LA PRÓSPERA FORTUNA DE 
DON BERNARDO DE CABRERA

Antonio Mira de Amescua

Texto basado en la edición príncipe, LA PRÓSPERA FORTUNA DE DON BERNARDO DE CABRERA, en Doce comedias de Lope de Vega Carpio y otros autores, parte veinte y nueve (Huesca: Pedro Blusón, 1634). Fue preparado por Vern Williamsen en el año 1976. Luego fue editado en forma electrónica en el año 1986.


Personas que hablan en ella:

ACTO PRIMERO


Salen Don BERNARDO de Cabrera y Don LOPE de Luna, galanes
LOPE: Mi inclinación, Bernardo, es generosa; máquinas grandes emprender desea; hame cansado ya la vida ociosa de mi antiguo solar y de mi aldea. Vengo a la Corte de Aragón famosa con ánimo, que el Rey servir me vea en alguna ocasión y fama cobre, que quien al Rey no sirve, muere pobre. Hijo segundo soy, aun es mi vida en extremo notable desdichada; no escapé de pendencia sin herida; pretendiendo jamás alcancé nada; ni jugué sin perder, [¡dichosa vida!] [debió ser] mi fortuna ocasionada; fue ascendente, y soy tan desdichado que quiero siempre amar sin ser amado. Estas desdichas resistir pretendo en la corte del Rey don Pedro Cuarto, cuya fama y blasón se va extendiendo desde el rubio alemán al indio y parto. Mi natural desdicha iré venciendo si de este clima en que nací me aparto, aunque el imaginar me desanima que no muda fortuna el mudar clima. BERNARDO: Señor don Lope de Luna, no entendéis que de ese modo os trate a vos la Fortuna. Dios es el dueño de todo que sin Él, no hay causa alguna. Algunos piensan, y mal, que el ánima racional fuerzas de estrellas recibe; el bruto, sí, porque vive con el alma y cuerpo igual. De los trabajos os digo que Dios los reparte al malo por prevención de castigo y por mérito y regalo los suele dar al amigo. Y así los vanos temores que en juegos, fiestas y amores mostráis de vuestra desdicha, dicen que tenéis la dicha guardada en cosas mayores. De mí os podré asegurar. Nunca reñí sin herir, nunca jugué sin ganar, no pedí sin recibir y no amé sin alcanzar. LOPE: Esta dicha, y conocerte, a pretender me convida fïado en mi buena suerte; démela Dios en la muerte ya que me es mudable en vida.
Salen LÁZARO y ROBERTO, lacayos
LÁZARO: ¿De dónde sois? ROBERTO: De León. LÁZARO: ¿Qué os obliga a que se deje la patria por Aragón? ROBERTO: Necesidad. LÁZARO: Esa hereje me sigue. ROBERTO: ¿Cómo? LÁZARO: Atención: Baste para que se entienda cuán grandes son mis desgracias, que no ha habido al fin caballo que haya padecido tantas. Diez años ha que juré el arte del almohaza; que en aquesto de rascar tengo gracia "gratis data". Que es verme a las mañanicas, empapado en unas ancas, cantar lo de Baldovinos al son que vierto la caspa. Y con todo eso es tan grande la desdicha que me alcanza que, al revés de Architiclinos, se me vuelve el vino en agua. Si entro en la plaza a los toros, luego arremete a mis calzas, y ensartándome en un cuerno soy volatín de arracada. Todo al revés me sucede, jamás alcanzo una blanca y pruebo, mudando hitos, si mi fortuna se cansa. BERNARDO: Traernos una intención juntos y una voluntad a la Corte de Aragón de muy estrecha amistad señales y prueba son. Don Lope, aunque pobre estoy, hidalga palabra os doy de tener siempre ofrecida a vuestra amistad mi vida, un nuevo don Lope soy. Que al mundo vuelvan deseo Pílades y Orestes. Creo que en Pitias ni que en Damón, Alejandro en Efestión, en Hércules ni en Teseo no cupo amistad igual. Cástor y Pólux partieron el cielo y vida inmortal. Lo mismo que ellos hicieron haremos en bien o en mal. LOPE: Daisme honrados pensamientos; vuestro don Lope se nombra, y crecerán mis intentos si los ampara la sombra de vuestros merecimientos. Si hacemos dos almas una, no temo desdicha alguna; vuestro Amiclas soy y os sigo, que sois César, y conmigo llevaré vuestra ventura. BERNARDO: ¿Cuándo pensáis de hablar al Rey? LOPE: Eso he deseado luego, si me dan lugar. BERNARDO: Yo he menester un crïado. LOPE: Yo otro quisiera hallar. BERNARDO: Siempre suelen acudir a este patio de palacio los que pretenden servir. Busquémoslos. LOPE: No habrá espacio porque el Rey querrá salir a este corredor a dar audiencia. ROBERTO: Estos dos pelones sirvientes van a buscar. LÁZARO: Y parecen novatones; yo me quiero acomodar. Porque un hidalgo de aldea, viendo esta corte, se admira, gasta largo y se pasea, y, abierta la boca, mira y no hay cosa que no crea. Mas si en amorosa lucha entra el pobre galanao, a cualquier mujer que escucha, siendo sota o bacalao, la tiene por reina o trucha. Que ciego de enamorado suele gastar sin sentillo y sólo medra el crïado que le fue su lacaíllo y en al amor le ha guïado. Pierde los bríos primeros y se vuelve como vino. ROBERTO: Si se vuelve sin dineros no volverá como vino. LÁZARO: Vuelve como vino, ...en cueros. ROBERTO: Si necesidad tenéis, mis señores, de crïados, los dos que delante veis son bien nacidos y honrados BERNARDO: Así nos lo parecéis. LOPE: ¿Sois de la corte? LÁZARO: En su mar servir de piloto puedo al que empieza a navegar; no hay mentira, no hay enredo que no sepa penetrar. Bellacas hay, que si os huelen como moscateles uvas, con los engaños que suelen, no habrá barbero ni bubas que tanto os rapen y pelen. Aquí de cualquier mozuela por aya una vieja va, que sin género de muela la sangre murmullará como bruja o sanguijuela. Aquí una tuerta o gafa, toda pescuezo y barriga, [nada sino una piltrafa], si hay necio que algo le diga, también como otra le estafa. Ni hallarás quien quiera bien aunque por dar te desuelles. Niñas de Matusalén más arrugadas que fuelles quieren que ferias les den. Y así en nosotros hoy viene una antorcha y un lucero que os guíe. BERNARDO: Buen humor tiene. Sírveme. LÁZARO: Veré primero cuál de los dos me conviene. ¿Cómo os llamáis? BERNARDO: Don Bernardo de Cabrera. LÁZARO: ¿Y Vos? LOPE: Don Lope de Luna. LÁZARO: Escojo. ¿Qué aguardo? (¡Oh, plegue a Dios que no tope Aparte el peor! Éste es gallardo. y Cabrera no me suena bien [que] mejor es la Luna que quizá se verá llena de riqueza y de fortuna y será mi dicha buena.) Don Lope ha de ser mi amo. LOPE: ¿Cómo te llamas? LÁZARO: Me llamo Lázaro, porque en las ferias desdichas vendo y lacerias, y así mi nombre [encaramo]. Soy desdichado y sospecho que con vos harán mudanzas mis desdichas. ROBERTO: Satisfecho os dejaré de fïanzas. LÁZARO: Haga el amo buen provecho.
Salen el Rey, el Conde de Ribagorza y acompañamiento
CONDE: El corredor despejen: ¡Plaza, plaza! Que Su Majestad sale a dar audiencia. ¡Plaza! LOPE: Buena ocasión. Pienso informarle de los grandes servicios de mi padre, pidiéndole me ocupe en algún cargo donde pueda servir. BERNARDO: Lo mismo pienso. CONDE: Vuestra Real Majestad imita en esto al gran Trajano, que en lugares públicos audiencia daba. REY: Importa algunas veces; que se ganan así todos los ánimos, quiérenle bien al Rey y los vasallos hablarle pueden sin dificultades. CONDE: Los que a Su Majestad hablar quisieren, vénganse acercando.
Arrímase un bufete y sale un gobernador
LOPE: (Quieran los cielos Aparte que llegue en ocasión. Otro ha llegado primero.) GOBERNADOR: Aunque las cosas importantes, tanto como éstas, a tratar me envía la corona, requieren que en audiencia particular se traten. No he querido, supuesto que las traigo reducidas a sólo un punto y nadie las escucha. REY: Habéis hecho muy bien; que ya deseo ver aquesa unión. GOBERNADOR: Se han reducido los reinos de Aragón y de Valencia a aquesta condición. REY: Dificultosa sospecho que será. Di. GOBERNADOR: Que despidas algunos que te sirven en palacio y los gentileshombres de tu cámara, excepto el Conde. REY: ¿Cuál? GOBERNADOR: De Ribagorza. Piensan que aquéstos te han aconsejado, o temen, que podrán aconsejarte en perjuicio del reino. REY: [Mal piensan]. y se temen neciamente; mas quiero darles gusto. GOBERNADOR: Grande merced les haces, las justicias vendrán a tratar de eso. CONDE: Otro llegue.
Sale un secretario a dar un papel al Rey
LOPE: (¡Ocasión! Favor y ayuda, Aparte ¿hay más azares? Cada vez me hurtan la bendición.) SECRETARIO: Leonora ha respondido. Aunque Tu Majestad esté en audiencia, no puede reportar el alboroto, y te traigo el papel. REY: (¡Quieran los cielos Aparte que responda a mis ruegos más afable!) LOPE: (Yo llego, pues aquél se ha retirado.) Aparte CONDE: No lleguéis, porque el Rey está leyendo.
Lee el Rey la carta
REY: "Porque corresponder no puedo al gusto que pretendes, sin daño de mi honra, suplico a tu grandeza, humildemente, que no conquiste cosas imposibles, obligándome ya con sus papeles a serle descortés no respondiendo".
Deja de leer
¡Oh, qué extraño rigor! ¡Desdén tirano! CONDE: Llegar podéis agora. LOPE: (¡Quiera el cielo Aparte que escuche con benévolos oídos mis relaciones!) Oh, señor invicto, si Vuestra Majestad tiene noticia. --que sí tendrá-- de don Martín de Luna, el que a la sacra majestad, que el cielo agora tiene, de su excelso padre, en palacio sirvió en diversos cargos... REY: (¿Hay tal rigor? ¿Habrá pena tan dura, Aparte combatida del mar? ¡Oh, cruel leona! No acabo de creer tantos desdenes.) LOPE: ...Gentilhombre de Cámara, al principio, fue de Su Majestad, y Mayordomo de la casa después, y en la conquista de Cerdeña sirvió como se sabe...
Lee el Rey
REY: ("Que no conquiste cosas imposibles". Aparte ¡Qué así se escriba a un Rey que adora tanto!) LOPE: ...Allí arriesgó su vida muchas veces, hasta que su valor, industria y fuerzas las islas sujetó, y por no cansarte no refiero servicios de su padre...
Lee el Rey
REY: ("Obligándome ya con sus papeles Aparte a serle descortés, no respondiendo ". ¡Insufrible desdén! ¡Crueldad no vista!) LOPE: ...Como murió Su Majestad, mi padre, que don Martín de Luna fue, estuvo retirado, y no rico, hasta su muerte. yo, como le imito en los deseos de servir a su Rey, vengo a servirte en la paz y en la guerra, como debo. Y así a Tu Majestad cesárea pido humildemente que me ocupe en algo en que manifestar mi pecho hidalgo. REY: (Siendo sentencia de mi muerte, quiero Aparte mirar este papel, --¡Oh, cruel Leonora!-- Yo he estado divertido y no he escuchado lo que éste me ha dicho; encubrir quiero esta poca atención; que es gran defecto en el rey y en el juez.) Bien está, dadme un memorial después. LÁZARO: ¡Por Dios, yo tengo amo dichoso! ¿Memorial le pide? Digo que tengo buen olfato de amos. ROBERTO: Llegará el mío y verse ha lo que pasa. BERNARDO: Yo soy un catalán, que deseoso de que Tu Majestad servirle mande en alguna ocasión, aquí he venido. Mi nombre es don Bernardo de Cabrera, hijo de Sancho de Cabrera. Pienso que ya Tu Majestad tiene noticia de los muchos servicios que mi padre al Rey, que en gloria esté, hizo. Está viejo y pobre en Barcelona; yo deseo proseguir sus intentos --¡Favor cielo!-- y suplico a Tu Majestad nos honre en servirse de mí si le parece que mi intención y sangre lo merece. REY: ¿Hijo sois de don Sancho de Cabrera? BERNARDO: Sí, Sacra Majestad. REY: ¿Tiene más hijos? BERNARDO: No, señor. REY: ¿Está viejo? BERNARDO: Viejo y pobre. REY: Grande gusto me habéis hecho en veniros a Aragón. Abrazadme, don Bernardo, porque soy inclinado a catalanes y a vuestro padre mucho. BERNARDO: Besar deja tus reales pies. REY: Desde hoy en mi servicio os quedaréis, y a tiempo habéis venido que quiero recibir nuevos crïados, y en serlo vos, haréisme gran lisonja. BERNARDO: ¡Viva Tu Majestad muy largos años! REY: Conde. CONDE: ¿Señor? REY: Desde hoy es don Bernardo de mi cámara. CONDE: ¿Ayuda? REY: Gentilhombre; que es don Bernardo de Cabrera, hijo de Sancho de Cabrera, el valeroso. BERNARDO: Tu vasallo menor. ROBERTO: Romadizadas tuviste las narices cuando oliste los amos por detrás y por delante. Yo sí que soy famoso perdiguero. Mira las honras. LÁZARO: ¡Voto a Dios, que rabio! Algún villano, pícaro o judío es esotro, pues de él caso no hace. LOPE: (No sé cómo quejarme de mi suerte. Aparte ¿Son los servicios de mi padre menos? ¿No soy tan noble como don Bernardo? ¡Qué dé yo memorial y llave al otro! El la merece bien, Dios se la ha dado, ¡paciencia, pues nací tan desdichado!)
Sale un soldado
SOLDADO: Desde Cerdeña vengo a dar aviso a Vuestra Majestad, del alboroto que algunos sardos han movido en ella, y rebelados contra la corona toman las armas, sin que los leales lo puedan defender, que fugitivos con el gobernador, que ésta te escribe, esperan gente ya, que es necesario conquistarla otra vez. REY: ¿Los rebelados tienen las fuerzas? SOLDADO: Sí, señor. REY: ¿Y Jaime de Aragón? SOLDADO: No ha podido resistirlos. Son pocos los leales. REY: Nueva guerra a Cerdeña he de hacer. ¡Ah, don Bernardo! BERNARDO: ¿Señor? REY: ¿Fuiste soldado en algún tiempo? BERNARDO: De mi padre lo fui, cuando Cerdeña se rebeló. REY: Otra vez se ha rebelado. Conde. CONDE: ¿Señor? REY: Tomad aqueste pliego y veremos después en mi consejo lo que importa hacer. Vos, don Bernardo, para aquesta jornada preveníos. LOPE: Buenos fueran aquí los brazos míos. ROBERTO: Capitán me has de ver en esta guerra. Mucho mi amo vale en esta corte. Mercedes te he de hacer. Mi muchillero serás o mi tambor. LÁZARO: Yo desespero. CONDE: ¡Plaza! REY: ¿Quién viene? SECRETARIO: La Infanta.
Salen la Infanta VIOLANTE y DOROTEA, dama vieja, trayendo la falda a la Infanta, y LEONORA
Mi señora pasar quiere a su cuarto. REY: (¿Quién no muere Aparte contemplando gloria tanta? ¡Ay, Leonora! ¡Ay, dueño mío! Juntos mi fe y tu rigor van convirtiendo mi amor en un loco desvarío). VIOLANTE: ¿Ha dado Tu Majestad audiencia? REY: Sí, y un papel más amargo y más crüel que la muerte y la verdad me dieron con ella. LEONORA: (Pienso Aparte que es el mío). VIOLANTE: Di, ¿qué ha sido? REY: Que fuerte se ha resistido a mi fe y amor inmenso. VIOLANTE: ¿Quién? REY: La que [yo] más quería, y está a mis ojos quitando en la noche, el sueño blando y alegre luz en el día. Quien es monte, quien es peña a las olas de mi llanto. (No es bien declararme tanto). Aparte Digo, Infanta, que Cerdeña se rebeló. VIOLANTE: No es razón que a Tu Majestad lastime de esta suerte, antes anime la corona de Aragón a que restaurarla quiera. REY: Tengo un nuevo aragonés para esta empresa. VIOLANTE: ¿Quién es? REY: Don Bernardo de Cabrera, hijo mayor de don Sancho de Cabrera, cuyo pecho, sirviendo a mi padre ha hecho que herede el reino más ancho. Besad la mano a la Infanta, don Bernardo. BERNARDO: De mi esfera saldré, si de esta manera Tu Majestad me levanta. Quedará desvanecido mi entendimiento, celada la voz, la lengua turbada y el ingenio divertido. Apenas pedir sabré a Vuestra Alteza, la mano. REY: Es galán y cortesano. BERNARDO: Ya en tu corte lo seré, porque palacios de reyes políticos hombres hacen, y en ellos dicen que nacen la discreción y las leyes. A servirte vengo, y creo que he de saber agradarte, aunque traigo de mi parte sólo el ánimo y deseo. Mi señor y mi Rey eres, muéstrate en mandarme franco; el ánimo traigo en blanco, pinta en él lo que quisieres. REY: Quiero, viendo su valor, que en mi cámara se quede gentilhombre. VIOLANTE: (Serlo puede Aparte de la cámara de Amor, y traer colgada en la cinta llave de mil voluntades). BERNARDO: (¿En qué angélicas deidades Aparte tal hermosura se pinta? Ni el alba cuando en las flores perlas de sus ojos llueven que las saludan y beben los pajarillos cantores; ni los pavones lucidos cuando en la cola y espaldas, de zafiros y esmeraldas, muestran cien ojos dormidos; ni el mar, cuando no se enoja con el viento, y blando suena, y la orilla entre la arena ámbar y perlas arroja; ni el cinamomo, ni el cedro gozan beldad semejante a la que tiene Violante, hermano del Rey don Pedro). LEONORA: (Buen talle de caballero, Aparte discreto es, como gallardo. Holgaré que don Bernardo me festeje en el terrero. Que si el Rey me tiene amor sus intentos cesarán viendo servirme un galán que le está bien a mi honor; mas la Infanta ha puesto en él los ojos con atención. Si le siento inclinación, diciéndola males de él, podré refrenarla). DOROTEA: (Creo Aparte que éste es don Lope de Luna. ¿Si es él? Sí, sin duda alguna, o ya con mi edad no veo. Su padre aquí me sirvió siendo de la Reina dama, y así la sangre me llama después que en Huesca me vio. A quererle bien, Amor, tu fuerza a mi edad se atreve, perdí el oro, peino nieve, respéteme tu rigor). SECRETARIO: Las justicias quieren verte. REY: Verélas de buena gana. ¿Viene Vuestra Alteza, hermana? VIOLANTE: Sí, señor. BERNARDO: (Mil rayos vierte Aparte de gloria y de resplandor por los ojos. Deteneos, pensamientos y deseos, que es locura y no es amor).
Vase el Rey y lleva de la mano a su hermana
LOPE: (Como el que ciego nació, Aparte y vivió en sueño profundo, y se espantó en ver el mundo cuando sus ojos abrió; como el que en medio del mar entre tormentas airadas, islas halló no pensadas de riquezas singular; como el que en sus horizontes tras temeroso diluvio mira un arco verde y rubio como columnas de montes, así me he quedado yo entre mi corta ventura contemplando en la hermosura que el cielo a la Infanta dio sueño, diluvio, mar. Pena es mi desdicha, y la Infanta arco que su luz levanta y la tempestad serena. Quien vio su hermoso valor no se llame desdichado si no es que haberla mirado es la desdicha mayor).
Vase don LOPE
ROBERTO: Lázaro. LÁZARO: Diga. ROBERTO: Prometo de haceros mucha merced aquí en palacio. Volved por acá, porque en efeto fuisteis, cuando escudero, amigo y no soy ingrato. LÁZARO: ¿Qué es agora el mentecato? ROBERTO: Bueno, a fe de caballero.
Vase ROBERTO
LÁZARO: Después que a un poste arrimado diez días, con hambre estaba diciendo al que me miraba: "¿Ha menester un crïado?"; después que no quedó calle, poste, esquina, puerta o puesto en quien cédulas no he puesto alquilando aqueste talle, hallo por amo a una Luna que a este mísero crïado señales de agua ha mostrado, pero de vino ninguna.
Vase LÁZARO. Sale don LOPE con un memorial
LOPE: Fortuna, aunque des asiento a Cabrera sobre ti, no ha de haber envidia en mí ni en él desvanecimiento. Levántele en hora buena, que consuelo es de mi pena aunque sus pasos no sigo; que la dicha del amigo dicha es propia y no es ajena. BERNARDO: Don Lope, amigo, mitad del alma de aqueste pecho, a don Bernardo abrazad porque le haga provecho aquesta prosperidad.
Abrázanse
LOPE: Y porque junto con vos en amistad y en abrazos tendremos honra los dos, vos del Rey, yo de esos brazos. BERNARDO: La suya no os niegue Dios, porque las honras que nacen del mundo y su monarquía, los mismos efectos hacen que el agua en hidropesía: hinchan y no satisfacen. Llave dorada y bastón me ha dado el Rey. Gran merced, pero de tal condición que me ha causado más sed. LOPE: Pequeñas mercedes son. Más merecéis alcanzar y así no os hartan. BERNARDO: Ya veo que aquésa me ha de sobrar. Pero el humano deseo no se sabe contentar. Viendo al Rey con vos injusto, me acontece lo que al gusto que en mitad de su placer una muerte suele ver porque nada le dé gusto. Una ceremonia usaban cuando papas elegían, que unas estopas quemaban ante el electo y decían: "Así las honras acaban". Lo mismo es, si se advierte, que en honrarme el Rey se extrema; mas viéndoos de esa suerte débil estopa me quema y yo contemplo una muerte.
Señala la llave
¿Qué hombre bárbaro, qué rudo de los que en la Scitia están, alegre mirarse pudo el medio cuerpo galán y el otro medio desnudo? ¿Qué importa, pues, me decid, que una sacra majestad galas me haya dado a mí si siendo vos mi mitad os deja desnudo así? LOPE: Cuando dos en el verano suben a un árbol ufano, el que de más fuerzas es sube primero y después al otro le da la mano. Un árbol es la privanza que en su abril suele ofrecer fruto y flores de esperanza y a veces suele caer el que las flores alcanza. Si el favor un árbol es y a mí de subir me priva mi desdicha, como ves, trepa bien y sube arriba porque la mano me des. Verte levantado espero en las alas de tu dicha, y aunque yo seguirte quiero el peso de mi desdicha me hace no ser ligera.
Salen al balcón VIOLANTE y LEONORA y paséanse don LOPE Y don BERNARDO
LEONORA: ¿Es posible que Su Alteza a don Bernardo se inclina? VIOLANTE: No me hizo a mí divina la madre naturaleza. LEONORA: Dióte más obligación de inclinarte bien. VIOLANTE: Confieso que dices bien, y por eso resisto mi inclinación. Deseamos ser amadas las mujeres, y este amor con aquél tiene valor a quien somos inclinadas. Sé que es valiente y amor tiene en mí tal calidad que en esta desigualdad conoceré mi valor. LEONORA: Dígame cómo, Tu Alteza. VIOLANTE: Cuando me amare mi igual querrá mi sangre real por conservar su nobleza; mas cuando mis desiguales me amaren, podré entender que se han dejado vencer de mis partes personales. LEONORA: (Vanos consejos la doy; Aparte afición le tengo en vano, ganado me ha por la mano la Infanta). VIOLANTE: Viéndole estoy; mire el que me satisface. LEONORA: (Veré el que mi alma desea). Aparte VIOLANTE: Con qué buen aire pasea, qué buenas acciones hace; su talle es proporcionado, y aunque galán, es robusto. LEONORA: (Digo que tengo mal gusto Aparte porque a mí no me ha agradado). Que se te parece bien ya llega a ser desvarío. Digo que no tiene brío y es algo necio también. A apostar me atreveré que danza mal. VIOLANTE: Yo me atrevo a que es un Aquiles nuevo en la guerra. LEONORA: No lo sé; pero él me parece mal. VIOLANTE: A mí bien, no de manera que por esposo le quiera; que aunque es noble es desigual. Téngole alguna afición. LEONORA: Querrás que le dé a entender que deseamos saber las damas su inclinación. Porque con este color sabré si te está inclinado. VIOLANTE: Agudísima has estado. LEONORA: Hace discretos Amor. VIOLANTE: Díselo; mas disfrazado porque es de mi amor ajeno y el amor que tengo es bueno como el que el Rey le ha cobrado. LEONORA: ¿De eso me adviertes? Ya veo qué he de hablar, tu honor seguro. VIOLANTE: No tampoco tan oscuro que no entienda mi deseo.
Vanse. Salen el Rey y don RAMÓN, dándole un memorial
LOPE: Aqueste memorial tengo ya escrito para dárselo al Rey. BERNARDO: El viene y solo; buena ocasión para informarle tienes. Porque no se divierta en otras cosas y el memorial no lea, me retiro. Aquí fuera te aguardo.
Vase don BERNARDO
LOPE: Saldré luego. REY: Yo veré el memorial. RAMÓN: Mil años reines.
Vase don RAMÓN
LOPE: Poderoso señor, humildemente pido a Tu Majestad pase los ojos por este memorial. REY: De buena gana.
Lee el REY
"Don Ramón de Moncada ha suplicado algunas veces, que merced le haga Tu Real Majestad de compañía, y no ha habido lugar; agora pide esta misma merced para Cerdeña". LOPE: (Ya abrió mi memorial, ¡Ah, si me hiciese Aparte gentilhombre de cámara, sería dichoso, por seguir a don Bernardo). REY: Éste dice: "Don Lope de..."
Sale el Secretario
SECRETARIO: Leonora, por este corredor viene ahora sola. Sal al encuentro. REY: Bien has avisado.
Sale LEONORA y hace que va a caer
LEONORA: (Azar es para mí, si al Rey encuentro). ¡Torcióseme el chapín! REY: Milagro ha sido si el cielo con la tierra se ha juntado, o es que no puede sustentar el peso del valor infinito de su cuerpo o porque le tocasen vuestras manos.
Levántala el REY y cáesele el memorial
Quise abrazaros como enamorado. LEONORA: Porque Tu Majestad me levantase me detuvo, sin duda, mi fortuna. Tu Majestad se quede. REY: Es imposible. LEONORA: Ya volveréme aquí. REY: Voy a mi cuarto. LEONORA: Pasaré yo después. REY: Serviros tengo. LEONORA: Suplico a Vuestra Majestad se quede. REY: Espero de vencer. LEONORA: Porfiar no quiero.
Vanse y salen don BERNARDO y ROBERTO
BERNARDO: Mira si al patio descendió don Lope y avísale que estoy aquí esperando. ROBERTO: Voyle a buscar. (Mas, ¿qué es éste? Aparte "Señor, don Lope de Luna...", [eso] dice, "que es [el] hijo de don Martín de Luna...". Aqueste memorial se le ha caído a don Lope, sin duda. Ya no importa y arrojado está. Aquí dar pienso a Lázaro un mal rato con él, porque de envidia se muere porque sirvo a don Bernardo).
Vase ROBERTO
BERNARDO: Al Rey dejó Leonora y se ha tornado. Ya viene adonde estoy. ¿Si quiere hablarme?
Sale LEONORA
LEONORA: (Con industria, del Rey pude librarme). Aparte Algunas damas, que son a quien galanes pasean, ya, don Bernardo, desean saber vuestra inclinación. Como el Rey os ha mostrado tanto amor, y así [os] levanta, a las damas de la Infanta dais un curioso cuidado. y así aguardándoos están a que inclinado os mostréis, porque a todas parecéis muy cortesano galán. Si ya vuestros pensamientos no son sino de matar peces que viven el mar, aves que rompen los vientos, fieras que al valle descienden, toros que el coso deshacen, caballos que al Bétis pacen y sardos que al Rey ofenden... BERNARDO: Las acciones aprendidas que tú inclinación les llamas, al servicio de las damas tengo siempre dirigidas. LEONORA: No sé qué respuesta dar, porque muestra esa razón la común inclinación mas no la particular. Como las cosas crïadas hizo diferentes Dios, no es posible que esté dos en un mismo caso amadas. De que vengo a colegir que una por fuerza ha de ser la que so obligue a querer tu inclinación. BERNARDO: ¿Quién sufrir desdén de damas celosas puede sin causa divina? Que esto sufre quien se inclina a empresas dificultosas. LEONORA: ¿En tu misma voluntad actos libres no has tenido? BERNARDO: No es querer, en ser querido está la dificultad. LEONORA: No pretendas ser amado y amar podrás a cualquiera. BERNARDO: ¿Ya podré de esa manera decir a quien me he inclinado? LEONORA: (Yo soy quien cubrir no sabe Aparte la turbación y alegría. Si soy yo, ¡por vida mía!, que he de ser esquiva y grave. Que esta condición tenemos las mujeres. Deseamos que no quieran y mostramos disgusto si lo sabemos). Dime quién es. BERNARDO: La que espanta con envidia las más bellas, el sol de quien son estrellas las otras damas, la Infanta. LEONORA: Como vuela el deseo a quien su bien imagina, adversa estrella os inclina a imposibles. BERNARDO: Ya lo veo. LEONORA: Temor es que no merece respuesta. BERNARDO: Ni la pretende. LEONORA: Es ofensa. BERNARDO: ¿A quién ofende ser amado? LEONORA: Al que aborrece. BERNARDO: ¿Cómo? ¿Qué ocasión le he dado? LEONORA: Como mal le has parecido. BERNARDO: Quiero ser aborrecido de ella más que de otra amado. LEONORA: ¿No es consuelo del amante saber que entendido vive? BERNARDO: Sí. LEONORA: Pues un papel escribe. BERNARDO: ¿Para quién? LEONORA: Para Violante. BERNARDO: ¿Y es cierto? LEONORA: Se lo daré. BERNARDO: ¿Qué dirá? LEONORA: Que no le ofenda tu amor. BERNARDO: ¿Qué importa? LEONORA: Que entienda tu inclinación. BERNARDO: No osaré. LEONORA: Bien puedes. La escribanía dejó el Secretario aquí. BERNARDO: (Si corre, Fortuna, así, Aparte mataráme el alegría. Ven próspera poco a poco, que un gusto no pretendido sin ocasión ha venido. Tornar suele a un hombre loco).
Escribe
LEONORA: (Con industria se han domado Aparte reinos que libres se vieron, remos el agua rompieron, hombres el aire han volado, muchas aves han hablado, frenos se han puesto a la fiera, prisión al ave ligera y silencio a la mujer; y con la industria he de hacer que don Bernardo me quiera). BERNARDO: Ya escribí; mas no querría. LEONORA: ¿Qué temes? BERNARDO: El darla enojos. LEONORA: No darás. BERNARDO: Ponga en mis ojos esos pies vueseñoría. Tan obligado le estoy que no le sabré pagar. LEONORA: Ella viene. BERNARDO: Doy lugar. LEONORA: Ven después. BERNARDO: Tu esclavo soy.
Vase don BERNARDO y sale la INFANTA
VIOLANTE: Dime qué ha sucedido. LEONORA: Una grande novedad. Necio y desdichado ha sido; que puso su voluntad donde será aborrecido. Dice que soy la que adora, que este nombre de Leonora es león que le ha vencido, que a Zaragoza ha venido por mí, que se abrasa y llora. Sus ternezas me han dejado enfadada. VIOLANTE: A mí envidiosa. LEONORA: Aqueste papel me ha dado. VIOLANTE: Digo que no soy hermosa pues a mí no se ha inclinado.
Dale LEONORA el papel a VIOLANTE
¿Qué dice en él? LEONORA: No le vi, y como le recibí sin gusto, jamás le viera. VIOLANTE: ¡Oh, qué alegre le leyera si me escribiera a mí!
Léelo
"Tu belleza encarecida que a guerra de amor me llama contemplé, y hallé la fama de la verdad excedida. Si una alma dejé ofrecida al altar de tu afición, tres diera, a ser Gerïón, que en templo de tanta fe pequeña víctima fue un alma y un corazón". Préstame tú, mi Leonor, tu donaire, tu hermosura, tu buen talle, tu color o préstame tu ventura para que me tenga amor. Cortesano y comedido es, Leonora, este papel que con envidia he leído. Reliquias hiciera de él si para mí hubiera sido. LEONORA: No des a tu amor licencia; tu libertad libre manda. VIOLANTE: El rayo con su violencia no hiere la cosa blanda que no tiene resistencia. Si resisto con valor el rayo, amor en mí lidia y por mostrar más vigor tocado en hierba de envidia me tira su flecha Amor. LEONORA: ¿Luego ya tu inclinación ha parado en afición? VIOLANTE: Sí, pero afición decente. LEONORA: ¿Pues, cómo tan de repente? VIOLANTE: Por esa misma razón. ¿Nunca viste en días serenos, en el octubre o en el mayo, los aires de nubes llenos? ¿De repente viste un rayo [matar antes de dar truenos]? Rayo es amor y en un día suele matar. LEONORA: No imagines que está libre el alma mía. VIOLANTE: Manda que abran los jardines, que tengo melancolía.
Sale don BERNARDO
BERNARDO: (Ya me hallo arrepentido Aparte del papel, que aunque da aliento la Fortuna al atrevido, hay algún atrevimiento que es necio y descomedido. ¡Oh, si nunca lo escribiera! ¡Oh, mal haya mi osadía! Sola está aquí. Si me viera cuánto enojo mostraría. Voyme).
Hace que se va don BERNARDO
VIOLANTE: Don Bernardo, espera. BERNARDO: (Con poco enojo me llama, Aparte quizá no le ha recibido. ¡Oh, cómo teme quien ama!) VIOLANTE: Un papel tuyo he leído. BERNARDO: Forzóme a darle una dama. VIOLANTE: Parece que te has turbado. BERNARDO: Un vivo objeto extremado suele turbar el sentido, ¿cuáles ojos han podido resistir al sol dorado? La oriental especiería al olfato agudo altera; la noche cándida y fría al vivo trato modera la miel que la Iberia cría. Estraga el gusto, el oído ensordece la corriente del Nilo, siempre crecido; cualquiera objeto excelente turba y divierte el sentido. ¿Qué mucho que tu hermosura, vivo objeto de mis ojos, turbe una humilde criatura? Témplale Amor los enojos, perdonará mi locura. VIOLANTE: ¿Quién te ha animado y movido a escribir este papel? BERNARDO: Amor y Leonora han sido la causa, y yo muestro en él la inclinación que he tenido. VIOLANTE: ¿Cómo dices tu pasión a mujer que te aborrece? BERNARDO: Es fuerza de inclinación; que no siempre amor merece esperanza o galardón. Atento a las damas vi de palacio, y me incliné. Al principio resistí, venció Amor, tuve más fe y ese papel escribí. VIOLANTE: (¡Ah, venturosa Leonora!) Aparte Considera, que es razón que pongas, Bernardo, agora en otra tu inclinación. BERNARDO: ¿Cómo es posible, señora? Cuando la elección nos rige, tiene lugar la razón que una deja y otra elige; pero nuestra inclinación tarde o nunca se corrige. VIOLANTE: Árbol de tiernas raíces se endereza a cualquier parte. Sobre las tiernas cervices pone los yugos el arte. Si están frescos los matices, fácilmente una pintura se borra. La enfermedad vil al principio se cura. Tierna está tu voluntad, ponerla en otra procura. Quiere amor correspondencia, y pues que tú no la esperas, falta será de prudencia que en otra parte no quieras. Da a tu inclinación licencia. No la enfrene el respeto que te puede dar amor. Tu humildad o tu temor elige el mejor sujeto. BERNARDO: Yo elijo como discreto. VIOLANTE: Otra vez decirte quiero que elijas otra aunque sea mejor. BERNARDO: ¿Cuándo dio el febrero verde y rosada librea al almendro placentero? ¿Cuándo mayo nos descubre alfombras de varias flores que rompe y desteje octubre, aromáticos olores el árabe fénix cubre? ¿Cuándo el sol que borda el raso del cielo resplandeciente en la sombra del ocaso ven la luna del oriente movió el encendido paso, que tengan más hermosura, más valor y luz más pura, y efecto más celestial que la causa de mi mal y el dueño de mi locura? VIOLANTE: ¡Basta! (Que estima a Leonor Aparte más que a mí. Bien me ha entendido; mas le tiene mucho amor). ¡Necio, ingrato y no advertido! Luz, hermosura y valor puso el cielo en otras damas, y pues te aborrece y amas, toma tu loco papel; que no hace caso de él la que sol y cielo llamas.
Rásgale
BERNARDO Señora, espera, perdona este necio atrevimiento. Si Tu Alteza se apasiona, muerto soy. VIOLANTE: ¡Lástima siento que no soy tigre o leona! BERNARDO: Perdona, si me atreví; que por darte gusto a ti a otra mujer querré bien. Dime a quién. VIOLANTE: ¿Qué diga a quién? ¿Agora estamos ahí? A nobles atrevimientos de Fortuna sus favores, no desmayen tus intentos, los edificios mayores hieren los rayos violentos. Al monte más empinado su nido el águila pone, amor de fuego es crïado y águila que al sol se opone busque lo más encumbrado. BERNARDO: Rayo y águila fue el mío, y así hieres, bien es nombres, dama a quién. VIOLANTE: ¡Qué desvarío! ¡Qué necios que son los hombres! De su ignorancia me río. BERNARDO: Y a mí tu rigor me espanta. VIOLANTE: Los pensamientos levanta, sirve, festeja, pasea en el terrero, aunque sea... BERNARDO: ¿A quién, señora? VIOLANTE: A la Infanta. BERNARDO: ¿A cuál? VIOLANTE: ¿Qué otra Infanta ha habido? (O éste es muy necio, o está Aparte de industria desentendido). Leonora te lo dirá. Díselo, que no he podido.
Vase la Infanta VIOLANTE y sale LEONORA
BERNARDO: Dime ya, Leonora, ¿a quién quiere con rigor que espanta que yo sirva y quiera bien? LEONORA: A mí. BERNARDO: Pues, ¿dejo a la Infanta? LEONORA: Así me llaman también. BERNARDO: ¿Cómo la Infanta te llamas? LEONORA: Como tenemos las damas nombres cuando nos burlamos, y con ellos nos quedamos en las veras. Al fin amas a quien por otro se muere, y te ha mostrado aspereza y así olvidarse requiere. BERNARDO: ¿Qu&eaccute; a hombre quiere bien Su Alteza? LEONORA: Si no miento, que a él le quiere. ..............[..ece] BERNARDO: Y más............[..é] vueseñoría merece. (¡Paciencia, Amor, pues que sé Aparte que la Infanta me aborrece!)
Vanse. Salen don LOPE y LÁZARO
LOPE: Pues, Lázaro. LÁZARO: El mendigo decir puedes y aun lo serás también, según los tiempos. Mira tu memorial. LOPE: ¿Quién te lo ha dado? LÁZARO: Roberto, que arrimándose a buen árbol del Rey ya reconozco. Todo el mundo manda ya. LOPE: Necio, hallólo en esta sala mi sobrada desdicha. El Rey, sin duda, lo arrojó; que merced no quiere hacerme.
Rómpelo y sale don BERNARDO
BERNARDO: ¡Oh, don Lope, mitad del alma mía! Partir me manda el Rey agora. LOPE: ¿Dónde? BERNARDO: Con la gente que vino del socorro de Navarra. Mi próspera fortuna me trujo en ocasión que el reino tiene de quien fïarse con aquestos bandos que ha habido en Aragón. Me dio esta empresa y me pienso esforzar a conseguirla. LOPE: Los pasos, don Bernardo, seguir quiero de tu fortuna próspera. BERNARDO: No llames próspero a un hombre que a la Infanta adora y es de ella aborrecido. LOPE: Mi desdicha a amarla me inclinó; mira, Bernardo, ¿qué premio, qué valor tendrá en su vida el hombre más infeliz de este suelo? BERNARDO: Si vencedores a Aragón tornamos, Fortuna ayudará. LOPE: ¡Ánimo, vamos!

FIN DEL PRIMER ACTO

La próspera fortuna de don Bernardo de Cabrera, Jornada II  


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 01 Jul 2002