EL INGENIOSO ENTREMÉS
DEL EXAMINADOR MISER PALOMO

Antonio Hurtado de Mendoza

Texto basado en una edición crítica preparada por Eric W. Vogt y luego editado de nuevo en la forma presentada aquí en 1995 por Vern Williamsen.


 Hablan en él las personas siguientes:
Sale MISER PALOMO, lo más ridículo que pudiera vestirse, y LUQUILLAS, su criado, con una lista en la mano, y un MESONERO santiguándose
MISER PALOMO: No tiene que admirarse, amado huésped, que esta comisión, muy verosímil, y la ocasión que digo, es urgentísima; yo he de exceder mi oficio rectamente, mi caro albergador. Ya sabe el pueblo que ha venido el doctor Miser Palomo a examinar a todo buscavida, sabandijas del arca de la corte, donde se acoge tanto vagamundo como en diluvio universal del mundo. MESONERO: Por cierto, vuesasted, Dios le bendiga, trae tan gran comisión. MISER PALOMO: "Como barriga", iba a decir, el bien barbado huésped. Ya le entendí. Prevenga, elija, escoja un tribunal, a quien yo soy decente, que me autorice; no, ¡que me sustente! MESONERO: Dígame, vuesasted y haráse luego, ¿cómo tan gordo está? MISER PALOMO: Soy veraniego. MESONERO: Solemne bellacón parece el dómine. MISER PALOMO: Preguntador parece el mesonista. MESONERO: Aquí la silla está.
Siéntase [MISER PALOMO]
MISER PALOMO: Comodabúntur ego mecum sentare. MESONERO: Poco a poco. que si en latín vuesa merced se sienta, se nos caerá la casa en buen romance. MISER PALOMO: No osará, que también comisión traigo para que no se caiga cosa alguna. MESONERO: Parece comisión de la fortuna. MISER PALOMO: ¿Chistecico en mesón? A espacio, espacio. ¿Nada nos queda ya para palacio?
Vase el MESONERO y sale el TOMAJóN
TOMAJÓN: Beso a vusted las suyas muchas veces. MISER PALOMO: No vi agradecimientos tan tempranos, ¿pues cuándo le he besado las manos? TOMAJÓN: Soy astrólogo yo en cortesía. MISER PALOMO: ¡Bueno, que ya se besa en profecía! ¿Qué tiene por acá? TOMAJÓN: Miser clarísimo, de tomajón deseo examinarme. MISER PALOMO: Es oficio barato y muy sabroso, aunque en la corte ahora vive ocïoso. ¿Cómo ha nombre? TOMAJÓN: Durango. MISER PALOMO: Es muy seguro, mas para quien ha de dar, no es bueno el duro. Diga ya el tomajón. TOMAJÓN: Yo soy un hombre que tomo y pido sin cansar a nadie. Soy gaceta común de casa en casa, contando cuanto pasa, y qué no pasa. Tengo heridas famosas por el filo. Si es vano el tal señor, le digo luego que desciende del conde Peranzules; Si es tierno, que me dijo cierta ninfa que no hay tal caballero en toda Illescas; Si es bravo, MISER PALOMO: (Cosa vil tener tal nombre). [Aparte] TOMAJÓN: que le tiemblan los moros de Getafe. Si pica en discreción, que escribe y habla mejor que Garcilaso y que Demóstenes. Y, aunque sea un indiano en la miseria, le digo que es más pródigo que el hijo. Y si con estas cosas no se ablanda, le embisto con dos tonos Juan Blaseños, y lo que reservé a su cortesía, echando con primor por el atajo, se lo vengo a pedir por mi trabajo. MISER PALOMO: ¡Oh, que sois un legón!, que os ha faltado el más sutil primor y más usado: lo de "no hay tan gran príncipe en España", y el decir mucho mal de uno con otro, no lo ignora el tomajón más potro. Andar, señor, andar, y en quince días de "mercedes", de "vos", de "señorías", no toméis en cuatrín sin mi licencia. TOMAJÓN: Ellos me ayudarán a la obediencia.
Vase el TOMAJ&óacute;N y sale un CABALLERO
CABALLERO: Mantenga Dios al buen Miser Palomo. MISER PALOMO: Sí, mantendrá, que es lindo mayordomo. CABALLERO: De caballero vengo a examinarme. MISER PALOMO: Muy importante le será el no serlo, si es que no quiere más de parecerlo. ¿Qué nombre? CABALLERO: Don Juan Bilches. MISER PALOMO: Poca cosa; mas campando, por mi vida, el Bilches, el Bilches solo, digo, me hace asco; conviértele en Hernando de Velasco, y prosiga. CABALLERO: Estudié caballería, y tengo un par de cursos de enfadoso, y algunas señorías regateo, y con hijos segundos me voseo. Dudo las excelencias, y he jurado a fe de caballero entre dos títulos sin que me hiciese mala la cabeza. He ido en las testeras de tres coches con un conde, un marqués y casi un duque. Yo paseo la plaza en fiestas públicas, y topando una mula, digo luego: "Excelente caballo de los toros", y afirmo que pespunta la carrera. Por solo un arador, llamé dos médicos y comí carne toda una cuaresma. De una mosca en verano tengo agüero; y porque oí que el duque de Sajonia estaba con catarro, en aquel punto despaché por bayetas a Sevilla. Miento con muy buen aire y desembozo, que el mentir recatado de la gente; eso es cosa de hidalgo solamente. MISER PALOMO: ¡Oh, que os falta un palillo en el sombrero para ser empalado caballero! ¿"Don" tenéis? CABALLERO: ¿Cómo "don"? Guardarnés tengo. MISER PALOMO: En verdad, en verdad, que estáis muy próximo a ser caballero celebérrimo; ¿bebéis agua? CABALLERO: Señor, mejor el vino. MISER PALOMO: ¡Jesús! ¡Pobre de mí! ¡Qué desatino!; aunque tenéis buen gusto, pero ahora sépaos mejor el vino, y bebed agua, sin que nunca os contente la bebida. Fresca llamad la fría, y llamad cálida a la fresca, buscando extraños modos, que, como un caldo, ya lo dicen todos. Otro punto: en gobierno de la gorra, ¿qué medio habéis tomado? CABALLERO: Señor mío, escaseo con todos mi sombrero; vive con gran descuido; no trabaja, porque el ser muy cortés es cosa baja. MISER PALOMO: En recién caballeros me contenta el ser inexorables de bonete; pero advertid, para que vayáis más docto. Luquillas, el sombrero del examen. Gorrear de esta suerte a todo el mundo: al hidalgo, a los ojos y a la boca; al caballero, al título, a la barba; al grande, al pecho; al rey, a la rodilla; al Papa, hocicadura; y de este modo acabaréis de ser pesado en todo. CABALLERO: ¿Puedo ser caballero en todo el reino con doctrina tan nueva y tan famosa? MISER PALOMO: Serlo y decirlo, que es más fácil cosa.
Vase el CABALLERO y entra el NECIO
NECIO: Yo vengo a examinarme de ser necio. MISER PALOMO: Viviréis muy contento de vos mismo. ¿Sois muy dichoso? NECIO: En esto solamente no he sido necio. MISER PALOMO: Vamos al examen. Nombraos. NECIO: Yo, don Domingo. MISER PALOMO: ¡Don Domingo! Necio sois de guardar en todas partes; mas, pues, tan necio sois, llamaos don Martes. NECIO: Hablo en todas las cosas que no entiendo, pensando que las sé mejor que todos. Metíme a lo arquitecto, y dije un día, mirando al Escorial: "¡Qué insigne fábrica si tuviera de sitio más un dedo!" MISER PALOMO: Es tacha del Alcázar de Toledo. NECIO: Diré una pesadumbre al más amigo, creyendo que le digo una lisonja. Haré misterios de que vuela un pájaro. Detendré a un delincuente que va huyendo, para darle no más las "Buenas Pascuas". Porfiaré con el mismo calendario sobre si la Cuaresma empieza en miércoles. Soy mal seguro, malicioso y grave, y en el entendimiento, ¡Dios nos libre!, que a todos los que miro como ajenos o los estimo en poco, o tengo en menos. MISER PALOMO: A fe de examinante, que no he visto necio de más cultura en toda Europa. Sólo una cosa os falta, eficacísima, para necio preciado de discreto, que es: trocar los frenos a las pláticas; entre valientes, el tratar de letras; entre letrada gente, de montantes; el saber de los libros sólo el título; referir un soneto del Petrarca, no entendiendo de Italia el non lo voglio. Por lo culto, decir, en viendo un rábano, que las hojas no están conforme al arte. Y con esto seréis muy necio luego, blasonando en latín y hablando en griego. NECIO: Con esto soy, señor, muy enseñado. MISER PALOMO: Dios os haga necio y buen cansado.
Vase [el NECIO]
LUQUILLAS: ¿Otro más de quejoso? MISER PALOMO: No le quiero; ¡qué pesadón viniera el escudero! LUQUILLAS: Otro pide el examen de menguado. MISER PALOMO: Dile que aprenda a ser desconfïado. LUQUILLAS: Otro pide el examen de envidioso. MISER PALOMO: ¡Qué descontenta vivirá la bestia! Dile que estudie en vil y en hombre bajo, para que envidie con menor trabajo. LUQUILLAS: De entremetido hay otro que le pide. MISER PALOMO: A ese le diera yo cuarenta palos. ¡Qué aborrecible gente! Lucas, dile que sufra seis desprecios cada noche, esquina en mesa y pesabrón en coche. LUQUILLAS: Otro también. MISER PALOMO: ¿De qué? LUQUILLAS: De confïado. MISER PALOMO: Dile que ya está el necio examinado. LUQUILLAS: Otro más. MISER PALOMO: ¿De qué cosa? LUQUILLAS: Truhanería. MISER PALOMO: Moderna la llamad filosofía. No traigo comisión para truhanes, porque está reservada al cartapacio de los protobufones de palacio. LUQUILLAS: De hombre de bien examen pide un hombre. MISER PALOMO: De lo que no se usa no hay examen. LUQUILLAS: Cuatro piden el examen de fulleros. MISER PALOMO: ¿Cuatro no más? Estéril primavera: los que hay más de diez mil, los parta un rayo. Gente de flor, que la examine mayo. LUQUILLAS: Dos piden el examen de ladrones. MISER PALOMO: ¿Por qué no se juntarán con los cuatro? Ya estarán esperando una malicia. ¡Qué cosa para mí! Paciencia, hermanos, porque no he de nombrar los escribanos. LUQUILLAS: Dos piden el examen de doncellas, y pienso... MISER PALOMO: No hay pienso, ¡oh, lenguas críticas! Decir mal de mujeres, ¡baja cosa! LUQUILLAS: Las doncellas, señor, no son mujeres. MISER PALOMO: Al revés, que no sabes conocellas: las mujeres, rapaz, no son doncellas. LUQUILLAS: De amor viene aquí un hombre a examinarse. MISER PALOMO: Vendrá muy misterioso el majadero.
Sale el ENAMORADO, lleno de cintas y favores
ENAMORADO: Esa gentil presencia y dulce agrado, vea yo enhorabuena, que me debe, no de mi amor demostraciones pocas. MISER PALOMO: Hermano, qué dejáis para unas tocas? Examinaos, tontón; hablad, barbado. ¡Qué puede ser un necio enamorado! ¿Cómo os llamáis? ENAMORADO: Don Carlos. MISER PALOMO: ¡Mentecato! El nombre que tomáis de emperadores. Don Marcos os llamaréis, sin replicona; para el Marco tenéis gentil persona. ENAMORADO: Tengo en amar muy bien guisado el gusto: quiero a las viejas, más que no a las mozas, porque ha más tiempo al fin que son mujeres; y porque el remudar es grande aliño, yo quiero más dos feas que una hermosa. MISER PALOMO: Que el tropo varias, es bella cosa. ENAMORADO: Yo escribo cien billetes cada día, sin que lleven "merced", ni "vos", ni "túes". MISER PALOMO: ¿Hay flechecita? ENAMORADO: Y bien corazoncito. MISER PALOMO: Amante podéis ser de Carajete. Y en fin de casamiento, ¿a vuestras damas no enviáis luego cédula? ENAMORADO: Enviaréla. MISER PALOMO: El cedulón, preciosa bagatela. Cédula a cada paso no me agrada, que un cedulón anuncia vicariada. De suspiros, de lágrimas y quejas, ¿cómo os va, cómo os va? ENAMORADO: Señor Palomo, si suspirara yo, ¿qué me faltaba? MISER PALOMO: ¿No suspiráis? Enamorado infausto. ENAMORADO: Dicen que es a lo antiguo, y no me atrevo. MISER PALOMO: No importa, no tenéis de qué afligiros. Ya está acabado el mundo: ¡no hay suspiros! ¿Os han dado favor secreto o público? ENAMORADO: En eso yo me tengo mi capricho; no me han dado favor, mas helo dicho. MISER PALOMO: Ya todos lo decimos, y aún diremos, que en esto del amor, mi buen don Marcos, lo que fue un tiempo gusto, es ya fanfarria. Por examen llevad este consejo: no sólo en el favor no habléis mentiras, más también, si podéis, callar verdades.
Vase el ENAMORADO y sale un VALIENTE
VALIENTE: ¿Qué flor? MISER PALOMO: ¿Con quién lo habéis? VALIENTE: ¿Qué flor, pregunto? MISER PALOMO: Si por mí lo decís, tinaja, hermano. VALIENTE: Dígolo y lo diré por todo el mundo. MISER PALOMO: ¿Qué flor?, que si hay bostezos de valiente, ¿en qué sois docto, en bota o en garrafa? VALIENTE: Quiero que me examine por estafa. Yo he tenido quinientos desafíos, he hecho sobre el duelo dos comentos, seiscientos antuviones he pegado y he reñido cien veces en ayunas. MISER PALOMO: ¿Qué fuera al fenecer las aceitunas? [Aparte] VALIENTE: Maté un león con este dedo. MISER PALOMO: ¿Albano? [Aparte] VALIENTE: Y un tigre de una coz. MISER PALOMO: ¿No sería Hircano? [Aparte] VALIENTE: En Asturias de un soplo maté un oso. MISER PALOMO: Compadre, examinaos de mentiroso. VALIENTE: Y esto es nada; en católica destreza pasmo a dos Luís Pacheco de Narváez. Con una daga quitaré un montante y con una escobilla un elefante. MISER PALOMO: Hombre, ¿qué diablo has hecho en cuanto has dicho, si con tu espada y capa no has entrado en batalla campal con una dueña, y no has hecho abanillo de una peña? VALIENTE: Eso déjolo yo para la zurda, que con la diestra soy del mundo azote, y con sólo pegarle un papirote el aire tan veloz, un monte sube, que le dejo clavado en una nube. MISER PALOMO: Con tal fuerza, examínate de monja, que esas son hazañuelas baladíes.¿Ves estos brazos, veslos? VALIENTE: Ya los veo. MISER PALOMO: ¿De Guadarrama has visto el puerto rígido, por donde el cielo en altura iguala? VALIENTE: Ya lo he visto. MISER PALOMO: Pues vete enhoramala.
Vase y sale el GRACIOSO
GRACIOSO: De gracioso de farsa, examen pido. MISER PALOMO: Bien seréis menester, porque hay gran mengua. ¿De qué piezas usáis? GRACIOSO: Yo me compongo de unas calzas que peinan los zancajos, de cuello de carbón, sombrero sucio, astrosa capa y vil coleto. MISER PALOMO: Amigo, si el donaire ponéis en lo asqueroso, también un muladar será gracioso. ¿La parola pregunto? GRACIOSO: A lo estudiado añudo yo mis gestos y mis voces, mi mudanza de tono y mi despejo. MISER PALOMO: Moderado añadir, corto gracejo. ¡Oh!, si vos no tenéis la gratis data, es todo machacar en pueblo frío. No os metáis de repente a los Tristanes; tentad primero el vado de estos príncipes. Soltaos con calabazas, porque hay muchas; no os canten cuantos silbos, cuantas voces. Prosa no la encajéis, que es grande exceso, hasta que en el donaire estéis profeso. Así empezaron todos los antiguos; que a Alonsillo, a Basurto, a Lastre, a Osorio no les vino la gracia de abolorio. GRACIOSO: Gracioso vendré a ser también del número si trato, mi señor, de obedeceros. MISER PALOMO: Como quisieren estos caballeros.
Vase el GRACIOSO y salen dos MUJERES
MUJERES: ¿Vueced nos examina de bailantes? MISER PALOMO: ¿Baile, y mujeres? Pierdan la esperanza, que no ha de ir lo civil de la mudanza. No tiro yo conceptos de paleta. ¿Bailan de lo galán o lo travieso? MUJERES: De la cintura arriba son bailes nobles. MISER PALOMO: De la cintura abajo, ¡Dios nos perdone! Como murmuraciones son los bailes, que empiezan blandamente, y vale luego toda bellaquería como en quínolas. Vaya un baile con tono de Juan López, o sea por mi amor el excelente metrópoli de bailes, Benavente. MUJERES: ¿Ha de bailar vueced? MISER PALOMO: Haréme astillas, pero advierta el senado que llamaban, que no se ha dicho mal de los poetas, que hablar mal de sí mismos ya fastidia, y piensan que es donaire, y es envidia.
Cantan y bailan lo siguiente:
"Volvieron de su destierro los mal perseguidos bailes, socarrones de buen gusto y pícaros de buen aire. Blandas las castañetas, los pies ligeros, mesurados los brazos, airoso el cuerpo. Enfadóles el aseo de lo compuesto y lo grave, que hasta en los bailes causa el cuidado en los galanes. Con qué gracia y donaire la niña baila; ¡oh, bien haya su cuerpo, que todo es alma! en sus bellas plantas lleva mis ojos. Si vivir quiere alguno, guárdense todos."

[FIN DEL ENTREMÉS]


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 26 Jun 2002