LA MUJER QUE MANDA EN CASA

Tirso de Molina (Gabriel Téllez)

Texto basado en varios textos tempranos, manuscritos tanto como impresos, de LA MUJER QUE MANDA EN CASA. El texto base es el de la PARTE IV DE LAS COMEDIAS DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA (Madrid, 1635) con el apoyo de los dos manuscritos de la Biblioteca Nacional en Madrid (nos. 16.346 y 16.663) y de dos sueltas publicadas en el siglo XVIIIl. Fue cuidadosamente preparado por Dawn L. Smith en forma electrónica y luego regalado por ella a la Association for Hispanic Classical Theater, Inc. Fue preparado por Vern Williamsen para publicarse en su formato actual en 1995.


Hablan en ella las personas siguientes:  

ACTO PRIMERO


 
Música de todos géneros y por una parte suben al tablado (habiendo venido a caballo al son de un clarín) en hábito de caza, JEZABEL, RAQUEL, CRISELIA y cazadores, con perros, ballestas y venablos. Por la otra parte al mismo tiempo suben también (al son de cajas y trompetas) soldados marchando, y entre ellos NABOTG, ABDÍAS y JEHÚ; detrás de todos, a lo hebreo con corona y bastón, el Rey ACAB. Tocan chirimías y en estando todos arriba llega ACAB a JEZABEL y dice:
ACAB Por más que inmortalice, eterna en sus murallas Babilonia, a Semíramis su Reina y su fama felice, diosa de las batallas; lauros la ciña cuando Ofires peina, pues sin cuidar prendellos, causando al Asia espantos y ocasionando simulacros tantos, opuesta al sol, enarboló cabellos; su fama en vos admiro, luz de Sidón, Semíramis de Tiro. Guerra es también la caza, estratagemas tiene, inventa ardides y emboscadas pone; vos de la misma traza (cuando en triunfo solene mis sienes manda Marte que corone del árbol fugitivo, al dios planeta esquivo) porque Moab postrado, sujeto a vuestro Acab, parias le ha dado, divino cazadora, triunfos de fieras blasonéis, Aurora. Envidia tengo al ave que ejecutando vuela (rayo veloz de pluma) altanerías; si lo que goza sabe no ha menester pigüelas que en las alas repriman osadías; en cárcel generosa alcándara es hermosa de cristal transparente vuestra mano: si en ella favor siente que mi fortuna pueda hacer dichosa, la garza que hay más bella renunciará por no apartarse della. Provincia es tributaria Moab (por mí abatida) de Israel, porque en dichas trueque quejas; su rey pecha a Samaria, en cambio de su vida, cada año para vos cien mil ovejas: vellocinos de plata daros en ellas trata, que se blasonen dignos como el de Colcos, ser del cielo signos y el múrice convierta en escarlata, porque Jezabel pueda anteponer la púrpura a la seda. Cargados mil camellos de marfil y oro puro, espolios son que os sirvan de tesoro, con que alcázares bellos os labre (que procuro palacios de marfil a deidad de oro). Hónrenlos vuestros ojos y mezclando despojos de la caza y la guerra, yo valles conquistando, vos la sierra, vencedores los dos: lloren enojos enemigos agravios, mientras este cristal sellan mis labios.
Bésale una mano
JEZABEL Ni la mano, Rey, me pidas, ni vitorioso blasones conquistas de otras naciones a tus banderas rendidas, mientras en tu reino olvidas tu desacato y mis penas; que en balde triunfos ordenas cuando haces de hazañas copia, rebelde tu nación propia y obedientes las ajenas. Mano que el cetro interesa (por tu causa) de Israel, y menospreciada en él tu reino todo no besa, no es digna que en tal empresa lisonjas tuyas admita: sírvate el pueblo moabita, y rebelde tu nación desprecie mi religión, si es bien que tal se permita. Hija soy del rey sidonio, por tu esposa me eligió, presumí contigo yo dar de mi amor testimonio; coyundas del matrimonio enlazan, tal vez ardientes, dos corazones; no intentes mostrar de tu amor extremos porque mal nos uniremos los dos en ley diferentes. Baal es mi dios, Baal satisface mis deseos; dioses de los amorreos tienen poder inmortal; soberbio, no admite igual el que en desprecio de Apolo dice que de polo a polo, autor de la noche y día, gobierna sin compañía y dios se intitula solo. Ese verdugo de Egipto que, cruel, tantos ha muerto; ése que por un desierto llevó número infinito de hebreos y sin delito cuarenta años desterrados por venïales pecados (criminal siempre con ellos, cuchillo para sus cuellos) fueron siempre castigados. Por adorar a un becerro dio muerte a una inmensidad. ¿Será de Dios tal crueldad, tal castigo por tal yerro? ¿Para qué tanto destierro, si darles luego podía la tierra que prometía? ¿Para qué de Egipto huyendo, si no fue porque temiendo sus dioses, los perseguía? Profeta falso, Moisén, ocasionó tantos daños: como brutos cuarenta años entre páramos se ven. Labróle en Jerusalén templo después Salomón, mas como su religión juzgó por cosa de risa, los dioses de la etiopisa mudaron su adoración. Las tres partes de la tierra veneran (sino unos pocos hebreos, ciegos y locos) los dioses que el cielo encierra. ¿Diremos que el mundo yerra y ellos solos acertaron? Sabios que a Grecia ilustraron, filósofos que nos dieron las ciencias ¿todos mintieron? ¿todos, en fin, se engañaron? ¿Qué ceguedad, Rey, es ésta? No dije bien, que no es rey quien, defensor de su ley, los blasfemos no molesta. Ten por cosa manifiesta que entretanto que a Baal con aplauso general no reverencie Israel, no has de hallar en Jezabel agrado a tu amor igual.
Llora
ACAB Antes que el sol de tu cara (hechizo del alma mía) eclipse la luz al día que mis tinieblas repara, llore el mundo en noche avara obscuridades eternas; enjugue lágrimas tiernas que el alba envidie al llorarlas, que es lástima malograrlas cuando mis dichas gobiernas. Adore Jerusalén su dios en su templo de oro que yo a Jezabel adoro y al sacro Baal también. Cuantos en mi reino estén reverencien a Baal por deidad universal, pues Jezabel se le humilla; quien no le hinque la rodilla tenga pena capital. De pórfido y jaspe hermoso le labre templo sutil, de alabastro y marfil, del metal más generoso, y a su culto religioso consagre profetas tantos que causen a Judá espantos y a mi inclinación empleos; dioses de los amorreos ilustren altares santos, bosques a sus sacrificios plante en sus montes Samaria; quien fuere de ley contraria prevenga sus precipicios, mi amor ha de dar indicios de que soy amante fiel. La corona de Israel tiene en mi esposa su esfera; quien no obedeciere, muera, a mi hermosa Jezabel.
Vase
JEZABEL La jurisdición acepta mi fe, que el Rey me concede: del Dios de Sïón no quede con vida ningún profeta; quien a Baal se sujeta venga a medrar su privanza; el que me diere venganza de cuantos siguen a Elías, espere en promesas mías y logrará su esperanza. Aras a Baal levanten cuantos en Samaria están; seguiré de Jeroboán cultos que a la fama espanten; en selvas y bosques canten himnos a la adoración de los dioses de Sidón y con festivos empleos a cuantos los amorreos consagran su adoración. De mi mesa han de comer sus sacerdotes manjares dignos de quien sirve altares que frecuenten mi poder. Verá el mundo (aunque mujer) mi gobierno en breves días; honrad las deidades mías, dejad leyes imperfetas. ¡Mueran los ciegos profetas que siguen al falso Elías! Por cada cabeza ofrezco, que sirva al Dios de Abrahán, hacerle mi capitán; beber su sangre apetezco. Si gobernaros merezco, hijos nobles de Israel, servid a Baal, que en él todo nuestro bien estriba. Decid ¡viva Baal! TODOS ¡Viva! JEZABEL ¿Quién más? TODOS ¡Viva Jezabel!
Vanse con el aparato que entraron. Quédanse RAQUEL y NABOT
NABOT ¿Podrá darte los brazos quien, tras la ausencia que dilata plazos, el premio de esta guerra cifra en la vista que el pesar destierra (hermosa Raquel mía), que el alma sin tus ojos padecía? RAQUEL Podrás (esposo caro) con ellos a mis ansias dar reparo, que en su círculo espera ser centro el alma de tan dulce esfera. ¿Cómo en Moab te ha ido? ¡Qué asustada en sus riesgos me has tenido! Despierta te lloraba, dormida mi recelo te soñaba lastimosos despojos de la Parca fatal; todo era enojos todo es ya regocijo. ¡Qué gloria causa el bien tras mal prolijo! NABOT Peligros tu memoria atropelló, cantando la vitoria. Postró al fiero moabita Acab blasfemo, que la gloria quita al Dios único y santo, ingrato a tanta dicha, a triunfo tanto. RAQUEL Tiénele loco y ciego, rendido el amoroso y torpe fuego de esta mujer lasciva, que, idólatra, le postra y le cautiva. NABOT Si ella el gobierno goza de las tribus hebreas y destroza leales, ya la igualo a Pasifé. RAQUEL Será Sardanapalo rey que no se aconseja, y afeminado su gobierno deja a mujer enemiga de la piadosa ley. NABOT Dios nos castiga. RAQUEL ¿Qué será, Nabot mió, la causa que con tanto desvarío Jezabel arrogante persiga a nuestro Dios, aras levante al ídolo sidonio y a tanto simulacro de demonio? Discreta es y no ignora que quien al verdadero Dios adora peligros asegura, gozando en paz riquezas y hermosura. Bien sabe los castigos con que se venga de sus enemigos, desde el sepulcro egipcio (el mar Bermejo digo), precipicio de tantos guerreadores (abriéndose a Israel jardín de flores por las doce carreras más frescas que esmaltaron primaveras) hasta Roboán, que necio por hacer de sus tribus menosprecio, perdió en los reinos doce los diez y medio; si esto, pues, se conoce ¿cómo se precipita y la debida adoración nos quita? NABOT No es solamente tema la que enloquece a Jezabel blasfema, sino la licenciosa ley de Baal, al orbe escandalosa. Permite (esposa mía) de aquel ídolo vil la idolatría, que después que la plebe toda a su templo sacrificios lleve y entre incendios infaustos le aplauda en libaciones y holocaustos en el bosque (que junto del infierno en tinieblas es trasunto), cuando el planeta hermoso ausente a los trabajos da reposo, con lasciva licencia se mezcle el apetito y la insolencia de todos, de tal modo que privilegie el vicio sexo todo; allí con lo primero que encuentra, desde el noble al jornalero, como si fuera bruto, paga al deleite escandaloso fruto; allí tal vez la dama de ilustre sangre y generosa fama con el plebeyo pobre (mezcla de plata y abatido cobre) porque Venus instiga bate moneda amor, de infame liga. Consiéntelo el marido más sabio, más soberbio y presumido sin que en tales desvelos quejas se admitan, ni se pidan celos; porque en tan torpes modos es la mujer allí común de todos. Como Jezabel vence (sin que el solio y corona la avergüence) en lascivos regalos a cuantos se han preciado de ser malos, debajo de pretexto de religión, su trato deshonesto de esta suerte pretende que admita el reino cuanto en él se enciende, porque en tan infame hecho a cualquiera varón tenga derecho. RAQUEL ¿A qué Circe, a qué Lamia no causó horror tan inaudita infamia? ¡Ay, Nabot de mi vida! Primero juzgaré por bien vertida mi sangre que el respeto púdico (con que al tálamo sujeto mi amorosa limpieza) ose aplaudir tan bárbara torpeza.
Sale ABDÍAS
ABDÍAS Nabot, la Reina os llama. NABOT La Reina ¿a mí? ABDÍAS Merece vuestra fama hacer de vos empleo, y para honraros que os aguarda creo. Al margen de la risa de esa fuente os espera: andad aprisa.
Vase
RAQUEL ¿Qué es esto, esposo mío? ¡La Reina a vos, cuando tan poco fío de su apetito ciego; cuando me habéis contado el torpe fuego con que su honor abrasa! ¡Vos al jardín llamado de su casa! NABOT Pues ¿qué temor, esposa, en mi agravio te tiene sospechosa? ¿Quién tu quietud lastima? Soy ciudadano en Jezrael de estima, está la Reina en ella, querrá que vaya a consultar con ella algún negocio grave que con el pueblo en su servicio acabe. RAQUEL Di que querrá quererte. NABOT No ofendas mi constancia de esa suerte. RAQUEL Querrá que tú el primero, a Dios ingrato, a ella lisonjero, a Baal sacrifiques; porque después torpezas comuniques (en el bosque que infamas) del sacrílego incendio de sus llamas. NABOT Anda, que estás hoy necia, pues tu temor, mi bien, me menosprecia; con que la fe de nuestro Dios me anima, no ignoras, en la estima y por conservarla morir sabré, mas no sabré violarla. Vecinos de palacio somos los dos; en el ameno espacio de esa viña (que opimos joyeles cuelga al pecho de racimos) me aguarda, pues su cerca la quinta real junto a la nuestra cerca, que yo espero que presto, segura del recelo en que se han puesto tus livianos temores, conviertas las sospechas en amores. RAQUEL ¡Ay! No quieran los Cielos que pronostiquen llantos mis recelos.
Vanse. Salen JEZABEL y CRISELIA
JEZABEL En dando en contradecirme será fuerza aborrecerte. CRISELIA Aconsejarte es quererte. JEZABEL Replicarme es deservirme. ¿De cuándo acá escrupulosa vas de amor contra la ley? CRISELIA Eres esposa del Rey. JEZABEL Tengo amor si soy su esposa. Los preceptos he seguido de Venus y de Baal. CRISELIA Sólo el amor conjugal te puede ser permitido. JEZABEL Esposa fue de Vulcano Venus, y aunque diosa fue, de Marte amante se ve rendida a su amor tirano. CRISELIA Si esos ejemplos imitas ¿por qué no temes en ellos la red que pudo cogellos a los dos? ¿Por qué acreditas deleites de su amor sólo que la afrenta ocasionaron en que los dioses la hallaron, descubriéndolos Apolo? JEZABEL ¿Qué castigo dio Vulcano a Venus por ese error? La afrenta fue de su honor, pues hizo público y llano lo que Venus, prevenida, oculto intentó lograr. CRISELIA Venus se pudo infamar pero no perder la vida, que es diosa. Mas tú, señora, siendo mortal ¿de qué suerte podrás excusar tu muerte si sabe el Rey, que te adora, que con un vasallo suyo su tálamo honesto ofendes? JEZABEL Arguyes lo que no entiendes. CRISELIA Tu honor defiendo si arguyo. JEZABEL ¿Por qué piensas tú que he muerto tanto profeta hablador que, contrarios de mi amor, engaños han descubierto, sino porque no limiten deleites con que se aumenta la especie humana, contenta en que con gustos la inciten? ¿Por qué imaginas que quiero que a Baal mi reino adore y con su culto mejore regalos que considero, sino porque coyunturas ofrece en sus ejercicios y acaban sus sacrificios en que por las espesuras dedicadas a su culto, facilitando ocasiones, da a los gustos permisiones, gozando en silencio oculto el amoroso apetito cuanto el deleite desea, sin que mientras dura sea cualquier liviandad delito? ¿Hay gusto igual al que siente el amor que alcanza y calla prendas que en los bosques halla, sin que siendo pretendiente pase por las dilaciones de melindres y de quejas, de noche adorando rejas y examinando balcones, y de día entre desvelos solicitando un favor? Aquí solamente amor gustos feria y no da celos. Aquí se compra barato, pues las fiestas de Baal con ocasión liberal a todo gusto hacen plato. Si es lícito, pues, todo esto ¿por qué no podré yo ser de quien gustare mujer, cuando ocupare aquel puesto? ¿Por qué no podré yo amar a Nabot, gallardo hechizo que mis ojos satisfizo, sin que se pueda quejar el Rey? CRISELIA Tu resolución me asombra. (¿Hay tal frenesí?) Aparte JEZABEL Con mi gusto cumplo ansí y aumento mi religión. CRISELIA Ya está en el jardín tu amante. JEZABEL Pues retírate tú dél. Flores brota este vergel, viendo entrar su abril delante. Fingiré que estoy dormida, porque de mi sueño advierta lo que no osaré despierta decirle. CRISELI (¡Ay, mujer perdida!) Aparte JEZABEL Que aquí se acerque le avisa, pero que no me despierte, mientras que el cristal que vierte esta fuente toda risa contempla. Esa silla acerca y vete.
Siéntase en una silla
CRISELIA (Sin seso está.) Aparte JEZABEL Que oírme de ahí podrá, pues la fuente está tan cerca.
Finge que duerme y sale NABOT
NABOT ¿Qué puede su Majestad quererme, Criselia, a mí? CRISELIA Según lo que presumí, cosas son de calidad. Llegad...pero, detenéos, que esperándoos se durmió. NABOT Vuélvome, pues. CRISELIA Eso no. Aquí, Nabot, hay recreos en que, mientras que despierta, entreteneros podáis. Si oír murmurar gustáis, los pájaros de esa huerta, las hojas de aquesas plantas y las aguas de estas fuentes murmuran, mas no de ausentes. Escuchaldas, pues son tantas y el tiempo es más oportuno para que contento os den, que aunque murmurando estén, no dicen mal de ninguno. Sentaos aquí. NABOT Pues ¿os vais? CRISELIA Tengo que hacer. NABOT ¿Si se enoja la Reina? CRISELIA No os dé congoja, que solo, a su gusto estáis.
Vase
NABOT ¡Válgame Dios! ¿A qué fin me llamará esta mujer?
Sale a una reja Raquel.
RAQUEL (Desde aquí lo puedo ver Aparte a estas rejas del jardín. Acechad, sospechas mías, y averiguaréis desvelos de mi pena, pues los celos inventaron celosías.) NABOT Recostada la cabeza en la mano Jezabel, la azucena y el clavel compiten con su belleza.
(Como que duerme ella.)
¡Qué peregrina beldad! ¡Si menos crueldad tuvieras! Mas siempre son compañeras la belleza y la crueldad. ¡Qué igual consorte tenía Acab, si no deslustrara la perfección de su cara con manchas de idolatría! En uno y otro es asombro. Quitarme quiero el sombrero,
(Quítaselo.)
que descortés y grosero cuando la miro y la nombro su persona desacato. La cama real, los vestidos, reverencian bien nacidos; el sello real, el retrato, en su original su copia goza la Reina esculpida, pues mientras está dormida es imagen de sí propia. ¡Quién pudiera reprendella con eficacia tan clara que sus costumbres mudara, y al paso que la hizo bella el Cielo, la hiciera santa! Durmiendo está: los sentidos tal vez, aunque estén dormidos, suelen tener virtud tanta que escuchan a quien se llega a hablarlos. ¿Podré atreverme a decirla, mientras duerme, lo que despierta me niega el temor de su crueldad? ¿Por qué no? Casi no vive quien duerme; si me percibe podrá ser que mi lealtad temple el rigor de sus manos y que mude pareceres, que idólatras y mujeres dan crédito a sueños vanos. Sospechará que ha soñado lo que decirla pretendo. A la industria me encomiendo, Dios ayude mi cuidado. Llego, y las tres reverencias que como a Reina y señora se le deben, la hago agora.
Hace tres reverencias y llégasele al oído de rodillas.
RAQUEL (¿Qué es lo que veis, impaciencias? Aparte Sentada la Reina está y mi esposo descubierto que le llega a hablar advierto. ¡Ay, Cielos! ¿Qué la dirá? ¡Oh, quién tuviera en los ojos los oídos! Desde aquí oírlos no, verlos sí, pueden mis ansias y enojos.) NABOT Hanme, señora, avisado que me llama vuestra Alteza. RAQUEL (¡Tan cerca de su belleza Aparte vasallo que no es privado! ¡Los labios junto a su oído! ¿Y aseguraré yo agravios de sus oídos y labios? ¡Loca estoy, pierdo el sentido!)
Todo esto dice [JEZABEL] como entre sueños
JEZABEL A Nabot mandé llamar. NABOT Serviros humilde aguardo. JEZABEL ¿Sois vos Nabot, el gallardo? NABOT Soy quien os llega a besar la mano, por el blasón que me dais y no merezco. JEZABEL Besalda, pues. NABOT Encarezco tanta merced, mas no son dignos mis labios de empresa tan alta. JEZABEL Por uso y ley común, a la Reina y Rey la mano el vasallo besa. NABOT Es ansí, mas no en secreto, que es vuestra Alteza mujer y está sola. JEZABEL Al real poder se le guarda este respeto solo como acompañado. Su reino en mí renunció Acab. NABOT No lo niego yo. JEZABEL Palestina me ha besado la mano como a señora. NABOT ¡Ojalá todo el Oriente! JEZABEL Vos no, Nabot, solamente. NABOT Temí... JEZABEL Pues, besalda agora. NABOT Reverenciaros procura mi fe, mas considerad lenguas. JEZABEL Una Majestad por sí mesma está segura; tendré a poca reverencia la cortedad que mostráis. ¿Qué es esto? ¿Vos me negáis sólo, Nabot, la obediencia? NABOT No lo permitan los Cielos si en eso mi lealtad toca; honre este marfil mi boca.
Besa una mano.
RAQUEL (Besóla la mano. ¡Celos, Aparte transformaos en desengaños! ¿Cómo de aquí no me arrojo? ¿Cómo consiente mi enojo deslealtades entre engaños? Daré voces. Diré al Rey lo que le ofenden los dos, a la gente, al Cielo, a Dios y a su profanada ley.) JEZABEL Ahora sí, que esa lealtad desmiente recelos míos. Alzad del suelo, cubríos, pedid mercedes, llegad. NABOT Yo, gran señora, estoy bien. JEZABEL Haced lo que os mando yo.
Levántase y cúbrese
NABOT Ya, señora, me cubrió vuestro favor. JEZABEL Quiéroos bien. RAQUEL (Cubrióse delante della, Aparte del suelo se ha levantado; mi agravio ha certificado, con su lealtad atropella. Si no es que finja despierta sueños aquesta mujer ¿cómo puede responder y hablando no desconcierta? ¿Qué es eso, Cielos?) JEZABEL Pedid mercedes que recibáis. NABOT Si vos, señora, aumentáis mi cortedad, advertid lo primero que os suplico. JEZABEL Decid, no tengáis temor. NABOT Tiembla de vuestro rigor este imperio noble y rico, siente el ver que en tal belleza puede caber tal crueldad; en los reyes la piedad acrecienta la grandeza. Habéis mandado dar muerte a los profetas sagrados que nuestros antepasados reverenciaban, de suerte que, oráculos de Israel, su dicha estribó en oírlos. Si vos dais en perseguirlos y el reino por Jezabel pierde favores del Cielo ¿que mucho que os quieran mal? JEZABEL Sirva Israel a Baal, que es más piadoso este celo; servilde vos y tendréis acción que al Rey os iguale; lo que su corona vale, y más que ella, gozaréis. Frecuentad su culto vos, que en su bosque y espesura os aguarda una ventura que no os dará vuestro Dios. Deidad que gusta y dispensa imposibles de otro modo que a todos iguala en todo, quien menospreciarla piensa no es cuerdo. Yo os amo mucho, amadme otro tanto vos, que os importo más que el Dios que adoráis. NABOT ¿Qué es lo que escucho? Antes que la ley olvide, que en Sinaí nos dio Moisén, que a idólatras quiera bien, que cumpla lo que me pide quien el tálamo sagrado de su esposo trata mal, que me llame desleal Raquel, a quien he adorado; por un falso testimonio me juzgue mi patria aleve, me saque al campo la plebe, me usurpe mi patrimonio y apedreado de todos, en vez de alabastro pulcro montones me den sepulcro de piedras de varios modos. Mi ley, mi Rey natural reverencio, esto profeso. JEZABEL Pues, cumpliráse todo eso, no siendo a mi amor leal. NABOT ¿Gran señora? Vuestra Alteza algo sin duda ha soñado que la altera. JEZABEL Hame alterado vuestra mucha rustiqueza. Industria para deciros lo que os quiero me fingió dormida; juzgaba yo que entre sueños mis suspiros hicieran en vos señales de estima que agradecer, pues no entibian su poder, por dormir, suspiros reales. Mas vos, cuyo corazón desprecia tales empeños, diréis, porque os amo en sueños, que los sueños sueños son. NABOT A resolución, señora, tan extraña...
Quiérese ir, levántase la Reina [JEZABEL] como que despierta y detiénele
JEZABEL Deteneos y estimad más mis empleos. RAQUEL (La Reina a su Rey traidora, Aparte como a nuestro Dios, pretende obligar a su regalo a mis esposo; menos mal es, pues de ella se defiende.)
Entrase Raquel
NABOT Vuestra Majestad repare... JEZABEL No hay reparos en amor. NABOT ...que soy leal. JEZABEL Sois traidor a mis llamas. NABOT Quien juzgare sin pasión lo que al Rey debo, JEZABEL Amor es dios si él es Rey. NABOT ...a mi Dios y ley. JEZABEL No hay ley ni hay dios sino el que os doy nuevo, Baal, que me améis permite; por eso os mando adorarle. NABOT ¿Y vuestro esposo? JEZABEL Matarle. NABOT ¡Gran señora! JEZABEL Cuando imite a Semíramis que a Nino (en tres días que la dio el reino que le pidió) a ser su homicida vino, en su ejemplo hallaré excusa; no soy yo de mi hijo amante como ella, causa bastante doy a la llama difusa que me abrasa. ¡Baal vive, que ejemplo de desdichados, si despreciáis mis cuidados, habéis de ser! NABOT Pues derribe mi cabeza la crueldad que, torpe, me asombra en vos, Reina. Que vive mi Dios, que contra la Majestad del Rey que obedezco fiel, de la esposa a quien adoro, ni el interés de un tesoro, ni el castigo más cruel, ha de hacer mella en mi honor porque a vuestra culpa iguale.
Vase
JEZABEL Sabes, bárbaro...
Sale primero CRISELIA y luego el Rey [ACAB], JEHÚ, ABDÍAS, JOSEPHO y otros
CRISELIA El Rey sale. JEZABEL Yo me vengaré, traidor. ACAB No como Rey, hermosa prenda mía, como ministro vuestro solamente, de Israel desterré la hipocresía que ciega amotinaba nuestra gente. Trescientos y más son los que este día en Samaria, llamándome inclemente, porque los pueblos predicando engañan, las aras de Baal en sangre bañan. Si alguno queda vivo, que lo dudo, él mismo, temeroso, se destierra y el falso Elías, que ofenderos pudo, desembaraza, huyendo, nuestra tierra. Bosques consagro, en sus altares mudo la adoración que sola Judá encierra. Célebre templo al dios Baal dedico, en fábrica admirable, en rentas rico. Mandado he convocar el reino nuestro para que, junto con él, quien la rodilla no postrare a Baal, por gusto vuestro, sujete la cerviz a la cuchilla. De esta manera lo que os amo muestro; Baal is dios, vos sois la maravilla de la beldad mayor que Apolo alienta; piérdase el reino y téngaos yo contenta. JEZABEL ¡Los brazos, no la lengua, han de premiaros, que de ellos, caro esposo, he de quereros! ¡Huya Elías, que vino a amenazaros, perezcan sus secuaces agoreros! Ya no podrán, mi Acab, pronosticaros trágicos fines de peligros fieros. Gracias al cielo, que nos deja Elías limpio a Israel de sus hipocresías.
ELÁAS muy venerable a lo penitente.
ELÍAS No blasones impiedades, lascivo y bárbaro Rey, hijo del esclavo Amrí, consorte de Jezabel. No blasones impiedades contra el Cielo, a quien infiel provocas contra tu vida, yo su profeta, El tu juez. Afemina tu diadema, no en la cabeza, en los pies, pues indigno de ser hombre te gobierna una mujer. Sigue idólatras engaños del primero que a Israel apartó del culto pío que Dios intimó en Oreb. Simulacros del demonio erige, porque después que Samaria te obedezca la transformes en Babel. Que pues blasfemas del templo que adora Jerusalén, receptáculo del Arca del Dios de Melquisedec, nombre y fama adquirirás del príncipe más cruel que tendrán las tribus doce de Saúl a Manasés. Ni el torpe Jeroboán, que ingrato al Cielo y su Rey, hizo que el pueblo adorase los becerros de Betel, en los insultos te iguala, ni los cinco que tras él infamaron la corona que ciñe las tribus diez. Bebe la sangre inocente de tanto profeta Abel, que en el seno de Abrahán clamando los cielos ven. Sigue las supersticiones, por no irritar su desdén, de esa harpía de Sidón, de esa Parca de Israel; que pues por ella te riges, yo, imitador de Finés, de parte de Dios te anuncio, pues ciego blasfemas dél, que mientras a ruegos míos no me abriere su poder, los tesoros de esas nubes, que el campo vuelven vergel, con llave de acero y bronce cerrados, no han de llover sobre tu mísero reino; porque perezcáis tú y él, rayos de adusto calor yesca tienen que volver las más fértiles riberas que en vuestros valles tenéis. Ni el ganado ha de hallar pastos, ni los hombres que comer, porque vuestras rebeldías se castiguen de una vez. Esto os intimo de parte del Dios que adoró Israel; o a tragedias te apercibe, o vuelve a abrazar su ley. ACAB ¡O rígido anunciador de agüeros, por más que estés en ese Dios confiado que en mi vida adorare, no te librarás agora de la muerte más soez que dio escarmiento al delito y al engaño que temer...
Saca el Rey [ACAB] la daga, va a herir a ELÍAS y vuela
¡Aguarda, profeta falso, blasfemo, bárbaro, infiel! ELÍAS Ansí sabe Dios guardar a los que esperan en El. JEZABEL ¡Seguilde, vasallos míos, si vengarme pretendéis! ACAB Flechalde por esos aires y al vuelo le mataréis. JEZABEL ­O hechicero encantador! No sosiegue Jezabel mientras no beba tu sangre, mientras no bañes mis pies. Baal te pondrá en mis manos ¡Hebreos, volad tras él! Alas lleva la venganza, con ellas le alcanzaréis. ACAB Ministros de mi justicia he de despachar tras él; por cuanto circunda el mar no se me podrá esconder. JEZABEL Yo desharé tus hechizos. ACAB Quien su cabeza me dé será en mi reino el segundo. JEZABEL Quien le ampare, guárdese.
Vanse
JOSEPHO ¿Qué sentís de estas crueldades? ABDÍAS Que es fuerza el obedecer. JEHÚ Yo parto en su busca al punto, que temo y respeto al Rey. JOSEPHO ¿Qué importan sus amenazas si vuelve el Cielo por él? JEHÚ Esto y mucho más peligra reino en que manda mujer.
Vanse

[FIN DEL ACTO PRIMERO]

La mujer que manda en casa, Jornada II


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Association for Hispanic Classical Theater, Inc.


Actualización más reciente: 24 Jun 2002