LA MADRINA DEL CIELO

Tirso de Molina
(Gabriel Téllez)

Esta edición electrónica de LA MADRINA DEL CIELO fue preparada por Vern Williamsen en 2000 para incluirse en esta colección. La edición que tomamos como base para fijar nuestro texto es la del COMEDIAS DE TIRSO DE MOLINA, II (Madrid, 1907), NBAE, tomo 9.


Personas que hablan en él:
Salen DIONISIO y DOROTEO
DIONISIO: Éste es el sitio y la casa do asiste el cándido cuello que el cuerpo y alma se abrasa. Hizo Dios un ángel bello debajo de humana masa. Formó una excelsa escultura de tan divina hermosura, mostrando su gran poder, que se viene a conocer el Criador por la criatura. Hele dicho mi recuesta publicando mi tormento y lo que su amor me cuesta, mas es dar quejas al viento, que es recogida y honesta. Con rostro apacible y grave me dijo, "De eso se deje. No entregue al vicio la llave, porque tiene obras de hereje, aunque se muestra süave; apártese de este trato, que si le viene a entender, conocerá que es ingrato y suele caro vender, aunque le ofrece barato; y pierda la confianza, que en mí no ha de haber mudanza que en Dios he puesto la fe, y con esto alcanzaré el premio de mi esperanza." Y lo que más me atormenta, es que espero sin remedio, según he echado la cuenta, que no se podrá hallar medio que a mi voluntad consienta. DOROTEO: Olvida y muda de intento. DIONISIO: ¿No ves que se ha apoderado del alma y del pensamiento, que hallándole descuidado hizo un firme alojamiento? DOROTEO: Entra y gózala por fuerza. DIONISIO: Cosa por fuerza gozada ¿qué gusto tendrá? Que es fuerza que quede más obstinada y no ha de haber quien la tuerza. DOROTEO: Podrá ser, viendo cogida la flor del vergel vedado, se te muestre agradecida y que te ofrezca de grado el remedio de su vida. DIONISIO: Quiero tomar tu consejo, que muy bien me ha parecido; que el amigo es claro espejo, y por ver que me ha ofrecido la Ocasión buen aparejo. Considera lo que hablo por estar solos los dos; de veras el caso entablo. Entro en el nombre de Dios.
Vase
DOROTEO: Entra en el nombre del diablo. Va a forzar una doncella y nombra de Dios el nombre que forma contra él querella. Sin duda que entiende este hombre que ha de ayudarle a movella. Aquesto, si bien lo notas, de demonio es el oficio, que con sus obras remotas entre el deleite y el vicio deja las conciencias rotas. Hacemos mil insolencias sin tener a Dios temor ni escrúpulo en las conciencias, y pídele aDios favor. ¡Qué hermosas impertinencias! Si habemos dado en saltear y entre piratas porfías surcado habemos el mar, ¿de qué sirve hipocresías si es su profesión robar? No le acabo de entender. Unas veces es afable, con humilde proceder, y otras no ha de haber quien le hable si quiere su amigo ser.
Entra DIONISIO y MARCELA asida de su capa
MARCELA: Arrojadizo Tarquino, dime, ¿qué fruto has sacado de un efecto tan indigno, que así has un pecho violado dedicado al Uno y Trino? ¿Por qué con tanta fiereza cometiste tal delito? Caos de abatida bajeza, ¡que un gusano tamañito se atreva a la Suma Alteza! ¿Qué? ¿No temes la sentencia ni del castigo el rigor? Pero sé por experiencia que le has perdido el temor por ser la Suma Clemencia. Mas, pues que ya ha sucedido, muestre ese pecho piadoso lo mucho que me ha querido. Dame la mano de esposo, con lágrimas te lo pido. DOROTEO: (¡No le faltaba otra cosa Aparte sino meterse en el brete de dama bella y hermosa! Muy bien medrara el pobrete y además si es melindrosa.) DIONISIO: Cualquier cosa hasta gozarla se tiene en veneración hasta poder alcanzarla; mas, llegada la ocasión, el mejor pago es dejarla. Lo que te tuve de amor volvió en aborrecimiento; llegó a su punto el rigor, y entre el deseo y contento puso ley el desamor. Procura satisfacerte, que jamás temí la muerte. Quéjate al cielo de mí, que no alcanzarás el sí ni pienso de jamás verte. DOROTEO: Has hablado a mi contento y tu gusto has alcanzado; no tomes cosa de asiento. Si su persona has gozado, dé agora quejas al viento.
Vanse DOROTEO y DIONISIO y queda MARCELA
MARCELA: ¡Así te partes, crüel! Dejo la venganza a Aquél que es deshacedor de agravios; mas tiene piadosos labios y hallarás clemencia en Él.
Puesta de rodillas
Divino Redentor, Celador santo, de aquesta sinrazón a vos apelo, porque quedo afligida y sin consuelo, metida entre gemidos y quebranto. Muévaos a compasión mi triste llanto y ver rompido el virgíneo velo de que hice voto de llevar al cielo, librándome del reino del espanto. A vos, Sacro Señor, venganza os pido. No pase sin castigo tan mal hecho y un delito tan feo y tan inorme. Aunque si de otra cosa sois servido y se mueve a clemencia vuestro pecho, con vuestra voluntad seré conforme.
Corren una cortina y aparezca CRISTO de Redención
JESÚS: Marcela, tu sentimiento es muy justo que le tengas y que justicia prevengas a tan grande atrevimiento; que, si el pecado consiento, de su maldad formo queja, y aunque ves que éste se aleja, no pierdas la confianza, y el tomar de él la venganza sobre mis hombros lo deja.
Corren la cortina y cúbrese el JESÚS Cristo
MARCELA: ¿Tan presto os vais, Jesús santo? No escondáis el resplandor que al alma enriquece tanto. Divino afecto de amor y obra de Espíritu Santo, aguardad, Verbo humanado, y de aquesta corderilla recibí el pecho humillado, alta flor de maravilla que dio la muerte al pecado. Justo Juez os mostráis, pues la carga de mi afrenta a vuestra cuenta tomáis, que tomada a vuestra cuenta cuerpo y alma consoláis. Mirad que salís fiador que el delito ha de pagar; si no lo cumplís, Señor, os tengo de ejecutar, aunque os tengo grande amor. Mas vuestra clemencia es de arte que en los malos se reparte; pero advertiréis que hay ley, que nunca perdona el rey si no perdona la parte.
Vase y salen Santo DOMINGO y un donado llamado CHINARRO
DOMINGO: Dígame, ¿por qué ocasión, dejando el siglo, se vino a entrar en la religión? CHINARRO: ¡Por el Señor Uno y Trino que me causa gran pasión! ¿No basta que entre estas breñas --¡pesia a quien aquí me trujo!-- cuento mi mal a las peñas? ¿No fuera fraile cartujo porque me hablara por señas? DOMINGO: ¡Jesús, hermano! ¿Qué es esto? Considere que ha pecado. ¿Cómo está tan descompuesto? CHINARRO: ¡Por Cristo crucificado que estoy por echar el resto! DOMINGO: Hermano, nada no cuente; ésa es la orden que profesa. CHINARRO: ¡Por Jesús omnipotente, que porque sé que le pesa lo he de contar cabalmente! En la ciudad de Sagunto nací, padre fray Domingo, que cuando allí no naciera nada se hubiera perdido. No digo de nobles padres, porque no sé quién me hizo, según [lo] que mi madre era afable con sus amigos. Bueno es ser el hombre afable, pero la mujer, no digo, que ha de ser como carrasca y amorosa a su marido. En fin, allí fui crïado hasta tener veinte y cinco años, haciendo insolencias, no de las que hacen los niños. Tuve siempre tres mujeres repartidas en tres sitios, las cuales rendían primicias sin ser el fruto caído. Tres germanicos, muchachos, de los que en el laberinto metían las dos colainas, se recogían en mi nido.
Hase de estar santiguando Santo DOMINGO
Tenía tabla de juego, donde el menor ejercicio era echar votos por vidas, reniegos de cinco en cinco. Jugábanse los dineros, y después de haber perdido, las prendas suplían las faltas, quedándose en cueros vivos; las joyas de las mujeres, las arracadas y anillos, cadena, ajorca, manillas y los diamantes más finos, faldellines, sayas, ropas, tocas, jubones, corpiños, quedando de Adán y Eva hechos retratos al vivo. Sacábales el barato, que, si lo viera, le digo, padre, que se aficionara, que fui en poco tiempo rico. Prestábales sobre prendas, dándome de prometido, si daba diez, doce y medio, y si veinte, veinte y cinco. Andaba la chirinola hasta que ventura quiso que el bodegón se alborota porque de corto de cinco, sobre disputas de honor, como siempre honrado he sido, corté a una mujer la cara, dando muerte a su marido. Maté un hidalgo en la plaza por un no sé qué me hizo a la una de mis damas; déle Dios el paraíso. Ausentéme de la tierra, y topando en el camino un fraile, le até a una encina, desnudándole el vestido... DOMINGO: Calle y por él le ruegue, pues cometió tal delito sin tener temor a Dios, que osó tocar a sus Cristos. CHINARRO: ¡Vive Dios! Domingo Padre, pues hasta este punto ha oído, que ha de acabar de oír la causa que a su casa me ha traído. El fraile me dejo atado, no supe lo que se hizo; Dios le perdone si es muerto, y a mí no ponga en olvido. No hube dado muchos pasos cuando topé un peregrino y, por mi gusto no más, le maté en un ventorrillo. El ventero, que era honrado, de por medio se ha metido, con tajadas y colainas a los dos nos hizo amigos. DOMINGO: ¿No dice que le mató? CHINARRO: ¿No ve que la hambre digo? DOMINGO: Así sería a los otros. CHINARRO: Es verdad, Dios me es testigo. A las Navas de Tolosa con don Alonso he partido, noveno rey de Castilla, que era mi íntimo amigo, contra Miramamolín, que contra España ha traído de moros seis mil millones. DOMINGO: Mire, padre, lo que ha dicho. CHINARRO: Cuatro eran más o menos, y es la verdad lo que digo. Echándome en oración al Altísimo he pedido nos otorgue la victoria, el cual al punto lo hizo. Recogidos los despojos, los he al punto repartido al rey de Aragón don Jaime y al de Navarra don Íñigo; y aunque dicen que la cruz fue causa de haber vencido, sólo el valor de Chinarro del caso la causa ha sido. DOMINGO: ¡Vióse mayor disparate! Pues es claro que se ha visto bajar del cielo la cruz. CHINARRO: Fue porque yo lo he pedido, y pesándome de haber ofendido al Uno y Trino, me vine a la religión poniendo en olvido al siglo.
Salen DIONISIO y DOROTEO
DIONISIO: Adoraba su belleza, y después que la he gozado ha entrado en mí tal tibieza que aun el caso imaginado me causa mucha tristeza. DOROTEO: Échala del pensamiento y cesará su memoria, y así vivirás contento, que si promete Amor gloria, suele a veces dar tormento. Mas dejando eso, ¿no ves dos religiosos venir? DIONISIO: ¿Si traen algún interés? DOROTEO: La verdad me han de decir atados manos y pies. DOMINGO: Deo gratias. DOROTEO: Enhorabuena, ¿quién dice que se las quite a quien las gracias condena? CHINARRO: ¿Así las gracias admite? DOROTEO: ¿Qué quiere el ánima en pena? CHINARRO: ¿Qué modo de responder es éste? ¿Han perdido el seso? DOMINGO: Muy bien lo pueden hacer. ¿Quién le mete, hermano, en eso? CHINARRO: Yo, que me quiero meter. DOROTEO: Yo también meterme quiero, en que se quite el vestido junto con su compañero, y si trae algo escondido de preseas o dinero, quítense el vestido luego, si no quieren que me enoje y eche de los ojos fuego.
Da a CHINARRO un espaldarazo
CHINARRO: ¿Qué dice? DOROTEO: Que se despoje. CHINARRO: De veras va aqueste juego. ¡Hase visto tal maldad! Padre, ¿aquesto ha de sufrir? DOMINGO: Hacerlo con humildad. CHINARRO: No lo quiero consentir por la Santa Trinidad. DOMINGO: Sin replicar se desnude, hermano, y guarde obediencia. CHINARRO: Su paternidad no dude... DOMINGO: Chinarro, tenga paciencia y hágalo sin que se mude.
Desnúdase CHINARRO y Santo DOMINGO, y para desnudarse pone el rosario en la tierra y prosigue
Está tan roto y deshecho, señores, nuestro caudal, que de su valor sospecho que antes les podrá hacer mal que género de provecho. ¡Pluguiera a Dios que el valor fuera de tal gravedad que mitigara el rigor de su gran necesidad! Miren si les tengo amor, porque dejando aburrida la causa que tan sin rienda les trae el alma perdida, con el aumento de hacienda habría enmienda la vida. DIONISIO: Padre, vuélvase a vestir. DOROTEO: ¿Qué quieres? DIONISIO: Dejarle ir: ¿soy yo empedernida roca? Éste de parte me toca, y con él se ha de partir.
Tómale el rosario
Sólo este rosario quiero que me ha parecido bien. DOMINGO: De aquesa razón infiero que os ha de suceder bien en el tiempo venidero. CHINARRO: Tengan descanso y salud y déles el alto Dios mucho sosiego y quietud. DOROTEO: Hermano, no hablan con vos. CHINARRO: ¿Por qué no ha de usar virtud? Úsala su compañero, siendo también salteador; ¿es por dicha él más grosero ni tiene menos valor siendo hidalgo y caballero? DOROTEO: Desnúdese. ¿A mi chancitas? Acabe el capigorrón. ................. [ -itas] Tengo poca devoción y las entrañas malditas. CHINARRO: ¡Ay! ¿Qué ha dicho, cielo santo? DOMINGO: Hermano, tenga paciencia. CHINARRO: ¿Cómo no me acaba el llanto? DOMINGO: ¿Cómo no guarda obediencia? CHINARRO: No puedo guardarla tanto. ¿Cómo no les ha mandado a éstos tener obediencia? DOMINGO: Era ese caso excusado, que para la sacra audiencia está aquéste reservado. CHINARRO: Ahora bien, tome el vestido, y pues que me descompone, ante Dios le sea pedido.
Dales el hábito
DOMINGO: Ruegue a Dios que le perdone, y le será agradecido.
Vanse Santo DOMINGO y CHINARRO
DOROTEO: ¿Ya das, Dionisio, en franco y de rosarios te precias? DIONlSIO: No das muy lejos del blanco, que aquéstos que tú desprecias suelen dar el campo franco; que todas las calidades no son más, Doroteo, que tienen las voluntades diferentes el deseo y distintas propiedades. Tú tienes riguridad, yo tengo alguna clemencia; tú aborreces la bondad, yo tengo por excelencia tener el don de piedad. Bien puede ser pecador el hombre, porque le inclina de Adán el primer error; mas a la esencia divina no ha de perder el temor. No tienes que estar cansando; que hacer a Dios resistencia es quebrantar su real bando y debe pedir clemencia el hombre, aunque esté pecando; y dejemos de alegar, pues el prado nos ofrece sitio para descansar. DOROTEO: El sueño y cansancio crece y te quiero contentar.
Recuéstanse a dormir, y sale el DEMONIO
DEMONIO: Dormid, que yo he de velar hasta llegaros al punto en que tenéis de acabar, aunque del cielo barrunto que me lo quiere estorbar. Mas, venga lo que viniere, yo he de hacer mi diligencia por si acaso sucediere, si no, haga su providencia lo que mejor le estuviere. Tengo un odio desigual al hombre y crüel desdén sin causa para hacer tal, y por quererle Dios bien, por eso le quiero mal; y aunque su poder me asombre, siempre aborrezco su nombre y quiero mal a los dos, y pues no me vengo en Dios, he de vengarme en su nombre.
Canta una voz dentro esta letra
MÚSICA: "Vela, vela, pecador, mira que el mundo te engaña, que anda el lobo en la campaña, huye y teme su rigor." DEMONIO: No en balde yo me temía que había de haber favor; a pesar de quien le envía, contra Dios y su valor ha de creer mi porfía.
Canta
MÚSICA: "Mira que llega a la puerta y con deleites convida; la lámpara esté encendida, no la halle el esposo muerta. Entra con muestras de amor y siembra entre ella cizaña; que anda el lobo en la campaña, huye y teme su rigor." DEMONIO: Ya vuelven a dar aviso. ¿Con música los regalas? Lucifer, no estás remiso; el veneno de tus balas los arroja en un proviso. Dádoles he grande sueño con un sabroso manjar de un mortífero beleño; quiero ver sin recordar si al infierno los despeño. De esta vez perecerán, si el cielo no me lo estorba, que entre sus vicios están y he de hacer que se los sorba un mar de pez y alquitrán. Heles mostrado un tesoro en este profundo sueño de preciadas piedras de oro para robárselo al dueño y vayan a eterno lloro. ¡Ah, compañeros! Venid.
Levantándose los dos
DOROTEO: Vamos, que el tesoro es bueno. DEMONIO: Y entre los dos lo partid, si no se os vuelve veneno con este famoso ardid.
Vanse y sale CHINARRO en jubón y calzón como quedó cuando le quitaron el hábito, y capa y espada y sombrero
CHINARRO: Pues ¿conmigo, fanfarrón? Si a Chinarro conocieras, salteadorcillo lebrón, yo sé que no te atrevieras temiendo tu perdición. ¿A mí el hábito? ¡Ah, paciencia! Que un tiempo solía temblar un rayo ante mi presencia. ¡Qué cosa es un hombre estar sujeto a humilde obediencia! Con la pasión que llevaba viéndome que iba desnudo el corazón me temblaba; que habla con cólera un mudo si la paciencia se acaba. Y que el otro muy cortés al padre se le ha dejado con muy pequeño interés; sólo el rosario ha tomado, que el padre le diera tres. De aquí no pienso partirme sin vengarme con los dos. Bien sé que puedo medirme; no iré de aquí--¡vive Dios!-- que no tengo que vestirme. Como desnudo he partido y al monasterio he llegado, en ira y rabia encendido, espada y capa he topado de que vengo apercebido.
Halla el hábito
Mas el hábito he encontrado; pero por Santo Tomás que de miedo lo ha dejado; mas no daré paso atrás sin que esté desagraviado.
Suena dentro la música y cantan
MÚSICA: "Vuélvete a tu monasterio y a Dios la venganza deja, que sabe premiar al bueno y castigar al que yerra. Vuélvete, y guarda los votos de religión y obediencia, que a Cristo le desnudaron con más oprobios y afrentas. Si quieres ganar el cielo, imítale en la paciencia, pues te acogiste al sagrado de su piedad y clemencia, aborrece a los soberbios y a los humildes los premia; a los justos quiere y ama y al más pecador espera. Vuelve los ojos y mira entre justicia y clemencia de un pecador obstinado la rigurosa sentencia."
Corren la cortina y aparece una cima con una pintura como boca de infierno, y DIONISIO y DOROTEO que los quiere el DEMONIO lanzar dentro, y Santo DOMINGO, que tiene echado un rosario al cuello de DIONISIO y le tiene, y JESÚS Cristo con una espada desnuda en la mano y la VIRGEN al otro lado
DEMONIO: Digo que ha más de diez años que han andado en compañía haciendo males y engaños, sin que se pasase un día que no hiciesen graves daños; forzando viudas, casadas y estrupando las doncellas recogidas y guardadas, y en vez de satisfacellas, era dejarlas robadas; quitando a los pasajeros de cualquier manera o suerte, las haciendas y dineros, dándoles la crüel muerte como unos leones fieros. Nunca hicieron obra buena que les fuese meritoria, y así, la ley les condena a ser privados de gloria, padeciendo eterna pena. Jamás vieron celebrar el misterio de la misa que les pudiera salvar; todo era contento y risa, sin acordarse de orar. DOMINGO: Espíritu condenado, como siempre, la maldad es adorno de tu estrado, traes cubierta la verdad con hábito disfrazado. Señor, Dionisio ha pecado siéndoos rebelde e ingrato, en los vicios engolfado; mas teníalo por trato, siendo a piedad inclinado. Si alguna cosa quitaba, también con ellos partía de aquello que le tocaba, y una mala compañía hace la virtud esclava. Rezaba con devoción el sacrosanto rosario, llamaba la intercesión del sagrado relicario do obrasteis la encarnación. Bien sabéis la caridad, Señor, que conmigo usó con tan profunda humildad, y por suplicarlo yo, Señor, tened de él piedad. VIRGEN: Hijo mío, haced su ruego, pues que Domingo lo pide, no vaya al eterno fuego, que a vuestro gusto se mide; dadle, buen Jesús, sosiego. En especial que ha tenido en mucha veneración el rosario esclarecido, otórguesele perdón, que como madre os lo pido. JESÚS: Pues de mi mucha clemencia los dos le habéis amparado, doy por muy justa sentencia que aquéste sea condenado.
A DOROTEO
Y aquéste a hacer penitencia.
A DIONISIO
Y miro que aquéste ha sido del rosario muy devoto y en sus cosas comedido, y aquéste un hombre remoto, gran pecador y atrevido. DOROTEO: Virgen, ¿no hay intercesión? VIRGEN: Cuando tuviste lugar no gozaste la ocasión, por donde vas a penar al reino de confusión. Continuo has vivido mal, tu vida siempre empeora, y llegado a punto tal, en lugar de intercesora es mi oficio ser fiscal.
Corren la cortina y cúbrese todo
CHINARRO: ¿Eso pasa? Tira afuera. Al monasterio me vuelvo y en aquesto me resuelvo, que es la Virgen medianera; mas si acabáis la carrera en vicios y haciendo mal dice que ha de ser fiscal. Más vale hacer penitencia, porque alcance la clemencia del Redentor celestial.
Sale Santo DOMINGO
Mas a Domingo el prelado veo que acá se avecina; si esta vez no hay diciplina yo quedo muy bien librado. Haré del disimulado; bien es que el rostro arreboce para ver si me conoce, y si viniere turbión, callar es obligación para que del cielo goce.
Embózase
DOMINGO: ¡Que en la casa no parece! Quien de la casa se ausenta cualquier castigo merece. De que dé tan mala cuenta el corazón se entristece. ¡Traerse capa y espada! Dado me ha que sospechar, que venir con mano armada fue pretenderse vengar, y su intento no me agrada; que no advertí en preguntar por las señas de la capa cuando le salí a buscar. Un hombre está allí y se tapa; allá me quiero llegar. ¡Ah, buen hombre! CHINARRO: Dios es bueno. DOMINGO: También lo podéis vos ser, aunque Él de bondad es lleno. CHINARRO: ¿Qué quiere? DOMINGO: Querría saber... CHINARRO: Por saber yo muero y peno. DOMINGO: Saber es cosa muy alta, si se viene a merecer y con virtudes se esmalta. CHINARRO: Sólo quisiera saber... DOMINGO: ¿El qué? CHINARRO: Remediar mi falta. DOMINGO: Ése es el saber perfeto, y el hombre que lo ha alcanzado jamás se ha visto en aprieto. CHINARRO: Gran tiempo le he procurado y me ha perdido el respeto. DOMINGO: Dejemos esa quimera. CHINARRO: Pues ¿por quién me preguntaba? DOMINGO: Por un hombre. CHINARRO: Ya sé quién era, que aquese hombre aquí estaba un poco antes que se fuera. DOMINGO: Eso será lo más cierto; mas diga, ¿cómo hablar osa haciendo tal desconcierto? CHINARRO: (¿Que me conoció? ¡Hay tal cosa! Aparte No me conociera un muerto.) DOMINGO: ¡Que me ha de dar ocasión de que le venga a buscar! CHINARRO: Mi padre, con la pasión no le pude respetar; le juro a mi salvación. DOMINGO: ¿Qué ha jurado? Bese el suelo. CHINARRO: ¿No basta besar su mano? DOMINGO: Mire que ha enojado el cielo; haga lo que digo, hermano. CHINARRO: De enojarle me recelo. DOMINGO: ¿Cómo el hábito ha hallado? CHINARRO: Cuando vine le hallé aquí. DOMINGO: ¡Ya acabó el desventurado! CHINARRO: Es verdad, que yo le vi cómo al infierno ha bajado. DOMINGO: Dígame, ¿cómo lo ha visto? CHINARRO: Porque pasó en mi presencia cuando el Juez Jesu Cristo dio contra él la sentencia por ser un hombre malquisto. También le vide allá estar y con pecho sublimado por Dionisio suplicar. DOMINGO: Pues Dios se lo ha revelado, bien le debe de estimar. Vámonos al monasterio y considere que ha errado, aunque ha visto ese misterio, y debe ser castigado por tan grave vituperio. CHINARRO: Primero que haga mudanza me ha de dar su bendición, pues tanta virtud alcanza, y me ha de otorgar perdón debajo de confianza. Hágalo, por vida mía, y me prometo enmendar, pues que su virtud me guía, si no lo he de publicar que habla con Dios y Maria. DOMINGO: Calle, que yo le perdono. CHINARRO: (Bueno es ponerle temor, Aparte aunque era hablar en su abono.) Con esta merced, señor, verá cómo lo pregono. DOMINGO: ¿Qué dice? CHINARRO: Que no hablaré, padre, más que un dromedario. DOMINGO: Tenga con la Virgen fe, rece su santo rosario. CHINARRO: Padre mío, yo lo haré.
Vanse y sale DIONISIO con un saco de penitencia
DIONISIO: Ya vistes a vuestros ojos, sin ser quimeras ni antojos, alma, cómo os libertó Aquél que en la cruz dejó tan soberanos despojos. Ya visteis con la humildad que el Sagrario milagroso de la Santa Trinidad pedía al Hijo glorioso, alma, tuviese piedad. Ya visteis el gran caudal que puso aquel templo santo por libertarnos de mal, y cómo alcanzaron tanto las rosas de su rosal. Ya visteis al religioso que quisimos desnudar, con qué pecho tan piadoso nos pretendía alcanzar de Dios eterno reposo. Ya visteis cómo lanzado fue al profundo del infierno aquél que os ha acompañado, y cómo del fuego eterno el rosario os ha librado. Ya sabéis que la sentencia dio el soberano Señor en favor por su clemencia, y que os mandó con amor que hiciésedes penitencia. No hay agora amedrentaros sino en este más contenta con esfuerzo abalanzaros, que pasada la tormenta sé que tenéis de alegraros. ¿Queréis desierto de Egipto? Podréis imitar a un Pablo que entró allí desde chiquito, o Antonio, a quien tentó el diablo y él le echó de su distrito. ¿Queréis en la cueva estar que encubren Líbano y Cedro en escondido lugar? Allí hay lágrimas de Pedro con que os podéis consolar. Si os parece parte buena peñas donde el aciprés comparado es baja almena, hallaréis la desnudez de una Santa Magdalena. Extiende, alarga la vista si entre moradas angostas quieres trabar la conquista donde, comiendo langostas, imitarás un Bautista. Si quiés, sin que se entremeta contigo persona alguna, tener la vida más quieta, imita en una coluna a Simeón anacoreta. Y si, por dicha, te inclinas o te inclina el apetito a sensuales golosinas, lánzate como Benito en medio de las espinas. Si quiés recibir martirio, ponga en Jesús sus deseos el corazón de Porfirio, y gozará los trofeos que ganó el cárdeno lirio. Sin cruz nadie ha de pasar, alma mía, el paso estrecho que a la gloria va a parar; quien quiere cruz en el pecho trabajo le ha de costar. Padeced con perfección esta cruz que el cuerpo mixto tiene por honra y blasón, si no fuere en la de Cristo, será en la del Buen Ladrón.
Cantan de adentro a una voz
MÚSICA 1: "Acomete, buen soldado, porque vencerás sin duda, que las Jerarquías celestes se aperciben en tu ayuda." DIONISIO: A embestir, que al arma toca la caja del general; la gente contraria es poca; aquí, alma, cada cual muestre el valor que le toca.
Suena MÚSICA a otro lado
MUSCIA 2: "¿Ansina olvidas los gustos a que el mundo te convida con apacibles deleites y delicadas comidas?" DIONISIO: ¡Qué deleites tan süaves tuve gozando el amor de muchas mujeres graves! Más ¿cómo, alma, sin temor quieres entregar las llaves? MÚSICA 1: "Resiste con fortaleza, porque si quedas desnudo del don de la fortaleza serás vencido en la lucha." DIONISIO: Si rindo la voluntad confieso que soy perdido y doy puerta a la maldad. Virgen, vuestro favor pido, por vuestra santa humildad. MÚSICO 2: "Gusta este manjar sabroso." MÚSICO 1: "Mira que es píldora oculta." MÚSICO 2: "Es un deleite apacible." MÚSICO 1: "Es tormento de garrucha." MÚSICO 2: "Gusto que al cuerpo recrea." MÚSICO 1: "Nublado que al alma ofusca." MÚSICO 2: "Deseos con cumplimiento." MÚSICO 1: "Cumplimiento en cosa injusta." MÚSICO 2: "Es paraíso del mundo." MÚSICO 1: "Es infierno que pronuncia contra ti crüel sentencia; mira que la gloria es mucha."
Salen los VICIOS por una puerta cantando y las VIRTUDES por otra
VICIOS: "No te apartes del mundo, goza sus gustos." VIRTUDES: "No les vuelvas la cara, que son injustos." VICIOS: "El gusto y recreo te ofrece victoria." VIRTUDES: "Si quieres la gloria refrena el deseo." VICIOS: "Es muy dulce arreo sabrosos gustos." VIRTUDES: "No les vuelvas la cara que son injustos." VICIOS: "Gusta las delicias del tiempo amoroso." VIRTUDES: "Si quieres reposo, huye esas caricias." VICIOS: "Goza las primicias de dulces gustos." VIRTUDES: "No les vuelvas la cara, que son injustos. Las virtudes se suben al sacro cielo y los vicios se parten para el infierno."
Vanse los VICIOS y las VIRTUDES, y sale un ÁNGEL y el DEMONIO
ÁNGEL: ¿Ya no quedaste excluído? DEMONIO: Mientras en carne viviere de mi no se ha despedido; mientras un cuerpo no muere sujeto está a mi partido. Desde que hice a Adán pecar ninguno de mi tormenta no se ha podido escapar. ÁNGEL: Tú mientes, y ten gran cuenta que contra ti he de alegar. Jeremías ¿no ha salido del vientre santificado? DEMONIO: Sí, pero fue concebido en original pecado. ÁNGEL: ¿Qué importa, si no ha nacido? También lo ha sido San Juan. DEMONIO: Y en coyuntura ha pecado. ÁNGEL: Fue misterio, en conclusión, porque a Cristo ha asegurado en la gentílica unión. Y el profeta Samuel también ha entrado en la lista, que gobernó al pueblo fiel, y el gran precursor Bautista y la madre de Emanuel. DEMONIO: Calla, que oyendo su nombre me abraso con más rigor, que en ella Dios se hizo hombre y fue un exceso de amor que no hay a quien no le asombre. A un Dios que su ser abarca los cóncavos tierra y cielo, le encerró esa humilde arca y le hizo venir al suelo para entregarle a la Parca. ¡Pesar de su nacimiento y el día que fue engendrada para aumentar mi tormento! ¡Que una niña delicada tuvo tal merecimiento! ÁNGEL: Vade retro, Satanás; exímete del derecho que aquí pretendiendo estás; parte para el reino estrecho y no vuelvas aquí más. DEMONIO: ¿Ya tú te haces mandón? ¿Eres de masa más alta que yo? Mas ya mi opinión después que hice la falta perdió la reputación. ÁNGEL: Dionisio, ten confianza y sírvate la experiencia de jamás hacer mudanza. Abraza con penitencia Fe, Caridad y Esperanza; ven conmigo, que el lugar donde la tienes de hacer te tengo de señalar. DIONISIO: En todo he de obedecer. ÁNGEL: Ansí podrás acertar.
Vanse, y sale MARCELA
MARCELA: Poderoso Señor, Divina Esencia, ¿cómo la real palabra que habéis dado no cumplís pronunciando la sentencia? ¿El casto pecho es bien quede violado y el delito se quede sin castigo que a vos, Señor, estaba dedicado? Si el grande exceso que éste hizo conmigo con él disimuláis, podrá mañana volverse contra vos hecho enemigo. De aquesta condición fiera y inhumana, ¿qué se puede esperar, Dios poderoso, sino que mientras más, sea más tirana? Justicia pido, Dios santo y piadoso; justicia pido, Dios santo y clemente, que os hará la razón ser riguroso. Mas si es, buen Dios, acaso conveniente que se haya de mostrar vuestra clemencia, su voluntad se cumpla eternamente dándome para el caso suficiencia.
Corren una cortina y aparece JESÚS Cristo atadas las manos, e híncase de rodillas MARCELA
JESÚS: Marcela, tu petición es justa conforme el celo que tiene tu corazón; mas ¿no ves que tiene el cielo más alta la perfección? Los corazones humanos quieren vengar su intención, cuando vienen a las manos sin mirar la obligación que deben a sus hermanos. Es del hombre condición, que si así la mía fuera no hubiera generación ni hombre ninguno no hubiera que alcanzara salvación. Es mi oficio perdonar, dando diversos pregones, porque os vengáis a enmendar, y tú, Marcela, me pones culpa sin poder pecar. Tiene mis manos atadas Dionisio; ¿tú no las ves una con otra enlazadas? Y ha puesto a mis sacros pies cargas de plomo pesadas. Ningún paso puedo dar para en él hacer castigo, porque no me da lugar las manos; tú eres testigo que no las puedo mandar. MARCELA: ¿No sois el Sumo Saber y la Suprema Deidad? ¿Esto cómo puede ser? JESÚS: A mi mucha potestad esto le quita el poder.
Córrese otra cortina y aparece DIONISIO desnudo, salpicado de sangre y una disciplina en la mano con sangre, y alrededor del cuello una soga, y Santo DOMINGO con una lanza
MARCELA: ¡Jesús, qué gran compasión! JESÚS: Éste es Dionisio, Marcela, de quien quiés satisfacción, que con gran cuidado vela por imitar mi pasión. Su áspera penitencia dejó mis manos atadas y se acogió a mi clemencia; acábale tú a lanzadas, que a mí me hace resistencia. Toma a Domingo esa lanza y con tu mucho rigor ejecuta crüel venganza. MARCELA: Yo le perdono, Señor. JESÚS: La virtud todo lo alcanza. Has ganado gran victoria, y serás remunerada porque quede tu memoria en el cielo coronada con la corona de gloria. Perdonaste tu enemigo y esto por amor de mí; hallaste en el cielo abrigo, y el que no lo hiciere ansí jamás podrá ser mi amigo. Si en la oración me decís que perdonáis los errores y de obra no lo cumplís, alcanzaréis los favores conforme lo que pedís. El que perdonado hubiere ése será perdonado, y aquél que no lo hiciere ése morirá en pecado si en vida no lo cumpliere. Y porque humanos disfraces a humildes Pedros y llanos no estraguen con antifaces, dad acá entrambos las manos, que quiero yo hacer las paces.
Aparta las manos
MARCELA: ¿Cómo tenéis desatadas las manos, sacro Señor, que estaban con sus lazadas? JESÚS: Finezas son del amor de mis entrañas sagradas. Para hacer bien y premiar tengo mis manos abiertas, que es mi oficio perdonar. Tengo aquestas cinco puertas por donde pueden entrar.
Llegan y danle las manos derechas
Dionisio: ¿quiés por esposa a Marcela? DIONISIO: ¿Quién podrá, Señor, hacer otra cosa, o quien se lo negará a mujer tan virtüosa? JESÚS: Y vos, Marcela, ¿queréis a Dionisio por esposo? MARCELA: Señor, gran merced me hacéis, que con lazo tan precioso cumplís lo que prometéis. JESÚS: Guardaréis conformidad, y tomando mi consejo, abrazaréis la humildad, y no quebréis el espejo del don de la castidad. El rosal que ha producido los hijos de bendición que a los cielos han subido rezaréis con devoción, sin que haya punto de olvido, porque sus cándidas rosas con el olor tan süave y fragancias olorosas tienen del cielo la llave para las almas piadosas. Siempre vivid con limpieza, y del alma la quietud guardaréis con gran pureza, que guardan a esta virtud la templanza y fortaleza. Y vamos, que a ser madrina viene mi sagrada madre con su beldad peregrina, que la envía el alto Padre con su música divina.
Entra un BAILARÍN y MÚSICOS cantando, y un ÁNGEL con una fuente y en ella dos guirnaldas y la VIRGEN detrás las manos puestas, y dan vuelta al tablado
** MÚSICOS: "De la gloria ha bajado la Flor Divina, por honrar a los novios y a ser madrina. Baja la princesa de la jerarquía, que da luz al día su rara belleza; es mar de limpieza, fuente cristalina por honrar a los novios y a ser madrina."
Llega la VIRGEN y toma las guirnaldas y póneselas a los desposados
VIRGEN: Tened siempre en la memoria el premio de la victoria, porque la bondad inmensa acá os da esta recompensa y allá os ha de dar la gloria. Estimad con gran pureza el favor de su grandeza y el que mi Hijo os ha hecho, la voluntad de mi pecho y vivid con gran limpieza. De Domingo la oración, del Ángel la intercesión, de los cielos la asistencia, de Dios la suma clemencia, y en premio de la oración, cubiertos de casto velo, recibiréis gran consuelo cuando os venga a la memoria. Y aquí hace fin la historia de la Madrina del Cielo.

FIN DEL AUTO


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 24 Jun 2002