel y compasiva. UNOS: ¡Viva Trinacria! TODOS: ¡Viva! UNOS: ¡Muera Andrómeda! TODOS: ¡Muera! DISCORDIA: Mal de Perseo su favor espera, aunque el Pegaso ya le dé sus alas, Mercurio el cetro y el escudo Palas.
Vase [la DISCORDIA]. Sale una tropa de MÚSICOS y detrás ANDRÓMEDA, vestida de luto, llorando, y delante CELIO. Cantan
MÚSICOS: "La que nace para ser estrago de la fortuna, supla, calle, llore y sufra, y consolada con que la que es desdicha no es culpa, supla, calle, llore y sufra." ANDRÓMEDA: "La que nace para ser estrago de la fortuna, supla, calle, llore y sufra, y consolada con que la que es desdicha no es culpa, supla, calle, llore y sufra." Miente la alevosa voz que consolarme procura inútilemnte, asentando en los ecos que pronuncia; que, porque culpa no es la que a este fin me reduzca, no es desdicha porque antes, si bien lo advierte y lo juzga, es ser desdicha dos veces; que el que culpado se angustia en la culpa que comete, halla honestada la injuria. Mas quien la padece,--¡ay triste!-- sin cometerla, es locura persuadirse a que es consuelo el fracaso a que se ajusta. Y así, miente, otra vez digo, la voz que aleve articula; que es disculpa de su hado no siendo el hado disculpa. MÚSICOS: "La que nace para ser estrago de la fortuna, supla, calle, llore y sufra." ANDRÓMEDA: ¿Cuánto le fuera mejor a mi fatal desventura morir culpada que no inocente? Estrella injusta, ¿por qué a mí no me dictaste la vanidad, que perjura me condena? Fuera mía pues es mía la fortuna la causa de ella, que yo me holgara, en pena tan dura, de ser la culpada siempre porque no llorara nunca. MÚSICOS: "Que consolada con que la que es desdicha no es culpa, supla, calle, llore y sufra." CELIO: Andrómeda, ya es en vano el llanto. Esta peña dura,
Enseña una peña
que dentro del mar permite que en sus golfos se descubra tan a todas partes, que por todas partes la inundan, cerrando el paso a que puedas desde ella ponerte en fuga, es donde hemos de dejarte entregada a la sañuda cólera de las Nereidas, sacras enmigas tuyas. Ellas han de recibirte para que la ofensa suya en Venus se satisfaga pues Venus es en quien dura. Retiraos todas. Sagradas deidades justas o injustas, ahí os queda vuestra ofensa, ahí os queda vuestra injuria. O remitidla o vengadla que a nuestra obediencia suma toca el ponérosla donde gima ciega y diga muda.
Cantan
TODOS: "La que nace para ser estrago de la fortuna, supla, calle, llore y sufra."
Vanse [todos, dejando a ANDRÓMEDA]
ANDRÓMEDA: ¡Oíd, esperad! Mas--¡ay triste!-- en vano un infeliz busca piedad en orejas que oyen cuando oyen lo que no escuchan. Altos montes de Trinacia, que al cielo elevan las puntas, siendo el cóncavo palacio del alcázar de la luna, rocas rústicas, pilastras de sus dóricas columna, abrid en el centro vuestro la más horrorosa gruta para que a un vivo cadáver le sirva de sepultura antes que siendo este golfo de sus verdes años tumba, la dé un monstruo en sus entrañas pira, monumento y urna. Viva estatua soy de hielo, y como a otra pena acuda..., miento, de fuego la soy, sintiendo dos iras juntas; sin que aquésta aquélla aplaque, ni aquélla a esotra consuma. ¿Quién creerá que en tanta pena, desconsuelo, ansia y angustia, hacerse sepa lugar otra ira, rabia y furia, dando paso la primera a que quepa la segunda? ¿Es posible que aquel joven, después que ciego aventura mi vida y mi honor, se ausente, sin que de mis desventuras sea testigo? Siquiera consolara mis injurias su lástima; que el ver que otro siente, si no alivia, ayuda a hacer más tratable el daño. Mas--¡ay de mí, qué locura! y más cuando dulces ecos
Música dentro
la esfera del aire turban, porque mi llanto y su acento uno en el otro confunda.
Salen seis NEREIDAS vestidas de azul y oro, cantando y bailando todas
TODAS: "¡Albricias hermosa deidad de la espuma, que ya es sacrificio la que antes fue injuria!" NEREIDA 1: "Ya la que soberbia..." NEREIDA 2: "...quiso que presuman,..." NEREIDA 3: "...que reina podía..." NEREIDA 4: "...ser de la hermosura,..." NEREIDA 5: "...víctima es sagrada..." NEREIDA 6: "...a las aras tuyas." TODAS: "¡Albricias hermosa deidad de la espuma, que ya es sacrificio la que antes fue injuria!" ANDRÓMEDA: Bellas ninfas de Nereo, sagrado río, que inunda los imperios de Trinacria, patria mía y patria suya, desde el alto Lilibeo que fue su cuna y mi cuna hasta esta funesta boca, donde con el mar se junta, si sois, como sois, deidades, a quien toda esta cerúlea república no hay escollo en que no os labre y construya templos de coral y nácar en sus bóvedas profundas, mostrad que lo sois en ser piadosas; que no hay ninguna acción en que más se muestre la deidad, que a un dios ilustra, que en la piedad. Y más, cuando a la cuchilla que empuña, el ruego le embota el filo, le mella el llanto a punta. A vuestra plantas postrada yace una pompa caduca que sólo para morir infausta, amaneció augusta. Si mi madre apasionada con amor y sin cordura me alabó, sobradamente el afecto la disculpa. ¿Cuándo el amor de los padres hizo fe? ¿Qué sierpe astuta sus viboreznos no cría con cariño y con blandura pareciéndole que son, llenos de escamas y arrugas, más hermosos que las aves que ramilletes de plumas cuando ellos la tierra arrastran, esotras el aire surcan? Y cuando fuese indecoro que con los dioses presuma competir, ¿fue culpa mía la que fue vanidad suya? Duélaos la flor de mis años. Mirad que el prado os acusa, que cuando floridas todas ésta sola dejéis mustia. Acordaos de que fuimos amigas cuando estas rubias arenas a nuestros bailes la escena dieron, de cuyas mudanzas el viento agora no sin ocasión murmura, viendo que de extremo a extremo pasan; pues siendo las unas festivas, queréis contra arte que a trágicas se reduzcan. Más airosas quedaréis en pasión tan absoluta, como el decir que yo era más hermosa, bella y pura que Venus y que vosotras en hacer, como seguras, desperdicio del baldón y de la arrogancia burla. Contra la enseñanza, no hay silogismo que concluya sin que él mismo a su primera consecuencia se confunda. Dígalo el sol. ¿Qué importara a sus bellas luces rubias que hubiera uno que dijera que le parecían oscuras? ¿Ofendiérase por eso? No, que la venganza suya fuera al que su luz disfama, ver que a su luz se deslumbra. Pues, siendo así, ¿qué más noble, más piadosa, ni más justa satisfacción puedo daros que absorta, elevada y muda arrojarme a vuestras plantas? Pues no puede haber ninguna que más claramente diga quién obedece y quién triunfa. Y pues como allá en el sol, nada a su esplendor perturba y yo confieso que el vuestro a mí, a su sombra me ilustra, no vengativas, no fieras, no crüeles, no sañudas... UNAS: No prosigáis. OTRAS: Calla, calla. NEREIDA 1: No con piedad nos arguya. NEREIDA 2: Sin tiempo nos lisonjeas. NEREIDA 3: Sin ocasión nos adulas. NEREIDA 4: Y pues ya echada la suerte a vista de la Fortuna, humildades afectadas, más que virtud, son industria. De tus ropas te despoja. TODAS: De ti adorno te desnuda.
Desnúdanla
ANDRÓMEDA: ¡Amigas! NEREIDA 5: En competencia de discreción y hermosura, no hay amigas que no sean enemigas. ANDRÓMEDA: ¡Suerte injusta! NEREIDA 6: En este elevado escollo están las cadenas duras que han de atarla. ANDRÓMEDA: ¡Ay infelice! TODAS: En él arrastrando suba.
Átanla a un escollo con unas cadenas
ANDRÓMEDA: ¿Para qué? Soltad; que yo, corrida de que la angustia úsase del rendimiento, quiero apelar a la furia. Falsas, mentidas deidades, de vuestro rencor se induzca, pues no puede serlo, en quien, rogada, la saña dura. Ya no quiero que piadosas conmigo estéis, pues ninguna desdicha puede ya serlo para mí más importuna que ver desaprovechada de las lágrimas la astucia en quien usa tan mal de ellas que de ellas con fieras usa. Y así por echarle a mal, ya el llanto de afecto muda que ninguna piedad vuestra será mejor que ninguna. Y supuesto que el despecho mejor que yo lo divulga, voluntariamente doble la cerviz a la coyunda. Este destinado escollo, cátedra de mi fortuna, el peso de mis desdichas sobre sus espaldas sufra. Y habiendo de llorar a alguien llore a aquesta peña ruda, antes que a vosotras; pues menos toscas, menos brutas son las que ostentan el serlo que las que lo disimulan. NEREIDA 1: Llega esas argollas, ata. NEREIDA 2: Ve, y esa cadena añuda. NEREIDA 3: Sí haré. NEREIDA 4: Y yo también. NEREIDA 5: Agora, verás si el viento te escucha. TODAS: ¿Quién merece ser, tú o Venus, la reina de la hermosura?
Vanse, dejándola atada al escollo
ANDRÓMEDA: ¿Cuál de vosotras, estrellas, de cuantas la arquitectura celeste esmaltáis, a quien es dado que ansias influyan, la mía es? No es porque quiere darla quejas, lo pregunta la voz, que antes para darla gracias, en saberlo estudia, el ver que tan liberal en mí su influjo ejecuta, que haga que quepan en mí todas las desdichas juntas. ¿Habrá, dime, ¡o tú entre tantas la más pobre, más oscura, más trémula, más infausta más apagada y más turbia! ¿Habrá, digo, en este estado, porque digas que no apura mi voz tu poder, algún consuelo, esperanza alguna?
[Con estos versos va saliendo en la mar un monstruo que viene acercándose al escollo. Cantan dentro los Ecos
ECO: "Una..." ANDRÓMEDA: Una el eco me responde; mas, ¡ay! que no es piedad suya sino delito; pues siempre algo de lo que oye hurta. Y así por mi desconsuelo volver pretendo a la duda. ¿Qué más puede ser que sea mi infelice desventura? ECO: "...ventura..." ANDRÓMEDA: Segunda vez, ladrón eco, la postrer sílaba usurpas de mi última razón. Mas no por eso, segunda causa, creeré que te trae. ECO: "...hay..." ANDRÓMEDA: Pues nada en ti me asegura. ECO: "...segura." ANDRÓMEDA: ¿Qué fuera--¡ay de mí!-- que el eco algo en mi favor pronuncia? Pues a mis preguntas dice, si sus respuestas se aúnan, que en el estado que estoy "una ventura hay segura." Mas, ¿qué ventura--¡ay de mí!-- puede ser si ya se enturbian las ondas a la batida que al disforme estatura de un vivo escollo que, ya
Saliendo fuera la fiera toda de escamas
bajel animado, surca al mar encrespa la tez de su verdinegra bruma, de sus presas y sus garras viene aguzando las puntas contra mí?
[Hablan dentro PERSEO y BATO]
PERSEO: En aquesta peña te apea. BATO: Es cosa muy justa.
Aparece PERSEO en el caballo, en lo alto, con lanza y escudo
PERSEO: Ya que a Andrómeda y al monstruo quiere el cielo que descubra a tan buen tiempo... ANDRÓMEDA: ¡Piedad, altos dioses! PERSEO: ¿Qué te angustia, hermosa Andrómeda bella, si Perseo es en tu ayuda? Alado Belerofonte, bruto y ave en piel y pluma, que aborto fuiste, engendrado de la sangre de Medusa,
Bájese el caballo, interponiéndose entre ANDRÓMEDA y el monstruo
abate el vuelo a esas ondas; que su campaña cerúlea hoy el teatro ha de ser de la más desigual lucha que vio el sol en cuantos giros dora, ilumina e ilustra. ANDRÓMEDA: ¿Qué es esto, cielos, que veo? De la más alta, más suma región, nuevo alado asombro, la esfera del aire cruza. Un joven trae, y si no me mienten y me perturban o la admiración o el miedo que mis sentidos ofuscan, el joven es de la selva. Oye, aguarda, espera, escucha, que a tanta costa no quiero, como tu riesgo, tu ayuda. Menos importa que yo muera, que ver que aventuras tu vida tú por mi vida. PERSEO: Por más que a las iras tuyas los polos cel cielo giman, los ejes del orbe crujan, sobresaltados del mar que a apagar sus luces suba cuando en horribles bramidos sus ondas al sol escupas, no has de ponerme pavor. ANDRÓMEDA: Deja, deja que esa furia se cebe antes en mi pecho que en el tuyo. No presumas; que es favor el que tirano más que me alivia, me asusta. En partida lid los dos ya se apartan, ya se juntan. ¡Piedad, dioses! Y esta vea concederla no se excusa, pues para mí no la pido.
El monstruo se retira cayendo
PERSEO: Ya que la aleve cicuta de su sangre, la azul playa vuelve campaña purpúrea, huye vencido a mi acero. Y porque en el mar te hundas, a nunca más ver tu horror, mira en la acerada luna de este escudo en quien impresa quedó la faz de Medusa. ANDRÓMEDA: Rastros de sangre dejando, el monstruo se ha puesto en fuga. PERSEO: Ya que vencido de mí el mar su terror sepulta, es bien, hermosa beldad, que agora a desatarte acuda.
Apéase PERSEO, y desata a ANDRÓMEDA
Libre estás. ANDRÓMEDA: De dos albricias soy deudora a mi fortuna; mas miento, que no lo soy, sino solamente de una, pues no es mi vida acreedora donde está anterior la tuya. Dime quién eres, porque agradecida y confusa, sepa a quién esta fineza debo. PERSEO: Quien tu amparo busca con tal riesgo, que no es éste el mayor de quien triunfa. Mas, ¿qué mucho facilite más que el hado dificulta amor, que en esta fineza todos sus méritos funda, para arrojarme a tus plantas? ¡Qué gran dicha! ANDRÓMEDA: ¡Qué ventura! PERSEO: ¡Qué felicidad! ANDRÓMEDA: ¡Qué suerte!
Sale BATO
BATO: Bien podéis, cuantos oculta el miedo, por esas peñas llegar, que ya con mi ayuda mi amo dio la muerte al monstruo, quitando a su dentadura el que hoy no tenga por postre manjar blanco de pechugas.
Voces dentro
UNOS: ¡Viva quien la fiera vence! OTROS: ¡Viva quien del monstruo triunfa!
Sale el REY de Trinacria y los que pudieren
REY: Dame, extranjero, los brazos, y supuesto que es sin duda que quien ha hecho tal hazaña heroica sangre le ilustra, en premio de ella, porque ella sola es paga justa, en diciéndonos quién eres, Andrómeda será tuya. PERSEO: Pues oye...Yo soy...
Dentro
LIDORO: ¡Qué asombro! REY: Tente, espera. ¿Qué os asusta segunda vez que esas voces dais?
Sale LIDORO
LIDORO: Yo te lo diré. Escucha. Mató a Medusa el ínclito Perseo y de su sangre concibió la tierra aquel blanco caballo en quien le veo los rummbos acertar por donde yerra. Yo, llevado del noble alto deseo de ver qué en sí tanto prodigio encierra, sabiendo que a Trinacria venía, intento seguir por agua al que navega en viento. Embarquéme tras él y, cuando hacía punta el bajel del África a la Europa, gozando en tormentosa travesía dulce tranquilidad del viento en popa, absorto vi que sobre mí venía frisando con las nubes en quien topa, un bulto tal, que en el boreal espacio era templo tal vez, tal vez palacio. Éste, pues, estrechándole la esfera al aire, en quien ocupa lo que oprime, sus espaldas fatiga de manera que, cuando más bramar intenta, gime. Bien que pesada fábrica y ligera ni senda deja en él, ni huella imprime, siendo de un horizonte a otro horizonte monte y ciudad, sin ser ciudad ni monte. Alguna vez que acaso él declinaba o que acaso el bajel hacia él subía, nuestra atención en ecos escuchaba ya numana voz, ya métrica armonía; de suerte que el horror que nos causaba en lisonjas a tiempos convertía, haciendo el gusto aquí, y allí el disgusto, pesado al gozo y apacible al susto. Con este, pues, prodigio siempre a vista, navegué hasta la orilla de esa playa donde he visto del monstruo la conquista, de quien jamás es fuerza ejemplar haya, donde porque un asombro a otro resista, o porque uno en aumento de otro vaya, donde del monstruo fue la lid sangrienta, parece que la fábrica se asienta. REY: Absorto estoy. ANDRÓMEDA: Yo confusa. PERSEO: Yo turbado. LIDORO: Yo suspenso. BATO: ¿Y habrá algún bobo después que piense que es verdad esto?
Cantan dentro, en el aire, y [salen JUNO] en su carroza con la DISCORDIA, y MERCURIO y PALAS sentados en dos nubarrones
MÚSICA: "A tierra, a tierra, que aquí manda Júpiter supremo por patrón de esta victoria, trasladar de Acaya el templo." JUNO: "Por no asistir al aplauso, que ya, declarado el cielo, da de Júpiter al hijo a pesar de mis desprecios, dejé el coro de los dioses, Discordia, y contigo vengo desde aquí a verle porque la necedad de los celos siempre anda acechando el daño. Y así, aquí no retiremos, ya que vencidas las dos quedamos." DISCORDIA: De mis deseos servida estás; pero no, señora, de mis afectos porque trató de impedirlos el gran Júpiter supremo que de Mercurio y de Palas poco importara el esfuerzo. PALAS: "No importara sino mucho, pues escudo y caduceo fueron de su triunfa causa." JUNO: "Pues, ¿por qué, si es triunfo vuestro, no le asistís el el coro de dioses?" MERCURIO: "Porque queremos no perderos a las dos de la vista, previniendo que no intentéis perturbarle cuando a decir vuelve el viento..."
Vuelve la música en el aire y baja de los más alto un templo. Vienen en la fachada del [templo], sentada, la tropa de la música, y en habiéndose asentado en la tierra, salen de él el rey POLÍDITES, DANAE, CARDENIO, GILOTE, ERGASTO, RISELO y otros
MÚSICA: "A tierra, a tierra, que aquí manda Júpiter supremo por patrón de esta victoria, trasladar de Acaya el templo." PERSEO: ¡Qué maravilla! ANDRÓMEDA: ¡Qué asombro! BATO: ¡Qué prodigio! REY: ¡Qué portento! LIDORO: Aún más es, señor, si miras la gente que viene dentro; porque aquél, si no me engaño y bien sus señas acuerdo, es Polídites, de Acaya rey, y aquel milagro bello de hermosura y discreción, Danae, madre de Perseo. PERSEO: ¿Qué es esto, cielos, que miro? POLÍDITES: Escucha. Sabrás qué es esto. PERSEO: En sabiendo tú que te oyen. DANAE: ¿Quién? PERSEO: Andrómeda y Cefeo. POLÍDITES: Los brazos nos da. LOS TRES: ¿Qué hay, Bato? BATO: ¡Gilote, Ergasto, Riselo! GILOTE: Todos estamos acá. BATO: Aunque me espanto de veros, no me espanto de que haga Júpiter tales extremos; porque por grande que sea un padre, no puede menos de hacer fiestas viendo un hijo que le ha puesto en paz dos reinos. CARDENIO: Dame a mí también los brazzos. PERSEO: ¡Oh, padre, cuánto me huelgo de verte en aqueste traje! CARDENIO: Honras son que no merezco, de Polídites. PERSEO: Yo, como mías, se las agradezco. REY: No tan grande admiración embarace el cumplimiento. POLÍDITES: Sabiendo de tus fortunas los prodigioses sucesos... DANAE: ...y los peligros en que Discordia y Furias te han puesto,... POLÍDITES: ...yo y Danae, a quien ya hizo mi amor reina de mi imperio,... DANAE: ...sacrificios ofrecimos al gran Júpiter inmenso... POLÍDITES: Lo que le pedimos fue que a nuestras ansias atento... DANAE: ...nos revelase en qué estado la Fortuna te había puesto. POLÍDITES: Él, agradecido al voto,... DANAE: ...él, compadecido al ruego... POLÍDITES: ...no sólo en el templo quiso revelarnos tus sucesos... DANAE: ...pero el templo elevó todo, arrancado de su centro... POLÍDITES: ...y, navegando veloces enjutos golfos de viento... DANAE: ...a cuantos en él estaban ha traído en él a verlos. REY: A tanta admiración, sólo responder puede el silencio y, pues antes que tu voz quién eres dijo el portento, dale a Andrómeda la mano.
Sale FINEO
FINEO: No dará tal, que primero que sus extrañas fortunas a lograr lleguen tal premio, morirá al arrojadizo rayo del templado acero de este arpón. LIDORO: No morirá sin que tú mueras primero.
Dispara LIDORO una flecha
FINEO: ¡Ay, infelice de mí! Que antes de matar he muerto.
Cae FINEO
Justamente esta venganza de mí han tomado los cielos. LIDORO: Ya con esto te he pagado aquella fineza, puesto que si mataste una hidra que tenía en el cabellos los áspides, yo maté a quien los tenía en el pecho, no siendo menos rabiosos los áspides que los celos. REY: Retirad ese cadáver y tú, gallardo extranjero, por aquesta acción de quien eligió por instrumento el cielo, en venganza noble de las iras de Fineo, dame los brazos. DANAE: Y a todos. ANDRÓMEDA: Sí, pues todos le debemos que puesto en salvo el amor, muera el aborrecimiento. DISCORDIA: Todo nos sucede mal; que éste era el último esfuerzo que de las Furias tenía reservado. JUNO: "Sus efectos siguieron a los demás." PALAS: "Claro está que el favor nuestro había de hallar en Lidoro lo que perdiera en Fineo." MERCURIO: "Y aún no ha de parar aquí su aplauso, que todo el cielo la gala le ha de cantar." LAS DOS: "¿Cómo?" LOS DOS: "Dígalo el efecto."
Ábrese el cielo
REY: ¿Qué nueva luz nos alumbra? LIDORO: Iluminado los vientos... PERSEO: ...se transparentan a visos,... DANAE: ...se traslucen a reflejos. ANDRÓMEDA: Todo el coro de los dioses rasga sus azules velos. TODOS: Nueva música se escucha. BATO: ¿En qué ha de parar aquesto?
Cantan
MÚSICA: "¡Viva, viva la gala del gran Perseo; que de Júpiter hijo, merece serlo! Cuando a padre tan grande ponen sus hechos, con dos monstruos vencidos, en paz dos reinos!"
Aparécese JÚPITER en un sol
JÚPITER: "Yo el festivo parabién de vuestro aplauso agradezco, y en el traje de Cupido que fue mi disfraz primero le recibo por hacer de mis finezas acuerdo, somo al fin primera causa de tan gloriosos efectos. Y así, para que prosiga, vuelva a decir vuestro acento..."
Todos, con música, y representado
CORO 1: "¡Viva, viva la gala del gran Perseo,..." CORO 2: "...que de Júpiter hijo, merece serlo...." CORO 3: "...cuando a padre tan grande ponen sus celos,..." TODOS: "...con dos monstruos vencidos en paz dos reinos!" REY: ¿Qué nueva música es la que en varios coros vemos aquí de voces, y aquí de rústicos instrumentos, que a la del cielo acompaña?
Salen, por una parte, la nueve MUSAS, y por otra rústicos dioses, vestidos de labradores
MUSAS: Atento oye. PASTORES: Escucha atento. MUSA: Las nueve musas, a quien es concedido el imperio del Parnaso, cuya fuente dio el caballo de Perseo, agradecidas al docto cristal, puro, claro y terso, que no menos fertiliza los prados que los ingenios, vienen también a cantarle la gala, y con más afecto que otros, pues árbitros son de la música y los versos. PASTOR: Aquí la festiva tropa de rústicos semideos, a quien tocan alquerías de prados y montes, viendo que el que hoy es héroe divino, fue pastor en otro tiempo, al compás de sus silvestres zampoñas, flautas, salterios, vienen en su pastoril modo, a aplaudirle diciendo...
Cantan y bailan las musas y los dioses
TODOS: "¡Viva, viva la gala del gran Perseo; que de Júpiter hijo, merece serlo! Cuando a padre tan grande ponen sus hechos, con dos monstruos vencidos, en paz dos reinos!" PERSEO: Mal, ¡oh Júpiter divino!, podrá mi agradecimiento responder a tantas honras; pero a tus aras ofrezco, no como satisfacción sino como rendimiento, la cabeza de Medusa, el escudo y caduceo, como de Mercurio y Palas principales instrumentos. POLÍDITES: En habiendo recibido el don, parece que el templo vuelve a elevarse. CARDENIO: Esto es decirnos que otra vez dentro de él, los que dentro venimos volvamos al patrio suelo. REY: Permitid que mi hospedaje antes os sirva. DANAE: Primero es la obediencia que el gusto y, aunque tan grande lo tengo, viéndote lograr la mano de tan venturoso dueño, contra lo que Dios ordena, no es posible detenernos.
Vuelve a arrebatarse el templo con todos los que trujo
UNOS: Id en paz. OTROS: En paz quedad. BATO: A Dios rogad y rogad al cielo, en metáforas de carro, que no se derriengue el templo. JÚPITER: "Pues el viento es dueño suyo, vuelva a publicar el viento en los ecos repetidos de unos y otros acentos..." TODOS: "¡Viva, viva la gala del gran Perseo; que de Júpiter hijo, merece serlo! Cuando a padre tan grande ponen sus hechos, con dos monstruos vencidos, en paz dos reinos!" MERCURIO: ¡Qué grande dicha! JUNO: ¡Qué rabia! PALAS: ¡Qué alegría! DISCORDIA: ¡Qué tormento! ANDRÓMEDA: ¡Qué felicidad! REY: ¡Qué gusto! PERSEO: ¡Qué ventura! BATO: Y más si veo que vuestro perdón merecen las fortunas de Perseo cuando en festivos aplausos repiten todos a un tiempo: TODOS: "¡Viva, viva la gala del gran Perseo; que de Júpiter hijo, merece serlo! Cuando a padre tan grande ponen sus hechos, con dos monstruos vencidos, en paz dos reinos!"

FIN DE LA COMEDIA


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 27 Dec 2002