SEGUNDA JORNADA


Salen MICOL y ANA, criada
MICOL: En efecto, ¿es pastor quien al gigante ha vencido? ANA: Mostró singular valor. MICOL: Mi inclinación ha traído en competencias Amor. Oyendo una voz divina, cobré afición peregrina a un pastor que sol me llama; y, oyendo de éste la fama, Amor con ella me inclina. ¡Mira, qué ciegos errores! ANA: Digo que son tus amores... mas dije, amores andados... de linaje de ganados que anda en poder de pastores. MICOL: ¿El nombre del que venció acaso te ha dicho alguno? ANA: Pienso, señora, que no; mas, ¡si fuesen ambos uno? MICOL: No soy tan dichosa yo. ANA: Una hija ha prometido a este pastor que ha vencido el rey. MICOL: Amor me acobarda. ANA: Y capitán de la guarda es ya. MICOL: Bien lo ha merecido. ANA: Jonatás sale acá fuera; retírate. MICOL: ¡Quien supiera el nombre de este serrano!
Salen JONATÁS y DAVID
JONATÁS: El vestido cortesano te está bien. DAVID: Si tuyo era, ¿cómo puede estarme mal? JONATÁS: Miro en tu fisonomía, David, aspecto real; si fueses rey, yo sería, pues soy tu amigo, tu igual. DAVID: Si el reino te está guardado, yo debe ser tu crïado. JONATÁS: Si te miro, me suspendo, y el alma me está diciendo que has de verte en alto estado. MICOL: (Amor, ¿qué es esto? Yo creo Aparte que im genes son y antojos formados de mi deseo, o son espejos mis ojos en que mi propia alma veo. Éste es sin duda el que espanta al mundo y quien la garganta cortó del gigante ya, y éste mismo es quien me da gloria y pena cuando canta. Loco de placer estoy; mi alma siento lozana). JONATÁS: David, pues tu amigo soy, y el rey te ofreció a mi hermana, a suplicárselo voy de tu parte. DAVID: Si me obligas con acciones tan amigas, hacerme tu esclavo intentas. JONATÁS: Amor manda que lo sientas, pero que no me lo digas. DAVID: Soy tu imán, tú eres mi polo. JONATÁS: Deja razones sutiles.
Vase JONATÁS
ANA: Ya tu pastor queda solo. MICOL: Si le vieran los gentiles, pensaran que era su Apolo. ANA: Gallardo es su talle, a fe; merece que el rey le dé en su casa un grande cargo. MICOL: Si a mostrarle amor me alargo, hazme señas. ANA: Toseré. MICOL: ¿Sois acaso el vencedor de los gigantes? DAVID: (Amor, Aparte pues que me diste ventura para ver esta hermosura, dame tu aliento y favor). Señora, entre mis trofeos más fuerte y dichoso fuera, si venciendo filisteos, mis enemigos venciera. MICOL: ¿Y cuáles son? DAVID: Mis deseos, pensamientos arrogantes, al que maté semejantes a sentir en mí comienzo, y en tanto que estos no venzo, yo no he vencido gigantes. Creciendo van cada día con el alma en la memoria, que los engendra y los cría un casto amor en la gloria que vuestro cielo me envía. ANA: No respondas a eso, calla. MICOL: Es el vencer mucha gloria. DAVID: Si eso es gloria, es vos se halla. MICOL: ¿Cómo? DAVID: Porque es la victoria el precio de la batalla. Para verse coronado suele embestir el soldado como furiosa leona, y así es el premio y corona que en la victoria le ha dado. Por ganar vuestro favor mató al gigante la diestra de este músico pastor, y así la victoria es vuestra aunque he sido el vencedor. MICOL: Ninguna parte me dio el cielo en esta victoria.
Póngase a los pies ANA para toser
DAVID: Tenéis más parte que yo, porque en efecto es más gloria el vencer a quien venció.
Tose ANA
MICOL: ¿Hablé palabra yo agora? ¿Para qué toses? ANA: Señora, la mujer que escucha amores cerca está de dar favores. MICOL: Con modestias enamora. No es escucharle favor. ¿Cómo vos, siendo un serrano, habláis y sentís mejor que el discreto cortesano? DAVID: Mueve mi lengua el Amor.
Tose ANA
MICOL: Pues, ¿qué he dicho? ANA: Es la alabanza indicio de ser querido, y suele dar esperanza. MICOL: Mas esta vez has tosido, porque ésta es buena crïanza. ¿Amor vuestra lengua mueve? DAVID: Todo a su poder se debe, que con dulce amor süave el hombre bárbaro sabe y el que es tímido se atreve. MICOL: Pues ciencia y atrevimiento del Amor el hombre alcanza, decid vuestro pensamiento. ANA: ¿Y aqueso es buena crïanza? MICOL: Yo lo enmendaré al momento. El pensamiento decid a mi padre porque os den el premio de vuestra lid. ¿Enmendélo bien? ANA: Muy bien. DAVID: Y si se atreve David sin primero conquistar vuestro gusto, ¿no es errar la atrevida pretensión? MICOL: Igual es la inclinación. ANA: ¿Y eso se podrá enmendar? DAVID: (Prendas me ha dado y señales Aparte de inclinaciones iguales. ¡Animo, altivo deseo!) Como en esos ojos veo las esferas celestiales, busco la estrella divina que tanta hermosura inclina a cortos merecimientos. MICOL: Siendo vuestros pensamientos como mi amor imagina, fuerza de méritos fue, no de estrellas; y jüeces los mismos ojos haré. ANA: Si he de toser tantas veces, con asma pareceré. Aunque ya no hay que avisar, todo el corazón mostraste. MICOL: No sabe el Amor callar. DAVID: Tu merced inmensa baste, que no la sabré gozar. MICOL: (Darle quisiera esta banda Aparte pero la razón me manda que más a mi honor acuda. De esta suerte estará en duda; si la doy, en puntos anda mi amor de no ser modesto). David, pues el cielo os dio discreción y amor honesto...
Deja caer la banda
DAVID: Esta banda se os cayó. MICOL: Hablad a mi padre en esto. Ya sabéis que tengo hermana y de la victoria ufana vuestro premio podrá ser; y así podéis escoger otra luz más soberana. DAVID: (Así sabré si la dio). Aparte Esta banda se os cay¢. MICOL: Y también debéis notar que ha sido galantear todo aquesto, y amor no; porque tengo exento el cuello de las licenciosas llamas del Amor tirano y bello... DAVID: ¿No la tomáis? MICOL: ...que las damas tratan de amor sin tenello. DAVID: Ésta es vuestra. MICOL: Y si otro día veros pudiere, os veré con la misma cortesía.
Vase MICOL
DAVID: Pues no la quiso y se fue, favor es. La banda es mía. Fortuna, el cielo, el amor hoy levantan un pastor a la esfera de la luna; mas, ¿qué amor, cielo o fortuna sino mi eterno criador? Gracias te doy infinitas, Santo Dios, por mi victoria.
Salen SAÚL y JONATÁS
SAÚL: (Envidia y rabia vomitas Aparte en mis ojos con la gloria que por un pesar me quitas. Todo el pueblo le bendice, y a las hazañas que hice las de David adelanta: dulces canciones le canta; mil alabanza le dice. Su fama será homicida, pues, sin razón y sin ley le pienso quitar la vida). DAVID: Si es la palabra del rey ley, una vez prometida, señor, a Micol me da, pues que pacto tuyo fue. Nobleza en mí se hallará. Hijos soy del gran Jesé y del tribu de Judá. Si me cumples mis deseos, traeré doscientas cabezas de soberbios filisteos. Despojaré las riquezas de sus bárbaros trofeos. Navegaré el mar profundo por el oro sin segundo del cabello de Micol. Émulo seré del sol y daré vueltas al mundo. Traeré a tus puertas rendido al león tan presumido que en los ásperos desiertos duerme, los ojos abiertos, por no parecer vencido. De incultos montes ufanos osos te traeré sin cuenta que miel hurtan los veranos, y el invierno los sustenta sólo el humor de sus manos. Si me cumples mi deseo, seré tu músico, y creo que no me podrá igualar Arión en medio del mar ni en los infiernos Orfeo. Versos haré donde sean tus hazañas soberanas perpetuas como desean y en las memorias humanas se celebren y se lean. SAÚL: Jonatás. JONATÁS: ¿Señor? SAÚL: Muy corta será su gloria y funesta; mátale luego, que importa. DAVID: ¿Qué respondes? SAÚL: La respuesta dará Jonatás.
Vase SAÚL
DAVID: Bien corta la dejas; mucho recelo que no son mercedes largas. JONATÁS: (En tan triste desconsuelo, Aparte salid, lágrimas amargas, pidiendo piedad al cielo). DAVID: Si el rey me deja contigo, que seré dichoso digo. Amigo, si en este nombre todo su amor muestra el hombre, mira que te llamo amigo. ¿Qué dice el rey? ¿Por qué esconde tu rostro los ojos, donde pudiera ver el suceso? Mas, ¡ay, Jonatás!, con eso me dices lo que responde. No te entristezcas y penes; que si el rey no quiere darme hija, riquezas ni bienes, no puede al menos quitarme el mucho amor que me tienes. Con él viviré contento. JONATÁS: ¡Ay David! Mayor tormento es el que debes tener, y así te he querido hacer la salva en el sentimiento; primero sentirle quiero porque llegue más templado a tu alma. DAVID: Considero que le sentiré doblado si tú le sientes primero. No des lágrimas, despojos del alma; empieza a contar rigor, tormento y enojos, que ya los quiero llorar porque descansen tus ojos. JONATÁS: (Lleno de envidia y crueldad Aparte manda el rey que David muera, pero en la futura edad será mi fe verdadera ejemplo de la amistad. La paternal reverencia no tiene fuerza de ley, que el cielo me da licencia para que al padre y al rey pueda negar la obediencia). Como la gala te canta el pueblo, teme y se espanta, y ser me mandó traidor que quiso hacer a mi amor cuchillo de tu garganta. Huye, que el peligro es fuerte. DAVID: ¡Ay, mi Jonatás! Advierte qué breve, qué transitoria es de este mundo la gloria: juntas andan vida y muerte, gloria y pena, vencimiento victoria, gusto y tormento. Hoy vencí los filisteos; hoy levanté mis deseos; hoy soy nada en un momento. ¿Cómo procura la gente honra, con el desengaño de que pasa velozmente? Era símbolo del año una enroscada serpiente, y es imagen, si se advierte, a la vida parecida, porque toca de esta suerte la cabeza, que es la vida, en la cola, que es la muerte. En un círculo, en esfera, anda, si se considera, el hombre: llorando nace, honras busca y reinos hace, y al fina vuelve a ser lo que era. Jonatás, ¿qué me aconsejas? JONATÁS: Ningún discurso me dejas con tu suerte desdichada, que tengo el alma ocupada de tus desdichas y quejas. Escóndete en mi aposento; huye del rey la presencia. DAVID: Si Dios no rige su intento, su rigor y su sentencia serán humo, serán viento.
Vase DAVID. Salen SAÚL y URÍAS, capitán, MICOL y JOAB
SAÚL: Demonios, yo soy origen de las penas que os corrigen. ¿Qué buscáis?
Saca una lanza
JONATÁS: ¿Qué es esto, Urías? URÍAS: Las locas, melancolías que al alma del rey afligen, aquel espíritu malo que suele darle tormento en medio de su regalo. SAÚL: Demonios, ¿qué es vuestro intento, si en la soberbia os regalo? Región de espíritus llena, no soy yo quien te condena que me afliges con recelos. Hagamos guerra a los cielos, pues todos tenemos pena. ¿Queréis que con esta lanza vuelva a edificar la torre de la soberbia venganza? Como Dios no me socorre peno yo sin esperanza. Tormento inmenso me dan estos hijos de Datán. Si cielos y estrellas piso, me comeré el paraíso y me tragaré el Jordán. Déjenme todos y estén llorando mi mal si crece. No vibro esta lanza bien porque más gloria merece un serrano de Belén. JONATÁS: Señor, ¿quieres que te cante David y el demonio espante que te atormenta? SAÚL: Pues, di, ¿vivo le has dejado? JONATÁS: Sí. SAÚL: Y el que mató aquel gigante, ¿no me puede a mí matar? JONATÁS: No, que es mucha su virtud. SAÚL: Véngame luego a cantar, que su arpa es la salud que mi mal ha de templar.
Vase JONATÁS
¿Cómo el cielo me dejó tan breves los intervalos del mal, si mi alma cayó con los espíritus malos, oponiéndome a Dios yo? En las esferas más bellas de la gloria de Dios sola ángel fui, y dragón fui en ellas pues derribé con la cola tres partes de las estrellas.
Salen JONATÁS y DAVID
JONATÁS: David, a mi padre ofende el espíritu que enciende su alma en fuego sin quietud. No mires su ingratitud; su gran tormento suspende. Con esa arpa, figura de algún misterio secreto, pues puede tanto, procura templar el rigor y efeto de su tormento y locura. DAVID: ¿Quieres que le cante aquí? JONATÁS: Mejor será retirado y estarás seguro así; que estando el rey enojado, tengo recelo de ti.
Vase DAVID
SAÚL: Digo que el cielo es crüel en la justicia que ha hecho con este rey de Israel, pues se han entrado en mi pecho los que no caben en él. Los ojos tengo encendidos de rabia contra el eterno hacedor de mis sentidos, pues hace mi pecho infierno de los ángeles caídos.
Canta dentro un MUSICO
MÚSICO: Como el árbol que plantado está entre cenefas verdes de algún caudaloso río y su fruto a tiempo ofrece, así es el hombre dichoso que, contemplando en su muerte, teme a los cielos divinos y vive templadamente; que quien al cielo teme ciertas señales de su gloria tiene. SAÚL: Deja esa divina voz mis espíritus alegres. Las cuerdas de este instrumento voces del cielo parecen; entre su dulce armonía mi tormento se suspende. MICOL: (Y a mí me mata de amor). Aparte SAÚL: Cante más, que me divierte. MÚSICO: Recuerde el alma dormida; avive el seso y despierte; porque la vida se pasa como las aguas corrientes. Minutos son sus edades; sus glorias son horas breves; sueños son sus pasatiempos; marchitas flores sus bienes; que quien al cielo teme, ciertas señas de su gloria tiene. SAÚL: Con la salud que me da, mi envidia y cólera crecen; sanar tengo de la envidia aunque me mal me atormente. ¡Tras de tantas alabanzas, daránle el reino las gentes! Mas no darán; como agora con aquésta le atraviese. Recibe allá aquesta lanza, músico que me entretienes el alma con gloria y pena.
Tírasela
JONATÁS: Señor, espera, detente. (¡Ay, amigo de mi vida!) Aparte MICOL: (¡Ay, dulce dueño que tienes Aparte las llaves de mi albedrío!) ¿Matóle? URÍAS: No, velozmente huyó del golpe David, y clavada en las paredes quedó vibrando la lanza. SAÚL: ¿Que no le alcanza la muerte? Su fortuna es milagrosa! Competir conmigo puede; mucho temo este serrano. JONATÁS: El dijo, y discretamente, que quien al cielo teme, ciertas señales de su gloria tiene.
De rodillas
Señor, de tu ingratitud podrá admirarse la gente; esa cólera reprime; basta que a Micol le niegues. ¿Por qué le quieres matar y quitar del reino quieres el hombre más esforzado y el corazón más valiente?
De rodillas
URIAS: Famoso rey, considera que su música detiene tu grave mal, y su brazo nuestros enemigos vence. Razón será, gran señor, que esa cólera refrenes, y no le des a David la muerte que no merece.
De rodillas
MICOL: Si son, señoras, poderosas retóricas de mujeres para persuadir a tiempo la voluntad de los reyes, mira que es David humilde, benigno, manso y pretende servir y amar tu persona en acciones diferentes. Si en los ejércitos mata y en tu palacio suspende, con su arpa y con su lanza, dos enemigos tan fuertes, no quieras nombre de ingrato, ni a quien tu vida promete le busques la muerte indigna. Oye a Dios, que dice siempre que quien al cielo teme, ciertas señales de su gloria tiene. SAÚL: (Como mi mal es envidia, Aparte más con estos ruegos crece, porque le alaban, pidiendo que vivo y en paz le deje). ¿Qué es lo que queréis? TODOS: Su vida. SAÚL: ¿Qué es lo que teméis? TODOS: Su muerte. SAÚL: (Ésa tendrá de otro modo). Aparte Levantad, ya se os concede. JONATÁS: Vivas en paz largos siglos. SAÚL: Honrarle quiero de suerte que hoy tiene de ser mi yerno. MICOL: Aquí es bien que el alma tiemble. ¿Si seré yo la dichosa? ¿Si será mi hermana? URÍAS: Debes a tu palabra el hacerlo. SAÚL: Tráele, Jonatás. JONATÁS: Alegre voy a buscarle.
Vase JONATÁS
MICOL: (Confusa Aparte el rey mi padre me tiene. No ha dicho con quién le casa, pero es estar yo presente hace mucho en mi favor. ¡Dichosa, si así sucede!) SAÚL: (Su tálamo será tumba. Aparte Entre las bodas alegres le cogerá descuidado la muerte que le previene mi envidia).
Salen JONATÁS y DAVID
DAVID: Decir podemos que juego y burla parecen los sucesos de este mundo. Sólo el cielo los entiende. JONATÁS: Parece, David, tu historia un libro de vanas suertes: blanca una hoja se halla cuando otra negra se vuelve. Llega. DAVID: Postrado a tus pies está aquél que no se atreve a besarlos sin licencia. SAÚL: Por estos brazos se truequen. Levanta, y dale tu mano a Micol, que bien merece ser yerno de un rey el hombre que tales gigantes vence. DAVID: Lleno de gloria me dejas; tus pies besaré mil veces. Vivas más que aquellos padres de quien los tribus descienden. Hermosa Micol, perdona, que te pido indignamente la mano. MICOL: Al rey obedezco. JONATÁS: Dos siglos viváis alegres. DAVID: ¿Quién dijera, no ha un momento, Micol divina, que excedes al sol, tan dulce suceso? MICOL: ¡David, que tanto me quieres!
Danse las manos MICOL y DAVID y vanse SAÚL y JONATÁS
DAVID: Si la hermosura de tus ojos veo, Argos holgara ser, porque creciera la gloria de mirarte; que tuviera la vida de las fábulas de Anteo. Las lenguas de Babel tener deseo para alabarte más, y ser quisiera la trompa de la fama bachillera; mi Eurídice será, yo tu Orfeo. [..... ] [..... ] [..... ] [..... ] [..... ] [..... ]
Vanse. Salen JESÉ, LISARDO y VELANIO, pastores
VELANIO: Jesé famoso, las veces que tus ganados visitas, parece que a nuestros campos el alba presta su risa. Reconociendo a su dueño, crecen y multiplican los rebaños, que en las faldas del verde Líbano miras; y si el campo y los ganados reciben esta alegría, ¡Qué gloria habrá en los pastores que a su dueño comunican! LISARDO: Con la ausencia de David, en tristes melancolías campo, ganado y zagales su sentimiento publican; mas ya que de sus victorias las repúblicas se admiran, y tú nos ves, decir puedo que las lágrimas no quitas. Si acaso estás del camino cansado, las sombras frías de estos árboles y peñas a sueño y ocio convidan. Goza del sitio apacible que el rumor del agua brinda a beber de sus cristales y a dormir en sus orillas, y en tanto que tú descansas o del sueño son vencidas esas luces de tus ojos, una rústica comida prevendremos, cuyo postre será de una tosca lira la música, a cuyas voces Velanio dirá poesías. No será la voz süave de David que detenía las corrientes de las aguas con voz y arpa divina. Sus versos sacerdotales llenos de sentencias ricas de voces ricas y ocultas y de faces peregrinas, claro está que han de exceder los versos de un romancista como Velanio, poeta del vulgo de nuestra villa. Aunque aquí nos amenaza, ¡miren qué Apolo!, que un día tiene de colgar la pluma; hacerlo será justicia para que muera ahorcada pluma tan necia, y no escriba cosas que necios alaben y los hombres sabios rían. Mas, al fin, te podrán dar, no admiración, pero risa y verás de nuestras almas una voluntad sencilla. JESÉ: Todo lo acepto, Lisardo. En estas palmas sombrías, que a mover sus largas hojas blando al céfiro porfía, ofreceré al dulce sueño los ojos que solicita. y en tanto traeréis vosotros pan reciente y natas limpias.
Vanse los pastores
Inmenso Dios de Israel, que entre aladas jerarquías de espíritus, mensajeros de vuestra corte divina, estáis gobernando el mundo, si ha de ser para que os sirve la privanza de David, su padre os le sacrifica. Siga la corte y la guerra; vuestros ejércitos siga; pero si no ha de serviros, vuelva a sus selvas antiguas. De los amigos de corte, como sombras fugitivas, que desvanecen, si llega la noche de las desdichas, de las mercedes reales, que los linces de la envidia están siempre murmurando, vuelva a sus selvas antiguas. De las máquinas confusas y pretensiones prolijas, donde se anegan al hombre o la paciencia o la vida; de la envidiada privanza, vana y loca, pues confía en la voluntad del hombre, vuelva a sus selvas antiguas.
Sale un ÁNGEL
ÁNGEL: Jesé, hijos de Abrahán, si el alma casi divina ociosa no está en el sueño, escucha mis profecías. JESÉ: Angel de Dios, yo te escucho. ÁNGEL: Al esperado Mesías llamarán flor de Jesé. JESÉ: ¿Luego será de mi línea? ÁNGEL: Tú eres el tronco del árbol cuyas ramas peregrinas darán la divina flor. JESÉ: ¡Oh, quién lo viera! ÁNGEL: Oye y mira: Éste que tiene su frente de una corona ceñida y una arpa que es figura de la cruz sagrada y rica bien conoces que es tu hijo. Rey ha de ser en tus días que Dios le tiene guardadas victorias casi infinitas. En esta mujer hermosa, esposa que es hoy de Urías tendrá el hijo que la sigue, rico de oro y piedra fina. Es Salomón, y su ciencia dará al mundo maravilla y a Dios un templo famoso de una fábrica no vista. El siguiente es Roboán y en su tiempo divididas serán las tribus, y el reino dividirá su justicia. Éste del arco y la flecha es Josafá --significa jüicio de Dios; será de vanas idolotrías gran perseguidor, temido de Arabia y de Palestina. Es el de la jerga tosca el santo Rey Ezequías --que es fortaleza de Dios--, temido del rey de Asiria; abrirá el templo cerrado tornando a las ara pías los debidos sacrificios de los devotos levitas. Es el que le sigue y tiene la cana barba crecida por larga edad, Manasés que el olvido significa, mancebo será vicioso y en sus postrimeros días hará la gran penitencia que muestra su disciplina. Y el siguiente, que en la mano un ramo lleva de oliva, señal de paz y victoria es el celoso Josías --fuego del Señor se dice-- desde su edad primitiva derribará las estatuas de las deidades fingidas. El de la cadena al cuello es el triste Jeconías que en Babilonia ha de ver su persona real cautiva. Hasta aqueste cautiverio habrá de tu recta línea catorce reyes, después catorce duques y guías del pueblo. Y éste que pasa Jacob es, que al cielo mira llamando la redención por quien los padres suspiran. Josef es éste, su hijo, cuya alma cándida y limpia tendrá virgen santidad y humildad jamás oída; padre será putativo del soberano Mesías, esposo y deudo de aquella madre del sol de justicia. Ana es ésta que se sigue, y su santidad daría envidia al ángel más santo si en ellos cupiera envidia. Abuela será de Dios, alba rosada y divina, madre del virgen lucero, y como el sol, escogida. Este niño penitente que lleva la santa insignia del cordero y le señala con el dedo, es el Bautista; precursor será de Cristo, alba y lucero del día, primo suyo, aunque otro tribu dará al padre, Zacarías. Éste que el sol reverencia y a sus bellos pies se inclina la luna, y el cielo sirve de manto que la cobija, es el cedro levantado, ciprés, huerto, fuente viva, estrella del mar y palma, vara de José y María. La flor de Jesé a su lado lleva su báculo encima y la llave con que el cielo abrirá por sus heridas Ésta es, Jesé venturoso, la descendencia divina, y el árbol cuyas raíces son tu honestidad y vida.
Vase el ÁNGEL
JESÉ: Divino espíritu, espera. Dichoso el hombre sería que con los ojos del cuerpo viese cosas tan divinas. ¡Válgame el cielo! ¡Qué sueños, qué divinas fantasías, qué celestiales visiones ha tenido el alma mía! Lleno de gloria me siento; el alma me profetiza perpetuo gusto; en el pecho hallo nuevas alegrías. Santo Dios, santo inmortal los querubines os digan. Gran Señor, bendiga el hombre vuestras sombras peregrinas. Ocio, sueño ni descanso, sombras, aguas y comida esperar no quiero,. Adiós, selvas sagradas y ricas, a morir iré contento pues que una pintura viva de aquel siglo venturoso Dios me ha mostrado en mis días.
Vase JESÉ. Salen DAVID y MICOL
DAVID: Agora diré mejor que te quiero, pues poseo tu peregrino valor; el primero fue deseo y éste de agora es amor. Amo siempre, no faltando amor durmiendo o velando, que como el alma hermosa en el sueño no está ociosa, durmiendo te estoy amando. MICOL: Si amas despierto y dormido, el sueño imagen ha sido de la muerte de su dueño; claro está que amor en sueño es imagen del olvido. Es amor desordenado el que en sueño ha de pasar y así Micol más ha amado, que no duerme por amar con amor más conservado.
Sale ANA, criada
ANA: ¡Señora, señora! ¡Apriesa, esconde a David! MICOL: ¿Por qué? ANA: Porque aquí viene el rey. MICOL: Cesa, que ya nos dices a qué, si al rey de mi bien le pesa. ANA: Con armada gente viene. MICOL: Mi esposo, matarte tiene, si no te escondes o vas. DAVID: (Fortuna, ¿no me dirás Aparte quién te mueve o te detiene? Gustos me das con enojos cual niño tierno que aprisa tiene diversos antojos: a un tiempo, en la boca risa y lágrimas en los ojos. Sol de invierno me pareces: sales tarde, aprisa subes, y cuando más resplandeces, entre celajes de nubes tus rayos, desapareces. Comedia son tus verdades: entran y salen figuras haciendo más novedades en dos horas mal seguras que el mundo en sus tres edades). Hermosa Micol, licencia no te pido, ni te abrazo, que quiero en esta violencia morir más en tu regazo, que no morir en tu ausencia. Si es muerte la ausencia mía, muera yo en tu compañía porque, mi cuerpo deshecho, puedas mirar en mi pecho el mucho amor que tenía. MICOL: Pon encima de mi cama un bulto de los vestidos de David.
Vase ANA
DAVID: ¿Por qué? MICOL: Quien ama tiene vivos los sentidos. ¡Ay, mi bien, la gente llama! Por esa pared desciende del jardín, y desde aquí podré ayudarte; defiende la dulce vida, que así amo yo y el rey ofende. Mi alma va en tu compañía, que, como suele causar olvido la ausencia impía, si tu alma quiere olvidar, no la dejará la mía. Desciende aprisa, señor. DAVID: ¿Quién te da fuerzas? MICOL: Amor. ¿Te acordarás? DAVID: No. MICOL: ¿Por qué? DAVID: Porque nunca olvidaré. MICOL: Luego, ¿fe tendrás? DAVID: Mayor. MICOL: ¿Y la ausencia? DAVID: No es ausencia si hay amor. MICOL: ¿Qué amor? DAVID: Inmenso. MICOL: ¿Es mi igual? DAVID: Con tu licencia diré mayor. MICOL: ¿Cuánto? DAVID: Pienso que no tiene competencia. MICOL: Tenme amor. DAVID: ¿Cómo? MICOL: Presente. DAVID: Veráslo. MICOL: ¿En qué? DAVID: En mi cuidado. MICOL: Vete y queda. DAVID: Queda y vente. MICOL: Adiós, David desdichado. DAVID: Adiós, mi divina ausente.
Vase DAVID y sale un SOLDADO
SOLDADO 1: ¿Dónde está David? MICOL: Entiendo, soldados, que está durmiendo. Desde aquí le podéis ver. (Yo les quiero entretener Aparte que así no le irán siguiendo). En la cama está acostado; dejadle dormir, que creo que está enfermo y desvelado. SOLDADO 1: (Dice bien, allí le veo). Aparte La cama ha de ser sagrado; que se deben respetar de Micol, el lecho y salas. MICOL: (Miedo, fama, tiempo y mar, prestadle todas las alas para que pueda volar; pero déselas mi amor, que las tiene bien crecidas. Huye, David, vencedor, que a su tiempo las hüidas son la victoria mayor. Si te mostraron los cielos de algún muerto la visión, huye sin tener recelos; que será mi corazón muerto de amor y de celos. Si te sintieres llamar a las espaldas, procura no temer, sino pasar porque será mi ventura que no te puede alcanzar. Si, cuando corriendo vas, delante fuere un gigante, huye sin temer jamás, que es mi amor que va delante porque al tuyo deja atrás. Viéndote, mi bien, partir, suspirar quiero y gemir, para que pueda mi aliento añadir fuerzas al viento con que te ayude a hüir).
Sale el rey SAÚL
SAÚL: ¿Habéisle muerto? SOLDADO 1: Señor, durmiendo está, y esperamos que vengas. SAÚL: Muera el traidor en su misma cama. SOLDADO 2: Vamos a ejecutar su rigor.
Entran los SOLDADOS
MICOL: Señor, ¿para qué procuras borrar así los matices que pusiste en tus pinturas? A ti mismo te desdices, si deshaces tus hechuras. En deshacer lo que has hecho decir que hacer no supiste, y así es culpado tu pecho en deshacer los que hiciste, o en hacer lo que has deshecho.
Salen los SOLDADOS
SOLDADO 1: Burlado estás. SAÚL: ¿Cómo? SOLDADO 2: Un bulto, una estatua de un vestido es, y David está oculto. SAÚL: Por ese jardín se ha ido. ¿Cómo viva no sepulto hija tan mala? MICOL: Señor, es mi esposo, tengo amor; vivo, en él guardo mi vida. SAÚL: ¡Que el cielo santo me impida la muerte de este pastor!
Sale JONATÁS
JONATÁS: Con más soberbios trofeos te procuran defender esta vez los filisteos. SAÚL: ¿Qué me puede suceder si no logro mis deseos? JONATÁS: ¡Armas, señor! ¡Armas! ¡Guerra! Que entra talando tu tierra el contrario pertinaz. SAÚL: Mal tendrá segura paz quien sus soldados destierra.
Vanse y salen el REY de los filisteos y algunos SOLDADOS con él
REY: Agora que la trompa y caja incita al gran amalaquita y filisteo, y las montañas veo levantadas de quien están cercadas las ciudades, a cuyas majestades no se atreven los bárbaros que deben sujetarlas, yo pienso derribarlas por el suelo, si el intrépido celo de mi pecho de tu valor se viere satisfecho. SOLDADO 1: La gran Jerusalén y Palestina hallarán su rüina lastimada en la ocasión primera, porque espero de Golías el fiero la venganza. Anime mi esperanza a tu deseo, que al grande filisteo, a quien mataron los mismos que temblaron su grandeza, del mismo rey ofrezco la cabeza. REY: Ejército copioso, bravo y fuerte, de aquesta misma suerte habrá ya entrado al reino deseado que ha regido Saúl el atrevido, y si consiente el cielo que la gente marche junta, la grandeza difunta del gigante restauraré arrogante, y a sus huesos por túmulos daré dos montes de ésos. SOLDADO 1: La soberbia cabeza de tu primo a restaurar me animo, rey famoso, y en túmulo pomposo de oro fino, robado el palestino en esta guerra, en tu dichosa tierra sepultada se verá levantada al sol que admira, y en la funesta pira y ara negras la venganza verás con que te alegras. SOLDADO 2: Rey famoso amalaquita, por el ejército altivo, al parecer fugitivo, pasa un mancebo israelita. Viéndole, afirmó un soldado que es el fuerte vencedor de tu primo. REY Y fuera error no prenderle. SOLDADO 2: Ya está atado.
Vase
REY: Traedle. SOLDADO 1: Si él dio la muerte a Golías el famoso en tu ejército famoso sucederá feliz suerte. Los altivos filisteos están ya por la otra parte con ánimo de vengarte; no tendrán tales trofeos.
Sale DAVID, atadas las manos
DAVID: (Salen del mar en dilatados ríos Aparte las aguas, y una vez con paso lento, haciéndonos dudoso el movimiento, bañan los prados y árboles sombríos; ahora cobrando caudalosos bríos y en alas de cristal curso violento, émulos del humano pensamiento, del mar tornan a ver los peces fríos. De tierra nace el hombre y de esta suerte a pasos mide el mundo peregrino, ya con bien, ya con mal, ya en paz, ya en guerra. ¿De qué me sirvió,pues, el huir la muerte si al fin el hombre por cualquier camino, volver tiene a su centro que es la tierra?) SOLDADO 2: Éste es, rey, el fugitivo. DAVID: (Mi muerte es cierta sin duda Aparte si la industria no me ayuda). SOLDADO 2: Aquí le tienes cautivo. Sin duda es el vencedor del magnánimo gigante. REY: ¿Quién eres? DAVID: Un caminante que va siguiendo el amor. Soy un hombre, y no soy poco, que un asno pudiera ser y también una mujer. SOLDADO 1: Parece que este hombre es loco. DAVID: Soy un hombre con dos pies; de mi Dios soy el efeto; soy un animal discreto; soy un árbol al revés. REY: ¿De dónde vienes? DAVID: De dónde vengo, de dónde vendré, Dios lo sabe, no lo sé. SOLDADO 1: Como loco te responde. REY: ¿A dónde vas? DAVID: Claro está que quien no sabe ni tiene memoria de dónde viene que no sabe a dónde va. No preguntara un borrico más que vos. Dime, y perdone, si aquéste es rey o persona. SOLDADO 1: Persona y rey. DAVID: ¿Y es muy rico? SOLDADO 1: Treinta mil soldados rige. DAVID: ¿Todos de caras redondas? REY: En seso no le respondas. DAVID: Pues, yo con seso lo dije. Rey de bofes y livianos, rey de entrañas y tripas, rey de vino, rey de pipas, manda desatar mis manos, o a todos anegaré; que soy, para haceros mal, el diluvio universal. Soy el arca de Noé. Temblad de este corazón que si sois rey y persona, yo también soy la tahona adonde estuvo Sansón. Y vosotros, mentecatos, ¿para qué me habéís traído ante un rey descomedido, rey de negros y mulatos? Tomad aqueste rocío que soy alba que amanece. SOLDADO 2: Digo que a David parece, si no es él. REY: Es desvarío. ¿Cómo un loco se os antoja que es David, el vencedor? DAVID: Esta cara de traidor es el necio que me enoja. Llega y la mano me besa, o al cielo en espacio poco por tus hombros subo. Un loco como un monte diz que pesa; ¿es verdad? SOLDADO 1: Sí. DAVID: Aqueste parche al ojo podrás traer. REY: Libre le dejad volver. Marche el ejército, marche.
Vase el REY con SOLDADOS
DAVID: Marche, pues que otro ha marchado que sin orden volvió ya. SOLDADO 2: Otro te desatará; un loco ha de estar atado.
Vase
DAVID: A fe, que David se acuerde de este locura en que ya es bien que el alma recuerde. Dulce vida, en seso está quien por vos el seso pierde. Desdichas bien dignas son de quien dejó su ganado por cortesana opinión; quien vive alegre en su estado ése sólo está en razón. Bajé tras mi confusión, subí tras mi pensamiento. El que no tiene ambición cuerdo está y dirá contento que los otros locos son.
Bajan los hermanos de DAVID
Por esta montaña veo bajar gente. ¡Oh si ya viera el dulce fin que deseo a la vida lastimera en que mis años empleo! Dios de Israel,. ¿hasta cuándo he de andar peregrinando por varios pasos? Detén mi pesado mal, o el bien que va para mí volando. HERMANO 1: ¿Es David? DAVID: Sí. ¿Quién le llama? HERMANO 2: Quien lo busca, quien lo estima. DAVID: Hermanos, que esta alma os ama, ¿dónde vais? HERMANO 1: Hoy nos anima a cosas nuevas tu fama. DAVID: No pensé que érades vivos. HERMANO 2: Con otros muchos soldados que aquí viven fugitivos, por pobres y desdichados, entre esos montes altivos deudas nos tienen agora, que juntos trescientos vemos., Rey serás dentro de una hora si quieres que coronemos esa frente vencedora. DAVID: ¿Son delincuentes hüidos? HERMANO 1: No, sino pobres perdidos por deudas como las mías. DAVID: Rey seré, como el Mesías de tristes y de afligidos. La corona acepto. Cielo, ¿qué fin tendrán estos casos? Nuevos peligros recelo.
Sale un SOLDADO
SOLDADO: Siguiendo vengo tus pasos, con curso no, mas con vuelo; dame albricias. DAVID: Di, ¿por qué? SOLDADO: El rey Saúl es ya muerto. Los montes de Gelboé podrán decir cómo es muerto, que allí la batalla fue. Jonatás también murió. DAVID: ¿Qué dices? SOLDADO: Murió tu amigo. A ambos, a dos, los mató el ejército enemigo. A Saúl encontré yo herido y sin esperanza de vivir, diciendo así: "Dadme muerte sin tardanza;" pero yo le obedecí y atraveséle mi lanza. La corona le quité y de un brazo el armadura. Tuyas son. Rey eres. DAVID: Fue su muerte mi desventura. ¡Ah, montes de Gelboé! ¡Maldígaos Dios! El rocío del alba cándida frío nunca en vosotros descienda. La nieve helada os ofenda. Secos os deje el estío. ¡Ay, Jonatás! ¡Ay, mitad del alma! ¡Ay, perdido bien! Salid de vuestra ciudad, hijas de Jerusalén; sobre sus huesos llorad. Rey amigo, yo os prometo vengaros del enemigo; y tú, traidor indiscreto, bien mereces el castigo, si al rey perdiste el respeto. ¿Al ungido de Dios diste la muerte? Aunque él la pedía, ¿por qué al cielo no temiste? Toma de la mano mía estas albricias.
Le mata
SOLDADO: ¡Ay, triste! DAVID: Jonatás muerto, ¿y yo vivo? Saúl muerto, ¿y vivo yo? ¿Cómo, si pena recibo, la pena no me acabó? ¡Humano bien fugitivo! Rasgaré mis vestiduras, y les daré sepulturas. ¡Tales son las majestades de esta vida: vanidades, sueños, sombras y locuras! Dios, tu bondad me aficiona. Justas son, mi Dios, tus leyes, pues dándome la corona me avisas como a los reyes jamás la muerte perdona.

FIN DEL SEGUNDO ACTO

El arpa de David, Jornada III  


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 26 Jun 2002