GALAN, VALIENTE Y DISCRETO

Antonio Mira de Amescua

Texto basado en el texto de GALÁN, VALIENTE Y DISCRETO en el manuscrito hallado en la Biblioteca Nacional, Madrid (15.323) que fue cotejado con un segundo manuscrito de la misma biblioteca (17.025, con fecha de 1636) y con la edición príncipe en la PARTE VEINTE Y NUEVE DE COMEDIAS DE DIFERENTES AUTORES (Valencia: Sebastián Esparsa, 1636). Fue editado en forma electrónica por Vern G. Williamsen en 1988 como parte de sus investigaciones.


Personas que hablan en ella:

ACTO PRIMERO


Salen PORCIA y SERAFINA
PORCIA: Desde que murió tu hermano el silencio y la tristeza dan sombras a la belleza de ese rostro soberano. Cuando a Mantua has heredado ¡vives con melancolía? SERAFINA: Sí, que es grande la porfía de un desvelo y de un cuidado. PORCIA: Dime, ¿qué cuidado esfuerza tu desvelo y tu pesar? SERAFINA: El no inclinarme a casar y haberlo de hacer por fuerza. PORCIA: Mudable es la inclinación. SERAFINA: Hombres y bodas me ofenden. Son muchos los que pretenden y temo errar la elección.
Sale ELISA
ELISA: Un loquillo de buen gusto llevan a Florencia, y fuera quien algún placer te diera. SERAFINA: Cualquier loco me da susto; que pienso cada momento que se enfurece. ELISA: Imagino que es simple por un camino que te habrá de dar contento. De aquí no quiere pasar y aquésta es locura nueva dice el hombre que le lleva. Si gustas le haré quedar. Toda su locura es decir de españoles mal, siendo apacible y leal a los suyos, que es francés. Jugar sabe al ajedrez y jugar contigo puede. SERAFINA: Si no es furioso, se quede.
Vase ELISA
PORCIA: Ya habrá quien alguna vez te divertirá. SERAFINA: Si el casarse es un vivir con morirse, ¿por qué muerte ha de decirse aquello que es cautivarse? Mal mi cuidado se olvida porque es una acción incierta que se yerra o que se acierta por el tiempo de la vida. El errar en otra acción disculpa puede tener, y así en ésta es menester más cuidado y atención.
[Salen ELISA] y FLORES, gracioso
FLORES: Guarde Dios la buena gente y guarde también la mala, por si hay de ella en esta sala. Pero mi malicia miente, que entre damas tan hermosas cosa mala no se halló. ¡Pardiez, a ser Paris yo, fuérades las tres las diosas! SERAFINA: La manzana a quién se diera? FLORES: Para quitarme de dudas... si Paris las vio desnudas, ¡ropa fuera! ¡Ropa fuera! SERAFINA: ¿Cómo te llamas? FLORES: ¿Quién vio tan necia pregunta, di? Otros me llaman a mí que no he de llamarme yo. SERAFINA: Tu nombre pregunto, amigo. FLORES: ¿Quién es un santo varón con esclavina y bordón que trae un perro consigo, con un pan, sin que le asombre el verle una llaga aquí? SERAFINA: San Roque. FLORES: San Roque, sí. Luego, ya sabías mi nombre. SERAFINA: ¿Y de dónde eres? FLORES: No soy de la tierra; sólo he sido pues de la tierra he salido, y a ella caminando voy. SERAFINA: Sentencioso quiere ser. ELISA: Dizque es poeta, señora, y sin sentidos; una hora se está para componer sus metros. SERAFINA: ¡Loco discreto! Hazme unas coplas a mí. FLORES: Siéntome pues, porque así he de pensar un soneto.
Siéntase y escucha lo que hablan
ELISA: Muchos pretendientes vienen; que han llegado de camino el de Ferrara y Urbino. SERAFINA: Con pesadumbre me tienen. PORCIA: ¿Si vino el de Parma ayer? ELISA: Sí. PORCIA: Tres potentados son. ELISA: Don Fadrique de Aragón también vino a pretender. PORCIA: ¿Quién es ese caballero? SERAFINA: Pobre, pero celebrado, noble, pero desgraciado. PORCIA: ¡Oh, que mal es ese "pero!" SERAFINA: Deudo dicen que es cercano del rey de Nápoles, sol de Italia. ELISA: ¡Medio español y medio napolitano! Presumido y codicioso tu estado pretenderá. SERAFINA: Hacer imagino ya un examen riguroso de todos mi pretendientes; ¿ese loco nos ha oído? ELISA: Él está muy divertido y rumiando allá entre dientes sus consonantes. SERAFINA: Despeje. FLORES: Consonantes hay a boca: toca, loca, enboca, choca. ELISA: ¿Qué importará que le deje si es loco y se divirtió? SERAFINA: Dices bien, que no embaraza. FLORES: Plaza, caza, calabaza, carroza... ¡Carroza, no! SERAFINA: Digo, Porcia, que me ofende ver que mis estados sean lo que esos hombres desean pues ninguno me pretende a mí por mí solamente. Cuando mi hermano vivía, ¿cómo entonces no tenía amante ni pretendiente? Ello es codicia y no amor lo que a estos cuatro ha traído; imaginar que yo he sido la deseada es error. Una industria percibí: caprichosa pienso ser. Yo he de examinar y ver quién me quiere a mí por mí y no por mi grave estado. PORCIA: Dificultoso será pues cada cual mostrará que ha venido enamorado. Servir y galantear es fácil al que enamora y muchas veces, señora, vale más fingir que amar. ¿Quién penetra la intención ni cuáles ojos discretos son linces de los secretos que están en el corazón? SERAFINA: Porcia, muy posible es todo; humano lince he de ser. Yo le tengo de saber. Escuchad ambas el modo: las dos en grave clausura siempre encerradas nos vimos, y, como dicen, vivimos en hermosa sepultura. Nadie me vio en la ciudad. Si mis crïados prevengo, logrado el capricho tengo con mucha facilidad. Piense cualquier que hoy ser mi pretensor profesa a que eres, Porcia, la duquesa, y que yo la Porcia soy. El papel de Serafina has de hacer cuando nos vean esos que a Mantua desean y si alguno se me inclina como a Porcia y como a pobre, será amante verdadero y tendrá el lugar primero aunque hacienda no le sobre en aquesta pretención. PORCIA: ¿Podrá estar secreto? SERAFINA: Sí; porque los hombres que a mí me conocen pocos son, y no saliendo de casa, con cuidado viviremos y más, que nos parecemos algo las dos. ELISA: ¿Y si pasa de nosotras el secreto? SERAFINA: Cuando esto se haya sabido, como dicen, ¿qué hay perdido sino sólo este conceto que formé? Pero verás como le he de conseguir. PORCIA: Desde hoy comienzo a fingir. SERAFINA: Más he pensado. Oye más. Podré en cualquier ocasión que ellos se juntan aquí ser yo más dueño de mí siendo la conversación contigo. Escuchando yo, podré notar en efeto cuál es más cuerdo y discreto. Y hasta agora no se vio condición como la mía. El que inclinarme quisiere será sólo el que tuviere gala, ingenio y valentía. Con eminencia "galán" quiero que el amante sea que en él la virtud se vea que en los diamantes que están cuando brutos deslucidos como piedras ordinarias, y visos de luces varias exhalan cuando pulidos. También lo quiero "valiente" que el ánimo y corazón muestran quien es el varón que debe ser eminente. Con estas dos calidades satisfechos y advertidos quedan los ojos y oídos; pero si el ingenio añades cesará el conocimiento de mi noble inclinación, pues será la "discreción" la luz del entendimiento. PORCIA: Y, ¿cómo ha de ser --me di-- que esa noticia tengamos? SERAFINA: Quiero que un festín hagamos en casa esta noche. Así, cogiéndolos sin pensar quién es más galán veremos y para los dos extremos que faltan, habrá lugar. FLORES: El soneto acabé. Plaza, que mi musa no está loca. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A la duquesa alabará mi boca si el cielo me la libra de mordaza. ¿Quién vio pálida flor de calabaza trepando por las puntas de una roca?.... SERAFINA: En verso medido empieza. Id delante y proseguid. PORCIA: Elisa y Porcia venid. SERAFINA: Vaya al jardín vuestra alteza.
Vanse. Salen URBINO, FERRARA y PARMA
FERRARA: Hermosa es Mantua. PARMA: Es empeño de quien la fama ha salido. URBINO: Mi imán poderoso ha sido la belleza de su dueño; ella me trae solamente. PARMA: ¿La habéis visto? URBINO: Nunca. FERRARA: ¿Pues? URBINO: Tan grande su fama es que si en cuatro partes miente le ha de quedar hermosura para ser la más hermosa Venus que tiñó la rosa de carmín y sangre pura. No ha sido la antigüedad tan celebrada; de modo que aunque no la imite en todo será inmensa su beldad. Las cosas grandes no pueden ser pintadas como son porque la misma opinión las mismas cosas exceden. Un ciego ver deseaba el hermoso rosicler del sol, y para saber a todos lo preguntaba cuál la pintaba y decía que era un orbe de luz varia y singular luminaria, padre y principio del día; cual le exageraba que era una luz con movimiento que a faltar conocimiento de Dios, adorado fuera. Vio después el arrebol celeste, y con regocijo "Nadie supo pintar", dijo "cómo es el sol sino el sol". Así cuando contemplemos la hermosura y sol divino de la duquesa, imagino que admirándola diremos: "¡Oh, Venus humana! ¡Oh, dama nacida de otras espumas! Mudas lenguas, toscas plumas han sido las de la Fama. De la elocuencia y el arte poco encaercida fuiste. Sólo tú misma supiste describirte y alabarte." FERRARA: Vos, señor duque de Urbino, ya tendréis noticia de ella; yo alabara su luz bella por diferente camino. Un hombre que deseaba casarse en otra ciudad si no con curiosidad con afecto preguntaba a cuantos de allá venían si era gallarda y hermosa la que eligió para esposa y todos le respondían: "Señor, no la conocemos." Y esto que pudo templar su amor, le pudo aumentar con singulares extremos diciendo: "Si no es hermosa para que el gusto la goce, mujer que nadie conoce es honrada y virtüosa." Esto me acontece a mí; si es hermosa e preguntado y ninguno me ha informado todos dicen: "No la vi." Y yo a tanta novedad digo admirado: "Mujer que no se ha dejado ver mucho tiene de deidad." PARMA: Duque de Ferrara, o sea malicia o atrevimiento yo saco de ese argumento por consecuencia que es fea. La luz no puede encubrir visos de púrpura y nieve que aun en un átomo breve suele brillar y lucir. Confieso mi desvarío. Ni dudando ni creyendo por otra razón pretendo: su estado cae junto al mío. Soy amante en apariencia y vuestro competidor; lo que me falta de amor me sobra de conveniencia. URBINO: Confesando esta verdad el de Parma nos confiesa, sin ofender la duquesa, que es mucha nuestra amistad; y así, pues amor honesto celos ni envidias permite, cada cual se solicite su dicha sin que por esto el que más acepto fuere tenga emulación ninguna. Dé el Amor o la Fortuna esta dicha a quien quisiere. FERRARA: Sin dar envidias el sol sus rayos da de rubís. PARMA: Y los dos, ¿qué me decís de este arrogante español que sin hacienda ni estado a título de pariente del rey don Alfonso intente lo que habemos deseado? URBINO: Casi solo se ha venido y así en nuestros galanteos, en festines y en torneos, ha de quedar deslucido. PARMA: Pues, amigos, torneémos y la sortija corramos, justa y máscas hagamos, deslucido le dejemos. FERRARA: Él viene y querrá tratarse con nosotros igualmente. URBINO: Por agora es conveniente sufrirse y disimularse; mas estando en la presencia de la hermosa Serafina, sufrillo no determina mi cordura o mi paciencia. FERRARA: Lleve desaires iguales a la soberbia que tiene. PARMA: Aquí a propóstio viene. Hablarle en impersonales.
Salen FADRIQUE y RAMÓN, su criado
FADRIQUE: Guarde Dios a vueselencias con salud y larga vida. URBINO: Guarde al señor don Fadrique. PARMA: ¿Quién dudará que le obligan venir a Mantua retratos de la hermosa Serafina? FADRIQUE: Bien puede dudarlo el duque porque no tengo noticia que haya retrato ninguno de beldad tan exquisita. Y si dicen que a Alejandro retratarle no podía sino Apeles, ¿qué pincel a los perfiles y líneas de esta deidad se atreviera, sin temblar en la osadía la mano al tieno arrimada, y sin turbarse la vista a los rayos de sus ojos; mayormente si se imitan mal dos cosas con el arte, agua y luz? Cosa es sabida que los vivos y excelentes objetos turban o quitan nuestros sentidos; al sol, cuando llega al mediodía, ¿qué ojos de águilas y linces hay que sus rayos resistan? Cuando por las siete bocas el Nilo se precipita, sordos deja a los que moran en las riberas vecinas. La nieve que en los riscos está, en tálamo antigua el tacto humano entorpece; la oriental especería y los aromas süaves que en la Arabia fructifica, el olfato alteran siempre a quien por ella camina. El néctar dulce que labra, chupando flores en Hibla, la avejuela estraga el gusto. Siendo esto así, ¿quién podía retratar rayos de luz mirando nieve tan viva, atendiendo y resistiendo los aromas que respiran, las razones que pronuncian de elocuencia peregrina? ¿Quién a un objeto tan alto reducir pudo a medida y proporción con el arte, copiando luz tan divina? URBINO: ¡Oh, qué afectado discurso! PARMA: Dejémosle que prosiga con su escudero. FERRARA: El señor don Fadrique se publica enamorado y leído. PARMA: Bien dijimos que venía con pretenciones a Mantua.
Vanse los duques
FADRIQUE: Discretos son si adivinan eso los señores duques. RAMON: Éstos con celosa envidia te han hablado descorteses. FADRIQUE: Con igual descortesía serán tratados de mí.
Sale FLORES, de galán gracioso
FLORES: Hallaros solos es dicha. FADRIQUE: Seas, Flores, bienvenido, ¿qué tenemos? FLORES: Que la vida pienso dar en tu servicio. Salió bien la industria mía. Fingíme loco, mandóme que en su casa y corte asista y así de su pensamiento tengo de ser una espía. Advierte en pocas palabras que a Porcia manda que finja ser la duquesa, porque ella fingirse quiere su prima para ver si de esta suerte a su hermosura se inclinan. FADRIQUE: ¿Es hermosa? FLORES: ¡El mismo sol! Es la aurora y es el día; es la tarde y no es la noche. Mujer es que se encapricha. Esta noche hay un sarao y en ella Porcia fingida quiere examinar quién es el más galán; no se vista aquel pájaro que dicen que nace de sus cenizas más galán que tú, señor. Ven, pues, y al abril imita, duque de Mantua has de ser. Y alerta, mira que sirvas a la que se llama Porcia. Advierte que es Serafina. No enamores la duquesa. FADRIQUE: Si me industrias, si me avisas de lo que pasa en palacio, la duquesa será mía. FLORES: Será tuya la más bella que los campos vieron ninfa. A mi sayo gironado y a mi ignorancia y malicia me vuelvo; queda con Dios, y de mi ingenio te fía.
Vanse y sale SERAFINA. Decoración de jardín
SERAFINA: Este jardín ameno de flores, plantas y de frutas lleno, los cielos nos retrata; ese estanque de plata el cielo es cristalino. Las ruedas de esa azuda que es camino del agua artificioso son móbiles primeros; las rosas son luceros del firmamento hermoso; las otras flores bellas el numeroso ejército de estrellas. El girasol que mira al poniente una vez y otra al levante, el sol, que el cielo gira, y la luna menguante, o ya de su luz llena la cándida azucena; estrellas, luna, sol, fuentes y flores todo me enseña amores, y yo sola me hallo sin saber qué es amor ni deseallo. Esa hiedra se enlaza y el tronco de dos álamos abrasa; allí la flor de Clicie pena amando, a Apolo va buscando; trepar quiere la muerta por la parra, y amando la violeta a la pizarra besándola ha nacido; allí canta en su nido el ruiseñor amores; allí rayos del sol aman las flores; allí las fuentes quiebran su cristal, y celebran la jornada que hacen al mar de donde nacen, y a quien, enamoradas se vuelven despeñadas; las hiedras, Clicie, murta, fuentes y flores todo me enseña amores, y yo sola me hallo sin querello aprender ni deseallo.
Sale PORCIA
PORCIA: ¿Sola vuestra alteza? SERAFINA: Sí; aunque no estoy sola digo las veces que estoy contigo. PORCIA: Un sabio me dijo así. Ya están los competidores avisado y vendrán. SERAFINA: Di, Porcia, ¿qué fingirán? ¿Que vienen muertos de amores? PORCIA: ¿Dónde ha de ser el festín? SERAFINA: Paréceme que es mejor en aqueste cenador, palacio de ese jardín.
Sale FLORES, de loco
FLORES: Alerta, madama mía, que hay marranos en campaña. PORCIA: ¡Todo es tema con España! Mira, Roque, yo querría que me digas la ocasión de querella mal. FLORES: Diréla: Yo anduve con una muela cantarillo y caretón. "Amolar cuchí," decía, y con esto eché sin cuenta a perder cuanta herramienta en la pobre España había. De un lugar a otro pasaba y un español encontré, gallego pienso que fue pues descalzo caminaba. Con un río nos topamos y el que descalzo venía dijo que me pasaría con que en la venta bebamos a mi costa. Yo acepté, y estando en medio del río díjome el caballo mío: "¿Francés?" Respondíle "¿Qué?" Replicóme, "Di, ¿cuál es --sin mentir ni estar medroso-- cuál es rey más poderoso, el español o el francés?" Yo le dijo con temor: "Tu rey tiene más poder." Y dejándome caer, me dijo: "¿A tu rey traidor?" Escapéme de ahogado y cuantos así me veían, me tiraban y decían: "Gabacho, pollo mojado." PORCIA: Ya no me espanto que tengan enojado a Roque así. Porcia, traigan luz aquí. SERAFINA: ¿Vendrán los músicos? PORCIA: Vengan.
Vanse las damas
FLORES: Heme aquí loco en jüicio, muy falso y muy socarrón, como muchos que lo son por holgar y andar al vicio. En las cortes y palacios usan mucho de esta treta. Uno haciéndose poeta y borrando cartapacios si no de Apolo de Baco, hace versos de horizontes, ecos, relaciones, montes, y no es loco, que es bellaco. Otro insulso majadero cargado de hábitos hay, tan sin donaire que trae en la boca al mismo enero. Otro que anda todo el día lleno de ocio y de pereza, la capilla en la cabeza con presunciones de espía. Otro locuras fingía y a sus bodas convidaba, diciendo que se casaba con cierta señora. Un día con doscientas le amagaron, y a su seso se volvió. Ya la músico salió y los tres duques llegaron.
Sale URBINO
URBINO: Bello jardín, tu belleza, aunque irracional y muda, remedando está sin duda la hermosura de su alteza; que al pintar naturaleza sus divinos resplandores la tabla de sus colores con el pincel arrojó, y con esto derramó nieve y carmín en las flores.
Sale FERRARA
FERRARA: Cristal, que un mármol pequeño estás siempre retratando, bien sé que estás envidiando la hermosura de tu dueño; porque el alba con el ceño de ver su rostro excedido y que Serafina ha sido más hermosa, ella lo siente; y así forman esta fuente las lágrimas que ha vertido.
Sale PARMA
PARMA: Murtas, que en Chipre habéis sido de Venus verde guirnalda remedando a la esmeralda, que su color no ha perdido; si la madre de Cupido hallasteis allá envidiosa, aquí estaréis más hermosa, pues hallaréis más divina la planta de Serafina que el cabello de la diosa.
Sale don FADRIQUE
FADRIQUE: Murtas, rosas y cristales, en quien ese jardín llueve copos y aromos de nieve, si sois rasgos y señales de los rayos celestiales de vuestro dueño, hermosas son las sombras tenebrosas. ¿Qué será la luz divina? Sombra sois de Serafina, cristales, murtas y rosas. FLORES: Majaderos cortesanos los cuatro me parecéis, pues todos cuatro queréis ser duquesos mantuanos. Y a uno solo dirán sí. ¡Par diez, si duquesa fuera bien sé yo quién escogiera! URBINO: ¿A quién, loco? FLORES: Cuerdo, a mí.
Salen damas, PORCIA, la duquesa [SERAFINA], y un maestro, y siéntase Porcia en una silla, y los tres duques en un banco y cantan
MUSICOS: "Al festín de la hermosa duquesa de Mantua gentil los galanes vienen apriesa; cada cual servirla profesa galán como abril." FLORES: Escoged, señora duca, linda como almoradux, duco que pueda ser dux de Venecia y aun de Luca, y siacaso le queréis hombre robusto, voz gruesa, escoged aquél, duquesa, que publica le queréis. A éste el sí se ha de decir; pero si queréis enano al duquino mantuano, aquéste habéis de elegir. Con el español no hablo que, aunque es galán como el sol, es en efecto español y me parece al diablo. Urbina, Parma, Ferrara, ésta la duquesa es. Merece un delfín francés, grande estado, linda cara. Ésta es Porcia, y no dichosa, pobre, mas dama perfeta que, sin ser fea, es discreta, y sin ser necia, es hermosa. Y advertid, amantes nuevos que ésta, ni dueña ni dama, yo no sé cómo se llama. Sé que se sorbe cien huevos como quien hace una trova; y ésta que se llama Elisa tiene una cara de risa, ni sé si de alegre o boba. Yo soy loco de estas doñas, y éste que empieza a barbar es maestro de danzar, y también de ceremonias, y para decirlo en suma, estos mentecatos son ruiseñores de canción, con barbas en vez de pluma. Agora, Roque, sentaos, porque el festín ha de ser. PORCIA: Diga lo que se ha de hacer el maestro de saraos. FADRIQUE: (La falsa Porcia promete Aparte con su hermosura rigores. Advertido anduvo Flores.) MAESTRO: Traiga un paje un ramillete. PORCIA: Dad, maestro, aquestas flores. MAESTRO: A quien yo las llegue a dar, una dama ha de danzar; pero la dama, señores, danza una vez. URBINO: Siendo así, [a mí] las habéis de dar. FERRARA: El festín he de empezar. FADRIQUE: Dadme el ramillete a mí. MAESTRO: A una cuestión les provoco, y no me atrevo. Señora, dad vos las flores agora. PORCIA: Dé el ramillete este loco a quien le quisiere dar. Cesará la competencia y tengan los tres paciencia. URBINO: Volvámonos a sentar. FLORES: A mí las flores me dan y loco en darlas seré. ¿A quién, a quién las daré? Dóyselas al más galán.
Dáselas a FADRIQUE
SERAFINA: ¿Cómo, di, si es español, el ramillete le diste? FLORES: Luego, ¿no entendéis el chiste? Porque le peguen los tres. FADRIQUE: No atribuya vuestra alteza lo que hiciere a grosería. Yo confieso que venía adorando esa belleza; Pero amor, naturaleza segunda, mi inclinación forzó con tanta pasión después que otra dama vi, que, estando fuera de mí, no supe hacer la elección. Amor, deidad poderosa, en mí su fuerza mostró. Una cosa pensé yo y el Amor hizo otra cosa. Ir suele a coger la rosa un galán en el jardín, y encontrándose el jazmín, sus cándidas flores coge sin que la rosa se enoje pues se queda rosa en fin. Adorando las estrellas, muchos hay que al sol negaron; las estrellas envidiaron entre tantas luces bellas. Sois el sol, alba son ellas, y alba la que mi alma adora. Perdonadme, gran señora, si se atreve un español a negar flores al sol por dárselas al aurora. Porcia tome el verde ramo, haciéndola celestial, y recíbalo en señal de que su amante me llamo; Del alma la riqueza amo, las del mundo son extremos que españoles no queremos. Si la inclinación bajé danzar el alta no sé. Porcia, la baja dancemos.
Danzan los dos y cantan los MÚSICOS
MUSICOS: "Al festín de la hermosa duquesa de Mantua gentil, los galanes vienen aprisa, cada cual servilla profesa, galán como abril." SERAFINA: Su alteza es dueño y juez; de ella el ramillete, diga que el festín otro prosiga. PORCIA: Délas Roquillo otra vez. FLORES: Duquesa, esos son errores mayores que mi locura. ¿Soy yo mayo por ventura para andarme dando flores? A ninguno más se den. Ya no es fiesta, pues empieza otra dama, y no su alteza. URBINO: Este loco ha dicho bien porque su alteza debía ser suplicada primero. PORCIA: Basta, ningún caballero salga a la defensa mía que me enojaré. Y agora cese el festín. FADRIQUE: Del error de mi no pasado amor ya os pedí perdón, señora.
Vase y queda la duquesa [SERAFINA] la postrera y FLORES
FLORES: Señora Porcia, escuchad; al español que está fuera una burla hacer quisiera. No os vais tan presto, esperad. SERAFINA: ¿Aún el enojo te dura? FLORES: Ce, español, ce, que te llama aquí fuera cierta dama con más dicha que hermosura. Ven, español, me dirás unos requiebros aquí. (¡Ay, que viene tras de mí! Aparte Yo me escondo aquí detrás.)
Sale don FADRIQUE, y FLORES se esconde detrás de la duquesa [SERAFINA]
FADRIQUE: ¿Quién me llamó? Ya he notado que voz de un ángel ha sido. ¡Oh quien fuera el escogido! Porcia, como fui llamado con gusto vengo y forzado, que si el fuego artificial va en forma piramidal a su elemento, así yo busco la voz que llamó como a centro natural. SERAFINA: No fui... FADRIQUE: Si muero yo, a ese "no," en rigor extraño, mátame tu dulce engaño, no me desengañes, no. Quien cosa alegre gozó en el sueño --¡pasión fuerte!-- que es ensayo de la muerte, disgusto suele tener, con ser soñado el placer de que alguno le despierte. Un enfermo deliraba y grande rey se fingía. Imperios y monarquía en su locura gozaba. Sanó, y alegre no andaba, diciendo, "Gracias no doy a quien me da salud hoy, pues era rey soberano enfermo, y estando sano, un hombre ordinario soy." Soñé que me habías llamado, y en mi altiva fantasía, pudo causarme alegría este bien, aunque soñado. Deliré, sol me he juzgado que llamó a la hermosa aurora; si este sueño mi alma adora y esta locura que veis, señora, no me sanéis. No me despertéis, señora. SERAFINA: Este loco os ha llamado. Vete de ahí.
Vase FLORES
FADRIQUE: Loco fuera quien a la voz no viniera de un loco, que me ha tornado cuerdo a mí, pues digo osado que hallé en este jardín verde quien mis delirios acuerde si los otros locos son; porque sólo está en razón quien por vos el seso pierde. SERAFINA: Amante de Serafina habéis venido, señor. No es de buen gusto el amor que a otra hermosura os inclina. ¿Quién deja la clavelina por el pálido alhelí? ¿Quién menosprecia el rubí por la morada amatista? Sea vuestro amor con vista. No esté vendado por mí. Vos pobre, yo sin estado, seremos sin duda alguna delirios de la Fortuna, risa y fábula del hado. Festejad, enamorado, la belleza singular de Serafina; mudar objeto no es prudente. ¿Quién se admira de una fuente, viendo el piélago del mar? FADRIQUE: No os lo niega mi osadía ni mi locura lo crea. Amor pompas no desea si yo soy vuestro y vos mía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ricos fuéramos los dos: yo de amor, vos de hermosura, vos de luz, yo de ventura. Hazlo, Amor, pues eres dios. Si fuente os habéis llamado, permitid que sin aviso me mire, comoNarciso en vos, de mí enamorado. Ya no soy yo sino vos, y estuviéramos los dos: yo Narciso si vos fuente viéndonos eternamente. Hazlo, Amor, pues eres dios. SERAFINA: Daros licencia no quiero. FADRIQUE: ¿Palabras tan rigurosas? SERAFINA: Sí, que me faltan dos cosas que he de examinar primero. FADRIQUE: Siendo así, la vida espero. SERAFINA: Son difíciles las dos. FADRIQUE: Y vencidas, ¿queréis vos? SERAFINA: ¿Qué he de querer? FADRIQUE: ¿Qué? ¡Querer! SERAFINA: ¿Podrá ser? FADRIQUE: Sí, puede ser. Hazlo, Amor, pues eres dios.

FIN DE LA PRIMERA JORNADA

Galán, valiente y discreto, Jornada II


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 28 Jun 2002