JORNADA TERCERA


Salen LISAURO de labrador y CANDADO
LISAURO: No pongo en cosa, Candado, mi gusto que me le dé; contra mí se ha conjurado todo el mundo, ¿adónde iré para no ser desdichado? Que la amistad ponga trato con el interés, ya ha sido ley del mundo sin recato no me espanta del olvido del amigo que es ingrato. Pero que también persigan las cosas inanimadas, a un desdichado, y que sigan leyes en vicio fundadas, que a la ingratitud obligan, esto me asombra y me espanta; hasta la tierra que piso parece que se levanta contra mí. Cuanto diviso, aire, fruto, piedra, planta, parece que se conjura y con semblante inclemente huye de mi desventura. Para mí llora la fuente cuando reírse procura. Ya en tu casa me aborrecen tus hijos y tu mujer; mis desdichas lo merecen. CANDADO: ¿Pues qué hicieran a saber quién eres y lo que ofrecen los que tu ventura escasa persiguen? LISAURO: Tu esposa dice que desde que entré en tu casa cuanto tiene es infelice: los trigos el cierzo abrasa, cómese el lobo al ganado, y, en fin, viñas, prados, gente, todo por mí ha desmedrado. CANDADO: Parécense extrañamente la tiña y el desdichado. Como es la mala fortuna tiña y peste, donde llega no deja cosa ninguna, sarna que luego se pega su contagión importuna. Pero si en tiempo apestado se conoce la lealtad del amigo y del criado y es peste tu enfermedad, no te ha de dejar Candado, por más que el tiempo crüel apartarme de ti crea, pues cuando por ti y por él, rico y dichoso no sea, a lo menos seré fiel. Candado soy y cerrado para guardarte, y aunque eres infeliz y desdichado, mientras que tú no la abrieres, mi lealtad va con candado. Mira del modo que intentas favorecer a tu esposa; porque con nuevas tormentas la riqueza poderosa maquina trazas violentas. Lelio, que por bien no alcanza la posesión de su amor, abre puerta a la venganza, y en los brazos del rigor alimenta su esperanza. Porque no pueda salir de Venecia, hace guardar su casa, sin permitir irla nadie a visitar. LISAURO: Menos mal fuera morir. Pues ¿qué come, si es que tiene ya mi esposa que comer? Todo contrario me viene; ¿luego no podrá vender el diamante? CANDADO: Ni conviene, que quien le quitó la hacienda mejor quitará el diamante. LISAURO: ¡Ay cara y hermosa prenda! Muera tu esposo delante de tus ojos y no ofenda mi desdicha de esa suerte tu constancia no rendida; yo voy a morir y a verte, que por remediar tu vida quiero que me den la muerte. CANDADO: ¿Estás sin seso, señor? LISAURO: Morir quiero. CANDADO: Desear la muerte más es temor y flaqueza que alcanzar nombre digno de valor. LISAURO: ¿No podré ver a Fulgencia otra vez dando disfraz que me lleve a su presencia? CANDADO: Nunca el capitán sagaz tienta, si tiene prudencia, la fortuna poco fuerte dos veces, porque si funda en la primera su suerte, suele estar en la segunda la celada de su muerte. Yo iré a Venecia cual suelo, que soy menos conocido y me es más piadoso el cielo. Del carbón que hemos cocido haré cargas, venderélo, y dándole el precio de él a Fulgencia, que conmigo no será Lelio crüel, ni creerá que a un su enemigo cubre mi tosco buriel. Dándome entrada segura remediaré su pobreza, daré alivio a su hermosura, y alentaré su firmeza mientras tu destino dura. Esto quiero, y es razón que aqueste gusto me des. LISAURO: ¡Ay leal Efestión! Ni te vence el interés ni te obliga la opinión de la fingida amistad; quisiera Alejandro ser para pagar tu lealtad. CANDADO: El carbón voy a poner; hoy entrará en la ciudad, sufre tu infeliz estado; que aquél, si fuere animoso estará, aunque despreciado, más cerca de ser dichoso que fuese más desdichado.
Vase
LISAURO: Correspondencias y tratos en Italia tenía yo, con mercaderes que, ingratos, la necesidad buscó sus partidas y contratos. Pues si es verdad lo que digo, los amigos, ¿dónde están, que siempre andaban conmigo? Mas las hormigas no van a las eras si no hay trigo. El que ve la golondrina en el verano labrar casa firme, ¿no imagina cuán de asiento quiere estar por su huéspeda y vecina? ¿No parece el nido eterno que ha fortalecido tanto? ¿No le alegra el canto tierno? Pues nido, hospedaje y canto todo lo deja al invierno; que me quejo, pues, en vano si mi invierno va conmigo. Faltó el sol y faltó el grano; si es golondrina el amigo, él volverá en el verano.
Sale VERINO Y DIODORO
VERINO: El duque de nuevo ha echado de Ferrara a los bandidos que Venecia ha desterrado; y así somos compelidos a sacar de aqueste estado a nuestro padre Honorato, cuya vejez afligida remediar, Diódoro, trato. DIODORO: ¿Cómo, si contra su vida se conjura el cielo ingrato? VERINO: Rico en Ferrara vivía con el crédito y hacienda que por Lisauro tenía, cuya nobleza no ofenda jamás la Fortuna impía. Pero hala vuelto a perder como el crédito ha faltado de Lisauro, y no ha de haber otro Lisauro estimado que le vuelva a socorrer. También él anda por todo desterrado y afligido, y, aunque donde habita ignoro, por su vida ha prometido diez mil escudos de oro el veneciano senado, volviendo a la patria y tierra a cualquiera desterrado que le lleve. LISAURO: (¡Tanta guerra, Aparte cielos, contra un desdichado! Pero ¿qué es esto? ¿No veo a Diodoro y a Verino? O me engaña mi deseo o en ellos el favor vino que en otros hallar no creo. A su padre di la vida con la hacienda y libertad que ahora lloro perdida. ¿Es mucho de esta amistad que los réditos les pida?) Quiero llegar. DIODORO: Avisado está mi padre que aquí venga a hablarnos. LISAURO: (Ea, cuidado, Aparte ¿qué teméis? ¿Llegaré? Sí Mas no, que soy desdichado. Y aunque Verino y Diodoro de mi amistad son testigos, lo que en ellos tengo ignoro, que más querrán por amigos diez mil ducados de oro.) DIODORO: ¿Eres Lisauro? LISAURO: Solía; ya soy pelota del tiempo que hasta el cielo subía sirviendo de pasatiempo a la Fortuna algún día. Ya me ha abatido de traza que, despedazada y rota, según lo que me amenaza, si del tiempo fui pelota, ya soy de la muerte chaza. De cuantos amigos tengo, o por mejor decir, tuve, sólo a descubrirme vengo a los dos. Dudoso estuve; mas ya mi dicha prevengo en vosotros, que el valor que os ilustra y ennoblece y el ofrecido favor a vuestro padre, merece que satisfagáis mi amor. VERINO: La mayor satisfacción, Lisauro, es la natural; a esto inclina la razón y la deuda filïal, que es precisa obligación. Mi padre está desterrado; a quien te lleve a Venecia vivo, el destierro han alzado; en tanto, Lisauro, precia darte la muerte el Senado.
Cógenle por detrás y átanle a un árbol
DIODORO: Perdona, que a la amistad siempre el amor se antepone del padre. LISAURO: ¡Ah infames! Soltad, si no queréis que pregone la fama vuestra crueldad. Siquiera por descubrirme a los dos y por fïarme de vuestra lealtad no firme habíades de guardarme, no prenderme y perseguirme. VERINO: Somos hijos; el amor puede más que la amistad; mi padre pide favor. LISAURO: ¿Y esto es darle libertad? Infamia diréis mejor, y si a la experiencia llego de ver pagar mal por bien, desde hoy diga el vulgo ciego, "Haz mal sin mirar a quien, haz bien y guárdate luego."
Sale HONORATO
HONORATO: Aquí mis hijos dijeron que me esperaban. LISAURO: Atad manos que tan sueltas fueron que su hacienda y libertad av uestro padre ofrecieron. HONORATO: Hijos, ¿qué es esto? DIODORO: Señor, ya el cielo ocasión ha dado con que, por nuestro favor, a Venecia restaurado goces tu hacienda y valor. El senado ha prometido libertad al que entregare a Lisauro foragido y vivo allá le llevare. Hánosle el cielo ofrecido aquí, y aunque formes quejas de que le pagamos mal, deudas y amistades viejas, la obligación natural nos cierra al fin las orejas. HONORATO: ¡A poder desengendraros, infames, por honra mía, el ser volviera a quitaros que os di! ¡Maldito sea el día que hijos pude llamaros! ¿La vida que tengo yo y la vuestra no es toda una? Pluguiera al cielo que no, a pesar de la Fortuna. ¿Lisauro no me la dio? Pues ¿será paga debida, desconocidos, villanos, que vida que dio la vida a un padre y a dos hermanos hoy por ellos sea vendida? ¿La vida ponéis en venta de Lisaura? ¿La lealtad del mundo que honrarle intenta? ¿Esto es darme libertad o es darme perpetua afrenta? ¿Con qué cara podré yo a mi patria restaurado ir? Éste es quien vendió ingratamente al senado al que la vida le dio. ¿Ya tenéis las lenguas mudas? Pero si, que en tales tratos os convencerán mis dudas; símbolos de los ingratos, con vosotros ya hay tres Judas. ¿Quién pudiera con dos lazos daros la muerte como a él? Desate mi amor los brazos, Lisauro, de este cordel para que me den abrazos.
Desátale y dale una espada
Y para que aquesta espada cobre venganza debida, su muerte es bien empleada. No son mis hijos, la vida les quitad ya deshonrada. LISAURO: A tal nobleza y valor no hay satisfacción ni precio. Con los brazos es mejor pagaros. El celo necio de vuestros hijos fue amor. Y aunque no hay obligación natural por quien la cuadre a hacer al hijo traición, hijos de tan noble padre merecen por él perdón. Yo os le doy, escarmentado en mí mismo; y porque siente pena y vergüenza el culpado siempre que tiene presente a persona que ha injuriado, quiero con vuestra licencia partirme. HONORATO: Cifróse en vos la lealtad y la prudencia. LISAURO: Amigos, adiós. HONORATO: Adiós. LISAURO: ¡Ay mi querida Fulgencia!
Vase
HONORATO: Quitaos delante de mí afrenta de la virtud, y de la sangre que os di, centro de la ingratitud, y no os llaméis desde aquí mis hijos, que no merece tal nombre vuestra traición. VERINO: Cordura el callar parece que convence la razón. DIODORO: Y la traición enmudece.
Vanse. Salen LELIO y MARCIO
LELIO: He publicado que Lisauro es muerto y por Venecia corre aquesta fama, tanto que no hay persona que por cierto no la publique. MARCIO: ¡Pobre de quien ama! LELIO: Antes espero así salir al puerto de mi esperanza y obligar mi dama a que, muerto su esposo y mi enemigo, su mal remedie por casar conmigo. Fingiré desposarme en secreto, que en público, recién muerto su esposo, querrá guardarle el luto y el respeto a las lenguas del vulgo licencioso; y si una vez mi amor pongo en efecto y aplaco aqueste fuego riguroso que entre esperanzas leves, entretengo gozo a Fulgencia y a mi hermano vengo. MARCIO: La traza es extremada, aunque indecente a tu valor. LELIO: ¿Decencias, Marcio, pides? ¿No sabes que es amor guerra inclemente y que en guerra son lícitos ardides? No repares en ese inconveniente si con la vara del peligro mides el que corre mi vida en verdes años, si a Fulgencia no gozan mis engaños. Aquí sus ojos vierten el tesoro de las Indias del sur de su hermosura por su fingido muerto; aquí la adoro, y aquí mi amor su libertad procura. MARCIO: Quien llora perlas, si con lienzos de oro enjuga el llanto, juzgará aventura por quien el oro la ofreció el verterlas, porque son muy parientes oro y perlas. Pero a Efigencia, que a su madre imita en la virtud, belleza y en el llanto, sale al encuentro.
Sale EFIGENCIA
EFIGENCIA: (Amor, ¿cómo no os quita Aparte el poder que tenéis tormento tanto? ¿Al que mató a mi padre y solicita a mi madre adoráis? ¡Parece encanto! Un padre muerto lloran mis desvelos; Lelio me causa amor, mi madre celos. Pero presente tengo a mi enemigo, si así llamar a quien adoro puedo. Amor enredador, sed vos conmigo, que me importa la vida cierto enredo.) LELIO: Bella Efigencia, si por vos no obligo a vuestra madre, sin remedio quedo. Vuestro padre murió; Fulgencia hermosa os pude remediar siendo mi esposa. EFIGENCIA: Débéisme, Lelio, tanto, que he antepuesto a mi difunto padre vuestro gusto; mi madre por mi causa... LELIO: Decid presto. EFIGENCIA: En medio de sus penas y disgusto admite vuestro amor casto y honesto. LELIO: ¡Oh nueva venturosa, oh premio justo de Jacob por Raquel perseverante! ¡Oh venturoso fin de un firme amante! EFIGENCIA: En respuesta del vuestro, Lelio, envía este papel, no de su propia mano, que no quiere dar muestras en un día tan grandes, que su amor llaméis tirano; pero bastan que vengan de la mía. LELIO: ¡Qué tal escucho, cielo soberano! MARCIO: ¿No te lo dije yo? ¿Ves como el oro enjuga perlas? LELIO: De contento lloro. EFIGENCIA: Este diamante solo que ha quedado perseverante entre la mucha hacienda que nos hizo quitar dux y senado, sin que su amor permita que se venda, también os le presenta. LELIO: ¡Ya he llegado al colmo de mi dicha! ¡Oh rica prenda! No por la clara luz que en ti el sol cría, sino por el valor de quien te envía la boca pongo en ti una y mil veces. EFIGENCIA: Fue la joya primera que mi padre la dio, y en fe que suceder mereces en su amor y lugar, la da mi madre. LELIO: Esta cadena toma, pues me ofreces tal dicha, tanto bien; y porque os cuadre mi gozo a todos; escuchad ahora lo que escribe Fulgencia, mi señora.
Lee
"A tanta perseverancia vuestra y desdicha mía no me puedo persuadir sino que el cielo está de vuestra parte y quiere que, muerto mi señor y esposo, sucedáis en su lugar y amor. Temeridad será el resistirle; mas sólo os suplico deis lugar a que el sentimiento y luto cumpla con la obligación que le tengo y con las lenguas del vulgo, que bien podéis entretener deseos con esperanzas tan ciertas como la firmeza de este diamante, única prenda y bien estimada de mi primer esposo y ahora del que ha de serlo segundo. No escribo de mi mano, porque hasta dárosla tiembla de vergüenza. Guárdeos el cielo y hágaos más dichoso que vuestro antecesor. Vuestra, Fulgencia." ¡Oh letras venturosas, breve suma de la vitoria que mi dicha pinta! ¡Bendiga el cielo al que inventó la pluma, el que el papel halló, letras y tinta; jamas el tiempo viciador consuma su nombre ilustre, sino que en sucinta y breve historia en bronce esculpa y grabe su nombre ilustre y su memoria alabe! MARCIO: A tu dama celebra y deja ahora las letras, el papel y su alabanza. LELIO: ¿Que Fulgencia, Efigencia, es mi señora? ¿Que el premio ofrece ser de mi esperanza? A no temer el alma que la adora los daños y el rigor de una tardanza, perdiera el seso quien su amor contempla. EFIGENCIA: Por eso el gusto con pesares templa; pero no tanto, Lelio, que te impida el hablarla esta noche; si la ruegas que de la luna el resplandor despida, y, pues Amor es ciego, venga a ciegas, yo haré que a una ventana prevenida puedas hablarla, si a las doce llegas con la traza que pide el que es discreto. LELIO: Solícito vendré, solo y secreto. EFIGENCIA: Pues vete ahora, y quita inconvenientes de quien aquí te viere tan contento. LELIO: Bien dices; tus consejos son prudentes, grande es; mi obligación, un casamiento ilustre te prometo. Adiós.
Vanse LELIO y MARCIO
EFIGENCIA: No intentes darme otro esposo sino el que yo intento, que es a ti mismo. Amor ciego y desnudo, a enredos ciegos das un ciego nudo. Adoro a Lelio, y finjo que mi madre por esposo le admite, cuando llora más que Aganipe por mi muerto padre, y más que por Memón la fresca Aurora. En su nombre escribí, que aunque me cuadre fama y nombre, desde hoy, de enredadora, ya sabemos que amor no tiene hazañas, sino solos enredos y marañas. El diamante la hurté, que, en fin, no es nuevo ser ladrón el Amor; si a ser mi esposo le obligo, aquesta noche el premio llevo que merece un ingenio cauteloso. Quiérole mucho. A mucho, Amor, me atrevo. Grande es mi ingenio, pero provechoso; pues si es mi dueño Lelio, de Lisauro guardo el honor y su valor restauro.
Vase. Salen JULIO y DECIO y CANDADO asido
JULIO: De Lisauro sois criado y cómplice en su delito. CANDADO: Lo primero yo lo admito, lo segundo os ha engañado; por que yo ni a nadie he muerto ni hice tal bellaquería. DECIO: ¿No huisteis con él el día que dio muerte a Filiberto? CANDADO: ¡Válanos Dios! Yo no huí, sino viendo que quedaba sin amo y que, se escapaba, a mi aldea me volví, y ahora traigo carbón que vender. JULIO: Venga al senado, que eso es mentira. CANDADO: (Candado, Aparte ya estás en la tentación.) JULIO: El dux lo manda; ea, andemos.
Salen LELIO y MARCIO
LELIO: Marcio, no ama quien es cuerdo; de contento el seso pierdo. MARCIO: El Amor, todo es extremos. LELIO: ¿Qué es esto? CANDADO: Señor: yo soy, o fuí, si a decirlo acierto, criado antaño del muerto Lisauro. Hele visto yo finar, y vengo a cobrar lo que el dux ha prometido a quien hubiere sabido su muerte. Entré en el lugar y, apenas en él me vi, cuando aquestos dos alanos me echaron ambas las manos; hacen presa y pinta en mí. LELIO: ¿Morir a Lisauro has visto? CANDADO: Sí, señor, por estos ojos que tien de comer gorgojos; ya habrá cenado con Cristo. LELIO: Marcio, ¿hay ventura mayor? ¿Que la muerte que he fingido verdadera haya salido? MARCIO: Está de tu parte Amor. No me espanto. LELIO: En mi servicio quiero que estés desde hoy; dueño de Fulgencia soy y ser tu dueño codicio. Que si a Lisauro sucedo y es mi esposa su mujer, desde hoy le he de parecer en todo. CANDADO: Con vos me quedo. Mas ¿qué decís de Fulgencia? LELIO: Que es mi esposa y mi bien ya. CANDADO: ¿La viuda? MARCIO: Claro está. CANDADO: ¿Pues no es cargo de conciencia que tan presto olvide el luto? LELIO: Esta noche he de ir a vella, CANDADO: ¿A su casa? LELIO: Sí. CANDADO: ¿Y con ella? LELIO: Con ella, pues. CANDADO: ¡Oste puto! LELIO: Vamos, y en llegando a casa de noche, me vestiré. CANDADO: (Yo y todo me escurriré Aparte y le diré lo que pasa a mi amo. LELIO: (¡Que he de ser Aparte tu esposo, Fulgencia amada! ¡Gran dicha!) CANDADO: (¡Viuda y casada Aparte en un día! ¡Oh, roin mujer!
Vanse. Sale LISAURO y tras él cuatro LABRADORES
LABRADOR 1: Echadle con el pecado. LABRADOR 2: Después que está en el lugar todos hemos desmedrado, hasta venirse a quemar la casa que le ha hospedado. LABRADOR 3: ¡Válgate la maldición, por hombre o por desventura! LABRADOR 4: La desdicha es contagión. LABRADOR 1: Por verdad mos dijo el cura el otro día en el sermón, que se ahogaban en el mar todos los que iban con él. LABRADOR 2: En él lo habíamos de echar. LISAURO: Ea, Fortuna crüel, acábate de vengar. Echadme, no tengáis pena, que el mar me recibirá, pues la tierra me condena; mas para mí aun no tendrá todo el mar una ballena. LABRADOR 3: Yo os juro a Dios, si os volvéis al puebro, que os he de ahorcar. LABRADOR 4: Qué diabros con vos traéis? LABRADOR 1: Dejadle. LABRADOR 3: Volveos a entrar, que vos mos la pagaréis.
Vanse los LABRADORES
LISAURO: Ea, Fortuna convoca toda la furia y violencia que contra mí se provoca, porque para mi paciencia toda tu potencia es poca. ¡Ah, Candado, por leal mi desdicha has heredado! Si la sombra del nogal significa al desdichado que a cuanto alcanza el mal, nogal, mi suerte me nombra, por fuerza te ha de alcanzar la desdicha que me asombra, pues te quisiste arrimar a tan desdichada sombra.
Sale CANDADO
CANDADO: No le quisiera traer las nuevas a mi señor que le traigo, que han de ser muerte suya y de su honor; mas si las ha de saber por otro, sepa por mí el mal que por su honra pasa. LISAURO: ¿Candado? CANDADO: (Ya enmudecí.) Aparte LISAURO: Ya el cielo quemó tu casa. porque yo en ella viví. De tu lugar me han echado, ¡tanto mi desdicha pudo! Tú solo firme has quedado; Habla; ¿de qué estás mudo? CANDADO: Candado está con candado. LISAURO: ¿Cómo queda mi Fulgencia? ¿Cómo mi Efigencla está? ¿Consolólas tu presencia? ¿Callas? No por bien será. No pruebes más mi paciencia. ¿Venció el interés crüel a la pobreza inconstante? CANDADO: No hay resistencia con él. ¿Conoces este diamante? LISAURO: Sí. CANDADO: Pues mira este papel.
LISAURO lee para sí
Tu enemigo ha publicado por Venecia que eres muerto; creyólo el dux y senado, lloró Fulgencia, por cierto lo que tenía deseado. Llegó Lelio la mañana de la nueva, ofreció ser su esposo, y es cosa llana que esto de boda en mujer es tentación de manzana. Porque el mismo día y punto que oyó casamiento, dio a la parroquia el difunto, el luto en verde aforró, triunfó Roma de Sagunto, y Efigencia, que también la tentación de marido le hace andar a ten con ten, de secretaria ha servido, y como tus ojos ven, este papel escribió por su madre, a quien ofrece a Lelio, y con él le dio el diamante que merece no serlo, pues se mudó tan presto. Llegó Candado con las cargas de carbón; conocióme en el mercado un alguacil socarrón, quiso llevarme al senado. Dije que muerto te había y que por el justo precio del homicidio venía; creyóle el amante necio, llevóme en su compañía, y yo, hurtándole el diamante que te di con el papel, he venido de portante a que conozcas por él lo que refiere importante. Concluyo con que a Fulgencia esta noche ha de ir a hablar el que te hace competencia, y tu honra se ha de quedar a la luna de Valencia. LISAURO: Calla, no digas más, la boca cierra, tan elocuente a pronunciar mi muerte. ¡Ya dio con toda la Fortuna en tierra! ¡La honra derribó mi triste suerte! ¿Mi Efigencia y mi esposa me hacen guerra? ¿La firme, la mujer constante y fuerte, tan presto se mudó que me ha olvidado? Mas todo le persigue a un desdichado. ¡Afuera, ropas, que en venir conmigo se os pegará la peste que me abrasa! ¡Afuera, seso, no me seas testigo del mal que por mi fama y honra pasa! Aquesta noche asalta mi enemigo mi honor por las paredes de mi casa. ¡Defenderle o morir! Que si es honrado, no seré en eso solo desdichado.
Vase LISAURO
CANDADO: Al mar se echó, que para tanto fuego el agua, con ser tanta, aún no es bastante; las olas corta, si a ayudarle llego, desde una nave le seré importante. Góndolas hay aquí, desasosiego de celos confirmados, ya a un amante dais tormento, ¿qué haréis al que es casado? Leal tengo de ser, si él desdichado.
Vase. Sale EFIGENCIA a la ventana
EFIGENCIA: Noche hermosa, en cuyos brazos duerme seguro el sosiego, y para no despertarle escolta le hace el silencio, así jamás rayos rojos ofusquen tus ojos negros ni el sol en brazos del alba te salga a inquietar tan presto, que favorezcas mi amor y des ayuda a mi enredo para que, en vez de Fulgencia, goce Efigencia de Lelio.
Salen LELIO y MARIO, como de noche
MARCIO: Mira que está en la ventana tu dama. LELIO: ¡Oh, piadosos cielos! ¡Sol de noche, luz a escuras, gran milagro! Marcio, llego.
Sale LISAURO desnudo y mojado
LISAURO: (En las alas de las olas Aparte del mar, para todos fiero, sólo para mí piadoso, si es piedad no haberme muerto, llegué volando, señal que a ver mi deshonra llego; porque el bien siempre es pesado, como los males ligeros. Ésta es mi casa. ¡Ay de mi! Dos hombres hablando veo a mi adúltera ventana. Arrimad escalas, celos, que aun una espada no traigo; pero ¿para qué la quiero, pues no hace el acero falta cuando el honor tiene aceros?) LELIO: ¡Ah, del oriente dichoso donde el sol que reverencio, a pesar de mis desdichas, da luz a mis pensamientos! EFIGENCIA: ¡Ah del amor más constante que vio en sus siglos el tiempo poderoso a conquistar mi ya agradecido pecho! Fulgencia soy; si llorosa por Lisauro, ya con Lelio tan ufana, que no iguala mi pesar a mi contento. LISAURO: (¿Que lo escucho y no doy voces? Aparte ¡Jesús¡ Fulgencia, ¿tan presto mudable? Llora la aurora perlas que enjuga el sol luego.) LELIO: Mi bien, si soy yo vuestro esposo, ya es la dilación tormento del alma donde vivís, como salamandria al fuego. No permitáis que padezca en el riguroso infierno del temor quien de la gloria goza que en amaros tengo. EFIGENCIA: Lelio, ya yo no soy mía, y así, ni quiero ni puedo negar el alma que os guardo cuando la pide su dueño. ¿Daisme palabras de ser mi esposo? LELIO: Por todo el cielo, por el valor de mi sangre y por la ley que profeso, juro de haceros señora del mayorazgo que heredo y del alma en que vivís. EFIGENCIA: Pues en ese juramento fïada, aguardad, señor, que daros posesión quiero del alma, donde Lisauro invencible vivió un tiempo.
Vase EFIGENCIA
LELIO: Marcio, mira si soy yo quien esto escucha. ¿Si es cierto; si es Fulgencia la que baja; si vivo, si estoy despierto? MARCIO: No me espanto que lo dudes, que lo veo y no lo creo; pero en mujer sola y pobre ¿qué no podrá tu dinero?
Sale EFIGENCIA con manto
EFIGENCIA: ¡Venciste, Lelio querido! LELIO: ¡Oh, venturosos tormentos padecidos por Fulgencia pues tan dulce fin tuvieron!
Llega LISAURO y detiene a LELIO
LISAURO: No tanto que vuestra muerte, traidores, no venga en ellos. Lisauro soy, inconstante, Lisauro soy, vivo vengo. LELIO: Marcio, llévala en los brazos a la góndola.
Llévala MARCIO
LISAURO: Primero vengaré con vuestra muerte mi injuria y deshonra. EFIGENCIA: ¡Ay, cielos! LELIO: Aunque pudiera matarte o mandar llevarte preso donde la muerte pagaras de mi hermano Filiberto, no hay venganza que se iguale a la que hoy hacer pretendo, no en tu vida, en tu honra sí, para blasón y trofeo de mi venganza, pues goza, vivo tú, a Fulgencia, Lelio. LISAURO: Espera, no huyas cobarde. Dame la muerte primero, pues por no tener espada ir con la vida te dejo.
Vanse LELIO. Sale FULGENCIA por otra puerta
FULGENCIA: De aquesta voz lastimada temerosa y triste vengo, de mi Lisauro parece. Muerto está; pero, aunque muerto, su espíritu diera alivio a mi eterno desconsuelo. ¡Ay, Lisauro de mis ojos! ¿Cuándo permitirá el cielo que se acompañen las almas pues ya no pueden los cuerpos?
Sale LISAURO por la puerta enfrente de FULGENCIA
LISAURO: No ha de quedar cosa en pie, desde los infames techos, que no abrase mi venganza. FULGENCIA: ¡Ay, Jesús! ¿Qué es lo que veo?
Sin verla
LISAURO: ¡Ay, Fulgencia, pluma fácil! El interés dio en el suelo con tu firmeza. FULGENCIA: ¡Lisauro! ¡Gloria de mis pensamientos! LISAURO: ¡Jesús! ¿quién eres, mujer? FULGENCIA: ¿Quién soy, dices? ¿No era espejo yo de tus ojos, Lisauro? Fulgencia soy. LISAURO: No lo creo; no puede haber dos Fulgencias. FULGENCIA: Bien dices, sola merezco fama eterna, sola soy en el amor que te tengo. LISAURO: ¿Lelio no te llevó ahora? FULGENCIA: No ha podido llevar Lelio de tu esposa una palabra, un mínimo pensamiento. LISAURO: ¿Qué es esto, desdichas mías? ¿Mis ojos mismos no vieron a Lelio llevar mi esposa? FULGENCIA: Tu esposa no, que mintieron; pero escucha, pues que vives para mi bien, que sospecho lo que ha podido engañarte, Efigencia ha mucho tiempo que ama a Lelio, y pudo ser que, ser tu esposa fingiendo, le engañase de ese modo. LISAURO: ¿Ah, Efigencia?
Llámala
FULGENCIA: Aquesto es cierto, mi bien, pues que no responde. LISAURO: Palabra de casamiento la dio Lelio; pero ¿quién cree palabras si son viento? Él intenta mi deshonra. Fulgencia amada, ¿qué espero? Al dux voy a presentarme que, aunque está agraviado, es cuerdo, todo el senado me busca, vénguese en mí, porque muerto muera conmigo mi agravio. FULGENCIA: Dulce esposo, amado dueño oye, escucha. ¿Así me dejas? LISAURO: Muriendo, Fulgencia, intento dar en Venecia principio a un honroso atrevimiento.
Vase LISAURO
FULGENCIA: Y yo de nuevo a mi llanto. Cuando te cobro te pierdo. Dueño desdichado mío, tras ti voy; perdone el miedo, el recato y la vergüenza que encerrada me tuvieron; que no hay paciencia que baste al tropel de mis tormentos.
Vase FULGENCIA. Salen el DUX, viejo, y el DUQUE de Ferrara; tocan cajas y salen SOLDADOS, y el de FERRARA con bastón
DUX: La victoria, duque ilustre, que de los contrarios nuestros por vos hemos alcanzado era cierta, conociendo el valor del capitán y los hazañosos hechos de los duques de Ferrara. DUQUE: A vuestra excelencia beso las manos por tal favor. DUX: Por vuestro valor espero que Venecia ha de cobrar cuanto usurpa el turco fiero. Levántaos la fama estatuas, y con armas y trofeos publique la señoría las hazañas que os debemos. Pedid al senado, duque, lo que quisiéredes, cierto de que se os concederá cualquiera difícil premio.
Sale LISAURO
LISAURO: Excelentísimo dux, senado ilustre y supremo, por quien conserva la patria la libertad de su imperio, l a defensa del honor, caudal que estima el que es cuerdo más que la vida, que al fin se acaba y él queda eterno, hizo que Lisauro diese, después de diversos medios que despreció la ambición, justa muerte a Filiberto. Huyó; buscóle el senado, a pregones prometiendo diez mil escudos por él, alzando cualquier destierro; confiscóle la justicia sus bienes, no permitiendo salir su esposa de aquí. ¡Riguroso mandamiento! Quedó pobre, pero honrada, sin que bastase el dinero de Lelio, que sucedió a su hermano en pensamientos, a derribar su firmeza, por más engaños y enredos que el poder pudo inventar, milagro para estos tiempos. Publicó Lelio mi muerte dando fe de casamiento a Fulgencia si alcanzaba la ejecución sus deseos. Pero Amor, que no consiente poner limite en sus reinos, hizo que Efigencia, mi hija, por Lelio perdiese el seso. Fingió, pues, que mi Fuigencia le amaba, su esposo muerto, escribióle en nombre suyo, dióle prendas, concluyendo en que esta noche viniese por ella, y al fin--¡ay cielos!-- creyendo que era mi esposa, a Efigencia goza Lelio. Si la justicia--¡oh gran dux, senado ilustre!--es espejo en que el juez se ha de mirar para enmendar sus defectos, dos cosas vengo a pediros, si es que alcanzarlas merezco: la primera, que se cumplan palabras y juramentos dadas por Lelio a Efigencia; la segunda, que, pues vengo a entregarme yo a mi mismo y es el prometido precio diez mil escudos por mí, me quitéis la vida y luego la pobreza de mi esposa mandéis remediar con ellos. Acabarán con mi vida las desgracias con que el cielo me persigue, y daré nombre a mi honroso atrevimiento. DUQUE: A tan piadosa demanda, pues licencia de vos tengo para pediros mercedes, sólo que perdonéis quiero a Lisauro, invicto dux.
Salen LELIO y MARCIO
LELIO: Marcio, tan alegre vengo del engaño de Efigencia, que, enamorado de nuevo, por esposa he de pedirla a mi padre. DUX: ¿Qué es aquesto? LELIO: Señor, si de tu valor, nobleza, piedad y celo vuela la ligera fama por uno y otro hemisferio, muestra perdonar injurias la nobleza de tu pecho. Efigencia de Lisauro, el que mató a Filiberto, con tu licencia es mi esposa. DUQUE: Señor, por él intercedo. DUX: Si el cielo lo quiere así, alto, yo también lo quiero. A Lisauro doy perdón, su hacienda y patria le vuelvo, y a Efigencia, vuestra hija, por hija desde hoy acepto. DUQUE: Inmortalice tu nombre la fama a pesar del tiempo. LISAURO: Eres gloria de este siglo. LELIO: De nobleza eres espejo MARCIO: Lisauro está perdonado.
Sale FULGENCIA
FULGENCIA: A los venturosos ecos del perdón de mi Lisauro ya a besarte los pies llego.
Sale EFIGENCIA
EFIGENCIA: Y yo a pedirte perdón. LISAURO: ¡Dulce esposa! FULGENCIA: ¡Amado dueño!
Sale CANDADO
CANDADO: A gozar viene Candado, entre tantos, un día bueno. LISAURO: Con la mitad de mi hacienda, pues cuanto tengo te debo por leal y por constante. CANDADO: Ya tus daños fenecieron. LISAURO: A Honorato, desterrado, habéis de alzar el destierro. DUX: Ya no os puedo negar nada. Vamos, Lisauro, y daremos principio a vuestra ventura, a vuestras penas consuelo. LISAURO: Y fin, con vuestra licencia, al Honroso atrevimiento.

FIN DE LA COMEDIA


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 22 Jun 2002