ACTO TERCERO


Salen todos los de la comedia, menos las dos mujeres; detrás el REY, y a su mano izquierda doña GERÓNIMA con capa, calza y gorra y muceta amarilla, y sobre la gorra borla del mismo color; música y vítores
GERÓNIMA: Mezcla vuestra majestad lo grave con lo apacible, causando amor y respeto al soberbio y al humilde, y en mí eterna obligación de que estudios le dedique, con que honrándome celebre merced tan nueva y insigne. REY: Dotor, vuestras muchas letras en años tan juveniles merecen que yo las honre porque los demás se animen. La cátedra que llevastes y soluciones sutiles que soltaron argumentos es justo que se confirme con que en mi cámara entréis y desde hoy el pulso os fíe la reina, en cuya salud la de Portugal consiste. Dotor de cámara sois.
TELLO habla aparte a GASPAR
TELLO: Si a mí me hicieran de orines... GASPAR: ¡Ah, necio! TELLO: ¿Pues qué tenemos? Veráslo si me hace el brindis. GERÓNIMA: Deme esos invictos pies vuestra alteza, y los felices siglos de la antigüedad en vos nuestra España admire. Más precio vuestra alabanza que las que historias escriben dio a Galeno Marco Aurelio; aunque Atenas sacrifique a Hipócrates por su dios, mientras estatuas le erige que en oro honren su areópago; aunque Justiniano estime a Oribasio por su Apolo y con Octaviano prive su médico Antonio Musa, con Alejandro Felipe, no igualan a las mercedes, gran señor, que se me siguen de vuestra real alabanza, mas como Séneca dice aquel qui laudandum laudat, se ipsum laudat. TELLO: (Con latines Aparte nos dan la muerte afeitada aquestos engañasimples.) REY: Id a visitar la reina, dotor, desde hoy, que está triste y tengo en vos mucha fe.
Vase
GERÓNIMA: Nuevos orbes se os humillen. ÍÑIGO: Gocéis la plaza, dotor, muchos años, que autoricen la cátedra vitoriosa que hoy justamente os recibe. GERÓNIMA: No esperaba menos suerte quien a vueselencia sirve, pues siendo yo su crïado era forzoso seguirse tal dicha tras tal favor. ÍÑIGO: Ni será razón se olvide por los cargos de palacio la salud que en vos consiste de Estefanía. GERÓNIMA: ¡Jesús, señor! ¿Eso ha de advertirme vueselencia cuando sabe lo que medro yo en servirle? Al momento parto a verla. ÍÑIGO: No quiere que la visite otro médico; pagalda la fe que os tiene. GERÓNIMA: Ni impiden estorbos obligaciones. Yo espero restitüirle a vuestra excelencia el gusto que su salud le apercibe.
Vase [don ÍÑIGO]
MARTÍN: La de prima gocéis presto, señor dotor. GERÓNIMA: Porque estimen más a quien es vuestro esclavo.
Vase [don MARTÍN]
GASPAR: Y porque yo participe de vuestras dichas también, como espero, aunque no os dije cosas que en orden a esto será razón que os obliguen, deseo yo vuestras medras. GERÓNIMA: Ya entiendo; si lo permite el tiempo, que ya mejora, aunque desde ayer no vistes vuestra dama, yo os prometo que la ausencia que os aflige dure poco. No os dé pena que por hoy os la limite. GASPAR: ¡Qué mal tomáis a mi amor el pulso, pues que no os dije cuán diversos accidentes son ocasión que se entibien memorias de esa persona! GERÓNIMA: Aunque el dotor pronostique, cuando es sabio, no sé yo que haya alguno que adivine. Si me habláis escuridades... GASPAR: Es mi voluntad esfinge; ella se declarará si a solas queréis oírme. GERÓNIMA: Por hoy tengo ocupaciones catedráticas; decidme mañana lo que gustéis porque dese mal os libre. GASPAR: Largo plazo, pero vaya.
Vase don GASPAR
TELLO: Dotor para con chapines, que con la amarilla borla puede llamarse Amarilis, en mí los tales diviesos son de linaje de chismes, que unos van naciendo de otros y me abrasan los cojines. No hay en todo Portugal vidriero que se obligue a labrar tanta ventosa como mandáis embestirme. Pues si de sangre me sacan veinte onzas o veinte tigres, la cuba de Sahagún se despulsará; aforisme vuesa merced cien cerotes que el orbe me circulicen, así esa cara barbeche y salga tenor de tiple. GERÓNIMA: Que me place, señor Tello; la parte lesa se bizme con unos polvos que atajen el dolor. TELLO: Pues polverice. ¿Cuántos y de qué? GERÓNIMA: Seis onzas de pimientos. TELLO: ¡Puto! GERÓNIMA: Piquen medianamente, de modo que en breve los cautericen, porque son ramo de peste, y juntamente se aplique de alumbre con albayalde un adarme, y de salitre seis escrúpulos. TELLO: Por Dios, dotor, que no escrupulices, si tienes buena conciencia, remedios que me acribillen. GERÓNIMA: Pues morirá de otro modo. TELLO: ¿Pimientos? ¿Soy yo caribe? ¿Yo albayalde? ¿Tengo usagre? ¿Quién vio salitrar cuadriles? GERÓNIMA: Haga lo que yo le ordeno, y a mi cuenta. TELLO: Cicatrice rezagos del Tamorlán quien tales emplastos pide. ¡Salitre! ¿Soy yo arcabuz? ¡Pimientos! ¿Soy yo cacique? ¡Alumbre yo, y no de pajas! ¡Fuego en médicos meñiques!
Vase
RODRIGO: Entre tantos parabienes, si no es que se desestimen los míos por ser postreros, bien merecen preferirse a los demás, pues sabéis que no hay quien se regocije como yo con vuestras honras desde que a esta corte vine. En fe, pues, destos deseos y albricias de que os sublime el cielo a pulsos de altezas que rijáis años felices, bien será, dotor Barbosa, que de la pasión que os dije y por instantes me abrasa vuestra experiencia me alivie; vine, vi y amé celoso. GERÓNIMA: Eso es porque simbolice con lo que a Roma escribió Cesar: Veni, vidi, vici. RODRIGO: Amé, en fin, tan brevemente que juzgo por imposible que sea amor el que me quema; porque si el amor consiste en reiterar asistencias, comunicar apacibles simpatías, y primero es forzoso que se incline una alma y que poco a poco venga el fuego a introducirse por previas disposiciones que las contrarias resisten, ¿cómo podré yo, dotor, en un instante rendirme a unos ojos que tan presto me hicieron su combustible? GERÓNIMA: Filósofo habláis. Sabed que amor, que en la vista asiste, es tal vez fascinación y ésta tarde o nunca admite, si halla el sujeto dispuesto, dilaciones, porque el lince en un instante penetra impedimentos visibles. Llegan, mediante la luz, especies que se dirigen por los rayos visuales al objeto y dél reciben la calidad contagiosa, que al retroceder admiten los ojos con los retratos que traen para que los mire. Luego, el sentido común manda que se depositen, --digámoslo ansí-- en su sala, donde materiales viven. Toda esta acción es corpórea; llega luego el alma y pide al entendimiento agente que las inmaterialice y vuelva espiritüales, que como no se las guise a su modo y proporcione ni las digiere ni admite. Formada la intelección, la voluntad, que es quien rige todo el hombre, como reina, o la reprueba o elige. Destas dos operaciones, la primera se divide de esotra por ser corpórea; la que en los ojos asiste en un instante retrata lo que la mandan que mire, volviendo con las especies que de lo que vio se siguen. Si el objeto que miró era hermoso, apetecible, y conformidad de estrellas causan a que se le incline el natural apetito que está en la concupicible, al momento lo desea, si estorbos no se lo impiden. La voluntad, que del alma es potencia noble y libre, viendo espiritualizada la imagen con que la sirven, produce luego el amor, sin que los astros la obliguen, con la apariencia del bien que es el objeto que sigue. Y a este tal, cuando a ella llega, haciendo que le apadrine el apetito animal, con cartas de favor rinde privilegios voluntarios si no es que constante y firme el albedrío se oponga, que el sabio siempre resiste. Como el alma y sus potencias tienen acciones sutiles por ser espiritüales, sin que tiempo necesiten, obran instantáneamente y así el amor que las sigue puede, según más o menos es su objeto apetecible, amar aprisa o despacio; y quien esto contradice no sabe filosofar, ni por sabio ha de admitirse. De modo que si al instante que vos vuestra dama vistes la amastes es porque en ella vinieron a un tiempo a unirse influencias de los cielos, simpatías apacibles, fascinación amorosa y proporciones felices. No han hecho menor efeto en ella, si he de regirme por sus pulsos que pregonan las prendas que en vos compiten con las del que se os opone, pues desde que os vio anda triste, con don Gaspar intratable y con vos menos terrible. Dejadme a mí el cargo desto que, aunque yo no vaticine, no en balde impedí el hablarla don Gaspar. Apercebidme para guantes cuando estéis en altura tan sublime que con título de esposo mis curas os maravillen; y a Dios, que hay muchos enfermos.
Vase
RODRIGO: Hazlo tú como lo dices, ¡oh, médico prodigioso! y cuanto quisieres pide. ¡Vive Dios que ha dicho bien!, pues desde el punto que vine, desdeñando a don Gaspar con los ojos le despide. ¿Mas si a su instancia el dotor ha ordenado que le priven de hablarla? Bien puede ser, pues no sin misterio dice que ocasiono su tristeza. ¿No es mujer? ¿No me apercibe a amarla un dotor tercero? Pues él vencerá imposibles, que hay médicos in utroque, criminales y civiles, con billetes por recetas que a amor y a Galeno sirven.
Vase. Salen don GASPAR y TELLO
GASPAR: En achaque del dotor vengo a verla. TELLO: ¿Luego aun dura el tema de tu locura? GASPAR: Estoy perdido de amor. TELLO: Tendrá su achaque de bruja y atizará aquesa llama hasta topar otra dama que la saque de la puja, que con esta ya es la cuarta que hemos mudado. GASPAR: ¿Qué quieres? Entre todas las mujeres... TELLO: ¿Rezas? GASPAR: ...sola es doña Marta digna de ser adorada. TELLO: Yo que rezabas creía por ella el Ave María. GASPAR: Tello, ¿no es cosa cansada verte siempre de un humor? TELLO: "Entre todas las mujeres," --dicen-- "bendita tú eres" los que rezan; si tu amor da en hereje ¿qué te espantas? GASPAR: No mezcle tu desatino lo humano con lo divino. TELLO: Ni mudes tú damas tantas. Estamos en tierra ajena; el recato portugués con las mujeres ya ves que libertades enfrena. El uso desto te avisa; toda doncella de casa no sale hasta que se casa ni aun los domingos a misa. GASPAR: Eso será en las aldeas. Tello, no son de ese porte privilegios de la corte, ni tú mi agorero seas. En su cátedra ocupado su hermano, me da lugar de poderla visitar; ya sabes con el agrado que corriendo a su hermosura velos, dijo, cavaleiro, olhai, que muito vos queiro. Gocemos la coyuntura de hablarla y ver si en su casa es tan agradable y bella como juzgué al salir della. TELLO: Por mí vaya, mientras pasa otra que en todo distinta te pique por despicarte destotra y nos desenmarte; vendrá a ser la dama quinta.
Sale doña GERÓNIMA de médico
GERÓNIMA: ¿Segunda vez don Gaspar en mi barrio y a estas puertas? Si en Castilla están abiertas, dando ocasiones lugar que logren sus intereses, acá las cierra el honor, porque del modo que amor son los celos portugueses. ¿Qué pretendéis vos aquí? GASPAR: No tenéis por qué alteraros si advertís que vengo a hablaros. GERÓNIMA: Andáis huyendo de mí y rondándome la calle. Sabéis que tengo una hermana; no quitáis de la ventana los ojos... ¡Muy gentil talle para venirme a buscar! Dejarme con don Rodrigo agora y hacer testigo al que os viere registrar mis puertas de liviandades que culpen vuestra nobleza. La castellana llaneza permite allá ociosidades que por acá lleva mal la gente menos sencilla. Mientras no estéis en Castilla, vivid como en Portugal y hayámonos bien los dos, que entre libros y recetas guarda también escopetas mi estudio. TELLO: ¡Zape! Por Dios que es el dotor desbarbado hombre de sangre en el ojo. GASPAR: Desembarace ese enojo la pena que os he causado y escuchadme como amigo. GERÓNIMA: ¿Qué me podéis vos decir? GASPAR: Si no me queréis oír, mal lo sabréis. GERÓNIMA: Decid. GASPAR: Digo: Yo, puesto que no estudié si amor es filosofía, sé que doña Estefanía todas las veces que os ve del mal que la desatina se aligera y que, los dos entendiéndoos, halla en vos su médico y medicina. De aquí proceden impulsos de amor más que de tristeza; de aquí el gastar su belleza tanto tiempo en daros pulsos, que son índices del alma; el pediros que templéis fiebres que vos encendéis; daros una y otra palma, que como consiste en tactos vuestra facultad, dotor, el médico y el amor todo es físicos contactos. De aquí en fin el limitarme que la diga mis desvelos, ya porque vos tenéis celos, ya porque ella en desdeñarme por vuestra causa se emplea. GERÓNIMA: Baste, señor don Gaspar, que no es noble el maliciar sino villano en su aldea. Yo soy hombre de opinión y hasta agora nadie ha habido que haya, cual vos, deslucido la médica profesión ni la justa confïanza que todo el mundo hace della. GASPAR: No sé si yerra en hacella quien sus peligros alcanza. Lo que acabo de deciros no ha sido para ofenderos sino solo para haceros mi amigo y para serviros. Pretendo certificaros de cuán poca competencia os ha de hacer mi asistencia, si gustáis aseguraros, con que quedemos los dos deudos por afinidad. GERÓNIMA: No os entiendo. GASPAR: La beldad en que, retratándoos vos, puso el cielo en vuestra hermana tiene en mí tanto poder... GERÓNIMA: ¿Pues vístesla vos? GASPAR: Ayer, honrando aquella ventana. Que por no obligar desdenes de quien enferma por vos quisiera que entre los dos partiésemos nuestros bienes, yo cediéndoos el derecho que tengo en Estefanía y vos... ¿Cómo os dejaría desta verdad satisfecho? Y vos, en fin, no rehusando que con medios permitidos, mientras hacemos partidos que amoroso voy trazando, supiese la calidad que el cielo a los dos os dió; que si, como pienso yo, hallo en aquesta ciudad quien vuestra limpieza apruebe, sin que en el dote repare, cuando esposa la llamare, hará mi amor lo que debe habilitándoos a vos; pues siendo, en fin, mi cuñado, quedáis más autorizado para que podáis los dos lograr vuestros pensamientos, y más quedando a mi cargo defenderos. GERÓNIMA: Cuento largo y arena los fundamentos. Don Gaspar, yo os doy mi fe que si en la sangre estribara lo que vuestro amor repara, aunque médico, no sé quién a quién hace ventaja, que en la hacienda cierto estoy; que, si tan rico no soy, no es mi fortuna tan baja que a faltar, mil años viva, un mi hermano, no adquiriera mayorazgo que os pudiera admirar; pero no estriba aquí la dificultad, que, siendo médico yo de cámara, ya adquirió principios mi calidad con que atesore intereses, que, aunque entran necesitados, siempre mueren hacendados médicos y ginoveses. Yo estudié la medicina por inclinación no más, sin que intentase jamás que facultad tan divina fuese de pane lucrando; en cuanto a esto, es cosa llana que os estaba bien mi hermana. GASPAR: ¿Pues en qué estáis reparando? GERÓNIMA: ¿He de decirlo, en efeto? GASPAR: No me suspendáis ansí. GERÓNIMA: Curo a cierta dama aquí --por hoy perdone el secreto-- que os tuvo en Castilla un mes hospedado. GASPAR: ¿A mí en Castilla? GERÓNIMA: Y de medio ojo en Sevilla sé yo que os habló después no sé yo en qué gruta o fuente. GASPAR: ¿Esa mujer está aquí? TELLO: Bruja es que viene tras ti. GASPAR: ¡Válgame el cielo! GERÓNIMA: Excelente hombre sois para engañar. GASPAR: ¿Yo? ¿Cuándo, cómo o en qué, si no la vi, la engañé? GERÓNIMA: ¿No la vistes, don Gaspar? Pues si palabra la distes por lo menos de marido, si los dos Eneas y Dido en amor y engaños fuistes, si huyendo requisitorias la dejastes agraviada, si os siguió y apasionada de que olvidéis sus memorias, por vos a la muerte ha estado, ¿es nobleza, es cortesía dar a doña Estefanía la pena que la habéis dado? Vos causastes su tristeza; por eso severa os mira, os desdeña y se retira, y no porque su belleza agravie en tales empleos como los que maliciáis en mí; ved cuán bien lográis esperanzas y deseos. Según esta información, ¿fïaros mi hermana puedo? Muerto por vos en Toledo un hombre; sin opinión por vos doña Micaela con cartas que sin firmar la intentaron desdorar, ¡civil y baja cautela! Una dama sevillana que vuestros engaños llora y una embajatriz agora que despreciáis por mi hermana. Dejáos de burlar bellezas y cumplid como cristiano caballero y castellano palabras contra bajezas indignas de sangre tal, antes que noticia den a quien, cuando no por bien, os haga casar por mal.
Vase
GASPAR: ¿Qué es esto, Tello? ¿Qué es esto? TELLO: ¿Qué sabe Tello? ¿Qué sabe? Si tú tiraste ese cabe, cumple el juego y paga el resto. ¡Bueno es que en Castilla goces dama, sin saberlo yo, que en el Alcázar te habló, que vino aquí y me des voces! GASPAR: ¿Yo en Castilla? ¿Yo gozar? ¿Yo hospedado della un mes? TELLO: Gallo en damas y después gallo en el no te acordar. No es mucho lo que te importo; ¿sin mí y en tal ocasión? Cinco ya las damas son; no darás cinco de corto. GASPAR: ¿Vióse testimonio igual? TELLO: Cumple palabras; no den cuenta a quien, si no por bien, nos haga casar por mal.
Sale QUITERIA
QUITERIA: Fidalgo, minha senhora da janela vos escuita e vos tem vontade muita; tomai e ficai embora.
Dale un papel y vase
TELLO: ¿Qué es frisar en borra aquí? GASPAR: Diome la moza un papel. TELLO: Frisa y borra vendrá en él. GASPAR: O yo estoy fuera de mí o algún embeleco es este. ¿Yo palabra? ¿Yo hospedado? TELLO: Debe de andar encantado el mundo en tiempo de peste. ¿No lees? GASPAR: El cielo socorra mi seso. TELLO: Si da con él. GASPAR: ¿Yo palabra? TELLO: Abre el papel y busca la frisa y borra.
Abre y lee el papel
[GASPAR]: Tudo quanto vos falou meu irmao, vos hei ouvido pelo furaco escondido da chave; se vos bradou nao temais que vossa sou; homem é o doutor mofinho; zombai do seu escarninho, pois sois fidalgo galante, e vinde-cà d'hoje avante se vos praze serdes minho. ¡Qué dulce y tierno papel! TELLO: Derrítese el sebo luego. GASPAR: ¿Entiéndesle? TELLO: Como a un griego. GASPAR: Un almíbar es todo él. TELLO: Deja, probaré a entenderle.
Lee Tello
"Turrón cante..." GASPAR: ¡Qué ignorante! TELLO: Esto es turrón de Alicante. GASPAR: Anda necio, oye leerle.
Vuélvele a leer don GASPAR
Tudo quanto vos falou meu irmaon vos hei ouvido... TELLO: ¿Qué dice? GASPAR: Que a lo escondido nos ha escuchado. TELLO: ¿Falou es esconderse? Ya saco poco a poco su sentido.
Lee
[GASPAR]: Pelo furaco escondido... TELLO: Malo, ¿escondido y uraco? ¡Esa es pulla, vive Dios! GASPAR: ¿Qué pullas, desatinado? TELLO: Lo mismo es que vil horado. Entendéos allá los dos porque yo no hay darle alcance. ¿Furaco, escondido? ¡Fuego! Mas que te han de quemar luego... GASPAR: Oye, leeréle en romance.
Lee
Cuanto mi hermano os habló agora, todo lo he oído por el espacio escondido de la llave. Si os riñó, no importa, vuestra soy yo; es mal acondicionado; burláos dél aunque enojado, pues sois vos, en fin, mi amante, y vedme de hoy adelante si mi amor os da cuidado. TELLO: Aun ansí no es tan bellaco, puesto que algo libre viene; mas eso ¿qué diablos tiene que ver con blandón y urraco?
Salen doña GERÓNIMA y QUITERIA de mujeres a lo castellano, cubiertas
GERÓNIMA: Cúbrete bien, no te vea la cara. QUITERIA: Sáquenos Dios destas cosas. GASPAR: Éstas dos ¿no son las que ver desea mi amor? TELLO: Ésta es la crïada, que es lo que me toca a mí. GASPAR: ¿No es doña Marta? TELLO: No y sí; no, porque es carta cerrada y sí, porque el sobrescrito muestra que es suya la letra. GASPAR: Todo mi amor lo penetra. ¿Mi doña Marta? GERÓNIMA: Quedito, hidalgo, y con cortesía. TELLO: ¡Castellano habla, por Dios! GASPAR: ¿No sois doña Marta vos?
A QUITERIA
TELLO: ¿Y tú la Martiña mía? Como vemos la basquiña el frontispicio veamos, y mi amo y yo conozcamos a la Marta y la Martiña; que si enseñas los ojetes antes que de aquí me parta, tú Martiña y tu ama Marta, y nosotros martinetes de ver medios ojos hartos vendrá nuestro San Martín, Martina, en martes, y en fin seremos peña de Martos.
Vala a descubrir y ella le da un bofetón
QUITERIA: ¡Arre allá! TELLO: ¡Carrillos barre! ¡Ay, quebróme una mejilla! Con un jo topé en Sevilla y aquí me sacude un arre. Jo debe de ser la herencia que mi padre me dejó; jo la mano que aojó, jo toda mi descendencia, jo yo en el talle y aliño, jo el planeta que me apoya; dime, pues eres mi joya, "ajó, ajó" y seré tu niño.
Hablan entre sí don GASPAR y doña GERÓNIMA, cubierta
GERÓNIMA: No soy la que imagináis, aunque de su casa salgo. Yo nací en Toledo, hidalgo; en ella, si os acordáis, --que no haréis-- os tuve un mes por mi huésped regalado, en Sevilla descuidado y en Portugal descortés. Cumplid como hombre promesas a inocencias toledanas o, pues burláis castellanas, no deshonréis portuguesas, y corresponded leal antes que noticia den a quien, cuando no por bien, os haga casar por mal.
Va[n]se [GERÓNIMA y QUITERIA]
TELLO: Por Dios, que prosigue estotra el tema de su sermón. GASPAR: ¡Jesús! ¿Qué es esto? TELLO: Visión; no aguardemos que salga otra y haya tercera papilla. GASPAR: No lo acabo de entender. TELLO: En el aire la mujer es la propia de Sevilla. GASPAR: Y en el mismo es semejanza de la hermana del dotor. TELLO: Ella le contó tu amor; no es lo que te dijo chanza. GASPAR: ¿Mas que tienen de dar trazas, Tello, que de aquí salgamos? TELLO: ¿Adónde, si las llevamos tras nosotros como mazas?
Vanse. Salen doña GERÓNIMA de mujer, con manto y QUITERIA; y doña ESTEFANÍA, como en su casa
ESTEFANÍA: Quitaos el manto. GERÓNIMA: Nao posso; que além de que ver-vos venho, ocupaçoes muitas tenho. ESTEFANÍA: Quiéroos yo con más reposo. GERÓNIMA: Virei vagante outro dia. ESTEFANÍA: ¡Qué dello que os parecéis a vuestro hermano! Tenéis su misma fisonomía; ninguna diferencia hay en los dos; quedo admirada. GERÓNIMA: Pariu-nos d'uma ventrada ambos os dois nossa mae, bem que ele nasceu primeiro. ESTEFANÍA: Es muy galán y curioso. GERÓNIMA: ¿Quem? ¿Ele? É muito mimoso; com as damas feiticeiro; gabam-lhe os homens de sábio, querem-lhe as mulheres bem; e pinça alegrete, além d'outras graças. ESTEFANÍA: Hace agravio a su salud quien no llama dotor que entretiene y cura. ¿Es amante por ventura? ¿Tiene en esta corte dama? Decidme, ¿por quién se abrasa? GERÓNIMA: Eu vo-lo direi por certo; seus mimos tem aqui perto. ESTEFANÍA ¿Aquí cerca? GERÓNIMA: Em vossa casa. ESTEFANÍA: Doña Marta de Barcelos, ¿en casa, quién puede ser? GERÓNIMA: Anda por uma mulher pendurado dos cabelos. ESTEFANÍA: ¿En casa? GERÓNIMA: Sim; mas pergunto... ESTEFANÍA: Mujeres somos las dos; hablad claro. GERÓNIMA: A serdes vós... ESTEFANÍA: ¿Yo? ¿Estáis loca? GERÓNIMA: Tende ponto; nao vos acanheis tao cedo. ESTEFANÍA: Yo por dotor le conozco no más. GERÓNIMA: Des[a]bafo convosco; ouvi-me agora um segredo: a serdes vós sua terceira eu vos prometo boa fé. ESTEFANÍA: ¿Yo su tercera? GERÓNIMA: Nao é isto ser alcoviteira. ESTEFANÍA: Decid. GERÓNIMA: Dareis-lhe um bom dia porque lhe magoam cuidados de dois olhos orvalhados de feitiços e alegria. ESTEFANÍA: ¿Conózcola yo? GERÓNIMA: ¿Pois nao? ESTEFANÍA: ¿Y está en casa? GERÓNIMA: ¡Como rima! ESTEFANÍA: ¿Es doña Leonor, mi prima? GERÓNIMA: Por ela morre meu irmao. ESTEFANÍA: ¿Por doña Leonor? ¡Ay, cielos! Y ¿le ama doña Leonor? GERÓNIMA: É cavaleiro o doutor dos Barbosas e Barcelos; bem pode... ESTEFANÍA: Malograré su intento. GERÓNIMA: Tende cuidado, porque se já se hao casado; Deus vos guarde, que feito é. QUITERIA: Senhora, tendes de vir.
Sale un PAJE
PAJE: A vueseñoría llama su padre. ESTEFANÍA: ¿En casa, y su dama mi prima? GERÓNIMA: Por vos servir falaremos outro dia devagar, porque o doutor ou tem de ser de Leonor ou de vossa senhoria.
Vanse doña GERÓNIMA, QUITERIA y el PAJE
ESTEFANÍA: ¿De Leonor tiene de ser o mío? Amor, esto sí. Honra, lastimáos de mí; pues que nos dan a escoger, más difícil es perder la vida que no el amor. Matóme doña Leonor; ¿qué mucho, cielos, será que quien los pulsos le da le dé la mano al dotor? Si es, cual dicen, caballero ¿qué pierdo? Mas ¿qué no gano? Poco hay del pulso a la mano; enferma estoy, sanar quiero. Perdonará mi severo padre, pues trujo a su casa la peste que el alma abrasa en lugar de echarla fuera; que si es fuego, donde quiera que toca el amor, abrasa.
Sale don RODRIGO
RODRIGO: Enviábaos a llamar el embajador, señora, y entró una visita agora con que os ha de dilatar, no sé si diga pesares o contentos; ya ha venido la dispensación que ha sido de mis encuentros azares, si bien mi esperanza piensa que desconformes los dos, mientras no dispenséis vos, en balde el Papa dispensa. ESTEFANÍA: ¿Pues de que dispense o no el Papa, qué azar o encuentro interesáis vos? RODRIGO: Soy centro de esa pena o gusto yo. Quien vuestra salud gobierna por los pulsos conjetura vuestro amor y mi ventura; miráisme amorosa y tierna desde el día que entré a hablaros; rigores notificáis cuando a don Gaspar miráis sin permisión para hablaros y, como el amor no es cosa oculta, juzga el dotor que me habéis cobrado amor. ESTEFANÍA: ¿Quién juzga? RODRIGO: El dotor Barbosa. ESTEFANÍA: ¿Que yo amor os he cobrado? RODRIGO: Me lo jura y certifica. ESTEFANÍA: Si ansí en todo pronostica, ni es dotor, ni es acertado, ni fe en él tener espero. Nunca deis crédito a indicios de quien es, mudando oficios, dotor y casamentero, que en eso la cura erró. RODRIGO: Señora, aunque os cause enojos, tal vez la lengua y los ojos mienten, mas los pulsos no; él viene y sabrá mejor, aunque negando fingís, la dicha que me encubrís. Al médico y confesor se ha de decir la verdad; con él podéis descubriros, que aquí está para serviros mi vida.
Vase
ESTEFANÍA: ¿Hay tal libertad? Infaliblemente adora el dotorcillo a mi prima y, en fe que me desestima, por terceros me enamora. ¡Ay, sospechas indiscretas! ¿Vióse locura mayor? ¡Que me busque a mí un dotor casamientos por recetas!
Sale doña GERÓNIMA de médico
GERÓNIMA: Ocupaciones forzosas, señora, me han impedido el tiempo hoy de visitaros mas no el gusto de serviros. Esta cátedra de un rey autorizada, el oficio que ya en su cámara gozo, los parabienes de amigos disculpen mi dilación, si no basta haber suplido doña Marta mi tardanza por ser mi retrato mismo. ¿Cómo, mi señora, estáis? ¿Qué hay de tristezas? Alivio prometen esas colores; venga el pulso. ESTEFANÍA: No le fío de médicos licenciados, licenciosos, dotor, digo, que su facultad profanan y donde son admitidos las doncellas enamoran. GERÓNIMA: ¿Qué decís? ESTEFANÍA: ¡Gentil aliño de curar descomponiendo pulsos, del alma registros! GERÓNIMA: ¿Pues yo? ESTEFANÍA ¿Pues vos? Sois un santo. ¿Escribió en sus aforismos remedios casamenteros vuestro Galeno? GERÓNIMA: ¿Os han dicho de mí que soy buscabodas? ESTEFANÍA: No sé; pero don Rodrigo dice que a vuestras enfermas dais récipes de maridos. Doña Leonor, a lo menos, por ahorrarse del partido que a los médicos se paga y previniendo peligros tendrá desde hoy adelante, si yo su elección no impido --que sí haré--, dotor y esposo en una pieza. GERÓNIMA: Ha os mentido el malicioso villano... ESTEFANÍA: Paso, dotor. GERÓNIMA: Mal nacido... ESTEFANÍA: Sí será; paso, dotor, no os deshonréis a vos mismo. GERÓNIMA: Envidias de la opinión con que estudios autorizo, --llevo cátedra a ignorantes y pulsos reales obligo--, con vos me descompondrán. ESTEFANÍA: ¿Descomponeros conmigo? Antes de puro compuesto se queja el recelo mío; allá con doña Leonor más alentado y festivo descompondréis pensamientos y lograréis desatinos; pues, dotor casamentero, desde agora os notifico que no entréis en esta casa ni aun a curar sus vecinos; sabrá mi padre quién sois y os dirá si es permitido que a mujeres de importancia solicitéis con fingidos y hipócritas pensamientos. ¡Bueno es, habiendo salido de vísperas catedrático, que por mi prima perdido la de prima pretendáis! GERÓNIMA: Mirad, oíd... ESTEFANÍA: Dotor, idos. GERÓNIMA: Señora, volved en vos. ESTEFANÍA: ¿Que no os vais? ¿He de dar gritos? Desengañará mi padre al rey, porque esté advertido de quién entra en su palacio y a quién su médico hizo, el riesgo en que están sus damas, la ciencia que en otros libros estudiáis, no de Galeno, sino de Marcial y Ovidio. ¿Qué aguardáis? GERÓNIMA: Que no deis voces. ¿Luego a todo lo que os dijo mi hermana de mí, dais fe? ESTEFANÍA: ¿Pues no he de darla? ¿Es testigo vuestra hermana apasionado? ¿Paréceos que habrá fingido engaños en daño vuestro, si participa los mismos? No os han de valer traiciones; salid. GERÓNIMA: Pasito, pasito. ESTEFANíA: ¿Qué es pasito?
A voces
¡Don Gaspar, gente, pajes! GERÓNIMA: Paso, digo, que soy doña Marta yo. ESTEFANÍA: ¿Quién? GERÓNIMA: La dotora. ESTEFANÍA: ¡Oh, qué lindo! ¿A mí mentiras de ciegos? GERÓNIMA: Miradme y veréis si os finjo. ESTEFANÍA: ¿Pues, cómo habláis castellano? GERÓNIMA: De mi hermano lo he aprendido. ESTEFANÍA: ¿Y quién me asegurará desta duda? GERÓNIMA: El artificio con que para daros celos y el amor sacar en limpio que mi hermano recelaba, viéndole en vos escondido. No ha un instante que mentí Leonores que nunca ha visto, bellezas que no apetece y penas que no ha sentido. Mal pudiera yo tan presto darle por extenso aviso de lo que nos ha pasado a las dos, si aun no he tenido tiempo de llegar a casa. ESTEFANÍA: Decís bien; mas ¿qué artificio, con qué traza o en qué parte pudo en hombre convertiros tan brevemente? GERÓNIMA: El tener una amiga y un vestido de mi hermano en esta calle, que así industrias apercibo. ESTEFANÍA: Dúdolo, dotor o Marta; dadme más ciertos indicios. GERÓNIMA: ¿No os dije yo que o doutor tinha aqui perto seus mimos? Terceira dos seus amores vos roguei serdes porque isto nao é ser alcoviteira; e por derradeiro sino ¿nao vos disse que ao meu irmao tinha de chamar marido vossenhoria ou Leonor? ESTEFANÍA: Basta; es verdad, yo me rindo; en fin, ¿no está enamorado de mi prima? GERÓNIMA: Fue este arbitrio sacasecretos, señora, porque estaba, os certifico, despulsándose por vos y con celos infinitos de no sé qué don Gaspar, vuestro amante y su enemigo. ESTEFANÍA: Aseguralde vos dél, que ya que es fuerza el deciros verdades del corazón solo a vuestro hermano estimo. GERÓNIMA: Beijo-vos as maos por ele.
Bésaselas
ESTEFANÍA: Pero ¿por qué a don Rodrigo le dijo que yo le amaba? GERÓNIMA: Eso ignórolo. ESTEFANÍA: Aquí vino, necio de puro confïado, ensartando desvaríos, aparenciados muy bien pero muy mal recibidos. GERÓNIMA: El vendrá a satisfaceros; pero según he entreoído no sé qué dispensación agora de Roma vino en favor de un don Gaspar, que en fe de ser vuestro primo dicen que, vuestro consorte, juntáis mayorazgos ricos. ESTEFANÍA: No juntando voluntades el cielo, cuyo dominio es superior a preceptos, ¿qué importa? GERÓNIMA: Pierde el jüicio mi hermano por esta causa. ESTEFANÍA: Luego ¿lo sabe? GERÓNIMA: Halo visto en los ojos del dichoso, todo es gozo y regocijo. ESTEFANÍA: Pues decilde de mi parte que si, cual pienso, averiguo la calidad que promete, por él dejaré al rey mismo. Decilde que soy diamante. GERÓNIMA: ¿No vale más que decirlo, asegurarle primero? ESTEFANÍA: ¿Cómo? GERÓNIMA: Atajando peligros y dándoos los dos las manos. ESTEFANÍA: ¿Luego? GERÓNIMA: Luego. ESTEFANÍA: Necesito saber primero si es noble. GERÓNIMA: Eso yo os lo certifico. ESTEFANÍA: Vos sois parte apasionada. GERÓNIMA: Pues mientras buscáis testigos ganaráos la bendición doña Leonor. ESTEFANÍA: ¿Cómo? GERÓNIMA: Quiso desposarse ayer con él y agora, a lo que colijo, los dos juntos tratan dello por prevenir descaminos. ESTEFANÍA: ¡Ay, cielos! Pues engañosa Circe, ¿vos no me habéis dicho que ni a Leonor apetece ni la visita, ni ha visto? GERÓNIMA: Eso fue por aplacaros y a la postre preveniros con lo uno y con lo otro, que el dilatarlo es martirio. ESTEFANÍA: ¿Hay semejante embeleco? ¿Mujer con tantos hechizos? ¿Hombre con tantos engaños? ¿Con Leonor? ¡Ay, celos míos! No estéis más en mi presencia; iré, cuando no a impedirlos su loco amor, a ofenderlos, afrentarlos, perseguirlos... GERÓNIMA: Quedo, señora. ESTEFANÍA: ¿Qué es quedo? ¿No os vais?
A voces
Haré desatinos. GERÓNIMA: Quedo, que soy el dotor; ¡cuerpo de tal, no deis gritos! ESTEFANÍA: ¿Quién sois? GERÓNIMA: El dotor Barbosa. ESTEFANÍA: ¿Ya empieza otro laberinto? GERÓNIMA: ¡Bravos sustos os he dado! ESTEFANÍA: Hombre en mujer embebido, acabemos de saber uno o otro. GERÓNIMA: Yo eso pido. ESTEFANÍA: ¿Quién eres? GERÓNIMA: Vuestro dotor, que dos veces os visito; una en nombre de mi hermana y otra agora en nombre mío; como mujer la primera y ésta en traje masculino. ESTEFANÍA: ¿Luego no fue doña Marta la que estuvo antes conmigo? GERÓNIMA: No mi señora. Su traje solo en mí sostitüido, mi poca barba y edad, el fuego en que me derrito, la dispensación severa, los celos siempre atrevidos, en mujer me transformaron. Nao vos acanheis, sol minho, meus olhos, meu coraçao, minha grória, meu feitiço, mana minha, cravo d'ouro; eu sou vosso rapazinho. Satis sit; crucior pro te, usque ad animi deliquium. A requiebros castellanos, portugueses y latinos, ¿qué desdén será bastante a enojarse y resistirlos? Venga esta mano y quedemos
Tómala
en paz, casados y unidos, como os pombos rulhadores acostuman em seus ninhos. ¿Dáismela? ESTEFANÍA: Vos la tomáis. GERÓNIMA: ¿Como esposo? ESTEFANÍA: No sé. GERÓNIMA: Insisto en esto o enojaréme. ¿Como esposo? Decid. ESTEFANÍA: Digo que sí. [GERÓNIMA]: ¿Que sí? Eu la beijo,
Bésasela
embuçando meus fozinhos e sentindo mais amor do que amantes tem sentido desde Píramo até Paris, desde Adónis té Narciso
.
Salen don GASPAR y don RODRIGO
GASPAR: No reñiremos por eso, si el dotor verdad ha dicho; mas dúdolo, que es su amante. GERÓNIMA: Pues, don Gaspar, don Rodrigo, ¿qué es esto? RODRIGO: Una competencia. GASPAR: En eso yo no compito; doña Estefanía tiene poco gusto, aunque la sirvo, en ser mi esposa. ESTEFANÍA: Es verdad; que casamientos con primos o se logran siempre poco o no se alegran con hijos. GASPAR: Yo pretendo a doña Marta. GERÓNIMA: Yo por su esposo os admito, mas ha de ser hoy la boda. GASPAR: Eso es lo que yo os suplico; llamalda. GERÓNIMA: Escuchad aparte.
Apártale
¿Queréis casaros conmigo? GASPAR: ¡Jesús, dotor! ¿Estáis loco? GERÓNIMA: No juzguéis por los vestidos la persona. Doña Marta soy. GASPAR: ¿Qué decís? GERÓNIMA: He querido con esta transformación asegurar el partido del dotor, mi hermano. GASPAR: ¿Cómo? GERÓNIMA: Tiene muchos requisitos; dejaldos para después. Ya sabéis, como os lo he escrito, lo que os quiero y la palabra que me habéis dado. GASPAR: Imagino que de mí estáis burlando. GERÓNIMA: ¿Es porque mudo de estilo y no os hablo en portugués? Pois catai os olhos minhos, que antes vistes um a um, a boca, os dentes e o riso.. GASPAR: Basta, entregadme esa mano.
Dásela
GERÓNIMA: Esta foi a que perdido vos teve a volta primeira. GASPAR: Es la verdad. GERÓNIMA: ¿Dom Rodrigo? Chegai a ser testemunha de que é dom Gaspar marido de dona Marta. RODRIGO: Serélo. ESTEFANÍA: Yo y todo; y si os apadrino, me tendré por venturosa. Gocéisos alegres siglos. GERÓNIMA: Isto é feito.
A don RODRIGO
Agora vós, cavaleiro, agradescido, dai a mao à vossa dama. ESTEFANÍA: ¿A mí?
A ella aparte
GERÓNIMA: Fazei o que pido; zombaremos dele um pouco. ESTEFANÍA: ¿Ya vos no sois dueño mío? ¿No sois mi esposo? GERÓNIMA: Por eso; que pues no corre peligro nuestra boda, quiero yo que la alegren regocijos. ESTEFANÍA: Por el dotor os la entrego.
Danse las manos doña ESTEFANÍA y don RODRIGO
RODRIGO: Conjeturó por indicios verdades. Débole mucho. ¡Qué venturoso que he sido!
Salen QUITERIA, don ÍÑIGO, don MARTÍN y TELLO
QUITERIA: Donde el honor se atraviesa es traición el encubrirlo; vueselencia lo remedie. ÍÑIGO: Dotor, mirad si ha perdido el jüicio esta mujer y curalda. QUITERIA: Lo que afirmo es la verdad pura y clara. TELLO: (¡Qué buena era para vino!) Aparte GERÓNIMA: ¡Martinha! QUITERIA: Ya se acabaron las Martinas y Martinos. Tu hermano murió en Pamplona deshojando francos lirios y su mayorazgo heredas. Tus deudos y sus amigos en Sevilla te echan menos y últimamente han sabido que asistes en esta corte. En busca tuya tu tío viene, extrañando disfraces, y está ya en casa. GERÓNIMA: Prodigios de amor disculpen finezas. Don Gonzalo, hermano mío, murió por su rey y patria; a don Gaspar he querido desde que fue huésped nuestro. Él solo médico me hizo y él, en fin, es hoy mi esposo. ÍÑIGO: Luego ¿sois mujer? GERÓNIMA: He sido quien a la naturaleza con mi industria he contradicho. ESTEFANÍA: Luego ¿no tenéis hermana? GERÓNIMA: El amor la ha convertido a ella y al dotor Barbosa en un cuerpo. ESTEFANÍA: ¿Hay desatino semejante? GERÓNIMA: Don Gaspar es mi esposo, merecido a precio de estudios tantos, tanto disfraz y suspiro. GASPAR: Yo me tengo por dichoso. RODRIGO: Merezca, pues, don Rodrigo suceder en esta plaza a don Gaspar. ÍÑIGO: Deudo mío sois también, si viene en ello mi hija. ESTEFANÍA: Tu gusto sigo, siquiera porque el Barbosa de dotor fue su padrino. TELLO: ¿Pues Martinha? QUITERIA: Dí Quiteria. TELLO: Quiteria, para el domingo, porque hoy todos no se casen, delante el cura te cito. ÍÑIGO: ¡Jesús, admirado voy! GERÓNIMA: Amor médico me hizo y el Amor médico es éste; si os agrada, decid ¡vítor!

FIN DE LA COMEDIA


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 28 Dec 2002