ACTO SEGUNDO


Salen PORCIA e ISABELA
PORCIA: Margarita ha presumido que las dos nos inclinamos a los sobrinos del rey, yo a Federico y tú a Carlos. ISABELA: ¿Qué remedio, Porcia? PORCIA: ¿Qué? No habemos de amar en vano, Isabela. Industrias hay. Un papel escrito traigo para Federico aquí. En él mi amor declaro. Si una vez con él me veo, tú verás que los aparto de amar a la Infanta. ISABELA: Aquí viene el rústico villano que los sirve. Con él puedes a Federico envïarlo.
Sale DOMINGO
DOMINGO: (Yo estoy fuera de mi centro. Aparte Yo estoy vendido en palacio. Las dueñas con alfileres, los meninos con sus mazos y con gargajos los pajes me tienen muy acosado.) PORCIA: ¡Domingo! DOMINGO: ¿Señora mía? PORCIA: ¿Sabrás llevar un recado? DOMINGO: ¿Qué es el recado? PORCIA: Un papel. DOMINGO: Sí, señora, y de mi amo llevo yo un papel a Laura y vengo y tomo y ... ¿qué hago? PORCIA: ¿Cómo le diste? DOMINGO: Muy bien. Carlos me llamó y llamado, "Lleva un papel" dijo, y dicho yo le respondí, "Veamos," y respondido, escribiólo, y escribido lo ha cerrado, y cerrado me lo dio, y dado yo lo he tomado, y tomado fui con él, e ido quiso el dïablo que me topase en la calle a su marido, y topado dile yo mi cuento, y hecho quise echar por el hatajo para no buscar a Laura. Su marido es hombre honrado, y sabrá de ella mejor. Dile el papel. Tomó un palo y tomado sacudióme, y sacudido, en el sayo no me dejó ningún polvo. Con él, me dio treinta y cuatro cabales como los dedos que tenemos en las manos. Recibílo y recibido, enojéme, y enojado cogí piedras, y cogidas fuime a mi casa volando. ISABEL: Con agudeza le diste. PORCIA: Ahora viene. Este topacio te daré si traes respuesta. DOMINGO: Pues, ¿a quién tengo de darlo? PORCIA: A Federico. DOMINGO: Al momento se le pongo así en la mano. ¿Quién diré que me envía? PORCIA: Doña Porcia. DOMINGO: ¡Nombre extraño! ISABEL: El rey viene. PORCIA: Pues, Domingo, quédate a Dios, y cuidado.
Vanse las dos
DOMINGO: Cuidado y quedo a Dios. Si ninguno de mis amos se ha llamado "Fe-borrico", porque "Carlos" son entrambos, ¿a quién he da dar aquéste? No lo entiendo; soy un asno. Así el rey diz que se llama, "Fe-borrico". Se lo canto. ¡Pardiobre! Agora que sale y me darán el trapazo.
Salen el REY y el MARQUÉS
REY: Un sabio de Atenas dijo, no sé si bien o si mal que hay secreto natural para conocer a un hijo. [............... -ido .................... .....................] MARQUÉS: ¿Y tú el secreto has sabido, señor? REY: No, y encomendado a muchos doctos lo tengo. Todo remedio prevengo y no estoy desconfïado. DOMINGO: Aunque soy un necio yo, deje que bese sus pies, y tome éste. REY: ¿Cuyo es? DOMINGO: Doña Porcia me le dio. REY: ¿A quién le llevas? DOMINGO: (Yo pierdo Aparte la memoria, de temor.) A Fe-borrico, señor. Bien del nombre no me acuerdo. Fe-borrico o Lodovico, o Enrico, o Tambico fue. El nombre puntual no sé; sólo sé que acaba en "-ico". Tómele su señoría. Lléguese acá, largue el brazo porque me mandó un trapazo que en un anillo traía. REY: ¿Tú, ¡quién eres? DOMINGO: Un crïado de los dos sobrinos fui. REY: ¿Los conoces mucho? DOMINGO: Sí. REY: ¿Cuál es hombre más honrado? DOMINGO: Yo, señor, por vida mía.... REY: ¿Y cuál de los dos merece más que el otro, y te parece que mejor padre tendría, si es que en costumbres y tratos los dos diferentes fueron? DOMINGO: Pienso que los dos tuvieron por padres dos mentecatos porque dan a unos villanos a crïar dos niños bellos, y no saber conocellos no es hecho de cortesanos. REY: (En esto dice verdad, Aparte y grande mi afecto ha sido; pues informarme he querido de tanta simplicidad.) ¿Cuál con obras más honradas tiene más prendas? DOMINGO: Señor, más prendas tiene el mayor pero las tiene empeñadas. REY: ¿Cuál te agrada más? DOMINGO: Confieso que ambos son quitapraceres. REY: ¿Cómo los murmuras, si eres tú su crïado? DOMINGO: Por eso. REY: Vete. DOMINGO: ¿Responda? REY: ¿Te dio éste, Porcia? DOMINGO: Señor, sí. REY: Y bien Porcia ha sido así; pues de un bruto se fïó. Anda. MARQUÉS: Su alteza ha pasado a tu cuarto. REY: Margarita muchos pesares me quita. DOMINGO: Yo voy muy bien despachado.
Vase. Sale MARGARITA
REY: Sobrina, aqueste papel de una dama vuestra ha sido. Ni le he abierto ni leído que no quiero ser con él poco galán y grosero. Verle podéis y mirar si hay algo que remediar. En vuestras damas no quiero usurpar jurisdicción que es vuestra, no parecer que he dejado ya de ser servidor de damas.
Vanse el REY y el MARQUÉS
MARGARITA: Son ejemplo vuestras acciones de la juventud dichosa. El papel abro curiosa. Aun no tiene dos renglones.
Lee
"Amo y hablaros deseo, Porcia". ¡Qué resuelto y breve es el papel! Ya se atreve mucha envidia a mi deseo. "Para Federico" dice el sobreescrito. Quien ama sin servir celos, se llama poco amante o muy felice. De los celosos desvelos hasta aquí fue padre Amor; y agora quiere el rigor que nazca amor de los celos. Yo no amé. Celos tiranos, anticipados venís; pero si envidia os decís, justamente sois villanos. ¿Si es Porcia correspondida? ¿Si este papel es respuesta? Pues, que su amor manifiesta quizá por agora decidida. Ahora bien, sea o no sea correspondida afición yo he de mostrar ocasión para que mi industria vea cuál de los dos quiere más; que en el dar satisfacción se conoce la pasión del ánimo.
Sale el PRÍNCIPE
PRÍNCIPE: Sola estás, y mejor acompañada contigo misma; y así ya que con salud te vi, volveréme si te agrada. MARGARITA: (Aquí he de mostrar enojos Aparte para ver en su semblante si éste es verdadero amante Atended y notad, ojos. Rigores y enojos vea si a Porcia empieza a querer para que deje de ser, y si no, porque no sea). Federico, atrevimiento que para en descortesía y una villana osadía piden un grande escarmiento,. Dos culpas grandes tenéis, mis damas galanteáis, ocasión fácil les dais, ser su amante prometéis; y después en mi presencia casi, casi me decís que me amas o me servís sin mi gusto y mi licencia. Rigor merece infinito si es verdad esto primero, y no siendo verdadero aun es segundo delito. Escaparos no podéis; del rigor culpado estás; que sirváis o no sirváis, que améis a Porcia o no améis. PRÍNCIPE: Muy en mí, muy con paciencia responder a eso conviene; porque en el ánimo tiene esta quietud la inocencia; que ni amé ni pretendí ni puede ser que quisiese otra luz que ésa no fuese, consta claro pues que os vi. ¿Cuál hombre en jardín ha entrado con discurso natural que viendo en tosco metal el lirio azul y morado junto al clavel carmesí entre su verde camisa brotando púrpura y risa, aromático rubí, dejara el rojo clavel que las abejas desean por el lirio aunque se vean doradas listas en él? ¿Quién en las ondas inquietas de un avariento arroyuelo verá sin mirar el cielo melancólicas violetas si ver respira colores cuando el céfiro las mueve, la rosa de sangre y nieve que es monarca de las flores, dejara por la violeta la rosa que en el jardín es estrella de carmín fija ya que no planeta. De ningún amante oí que, aunque es luz brillante y bella, se enamorase de estrella pero de la luna sí. ¿Como dio a vuestra alteza amar a dama ninguna, siendo clavel, rosa y luna esa celestial belleza y la que fuere más bella comparada al rosicler de ese cielo, habrá de ser violeta, lirio y estrella? MARGARITA: ¡Ay, que estas bachillerías son de un hombre que está en sí libremente! Nunca vi amor con filosofías. (Quiero hacer una experiencia; Aparte que dicen que despedido un galán cuando ha querido es amor la inobediencia). PRÍNCIPE: ¿Y cómo pudiera ser que si tú, señora, estás...? MARGARITA: Vete de aquí y no hables más. PRÍNCIPE: (Amo y he de obedecer). Aparte
Vase el PRÍNCIPE
MARGARITA: Mudo se va y obediente. Ni apeló ni ha replicado. Amó por razón de estado y así mi ausencia no siente. Mas si bárbaros se fueron con amor domesticando, y ha habido brutos que amando racionales parecieron, ¿qué mucho que hombre discreto use bien de la razón con amorosa pasión? Pero en vano me prometo disculpas; que la violencia de amor extremos parece; al retórico enmudece y al bárbaro da elocuencia. Otra vez quiero leer el papel y colegir si se puede presumir que es amar y responder.
Sale el INFANTE con un lienzo en la mano
INFANTE: (Amo a Porcia y no me agrado Aparte de la Infanta, pero es ley que quien pretende ser rey sepa razones de estado. Cuantas finezas oí de amantes pretendo usar. La fineza del llorar tengo prevenido aquí. Las lágrimas solicita Amor que amante no llora. A Porcia mi gusto adora, mi ambición a Margarita). MARGARITA: (Aquí está Carlos. Enojos Aparte y coléricos agravios he de fingir en los labios habiendo paz en los ojos. Examinemos su amor. Cuidado, no os descuidéis). ¿Cómo, Carlos, os ponéis, sin prevenir mi rigor, a mis ojos? Si galán sois de las damas, ¿qué os mueve a que siendo el pecho nieve deis a entender que es volcán? ¿No es especie de traición decir que es un Mongibelo alma cubierta de hielo cuando carámbanos son vuestros mismos pensamientos? Mostráis amor, mostráis fe pero yo castigaré bárbaros atrevimientos. No digo yo que es sentido que améis vos en otra parte; mas fingir amor con arte,... INFANTE: (¡Esta mujer me ha entendido!) Aparte MARGARITA: ...es traición y es villanía. INFANTE: (Ella me ha entendido el juego. Aparte Con las lágrimas le pego. No desmayéis, ficción mía). Mi señora, el mismo Amor estará de mí envidioso porque me ve tan dichoso que sin esperar favor de esas manos celestiales, de esos labios de rubí, está epilogado en mí cuanto amor en los mortales. El alma está vivificando vuestro objeto solamente como sol, que en el oriente... MARGARITA: (¡Vive Amor! ¡Que está llorando!) Aparte INFANTE: ...cuantas cosas hay crïadas, vivifica con luz pura, tomando de él hermosura las cosas imaginadas. ¿Yo amar, yo ver, yo mirar en otra parte, señora? Todo es sombra de esa aurora. ¿Yo mirar, yo ver, yo amar? MARGARITA: (Lágrimas en hombre son Aparte gran amor o gran flaqueza. Ya conozco la entereza de su esquiva condición. Ya supe su valentía luego no es flaqueza el llanto, luego amor ha sido, y tanto que pretende el alma mía. Agradecer lo que llora casi a su afición me aplico. Elección de Federico, en peligro estáis agora). Salid, Carlos al momento de mi cuarto. INFANTE: Razón es. Asidos siento los pies al suelo de este aposento, y si quiero obedecerte, entre rémoras estoy y cada paso que doy es un correr a la muerte. Todo es desdicha y violencia, todo es ansias y temores, si me quedo oigo rigores, si me voy siente tu ausencia. Muero si estoy quedo y firme, si me voy muero y me aflijo. Pienso que por mí se dijo: "Ir y quedar y con quedar partirme"
Vase el INFANTE
MARGARITA: Ni acierta a salir, ni acierta a quedarse, y así arguyo que es inmenso amor el suyo. Ya ha encontrado con la puerta. Afición, agora, agora quedad. Quedad suspendida. Si he de ser agradecida, Carlos es quien me adora.
Vase MARGARITA. Salen DOMINGO y PORCIA
PORCIA: Eres tercero valiente. ¿Diste, en efecto el papel? Cuéntame el suceso de él. DOMINGO: Escúchame atentamente. Si soy prolijo, perdona. Llegué y díselo, y no hay más. PORCIA: Algo despejado estás. DOMINGO: Desásnase la persona. PORCIA: ¿Mostró placer al tomarlo? DOMINGO: ¡Y cómo! Pracer mostró, porque unos ojos me echó que daban miedo al mirarlo. PORCIA: ¿Dijo que responderá? DOMINGO: Y la respuesta sería de un tiro de artillería. Yo no sé qué tal será. PORCIA: ¿Leyólo, luego? DOMINGO: En sabiendo quién es la que le envïó, muy cerrado lo guardó. PORCIA: Mentecato, no te entiendo. DOMINGO: La mentecata ha de ser quien es dama y es señora y de un viejo se enamora. Mentecata es la mujer que de mentecatos fía y la que no me entendía hablando tan claro yo. Mentecata quien me envía al rey con ese recado y eso vendré yo a ganar si me manda encorozar. PORCIA: ¿A quién el papel has dado? DOMINGO: A su majestad, así. Pues, ¿a quién, mentecatona? A Federico en persona. ¿Soy yo bobo? Al rey lo di. PORCIA: ¿A tu señor no le has dado que es Federico? DOMINGO: ¡Señora, no sabía yo que agora otra vez le han bautizado! PORCIA: Vete, villano, de aquí. DOMINGO: Bien dicen que es menester ser discreto para ser alcahuete. Yo le di, por mi cholla y mi capricho. PORCIA: El que es necio, ¿qué no hará? DOMINGO: Si me conoce y me da el papel, lo dicho dicho.
Vase DOMINGO
PORCIA: Malos principios, Amor, ¿en qué tienes de parar? ¿Al primero punto hay azar? ¿Hay más pena, has más rigor?
Sale el PRÍNCIPE
PRÍNCIPE: ¿Vos, señora, con enojos? ¿De qué causa ha procedido? PORCIA: Ya no los hay, si habéis sido serenidad de mis ojos. Una dama os escribía un papel y ese crïado neciamente al rey le ha dado. PRÍNCIPE: El nombre le engañaría. Si también yerran los sabios, disculpado estará él. La pluma habló en el papel, escríbanme ya lo labios. Lea yo, estando presente en su mismo original, papel logrado tan mal. PORCIA: Era un renglón solamente. PRÍNCIPE: Si lo comprendioso debe ser discreto, yo lo creo. PORCIA: Amo y amaros deseo. PRÍNCIPE: También la respuesta es breve: Amo y hablaros no puedo. PORCIA: Duda la respuesta tiene. PRÍNCIPE: ¿Duda en qué? PORCIA: (La infanta viene. Aparte Cuando despreciada quedo, yo quiero desalumbralla, vengarme y favorecerme. Fiero basilisco, duerme; sirena engañosa, calla). ¿De qué nace tanto osar? ¿A mí me habéis de decir que me pretendéis servir ni que me tenéis de amar? Vos con tan poco decoro, viendo que Porcia me llamo, osasteis decir "Yo os amo, Porcia hermosa, yo os adoro?" Si otra vez esos agravios repetís, y esos antojos, será el rigor de mis ojos el sello de vuestros labios. Idos, porque tengo miedo que otra palabra me habléis, sin que cólera me deis. PRÍNCIPE: Amo y hablaros no puedo.
Vase el PRÍNCIPE. Ha de haber salido MARGARITA un poco antes a escuchar
MARGARITA: ¿Qué es eso, Porcia? PORCIA: No es nada, castigar un atrevido. MARGARITA: ¿Cómo se ha compadecido estar agora enojada y escribirle este papel todos deseos y amores? PORCIA: Antes es todo rigores si tú reparas en él. Que amo en otra parte digo a que le deseo hablar para poderle mostrar mi enojo en este castigo. MARGARITA: Bien lo interpretas. ¿Y a quién amas? PORCIA: Amor, que es discreto, es hermano del secreto. MARGARITA: Si es honesto Amor, también virtud es. Decir se debe que antes le hace sospechoso el silencio. PORCIA: Amor dichoso a decir su mal se atreve. Pero un amor desdichado bien es que en silencio esté. MARGARITA: Desdichado amor, ¿por qué? PORCIA: Ni es creído ni es pagado. MARGARITA: Sepamos quién es indigno de amar y de agradecer. PORCIA: (¡Qué impertinente mujer!) Aparte Carlos es a quien me inclino. MARGARITA: Yo gustaré de escucharos materias de amor, y así hablad delante de mí. PORCIA: Tus caprichos son ya raros. MARGARITA: Ignoro amantes desvelos y quiero aprender primores. PORCIA: Antes parecen amores con una punta de celos. MARGARITA: Venganza, Porcia. Ya viene Carlos. Voyme retirando. PORCIA: Isabela está cantando y a escucharla se detiene. MARGARITA: Tras de ese cancel estoy. Háblale, por vida mía.
Escóndese MARGARITA
PORCIA: (A tan curiosa porfía Aparte buen nombre en celos la doy.)
Sale el INFANTE y canta dentro ISABELA
ISABELA: "Filis, huye del amor porque es ya cosa muy cierta que no hay firmeza en los hombres sino engañosas promesas." INFANTE: (Aquí será bueno hacer Aparte una locura que tenga nombre de firmeza rara porque la Infanta lo sepa). ISABELA: "Todo amor es invención; engaños son las finezas. No hay hombre firme en el mundo; no hay hombre que ame de veras." INFANTE: Voz, quienquiera que seáis, sois mentirosa y sois necia. Vos cantáis y vos mentís que hay hombre que ame de veras. PORCIA: Carlos, ¿qué es eso? INFANTE: Señora, confieso que fue imprudencia pero llevóme el afecto como soy ejemplo y regla de verdaderos amantes, de voluntades eternas. Aunque es ángel la que canta, es mentirosa la letra. Grosero anduve, fue impulso de amor y fe verdadera. PORCIA: ¿Tanto amáis? INFANTE: (Ocasión tengo Aparte para decirle que es ella la que adoro y la que estimo. ¡Ésta sí el alma me lleva!) Porcia, hermosa, quiero tanto que un idólatra pudiera aprender de mí a adorar deidades de bronce y piedra. Tal es el hermoso objeto. Deidad es y deidad bella, pero temo que es de bronce. (Pienso que amor me despeña. Aparte Quien miente tenga memoria; quien finge tenga prudencia. Porque estos canceles oyen y las mujeres se precian de que les digan amores, no quiero que esto se sepa. Si rey de Sicilia soy, siempre habrá ocasión que crea mi amor Porcia, afición mía. Cuidado, no nos entienda). PORCIA: ¿Qué estará hablando entre sí? INFANTE: Dudo y no sé si me atreva a suplicarte una cosa pero de rodillas sea. Intercede, Porcia mía, Porcia varonil y cuerda, más que la Porcia romana, intercede por mí, ruega a la luz de las mujeres, a la deidad de las reinas, al fénix de la hermosura, al cielo de la belleza que permita que la adore, que me dé sólo licencia para amar, que no pretende ser mi alma tan soberbia que quiera favores suyos ni espero correspondencias. Amar, solamente amar, es mi intención y revienta este amor por boca y ojos porque es tanta su grandeza que en mi corazón no cabe; aunque el filósofo enseña que el humano corazón, con ser parte tan pequeña, es mayor que cielo y mundo. Antes que me des respuesta me voy; porque si dijeron los ojos que no quisiera, no quiero escucharte, Porcia, esperanza mi alma lleva de que lo has de hacer. PORCIA: ¿Quién es la que quieres? INFANTE: Hartas señas te he dado quién puede ser. (Con esto queda suspensa). Aparte
Vase el INFANTE
PORCIA: Dime quién es la que adoras.
Sale MARGARITA
MARGARITA: Yo soy. ¿Quién quieres que sea? PORCIA: Si tú eres y lo oíste, respóndale vuestra alteza.
Vase PORCIA
MARGARITA: Este hombre es el amante más singular. Los poetas que pintan amores raros sólo de Carlos aprendan. Callen Píramo y Leandro, silencio la fama tenga de Apolo y Endimïón. Yo, aunque mejor me parezca Federico, he de hacer rey a este abismo de finezas, a este prodigio de amor. Federico, adiós. ¡Paciencia!
Salen el REY con un diamante, el MARQUÉS y DOMINGO con un retrato de un hombre feroz
REY: Sobrina, cuidado tengo. ¿Has hecho ya la experiencia para conocer cuál es el príncipe que me hereda? MARGARITA: Señor, yo pienso que es Carlos. REY: De que lo pienses me pesa; que a Federico me inclino pero hagamos una prueba que refieren las historias que sucedió a un rey de Persia. Poned allí ese retrato. Éste es de Manfredo, el que era mi capital enemigo que aun pintado me desea quitar el reino y la vida. DOMINGO: ¡Qué catadura tan fiera! O éste es el gran Tamorlán o la gran Pantasilea. REY: Cuélgalo sobre este poste. DOMINGO: Mejor es sobre la puerta ya que parece salvaje. MARGARITA: ¡Vuelve arriba la cabeza! ¿Cómo le pones, villano? DOMINGO: Bien está de esta manera porque ponerlo hacia arriba es cosa cansada y vieja. Y también lo puse así porque no se la cayeran las bragas. MARGARITA: Como ordenaste vienen ya. REY: Los cielos quieran darme indicio y esperanzas que parezcan evidencias.
Salen el PRÍNCIPE y el INFANTE con dos arcabuces
PRÍNCIPE: Aquí nos tienes, señor. Bien nos puedes ya mandar si quieres examinar la agilidad o el valor. De este bélico instrumento gobernado por mi diestra, en esa vega palestra, es esa región del viento, ave no habrá que no tema verter púrpura a tus pies y la garza veloz que es mariposa que se quema en el mismo sol las alas para renovarse luego, tiembla de este halcón de fuego cuyas garras son las balas. Aun el pájaro celeste, favor con alma veloz, que ni tiene pies ni voz seguro no vive de éste. INFANTE: Este rayo, al pensamiento en lo veloz semejante, ave no deja rapante ser bandolera del viento. Aun los átomos que soles parecen despedazados, granos de oro derramados entre luz y tornasoles, el verde campo derriba todo a mis plantas se pone sin que en el aire perdone cosa que parezca viva. DOMINGO: Si quieres examinar cuál es mejor tirador, Carlos sin duda es mejor. Una vez salió a matar palomas por su solaz y habiendo en un verde prado mil palomas y ganado, mató una oveja torcaz, y después al vuelo ha muerto un buey bragado. REY: Sobrinos, tiradores peregrinos dicen que sois. Si esto es cierto, tirando hoy en desafío quiero que os ejercitéis. Aquel retrato que veis es de un enemigo mío. Era su nombre Manfredo. El que mejor le acertare y este diamante ganare llamarle mi amigo puedo. Yo delante no he de estar. Tiradle, por vida mía. (Tras de aquella celosía Aparte los habemos de escuchar).
Retíranse el REY y la infanta MARGARITA
DOMINGO: Aquí me libro, por Dios, porque mi vida procuro y estoy aquí más seguro que ya os conozco a los dos.
Pónese DOMINGO encima del retrato
MARGARITA: Quita, necio. DOMINGO: No me quito que aquí seguro me asiento. Tiren, amigos. PRÍNCIPE: El cuento de Dïógenes repito. INFANTE: Mirando con atención, Federico, este retrato, me parece desacato tirarle. Veneración me causa y estimación. ¿En qué ofende una pintura, remedo de la hermosura que pinta naturaleza? Acertarle no es destreza; tirarle será locura. PRÍNCIPE: Si tú estimas y veneras ese retrato, con él es mi pecho más crüel. Entrañas tengo más fieras. Ni mi cólera moderas ni has de refrenar mi brío. Hágase este desafío. Quién es Manfredo no sé; basta que enemigo fue del rey para serlo mío. INFANTE: Si matar al descuidado nombre de traición nos da, ¿qué ha de ser si este hombre está dormido, muerto o pintado? Por todo le he respetado con secreta simpatía. El tirarle es cobardía. ¿Qué gigante o tigre mato? Tirar a un mudo retrato no es valor ni bizarría. PRÍNCIPE: Yo, Carlos, le quiero mal si tu pecho le venera. Si el original viviera matara al original. Por secreto natural le aborrece el alma mía y parece hazañería decir que le has estimado. Tirar a un lienzo pintado ni es valor ni es cobardía. INFANTE: Ni yo le pienso tirar ni consentir que le tires. PRÍNCIPE: ¿Qué no adviertas? ¿Qué no mires? ¡Que el rey lo pudo mandar! INFANTE: Pongan otro blanco, altar es para mí esa pintura. PRÍNCIPE: ¿Es más que un lienzo? Locura no piedad es la que miro. Apártate, que le tiro.
Dispara
INFANTE: ¡Dura ley, condición dura! PRÍNCIPE: Retrato, no me culpéis si os he tratado tan mal. Por secreto natural mi enemigo parecéis. Feroz aspecto tenéis; algún daño me habéis hecho. Mi corazón con despecho contra vos salta con ira, y cuando pintado os mira, se vuelve a entrar en el pecho. Horror me dais sin espanto. Ni yo os precio ni os estimo. Sangre tenéis de mi primo pues él os venera tanto. Ni sois imagen de santo ni retrato de señor célebre por su valor. Un lienzo sois solamente. Ni en dejaros soy valiente, ni en romperos soy traidor. INFANTE: Retrato bueno y perfeto, yo no sé quién vos seáis, sólo sé que me causáis estimación y respeto. Hablad, romped el secreto. ¿Quién sois que tenéis en mí que estimo después que os vi más ese grave semblante que los visos del diamante que por amaros perdí? Perdone el rey, que ésa es piedad en mí generosa. Este rayo, arma furiosa postrar quiero a vuestros pies. Diga o no diga el marqués que no le quise tirar; pues, si siempre el perdonar valor de hombre se ha llamado, cuando un muerto he perdonado hombre me debo llamar.
Echa el INFANTE el arcabuz a los pies del retrato. Salen el REY y la INFANTA
REY: Salir podemos de aquí y que es, afirmarte puedo, Carlos, hijo de Manfredo. MARGARITA: No me lo parece a mí; que si tú eres generoso y tan magnánimo has sido, sólo a ti te ha parecido en ser agora piadoso. Ésta es frívola experiencia. Ni la niega, ni asegura. REY: Es valiente conjetura ya que no ha sido evidencia. Por secreto natural Carlos le ha sido fïel. MARGARITA: Federico fue crüel. REY: ¿No ves que en quererle mal me parece? MARGARITA: Si elección fuera y no acaso, pensara que es así. REY: También declara la secreta inclinación su sangre. MARGARITA: Engaño verás en la inclinación contino. REY: A Federico me inclino. MARGARITA: Yo también le quiero más. (Carlos, soy agradecida, Aparte y así me esfuerzo y peleo contra mi mismo deseo, aunque me cueste la vida). REY: Federico, este diamante al que acertase ofrecí.
Dásele
PRÍNCIPE: Aunque no le merecí, por tener nombre de amante y ser prenda de tal dueño lo estimaré de manera que todo el orbe y la esfera de este mundo es don pequeño. En éste sirve lo breve, con este hemisferio en quien los rayos del sol se ven haciendo visos de nieve. REY: Esa piedra hermosa os di porque al retrato acertasteis. MARGARITA: Y a vos, porque no tirasteis, os doy aqueste rubí. INFANTE: Símbolo fue de alegría y amatista lo quisiera porque del amor lo fuera. MARGARITA: (Sospecho que es tiranía Aparte que con Federico uso dar a su competidor en su presencia favor. ¡Qué dudoso y confuso el favor! Duden también los dos de quién soy amante). Federico, ese diamante me ha parecido muy bien. PRÍNCIPE: Más visos del tornasol tendrá, señora, en tu mano, y el diamante soberano de los cielos que es. El sol tan brillante no será. INFANTE: (¡Válgate Dios la mujer! Aparte Cuál es al favorecer. A uno quita y a otro da). MARGARITA: Adivinad, primos, hoy cuál es el favorecido. El diamante al uno pido y mi rubí al otro doy. PRÍNCIPE: No tengo que adivinar. Pedir sujección parece. INFANTE: Quien nos da nos favorece. (Más vale fingir que amar). Aparte
Vanse todos por diferentes puertas

FIN DEL ACTO SEGUNDO

Examinarse de rey, Jornada III


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 28 Jun 2002